Capítulo 1
Todo sobre el concepto
de bienestar
El concepto de bienestar se define como la situación de estar cómodo, saludable o feliz.
Como docente, usted emplea sus energías educando a sus alumnos, ocupándose de ellos, atendiéndolos, cuidándolos y estimulándolos. Hasta cierto punto, usted sabe que esto merece la pena, aunque el trabajo le parezca abrumador y a veces tendría que prestar más atención a su propio equilibrio personal. De hecho, es probable que esto tenga mucho que ver con la principal razón por la que usted decidió ser profesor. A menudo, los docentes sienten -saben- que dedicando esta energía, este tiempo y esta atención a los alumnos se acercan más a la realización su potencial. No obstante, el resultado final es que el trabajo y todo lo que conlleva, pueden satisfacer, y a la vez, agotar.
Si el trabajo le agota, ¿se debe a que se siente incapaz ante la tarea? Si no puede mantener el ritmo de la vida de la clase, ¿debe dejarlo sin más? ¿Es eso? ¡De ninguna manera! No vivimos en una sociedad en la que prevalezca la mentalidad de la “supervivencia del más adaptado”. Sabemos que los “resultados” dependen de gran cantidad de factores y que quienes no tienen una sensación de bienestar en su vida son menos capaces de contribuir a la realización de su propio potencial. Ignorar esto es arriesgarse a una pérdida inmensa. Pérdida para nosotros mismos, para aquellos a quienes enseñamos, para nuestras comunidades y, en último término, para el mundo.
Llevando todo esto a su nivel más básico, no sería raro reconocer que el bienestar de los docentes en nuestras escuelas está íntimamente relacionado con el rendimiento de los alumnos. Aunque creamos que esto solo es verdad en parte, una práctica saludable, que favorezca el bienestar, ha de estar profundamente anclada en la cultura de la escuela.
Pero, ¿Dónde está exactamente la clave del éxito?
Pretendemos que lo que sigue sirva de breve introducción a la idea de bienestar y sus diversos componentes. Tanto implícita como explícitamente, a lo largo del libro nos centraremos en cada elemento, según convenga.
DEFINICIÓN DE BIENESTAR
“El recuerdo de nosotros mismos y el de nuestra fuerza puede conducir a la revolución, pero hace falta algo más que recordar unos pocos datos. Re-memorar supone volver juntos atrás, recuperar la identidad y la integridad, reclamar la totalidad de nuestras vidas”. (Parker J. Palmer: The Courage to Teach, 1998: 20).
“Bienestar” es una expresión vaga, difícil de definir, aunque reclama un lugar cada vez mayor en nuestra psique. Es posible que no captemos del todo lo que supone, pero sabemos que lo deseamos, queremos “estar bien”. Ahora, en algunos supermercados, hay incluso una calle de “bienestar”1 y una conocida floristería vende un “buqué de bienestar”; así, pues, si hasta el comercio lo tiene en cuenta, efectivamente se trata de un tema importante.
El bienestar requiere armonía entre mente y cuerpo. Implica una sensación de equilibrio y tranquilidad con respecto a las múltiples dimensiones de la vida. Cuando tenemos sensación de bienestar, no estamos infraestimulados ni aburridos, ni estamos padeciendo, sometidos a la carga de un estrés y una presión excesivos. Tenemos la sensación de que controlamos nuestro trabajo e incluso nuestro destino en la vida.
Históricamente, algunas orientaciones de la medicina moderna han rechazado la conexión de mente y cuerpo. Sin embargo, los estudios están demostrando el grado de la influencia que la mente puede tener sobre los trastornos físicos y emocionales. Si queremos pensar en nuestro bienestar personal, tenemos que reconocer que no es simplemente lo opuesto al estrés, igual que la salud no es lo opuesto a la enfermedad. El concepto encierra mucho más que eso.
ACCIÓN ¿Cuál es su reacción inmediata a lo que ha leído hasta ahora sobre la idea de “bienestar”? ¿Tiene algunas sensaciones instintivas sobre el grado de bienestar que experimenta actualmente en su vida?
EJEMPLO El fracaso
Durante muchos años, trabajé con la ilusión de que, como me encontraba bien, había estado muy pocos días de baja y siempre podían confiar en mí para cubrir las clases de otras personas; yo era más fuerte que mis colegas.
No podía entender por qué había tantos docentes que parecían flaquear en cada trimestre. Por entonces, yo llevaba una vida relativamente poco complicada. Solo cuando murió mi madre, comenzó a derrumbarse la sensación que yo tenía de “poder con todo” y que había perfeccionado con los años, y empecé a ver unos problemas abrumadores en todos y cada uno de los aspectos de la vida. Tenía que haberme marcado un ritmo diferente a lo largo de mi carrera profesional. No tenía que haberme considerado como un profesor super-eficiente, sino ante todo como una persona normal.
Sí, todavía soy profesor, a pesar de que solo puede decirse de mí que soy un fracaso; pero, si me preguntan qué es el bienestar, puedo responder con verdadero conocimiento y experiencia de algo que siento como peligrosamente malogrado.
No son necesariamente los más fuertes física y emocionalmente, los que nunca necesitan parar. No son necesariamente estas personas las que experimentan el bienestar.
(Profesor de educación secundaria con veinte años de experiencia)
El alcance del término bienestar es amplio y profundo, y puede variar mucho dependiendo de la perspectiva desde la que se examine la cuestión.
Podemos hablar de las siguientes subcategorías:
• Bienestar físico.
• Bienestar emocional.
• Bienestar mental e intelectual.
• Bienestar espiritual.
A lo largo de todo el libro se examinan implícitamente las necesidades de cada categoría y se dan consejos acerca de la consecución de cada una en el contexto de la vida escolar.
No obstante, aunque los elementos intrínsecos del bienestar pueden extraerse del concepto, conviene adoptar un enfoque holístico del mismo.
El bienestar físico
El bienestar físico abarca todos los aspectos de nuestro ser físico. El aspecto que tenemos, nuestra capacidad de resistir la enfermedad, el ejercicio que hacemos, el alimento que comemos, etc. Todo ello contribuye a nuestro bienestar físico. Es mucho más que la mera ausencia de enfermedad o malestar. En muchos sentidos, el bienestar físico constituye el máximo desafío al que nos enfrentamos.
La vida moderna no solo es tan agitada que raramente podemos encontrar tiempo para ocuparnos de nuestro cuerpo físico y las necesidades que podamos tener, sino que también estamos sometidos a los ataques de toxinas y contaminantes en la comida, en el agua, y hasta en el aire que respiramos.
Sin embargo, es importante que no nos sintamos incapaces de conseguir nuestro bienestar físico. Uno de los factores más significativos de nuestra salud física es mantener una relación equilibrada entre mente y cuerpo. Podemos categorizar distintos aspectos del bienestar, pero no podemos perder de vista las profundas interrelaciones entre ellos.
EJEMPLO Necesidad de ejercicio
En una reciente visita al médico, me preguntó si hacía ejercicio. Me eché a reír. Soy maestra en el último curso de educación infantil, por lo que es más bien difícil que mi trabajo sea sedentario. Pero el hecho es que he ganado peso desde que estoy en este trabajo. Yo estaba allí, sentada delante del médico de atención primaria, sabiendo que iba a decirme que me inscribiera en un gimnasio o empezara a correr en mis raros momentos de descanso. En realidad, él utilizó la expresión “bienestar físico” y me dijo que, si mejoraba mi forma física, podría realizar con más eficacia mi trabajo. Tuve que tragarme mi orgullo y aceptarlo, pero resulta muy difícil tener que oírlo.
(Maestra de infantil-primaria con diez años de experiencia)
ACCIÓN ¿Cuál es su reacción cuando piensa en la expresión “bienestar físico”? ¿Cree que tiene que ser una prioridad en su vida? ¿Cómo definiría su actitud general con respecto a su bienestar físico?
El bienestar emocional
Todos tenemos una vida emocional. De hecho, nuestra forma de interactuar con el mundo depende, en gran medida, de nuestra respuesta emocional a los acontecimientos con los que nos encontramos a diario. En la mayoría de las ocasiones, los adultos son conscientes de sus emociones, pero no siempre las controlan por completo. Son fundamentales para las decisiones que tomamos y nuestra forma de responder al mundo. Incluso, habitualmente, tenemos que afrontar las secuelas de las respuestas emocionales de los demás, sobre todo cuando están implicados los alumnos.
Aunque unas relaciones sólidas contribuyen mucho al bienestar emocional de todos los miembros de la comunidad escolar, también hay que apreciar la fuerza de las emociones para dirigir la vida de la persona. La capacidad de reconocer, comprender y expresar adecuadamente las emociones es una valiosa clave del bienestar emocional.
La inteligencia emocional (alfabetización emocional)
En la actualidad, sería imposible mencionar una expresión como “bienestar emocional” sin examinar, al menos de forma somera, la obra de ciertos pensadores claves en el ámbito de la inteligencia emocional.
La expresión “inteligencia emocional” fue acuñada por Daniel Goleman en 1995, en su libro Inteligencia emocional. Siguiendo los trabajos del psicólogo Peter Salovey, Goleman señala ciertas competencias, como reconocer y manejar las propias emociones, estar motivado, ser productivo y eficiente, tener la capacidad de reconocer empáticamente las emociones de otros y ser capaz de mantener unas relaciones, como algunos de los componentes esenciales de la inteligencia emocional. Remontándonos una década, es posible apreciar cómo se reflejan estas capacidades en la obra de otro autor de gran influencia en este campo, el psicólogo Howard Gardner, quien, provisionalmente, identificó siete inteligencias: lingüística, lógico-matemática, espacial, musical, corporal-cenestésica, interpersonal e intrapersonal.
Actualmente, los docentes han recibido formación específica en estas áreas, y algunos las suelen controlar muy bien, sea a través de la educación formal o gracias a una afinidad natural con los conceptos que implican. Poca duda cabe, no obstante, de que, cuando tomamos en serio el desarrollar estas inteligencias, se obtienen unos beneficios impensados tanto para uno mismo como para los alumnos en clase.
Los investigadores nos advierten de que:
• La comprensión de las emociones está directamente relacionada con la motivación y con el rendimiento cognitivo.
• Ocuparse de las emociones ayuda a desarrollar unas relaciones mejores y una sensación de bienestar psicológico y mental.
• Las personas emocionalmente desarrolladas están mejor equipadas para vivir con las diferencias.
• La educación de las emociones ayuda a hacer más eficaz el trabajo.
• Nuestra opinión moral y nuestros sistemas de valores están profundamente configurados por nuestras actitudes y sentimientos.
• Nuestro sentido del significado y de la finalidad de las cosas se deriva tanto del sentimiento como del entendimiento.
Quienes no saben a la perfección quiénes son emocionalmente, qué afecta su bienestar emocional y cómo hacer para reequilibrar su vida emocional no están de ninguna manera preparados para ayudar a otros a hacer lo mismo.
ACCIÓN Pintemos la escena. Es una tarde tormentosa y ventosa, la última de la semana. Usted está cubriendo la clase de un compañero de la que le han avisado a última hora, sin tener materiales ni plan de clase. Los alumnos no están lo que se dice entusiasmados por su presencia y usted tiene que imponer mucho más control y disciplina de lo que le gustaría.
Por fin, consigue tranquilizarlos; dispone de unos materiales prestados, ha “negociado” con ellos para que se sienten, hay un poco de calma en el aula y puede Introducir la lección y señalar lo que hay que hacer. No pasan ni cinco minutos en este período de relativa calma y usted y los alumnos oyen gritos en el pasillo. Por el ruido, es un altercado entre un profesor y un alumno. Un minuto después, más o menos, la puerta se abre de golpe; Joe se encamina dando tumbos a su sitio, tira la mochila sobre el pupitre y, en plan de provocación deliberada, se deja caer en una silla.
¿Qué pasa después? ¿Visualiza un escenario mejor o peor? ¿Cuáles serían unos escenarios mejores y peores? ¿En qué situación se Imagina que estaría su bienestar emocional?
Cómo se desarrollen los minutos siguientes depende en gran medida de lo que se ha dado en llamar “inteligencia emocional” del profesor, del estudiante y, hasta cierto punto, de la escuela.
EJEMPLO Emocionalmente reservado
¡Oh, Dios, cómo me agobia oír expresiones como: “emoción”, “emocional',' “iniciación emocional” o cualquiera otra relacionado con estas! Me muero de vergüenza cuando me preguntas cosas así. ¡Soy un hombre! ¡Se supone que no me siento cómodo utilizando expresiones como esas! Sé que es un estereotipo y que hay muchos hombres que se sienten mucho más cómodos que yo, pero, bueno, ¿podemos deja...