Por qué vemos dinosaurios en las nubes
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Por qué vemos dinosaurios en las nubes

De las sensaciones a los modelos organizadores del pensamiento

  1. 216 páginas
  2. Spanish
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  4. Disponible en iOS y Android
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Por qué vemos dinosaurios en las nubes

De las sensaciones a los modelos organizadores del pensamiento

Descripción del libro

Aquello que llamamos "realidad" no está fuera sino dentro de nuestro pensamiento, constituyendo nuestras convicciones y creencias. Si éstas se modifican o cambian, también lo hace aquello que consideramos que es real. Conocer el funcionamiento cognitivo humano es imprescindible para cualquier tipo de cambio.

Este libro aborda un nuevo enfoque para comprender cómo funciona el pensamiento humano en el proceso de construir conocimiento. Eludiendo las dicotomías simplificadoras que llevan a oponer funciones tan íntimamente relacionadas como las cognitivas y las afectivas, entre otras muchas, se presenta una visión holística del ser humano en el interior del cual todo está relacionado con todo.

Fruto de muchos años de trabajos, llevados a cabo por las autoras y por su equipo de investigación, exponen nuevos conocimientos imprescindibles para estudiantes y profesionales de campos como las ciencias humanas y sociales, muy especialmente en psicología, neurología y en educación, disciplina en la cual es muy necesario conocer cómo se construye el conocimiento.

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Información

Año
2020
ISBN del libro electrónico
9788418193743
CAPÍTULO 1
Realidad y
modelos organizadores
del pensamiento
La selección de la realidad
Lo que caracteriza a cualquier ser humano es la posibilidad de construir un modo personal de situarse dentro de la vida a partir de su abanico de posibilidades, cuyo desarrollo depende de la interacción entre múltiples factores: equipaje biológico, características del entorno (físico y social), legado histórico cultural y la historia personal que cada individuo se va construyendo dentro del entramado del que es uno de sus resultantes, a la vez que un agente activo.
La teoría de los modelos organizadores explica la creación de novedades como el resultado, entre otras cosas, de seleccionar, significar y relacionar entre sí los elementos que cada individuo o cada colectivo considera relevantes de la experiencia. Estos procesos están presentes en todos los actos de nuestra vida, desde los más ligados a la concreción del día a día hasta aquellos vinculados a la creación de amplios horizontes mentales.
A lo largo de muchos años, trabajando con nuestras técnicas de investigación, creadas para los objetivos que nos proponíamos estudiar, pudimos observar que las personas que participaban en nuestras investigaciones, ante cualquiera que fuera la situación que les presentáramos, seleccionaban de entre todos los observables posibles unos cuantos elementos y desestimaban otros. A los elementos seleccionados les atribuían un particular significado, mientras que a los desestimados no sólo no les atribuían significado alguno, sino que se comportaban como si no existieran. Todas aquellas personas que participaron en nuestras múltiples situaciones experimentales siguieron un patrón similar, ya se tratara de interpretar un fenómeno físico previamente observado, describir diferentes tipos de conducta, resolver conflictos interpersonales, solucionar problemas matemáticos o describir sucesos observados, de cualquier índole que fueran.
La mente humana es incapaz de retener todos y cada uno de los elementos o datos observables en cualquier situación concreta, por lo que lleva a cabo una selección reteniendo sólo aquellos elementos a los que, por diferentes razones, considera como destacables y a los que atribuye un particular significado. El sujeto organiza los elementos seleccionados, con sus correspondientes significados, de manera a construir un conjunto o sistema que le parezca coherente, del cual extrae determinadas implicaciones. Es a estas construcciones mentales a lo que llamamos modelos organizadores. Las implicaciones extraídas, producto de un complejo —y generalmente no consciente— proceso mental, es lo que cada persona tiende a considerar como “la realidad”. El sujeto no siempre tiene consciencia de los elementos a los que no ha atribuido significado durante el proceso de construcción de un modelo organizador, por lo que estos elementos ignorados (sea o no de forma deliberada) no cumplen ninguna función, ni forman parte de la “realidad mental” que ha construido al elaborar el modelo. Sin embargo, estos elementos no considerados pueden ser de gran importancia para una adecuada interpretación del fenómeno o de la situación en cuestión.
En los modelos organizadores figuran también elementos que no están presentes en los observables y que proceden de inferencias que realiza el sujeto y que considera necesarias para dar mayor coherencia al conjunto. Esta coherencia es, la mayoría de las veces, de tipo “subjetivo”, es decir, que tiene poco que ver con la lógica formal. El tipo y nivel de las relaciones que el sujeto establece entre los elementos y los significados están estrechamente relacionados, además de con su nivel de conocimientos y de razonamiento, con sus concepciones morales, sociales, experiencias personales, sentimientos y emociones.
El referente que desencadena nuestras acciones no es la realidad exterior, sino los modelos organizadores que construimos a partir de ella. Podríamos caer en la tentación de creer que, modificando nuestros modelos organizadores, habremos cambiado ya nuestra conducta. Pero esto no es tan fácil, entre otras muchas razones porque, con frecuencia, el modelo se cambia gracias a la acción que hace surgir nuevas realidades mentales. Entre la representación y la acción hay un importante espacio que es necesario salvar actuando y no sólo pensando. Estimular la construcción de modelos organizadores más amplios y complejos es, sin embargo, posible. Experiencias realizadas con adultos lo ponen en evidencia.4
Modelos organizadores y construcción de realidades
El filósofo Epicteto, en el siglo I de nuestra era, decía: «El hombre no está trastornado por las cosas, sino por la visión que tiene de las cosas». Veinte siglos más tarde suscribimos sus palabras. Los sentimientos no vienen provocados de manera directa por sucesos exteriores, sino por el significado que damos a estos sucesos, lo cual equivale a decir que los sentimientos no son independientes del modelo organizador que se construye a partir de determinadas situaciones. Según los datos que se seleccionen y el significado que se les atribuya, se experimentarán un tipo u otro de sentimientos. Inversamente, según el estado emocional en el que una persona se encuentre, seleccionará unos datos u otros y les atribuirá diferentes significados. Esto relaciona directamente las emociones y los sentimientos con la construcción de modelos organizadores. Los significados no son significados del objeto (no es el objeto el que se concede significado a sí mismo) sino del sujeto, quien los selecciona en función no sólo de sus propias características, sino también del momento cognitivo-emocional en el que se encuentra. Algunos de estos significados pueden ser, por tanto, tan cambiantes como los momentos cognitivo-emocionales por los que atraviesa el sujeto. Durante una situación conflictiva, por ejemplo, una persona puede atravesar momentos muy diferentes, en cada uno de los cuales puede cambiar el significado de un mismo dato o incluso cambiar los datos seleccionados en el momento anterior.5 Los modelos organizadores son cambiantes y cambiables.
Si se considera al ser humano como un constructor de realidades, la realidad deja de ser algo inamovible y el cambio deviene explicable y se hace posible. Ello nos conduce a la certeza de que muchas de estas construcciones pueden modificar­se, y fenómenos como las guerras, la explotación de seres humanos y el hambre en el mundo, por ejemplo, dejan de ser cosas inevitables. Esta manera de contemplar el conocimiento conduce a pensar que, si las representaciones y los pensamientos humanos no son una copia de la realidad, sino una interpretación de esta realidad, está dentro de las posibilidades humanas el modificarla.
Qué es un modelo organizador
Cuando observamos uno de los múltiples sucesos que acontecen cotidianamente a nuestro alrededor, cuando miramos un objeto nuevo, leemos un libro, escuchamos una conferencia, nos cuentan un suceso, vemos un programa de televisión o una película, no retenemos todo lo que es posible observar, sino que seleccionamos, en todas estas circunstancias, aquellos elementos que nos parecen esenciales o relevantes, ignorando los que no son significativos ni nos llaman mínimamente la atención. Los datos que de manera inconsciente hemos seleccionado son aquéllos a los que hemos atribuido un particular significado, y es por eso por lo que nos han parecido relevantes y han captado nuestra atención. Pero los elementos seleccionados no los retenemos aislados en nuestra mente, sino relacionados entre sí, de manera que forman todos ellos un sistema coherente que hace que los podamos narrar con palabras, construyendo un discurso, gracias al hecho de que están organizados en nuestro pensamiento. Este mismo hecho hace posible que los interpretemos, es decir, que extraigamos de ellos determinadas consecuencias o implicaciones.
Este proceso, que es perfectamente observable, contiene una serie de características afectivo-cognitivas que reflejan una parte importante de nuestro funcionamiento mental, y de él se derivan una serie de consecuencias básicas para comprender cómo pensamos y cómo sentimos.
Si ponemos atención en la manera en que varias personas describen una misma situación que han presenciado conjuntamente, nos daremos cuenta de que cada una ha dejado de señalar algunos elementos que otras sí mencionan y, con frecuencia, algunas de ellas han añadido datos que no eran perceptibles en el suceso en cuestión.
Es importante hacer notar que el hecho de seleccionar determinados elementos supone no tener en cuenta (no atribuir significado) a otros muchos que era posible considerar, pero que se han ignorado y, consecuentemente, tampoco se tuvieron en cuenta cuando se organizó el conjunto de los datos seleccionados ni se les otorgó significado alguno. Pero, además, ocurre que en el momento de establecer relaciones —que parecían lógicas— entre los elementos seleccionados, se añadieron elementos que no estaban allí —y que también parecía lógico que estuvieran— para dar coherencia al conjunto. Estos elementos añadidos no fueron observados directamente en el suceso en cuestión, sino que son inferencias personales producto de nuestros conocimientos, intereses o creencias anteriores. Dado que conocimientos, intereses y creencias no son los mismos en los diferentes observadores de un mismo suceso, puede ocurrir —y, de hecho, ocurre— que las narraciones de este suceso hechas por personas o colectivos diferentes sean también diferentes. Esto puede observarse, con gran frecuencia, en discusiones entre dos o más personas o en debates parlamentarios en los que participan personas que tienen claramente intereses o ideologías muy distintas.
A estas construcciones mentales, que pueden o no ser traducidas en narraciones, descripciones, discursos, gráficos, dibujos, etcétera, es a lo que denominamos modelos organizadores del pensamiento. Para detectarlos es necesario tener en cuenta los datos o elementos seleccionados por cada sujeto —de entre todos los posibles— en cada objeto, fenómeno o situación, el significado atribuido a cada uno de estos datos, la organización que se imprime al conjunto de todos los datos seleccionados, con sus correspondientes significados, así como las implicaciones o consecuencias que se hacen derivar de todo ello. Es de especial interés tener también en cuenta los datos que no se han considerado. Estos procesos mentales se realizan de manera no consciente, es decir, sin que la persona pensante tome conciencia de todo este proceso como tal, cuando lo está llevando a cabo.
Pensamiento cotidiano y pensamiento científico
Ilustraremos con dos ejemplos, de temáticas muy diferentes, cómo podemos detectar los modelos organizadores subyacentes al discurso y al comportamiento de las personas.
El pensamiento cotidiano
Elegimos para el primer ejemplo una situación real que puede darse fácilmente en la vida cotidiana. Se trata del conflicto entre una pareja de jóvenes que viven en un piso que les han prestado los padres del chico. L...

Índice

  1. Introducción
  2. CAPÍTULO 1
  3. CAPÍTULO 2
  4. CAPÍTULO 3
  5. CAPÍTULO 4
  6. CAPÍTULO 5
  7. CAPÍTULO 6
  8. Bibliografía