LIBROS EN EL AULA
Para conseguir que los alumnos lleguen a ser lectores independientes es necesario, en primer lugar, que no tengan que hacer ningún esfuerzo para acceder a la lectura. Cualquier docente lo sabe tanto como yo: hay quienes están dispuestos a correr una maratón para conseguir el último videojuego de moda, pero son demasiado perezosos para subir el tramo de escaleras que lleva a la biblioteca escolar.
Así pues, lo importante es asegurarse en todo momento de que los alumnos tengan acceso a libros o, mejor, que estén rodeados de ellos. Kelley y Clausen-Grace (2010) destacaron el hecho de que los alumnos que tienen la oportunidad de ser escolarizados en centros donde hay numerosas bibliotecas bien equipadas demuestran mejores habilidades lectoras y, además, tienen una actitud más positiva hacia la lectura. Por lo tanto, parece que el compromiso del docente en este ámbito tiene una gran incidencia.
En caso de tener una única clase
Para que nuestro alumnado lea, es importante ofrecerle proximidad con los libros. En caso de tener un aula propia, es imprescindible montar una biblioteca, aunque sea pequeña. El docente que tiene libros en clase puede remediar cualquier eventualidad. “¿No tienes nada para leer durante los cinco minutos de lectura? Ahí detrás lo tienes. ¿Has terminado el trabajo? Toma un libro”. Del mismo modo, resulta más fácil establecer vínculos entre los libros y la materia, así como alimentar la curiosidad de nuestros lectores.
¿Y si no tengo presupuesto?
A pesar de la importancia de tener una biblioteca, en general, nuestro presupuesto para iniciativas de este tipo es escaso, y una biblioteca puede resultar difícil de mantener, sobre todo si partimos de la base de que lo que más interesa al alumnado son las novedades y la rotación de los libros. Pero siempre está la posibilidad de invitar a los alumnos a que participen en la creación de un rincón de lectura proponiéndoles que traigan una novela que les haya gustado mucho para compartirla. Además, como docentes, podemos alimentar la biblioteca ofreciendo cada semana una selección de novelas tomadas en préstamo de la biblioteca escolar.
Toma un libro y deja otro
Inspirada en el trueque, la idea de tomar un libro y dejar otro se va extendiendo cada vez más. Se trata de un principio simple: en una caja que puede adoptar forma de biblioteca, se invita a la gente a intercambiar libros. La idea funciona bien entre adultos, pero también va dirigida a los más jóvenes y se puede llevar a cabo en las bibliotecas públicas, los parques, las aulas o incluso en la escalera de una escuela. Lo bueno es que los jóvenes tienen la posibilidad de conseguir una nueva lectura en el momento en que dejan un libro que les ha gustado y que esto los lleva a descubrir títulos que han agradado a otras personas.
El sistema se puede utilizar en una clase o incluso a nivel del centro escolar, con el objetivo de ampliar la variedad de la oferta. Además, la caja se puede fabricar en clase para personalizarla y motivar a los alumnos a usarla.
Promueve el intercambio de opiniones
Se puede proponer a los alumnos que escriban sus impresiones en las guardas del libro que han leído o en un post-it que pegarán en el interior de este. Así, se les anima a escribir breves críticas y podrán influenciar a otros futuros lectores como ellos.
Un poco de decoración
Además de ofrecer libros al alumnado, se puede decorar el aula con el propósito de situar la literatura en un lugar importante. A lo largo de los años, he entrado en aulas particularmente inspiradoras.
Sugerencias para decorar el aula de clase
Instalar cuerdas de tender en el techo para colgar portadas de libros.
Realizar un muro de grafitis literarios (véase el capítulo 2).
Clasificar los libros de la biblioteca del aula por colores. Esto también favorece el orden.
Usar herramientas conocidas, como el iPhone, para poner en valor la lectura. Por ejemplo, establecer un muro de lectura con fotografías de los alumnos leyendo o incluso con sugerencias literarias.
Confeccionar un cartel de sugerencias literarias relacionadas con los libros. Es un modo excelente de conseguir que los lectores con dificultades puedan lanzarse a una nueva lectura después de haber terminado la anterior. Como docente puedes preparar una primera lista, pero no dudes en dejar que los alumnos participen en la elaboración de estas fichas añadiendo títulos pertinentes a lo largo del curso.
Rincón de lectura
Además de situar la literatura en un lugar central, también se puede habilitar un rincón dedicado a la lectura, que permitirá que el alumnado salga por un instante del contexto de clase más rígido.
Sugerencias para animar la biblioteca
Destacar ciertos libros mostrando su portada.
Colocar una cartelera cerca de la biblioteca donde se pueden colgar:
– Los trabajos relacionados con los libros.
– Fragmentos llamativos de libros.
– Una página en blanco en la que los lectores pueden escribir un comentario sobre el último libro que han tomado prestado de la biblioteca.
Dejar que los alumnos coloquen adhesivos con el texto “Me gusta”, como en las librerías, con el objetivo de marcar visualmente los libros más populares.
En mi caso, propuse instalar un rincón de lectura en el fondo del aula, con un colchón y un montón de cojines, para crear un espacio cómodo donde todo el mundo pudiera sentarse.
La idea es permitir que el alumnado se sumerja, tanto en la historia como en sí mismo, y que viva una experiencia diferente. Y, si funciona con adolescentes, también sé que esta iniciativa tiene un éxito descomunal en las clases de educación básica.
En caso de tener varias clases
La biblioteca móvil
Hace cinco años, adquirí un carro que llené de libros de diferentes géneros y niveles; y ahora lo llevo por los pasillos, a veces con mucha dificultad. Los alumnos se han acostumbrado deprisa a tener libros a mano. De esta forma, cada vez que acaban un libro, pueden tomar otro. Y, por cierto, en las pocas clases que me olvido de cambiar la biblioteca móvil de aula, abundan los voluntarios para ir a por ella. No siempre necesitan un libro en ese momento, pero saber que pueden acceder a uno cuando quieran los tranquiliza. Sorprendente, ¿verdad?
Una selección de libros
Si hay que moverse de clase en clase y es imposible crear una biblioteca móvil, se puede ofrecer de todos modos una pequeña selección de libros, por lo menos una vez a la semana. Este método fue el que aconsejé a una compañera de secundaria que quería probar este experimento a principio de curso.
Cada semana, en colaboración con la biblioteca escolar, elegía entre cinco y diez novelas que le habían recomendado o de las que había oído hablar y las presentaba a sus grupos, o tal vez las utilizaba como punto de partida para actividades de creación literaria.
El resultado no se hizo esperar: observó cómo sus alumnos leían más cuanto más les podía hablar sobre la selección propuesta, suscitando su curiosidad.
La importancia de la renovación
Puesto que a menudo los alumnos ansían las novedades, es importante introducirlas con regularidad. Pero, ¡cuidado! Sí, es cierto que hay que proporcionar libros publicados recientemente, pero las novedades también pueden ser libros más antiguos que se añaden al catálogo. Contando dos o tres cosas sobre ellos antes de colocarlos con el resto de libros, se despierta la curiosidad de muchos. De hecho, en numerosas ocasiones me he encontrado literalmente asaltada por alumnos que querían ser los primeros en tomar el libro en préstamo.
Con el objetivo de generar una cierta justicia en la distribución de los libros nuevos, me inspiré en una idea de Donalyn Miller (2012) e instauré un sistema de sorteo que, además, me permitía presentar las novedades a todos mis grupos. De este modo, tras una presentación, los interesados en el libro escriben su nombre en un trozo de papel y lo introducen en la caja del sorteo, de donde saco el nombre de uno de ellos. Desde luego, hay que aplicar algunas reglas: un alumno no puede tener prestado a la vez más de un libro “de sorteo” y tiene que comprometerse a leerlo dentro de un plazo determinado, en función de su nivel de lectura. Cuando se devuelve la novela a veces llevo a cabo un nuevo sorteo, en el caso de que vuelva a haber muchas personas interesadas. No obstante, normalmente, el libro circula por sí solo de mano en mano.
Dado que con regularidad se añaden nuevos títulos a la biblioteca, también llega el momento de hacer una selección y de recortar el catálogo. En mi caso, en tales ocasiones no dudo en solicitar la participación de los alumnos. Les pido que me indiquen los libros que les parecen menos pertinentes o aquellos que les resultan menos atractivos y, a continuación, lo debatimos entre todos. Por supuesto, me aseguro que los libros que quedan cubren todos los géneros y todos los niveles de lectura, pero la participación del alumnado suele traer sorpresas agradables y me permite mantener la conexión con sus preferencias. Además, regalo los libros de los qu...