Tengo un alumno con Síndrome de Down
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Tengo un alumno con Síndrome de Down

Estrategias de intervención educativa

Sonsoles Perpiñán

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Tengo un alumno con Síndrome de Down

Estrategias de intervención educativa

Sonsoles Perpiñán

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Información del libro

Sin duda, la presencia en el aula de un niño con síndrome de Down supone un reto para toda la comunidad educativa. Hay muchas emociones implicadas, desde el miedo a lo desconocido hasta el entusiasmo por construir marcos educativos inclusivos. Durante el recorrido, la información es clave.En este libro maestros, familias y profesionales, encontrarán una visión global y realista de la inclusión de estos alumnos en la escuela, a través de datos actualizados de su perfil de aprendizaje, un análisis de los contextos naturales de la escuela y la familia, y numerosas estrategias educativas fáciles de aplicar en el aula.Una visión optimista, pero a la vez realista, de la atención a la diversidad como única vía posible para construir una sociedad más justa y más solidaria. Educar a un niño con síndrome de Down es una experiencia difícil pero altamente gratificante, que nos hace crecer como profesionales y como personas.

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Información

Año
2018
ISBN
9788427724198
Edición
1
Categoría
Pedagogía
II
Estrategias de actuación en el aula
Esta segunda parte del libro se centrará en propuestas concretas de actuación que sean útiles para la tarea cotidiana del docente y para orientar la compleja tarea del tutor.
No deben confundirse con un programa de intervención o una adaptación curricular. Esta se tiene que realizar en base a las características y necesidades concretas de cada niño e incardinarse con la programación educativa del aula. Son un conjunto de actuaciones que pueden incorporar los profesionales, de forma más o menos sistemática, en su interacción cotidiana con el niño y que tratan de dar respuesta a características comunes que comparten los niños con SD. Algunas son muy sencillas, consisten únicamente en que el adulto conozca las dificultades del niño para hacer sencillas adaptaciones en la forma de hablarle o de tratarle. Otras requerirán unos materiales o una planificación, tal vez esas deben incorporarse al programa de intervención individualizado o a la adaptación curricular.
Todas estas estrategias constituyen un abanico de posibilidades frente a la indefensión de un educador que no sabe qué debe hacer para ayudar al niño con SD. Tampoco deben plantearse como un conjunto de medidas de obligado cumplimiento, que aumenten aún más la ansiedad del ámbito escolar, sino más bien como sugerencias posibles que inviten al tutor y a los especialistas a hacer una reflexión sobre su estilo educativo, mediante la cual puedan incorporar perspectivas diferentes y amortiguar el miedo a lo desconocido. Si conozco mejor cual es el perfil de aprendizaje del niño con SD y tengo a mi disposición algunas estrategias, sin duda mis actitudes serán más favorables transformando el bloqueo en búsqueda activa y eso repercutirá positivamente, no solo en el niño, sino en todo el sistema escolar.
Esta parte se divide en seis capítulos. El capítulo cuatro, Principios básicos de intervención, define algunos términos relevantes en materia de planificación educativa y desarrolla unos principios básicos que deben guiar la intervención. Los capítulos del cinco al diez: Funciones cognitivas, Comunicación, Estilo de aprendizaje, Interacción social, Habilidades instrumentales básicas, Salud emocional y Los materiales de trabajo, hacen propuestas concretas de actuación en el aula en respuesta al perfil de aprendizaje específico del alumno con SD, ordenadas en torno a las diferentes áreas del desarrollo. Esta estructura de capítulos permite acceder a las diferentes estrategias fácilmente gracias al índice que se incluye al final del capítulo 4. El último capítulo hace algunas sugerencias sobre el uso de los materiales.
4
Principios básicos de intervención
MARCO CONCEPTUAL
Antes de describir estrategias concretas que den respuesta a las necesidades educativas del alumno con SD es necesario definir algunos conceptos que regulan la función docente y nos van a permitir comprender mejor las acciones educativas en el aula: el currículo, las competencias básicas y la adaptación curricular.
El currículo
Según la LOMCE (Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa, 2013), el currículo es “la regulación de los elementos que determinan los procesos de enseñanza y aprendizaje para cada una de las enseñanzas”. Es el conjunto de objetivos, competencias, contenidos, métodos pedagógicos y criterios de evaluación y estándares de aprendizaje que rigen la actuación educativa. Consiste en una descripción de lo que hay que enseñar a los alumnos en un determinado nivel educativo y la forma como debe abordarse
Las competencias básicas
La normativa educativa, al amparo de las propuestas de la Unión Europea, establece ocho competencias básicas que debe perseguir la educación. Dichas competencias se definen como “una combinación de conocimientos, capacidades y actitudes adecuadas al contexto; son aquéllas que todas las personas precisan para su realización y desarrollo personal, así como para la ciudadanía activa, la inclusión social y el empleo” (Comisión Europea, 2007). Son las siguientes:
Competencia lingüística: Se refiere al uso del lenguaje oral como instrumento de comunicación, de representación, interpretación y comprensión de la realidad y de la vida cotidiana.
Competencia matemática: Es la capacidad de comprender las propiedades y las relaciones entre los objetos o las situaciones de la vida cotidiana. Constituye un acercamiento a la realidad de forma activa a través de la manipulación, la observación y la comunicación
Competencia en el conocimiento y la interacción con el mundo físico: Se refiere al contacto del niño con el mundo que le rodea, incluye la interacción entre las personas, la manipulación de los objetos y materiales y la intervención sobre estos, produciendo cambios, transformaciones, observando los resultados, anticipando y prediciendo posibles consecuencias.
Competencia digital y del tratamiento de la información: Se refiere al desarrollo de la curiosidad y el interés por el uso del lenguaje audiovisual y de las tecnologías de la información y la comunicación
Competencia social y ciudadana: posibilita comprender la realidad social en la que se vive, cooperar, convivir y ejercer la ciudadanía democrática en una sociedad plural, así como comprometerse a contribuir a su mejora. Implica habilidades como tomar decisiones, elegir como comportarse en determinadas situaciones y responsabilizarse de las elecciones y decisiones adoptadas.
Competencia cultural y artística: Se refiere a la participación en juegos y manifestaciones culturales relacionados con el entorno del niño y el interés por conocer y apreciar las manifestaciones de su propia cultura y de otras culturas.
Competencia para aprender a aprender: Comprende habilidades y destrezas que permiten al niño tomar conciencia de los procesos de aprendizaje que le posibiliten aprender de una manera eficaz y autónoma de acuerdo con las exigencias de cada situación
Competencia en autonomía e iniciativa personal: Esta competencia se construye a partir del conocimiento del propio cuerpo, de la toma de conciencia de sus posibilidades, de sus limitaciones y de su control progresivo. Incluye valores como la responsabilidad, la perseverancia, la creatividad y la capacidad de tomar decisiones.
La incorporación de las competencias básicas en el currículo supone replantear la práctica educativa, abandonando los modelos tradicionales de transmisión de conocimientos por otros que potencien un aprendizaje significativo que pueda aplicarse a situaciones de la vida real. El paradigma ya no es incorporar conocimientos sino aprender haciendo. Esta perspectiva cobra especial relevancia cuando se trata de la educación de niños con SD.
La adaptación curricular
Es un conjunto de medidas que se toman tanto a nivel de centro como de aula para dar respuesta a las necesidades concretas de un alumno, así como el ajuste de objetivos y contenidos de modo que el currículo esté ajustado a sus características individuales.
Adaptar el currículo implica priorizar unos objetivos sobre otros, eliminar algunos que por su nivel de dificultad no puedan abordarse en ese momento e incluso incluir otros correspondientes a una etapa anterior. También consiste en definir unas estrategias pedagógicas, concretar unos contenidos más adaptados a las necesidades del alumno y flexibilizar los criterios de evaluación. Estos deben ajustarse a lo que realmente se ha trabajado, poniendo el punto de referencia en el propio niño y no en su grupo de edad cronológica, valorando si ha progresado su aprendizaje desde un momento anterior como consecuencia de la intervención educativa. (Ruiz, 2012)
La adaptación curricular ha de concretarse en un Documento Individual de Adaptaciones Curriculares (DIAC) elaborado por el tutor en colaboración con el equipo de profesionales que intervienen con el niño. La coordinación entre todos estos profesionales se pone de relieve, no solo en la elaboración del DIAC sino, sobre todo, en el proceso de evaluación-intervención continua que permite que dicho documento tenga validez. Una adaptación curricular no puede ser, exclusivamente, una declaración de intenciones que quede guardada en un cajón por si el inspector educativo o la familia lo solicita. Debe ser un proceso continuo en el que se impliquen los diferentes profesionales que atienden a un niño con necesidades educativas especiales, en el que se revisen las decisiones tomadas con una periodicidad concreta, se planteen cambios en los materiales empleados o en las acciones educativas, se evalúen los progresos y las necesidades cambiantes tanto del niño como del contexto escolar y se vayan ajustando las expectativas de todos los implicados.
El DIAC debe contemplarse como un instrumento que facilite este proceso y la actuación de todos los profesionales. Desde esa perspectiva debe ser práctico y conciso, contemplar espacios para la evaluación y las nuevas decisiones que se tomen en cada seguimiento o reunión del equipo de trabajo. En el capítulo 3 sobre el trabajo en equipo se han especificado diferentes estrategias que facilitan la actuación coordinada de los profesionales y se ha hecho referencia a algunos instrumentos compartidos.
La adaptación del currículo debe realizarse a partir la planificación educativa diseñada para un nivel educativo considerando las características individuales del alumno con necesidades educativas especiales. El conocimiento del perfil de aprendizaje del niño con SD ha de orientar al profesor a la hora de definir las estrategias educativas y la elaboración de las adaptaciones curriculares. Es imprescindible también reflexionar sobre las características individuales del niño que no están determinadas por su discapacidad y por supuesto las que se derivan de su condición de niño. Esto significa que la mayoría de las estrategias que usamos con la mayoría de los alumnos son totalmente adecuadas para éste, siempre siguiendo el principio de individualización de la enseñanza que debe regir la actuación del docente.
En este capítulo se platearán algunas estrategias metodológicas que pueden dar respuesta al perfil de aprendizaje específico de los niños con SD ofreciendo orientaciones al docente sobre cómo llevar a la práctica esa adaptación curricular.
PRINCIPIOS BÁSICOS DE LA INTERVENCIÓN
Antes de hacer propuestas concretas para favorecer el aprendizaje del alumno con SD es necesario definir unos principios sobre los que debe fundamentarse la actuación de los docentes. Son un conjunto de conceptos sobre los que han de cimentarse las interacciones diarias con el niño. A pesar de que se van a definir cada uno de ellos de forma independiente, todos esos principios han de construir un entramado que aporte significado y coherencia a las decisiones respecto a cómo educar al niño con SD.
La intervención educativa dirigida a los alumnos con SD debe regirse por los siguientes principios:
1 Flexibilidad
2 Funcionalidad
3 Cooperación
4 Mediación
5 Autonomía
6 Tiempo
7 Práctica
8 Apoyos visuales
9 Empatía
10 Comunicación
11 Cultura del logro
1. Flexibilidad
El entorno educativo debe estar abierto a los cambios. El tutor debe ser capaz de tolerar modificaciones en su programación, en los espacios, en el uso de los materiales, en los agrupamientos. Muchas estrategias que dan respuesta a la diversidad implican organizar la vida del aula de otra manera, incluir actividades en parejas o pequeño grupo, incluir rincones de experimentación, contemplar materiales visuales o manipulativos de apoyo. Una posición inmovilista donde todos los alumnos tienen que dar una respuesta semejante no puede acoger la diversidad.
El posicionamiento ideológico frente a la inclusión y la seguridad en sus habilidades docentes son e...

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