Texturas de la imaginación
eBook - ePub

Texturas de la imaginación

Más allá de la ciencia empírica y del giro lingüístico

  1. 256 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

Texturas de la imaginación

Más allá de la ciencia empírica y del giro lingüístico

Descripción del libro

En una época marcada por la preeminencia ya sea de la ciencia, que supuestamente describiría a la realidad empírica de un modo directo e inmediato, ya sea de los signos monopolizados por los procesos de significación que llegaron a un lugar central con el giro lingüístico, las texturas de la imaginación rescatan a la sensualidad material de lo real soslayada por las abstracciones reinantes en esas dos posiciones polares. El trabajo de la imaginación, al promover la aparición de lo real como imágenes que no son meras apariencias, nos da la posibilidad de rescatarnos, al mismo tiempo, de las posiciones subjetivas desde las que insensiblemente mantenemos a las micropolíticas dominantes que dan forma al mundo en que vivimos. En la imaginación podemos volvernos parte de eventos transformativos en los que lo real pulsa para ser más de lo que es.

Preguntas frecuentes

Sí, puedes cancelar tu suscripción en cualquier momento desde la pestaña Suscripción en los ajustes de tu cuenta en el sitio web de Perlego. La suscripción seguirá activa hasta que finalice el periodo de facturación actual. Descubre cómo cancelar tu suscripción.
Por el momento, todos los libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Perlego ofrece dos planes: Esencial y Avanzado
  • Esencial es ideal para estudiantes y profesionales que disfrutan explorando una amplia variedad de materias. Accede a la Biblioteca Esencial con más de 800.000 títulos de confianza y best-sellers en negocios, crecimiento personal y humanidades. Incluye lectura ilimitada y voz estándar de lectura en voz alta.
  • Avanzado: Perfecto para estudiantes avanzados e investigadores que necesitan acceso completo e ilimitado. Desbloquea más de 1,4 millones de libros en cientos de materias, incluidos títulos académicos y especializados. El plan Avanzado también incluye funciones avanzadas como Premium Read Aloud y Research Assistant.
Ambos planes están disponibles con ciclos de facturación mensual, cada cuatro meses o anual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
¡Sí! Puedes usar la app de Perlego tanto en dispositivos iOS como Android para leer en cualquier momento, en cualquier lugar, incluso sin conexión. Perfecto para desplazamientos o cuando estás en movimiento.
Ten en cuenta que no podemos dar soporte a dispositivos con iOS 13 o Android 7 o versiones anteriores. Aprende más sobre el uso de la app.
Sí, puedes acceder a Texturas de la imaginación de Marcelo Pakman en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Psicología y Emociones en psicología. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Año
2014
ISBN de la versión impresa
9788497847605
ISBN del libro electrónico
9788497847612
Categoría
Psicología
1. Más allá de la biología y del giro lingüístico
El brillo de un acto heroico
tan extraña iluminación
la lenta mecha de lo Posible es encendida
por la imaginación.
EMILY DICKINSON, The Poems of Emily
Dickinson Reading Edition, 1999, p. 6081
Juan, un experimentado terapeuta, me consulta acerca de una familia durante un seminario que estoy dictando. Siguiendo un modo habitual de presentar una situación clínica, describe a la familia dando datos básicos acerca del padre, la madre y las hijas. Dice sucintamente que una de las niñas, adolescente temprana, tiene una enfermedad congénita que le dificulta la comunicación verbal. Dice también que siente que esa familia no lo oye y que no está convencido de estar siendo efectivo en su intervención, a pesar de haber usado diferentes modalidades técnicas que maneja con soltura. Continúa hablando de la última sesión con esta familia y describiendo un conflicto habitual entre ellos. Pero yo no me puedo concentrar, me he quedado con una imagen, vaga por cierto, de la niña enferma de nacimiento. Le pido que invente nombres para los miembros de la familia, ya que sólo habían sido descritos por su posición y papel en la familia. Tras pensarlo un poco, nombra a todos, incluyendo a la niña en la que me había quedado pensando, a quien llama «Elena» o «Helena», sin que yo pueda saber cual de las dos versiones del nombre está usando, ya que la letra hache es muda en español. Me quedo impregnado con las imágenes de estos nombres sumadas ahora a la de la niña. Juan continúa contando el último conflicto familiar y dando una descripción de lo que él hizo, pero nuevamente no logro mantener la atención en lo que me está diciendo. Lo interrumpo disculpándome y le explico lo que me pasa, le digo que no puedo seguir lo que me está contando y que es más importante para mí atender a aquello que me toca y no a una historia que tengo que hacer esfuerzos para escuchar con atención. Le aclaro que esto no tiene nada que ver con la cualidad de lo que él está haciendo terapéuticamente. Le pregunto acerca de la niña, a la que sigo teniendo ante mis ojos, aunque no se detalles de su patología física específica: «¿La has llamado Helena con hache o Elena sin hache?». Hay un breve silencio. Alguien de la audiencia levanta su mano y, cuando lo miro, me pregunta: «¿Me podría explicar que importancia tiene, en este momento y en esta situación, saber cómo se escribe el nombre? Sobre todo considerando que es un nombre que acaba de ser inventado». Le digo que su pregunta es muy pertinente y de sentido común y que se la contestaré, pero que preferiría primero escuchar la respuesta de Juan, el terapeuta, a mi pregunta. Me giro hacia Juan, que dice, sin hesitar: «Es Helena con hache». Le pregunto: «¿Cómo lo sabes?». Y me dice rápidamente: «Porque lo veo», mientras se señala la frente con sus manos. Me vuelvo hacia la audiencia y digo, mirando a quien me había hecho la pregunta acerca de la pertinencia de mi interés: «Cuando imaginamos un nombre para un paciente en una sesión de consulta como ésta, con una audiencia, por motivos de confidencialidad, estamos tomando, del repertorio de nombres que circulan en una cultura, aquel que, de algún modo, probablemente desconocido para quien elige en el momento de la elección, nombra aspectos de esa persona que nos tocan, insertándola en la historia de significados asociados al imaginario social que los nombres propios habitan. Juan está nombrando algún aspecto pertinente de la situación en la que se encuentra, de la cual el nombre es parte y testimonio. Y todos nosotros nos podemos sumar durante esta consulta a esa situación que ahora nos incluye. Me interesaba saber qué nombre era del mismo modo en que podría haber preguntado que color de piel o de cabello tiene esta niña, si sus uñas son largas o cortas, si sus pies son pequeños o grandes, si le resulta atractiva o captura la atención de nuestro colega o, por el contrario, lo invita a distraerse de prestarle atención, o muchas otras cosas de las que en general no hablamos porque estamos entrenados para ocuparnos más bien de lo que se dice y, sobre todo, de lo que ya se ha dicho. Solemos hacer una especie de autopsia del habla que se extrae de la experiencia vívida pero, por suerte, nunca lo logra completamente. La imagen persistente, que pudiera haber sido fugaz, de esta niña, me llevó a hacer esa pregunta sobre su nombre porque necesitaba verla con más nitidez y un nombre no solamente significa algo sino que es como una piel, una parte sensual de la experiencia con su propia textura. En la tradición talmúdica se dice que, al nombrar a un niño, los padres se encuentran en un estado profético, que el nombre no es azaroso sino relacionado con el alma del niño o niña por nacer; es decir, en lenguaje secular y psicológico, relacionado con el lugar que el niño viene a ocupar en la trama histórica en la que la familia está inserta, así como en los deseos y expectativas de los mismos. Algo parecido pasaría cuando rebautizamos a un paciente. Todos los nombres son imaginados, tomados del imaginario social, todos fueron en algún momento producto de un acto imaginativo y enraizados en experiencias. Cuando los sacamos de ese repertorio imaginario para darles vida, como lo puede hacer un nuevo nacimiento, ese acto imaginativo puede continuarse».
Le pido entonces a Juan si podemos hacer una breve interrupción en nuestra conversación para realizar un ejercicio con la audiencia, en el que Juan también podrá, por cierto, participar. Como Juan está de acuerdo les pregunto: «Podrían, por favor, decir, al menos algunos de ustedes, ¿qué imagen les vino a la mente cuando escucharon el nombre Helena, con hache?». Y agrego: «Quizá no les sea fácil decirlo porque puede haber sido alguna imagen poco clara, como la que yo tuve de Helena, o furtiva, a la que dejaron ir sin retenerla, como lo hice yo, que quedé capturado por la misma, ya que en lo cotidiano descartamos muchísimas de esas imágenes que acompañan o hacen al pensamiento más formal y abstracto para seguir concentrados en el tema que consideramos pertinente a la situación en la que estamos». Unos cuantos profesionales participantes de la audiencia hablan, después de un momento inicial de hesitación, de algún pariente con ese nombre al que habían visualizado, pero varios dicen que habían pensado en, o imaginado a (y la diferencia es difícil de aclarar en muchos casos) Helena de Troya. Juan se encontraba entre estos últimos. Alguien dice: «Era una mujer muy hermosa». Y yo digo entonces: «Yo también pensé en Helena de Troya y en que era tan pero tan hermosa que muchos fueron a la guerra por ella, una guerra sangrienta y llena de actos heroicos y de bajezas. Su belleza fue una de las razones en la cadena de causas que llevaron a la guerra de Troya». Después de un breve momento de silencio, Juan, que había permanecido sentado durante el ejercicio grupal que yo había propuesto, se incorpora y dice, muy emocionado y de un modo que nos toca a todos los presentes: «Esta niña, Helena, tiene los ojos mas hermosos que yo haya visto jamás en una niña de esa edad. Yo sigo viendo a esa familia por esos ojos, a pesar de todas las dificultades y de no saber a veces si los estoy ayudando. Mirándole a los ojos, me pregunto a veces ¿cómo hacen esos ojos para mantener su belleza a pesar de tanta adversidad en su vida, aun siendo tan pequeña? No se por qué no lo dije antes». Le digo: «Es posible que no lo hayas dicho antes porque los terapeutas no solemos comenzar hablando así cuando hablamos de nuestro trabajo, porque así hablan los poetas. Podría incluso haber pasado que, si hubieras comenzado expresándote así, algunos o muchos de nosotros te hubiéramos descalificado, secreta o abiertamente, directa o indirectamente, como sensiblero o como hablando de algo impertinente. Porque va en contra de las leyes no escritas de lo que es una conversación entre terapeutas en una consulta».
A partir de ese momento, al que nombro, siguiendo una conceptualización que he hecho previamente, como un evento poético, se estableció un espacio en el que hablamos de la dificultad cotidiana de esta niña, que mantenía, contra viento y marea, su belleza, la capacidad de no ser distorsionada o borrada por las enormes dificultades de su vida cotidiana, y acerca de cómo esa batalla se desplegaba en el terreno de las múltiples situaciones cotidianas de la vida familiar, más allá de conflictos que pudiéramos extraer como objetos a trabajar desde la presencia de la familia, llevados principalmente por nuestros sistemas de ideas abstractas y utilizando las conceptualizaciones que conforman nuestros modelos terapéuticos. Un evento poético había sucedido en la sesión de consulta que vino de la mano de un acto imaginario. Lo que experimentamos no fue simplemente que usáramos «Helena de Troya» como una metáfora para hablar de esta niña, rebautizada Helena, como se pudiera entender dentro de una perspectiva que hace del lenguaje el locus del cambio terapéutico ante una realidad que regresa infinitamente hasta desaparecer en tanto existencia sensual y material. Para decirlo en un lenguaje que testimonie lo que nos sucedió en la sesión, lo que nos desestabilizó, empujándonos fuera de nuestras posiciones subjetivas habituales y de la tradición mas fundacional de nuestra identidad terapéutica, fue que Helena de Troya se hizo presente como una invitada inesperada, llegó a través del tiempo y del espacio, desde el lugar imaginario en el que habita, lugar del sentido más allá del significado, de la presencia y no de la representación, lugar que la ciencia no puede explorar como existencia positiva con los datos empíricos, y fue recibida en nuestra situación para ser promovida como un evento poético singular. Los ojos de Helena, y con ellos el drama de su experiencia, vívida en su textura particular, sólo se hicieron presentes a través de esa presencia imaginaria de Helena de Troya.
Éste es un libro acerca de la imaginación, tanto en el vivir cotidiano como en la práctica y en la reflexión acerca de la clínica psicoterapéutica, con particular atención a ciertos momentos de discontinuidad que, a veces, marcan puntos de inflexión en la continuidad de la experiencia humana dentro y fuera de la psicoterapia. Cuando llamé a esos puntos de inflexión eventos poéticos,2 lo hice usando un significado especifico del termino poética, para aludir al hecho de que en ellos se hacen presentes, nacen o vienen a la presencia aspectos importantes para la vida de aquellos que los experimentan. Esos aspectos, sin embargo, no han contado oficialmente, previamente al evento, como parte de la representación de la situación, del conocimiento organizado y dominante acerca de la misma.3 Los eventos poéticos no son exclusivos de la psicoterapia pero encuentran en ella una ocasión propicia para el alejamiento de los guiones estereotipados que suelen atrapar nuestras vidas y conformar nuestra subjetividad, la cual, al mismo tiempo, participa como agente en su mantenimiento. He considerado esos guiones estereotipados una expresión de fuerzas de objetivación que configuran una trama micropolítica.4 Como parte central de estos desarrollos entendí que los eventos poéticos, para facilitar su emergencia, requerían una posición efectivamente crítica con respecto a la micropolítica dominante, o encarnaban en sí mismos a esa crítica en tanto se alejaban de esos guiones. Los conceptos de micropolítica, crítica y evento poético configuran así una posición para una práctica y teoría de la clínica que suelo nombrar como crítico-poética.
En este texto utilizo esa concepción de una posición crítico-poética para continuar pensando la clínica con especial atención a la cuestión de la imaginación5 y, necesariamente, este nuevo desarrollo suplementa esa concepción clínico-teórica, para usar una expresión cara a Jacques Derrida (2009; 1967), ya que no solamente es una adición o un agregado sino que es constitutiva de la misma. A través de esta exploración distingo, por una parte, al suceder del fenómeno de la imaginación, o trabajo de la imaginación con imágenes, que ocurre ordinariamente, pero es también un constituyente central del evento poético, de, por otra parte, lo imaginario ya establecido, hecho de imágenes con las que ha trabajado la imaginación, aunque se vuelven parte o constituyen una contracara que acompaña a lo que he descrito como fuerzas micropolíticas, fuerzas a las que el evento poético y el proceso que lo continúa suspenden, abriendo lo que Jean-Paul Sartre llamó los caminos de la libertad (1972).
Para poder elaborar esta doble concepción de la imaginación, tanto en su aspecto de imaginario social que apoya a la micropolítica dominante, como en su aspecto de trabajo imaginativo que es parte central de los eventos poéticos, debo engarzarla con un objetivo general de la trilogía El espectro y el signo de la que este libro forma parte: mostrar una alternativa a las posiciones filosóficas asumidas efectiva e implícitamente por la mayor parte de las prácticas psicoterapéuticas actuales más dominantes en el mercado de la salud mental. Estas posiciones polarizadas son, por una parte, la filosofía que sostiene el supuesto de un acceso inmediato a la realidad y a la verdad a través de los datos de los sentidos, del uso de la razón y del método científico, y, por otra parte, la filosofía derivada del giro lingüístico que, en el siglo XX, entronizó el lenguaje y la interpretación de sus significados como locus del cambio en detrimento de los conceptos de realidad y de verdad. Este desarrollo es constitutivo del tratamiento de la cuestión de la imaginación y no un mero contexto para el mismo.
Cuando los profesionales de la salud mental asumen estas posiciones polares no lo hacen con frecuencia como una decisión consciente basada en las estrategias de pensamiento que la filosofía desplegó en sus muchos siglos de existencia, de ahí que me refiera a posiciones asumidas efectiva o implícitamente. A no ser que tengan un interés especial en la filosofía en relación con la psicoterapia, los programas típicos de formación del psicoterapeuta incluyen sólo una minoría de estudios de esta índole y, cuando lo hacen, suelen limitarse a revisar lo que autores fundamentales para la clínica psicoterapéutica han dicho sobre estas cuestiones en los casos en que ellos mismos estuvieran interesados en las mismas. Éste fue el caso en relación tanto con Jacques Lacan, considerado un autor de relevancia en el campo filosófico mismo, a partir de su lectura de Freud basada inicialmente en el estructuralismo, como con Sigmund Freud mismo en cierta medida, quien quizás impactó a la filosofía más de lo que fuera influido por su lectura de la misma, como lo muestran sus ocasionales citas de algunos filósofos. Gregory Bateson tenía también intereses filosóficos, pero no fue un psicoterapeuta él mismo, aunque se transformó en un referente central del pensamiento sistemático desde su trabajo en colaboración con uno de los grupos iniciadores de la psicoterapia sistémica. Su trabajo, definido con frecuencia como una epistemología a partir de estudios sobre la comunicación animal y humana, ha tenido por cierto un impacto, aunque no demasiado extendido, en el campo de la filosofía (por ejemplo, en Gilles Deleuze), y en buena parte su importancia sobre el desarrollo de la terapia sistémica fue a través de o concomitante a este impacto en el campo de la epistemología. Lo mismo se podría decir de la influencia en el campo terapéutico sistémico del cibernetista Heinz von Foerster y del neurofilósofo Francisco Varela, que estudió con interés la fenomenología y llegó a ver su trabajo como un desarrollo neurofenomenológico.6 De allí que las posiciones filosóficas a las que me refiero no suelan coincidir con las posiciones epistemológicas u ontológicas tal como se desarrollaron en la ya larga historia de la filosofía, sino que son las que profesionales involucrados básicamente en el trabajo clínico asumen, más implícita que explícitamente, como parte de la fundamentación y legitimación de su práctica profesional. Para usar una distinción hecha por Michel Foucault, estas posiciones son parte más bien del saber de la profesión que de su cuerpo de conocimientos:
En una sociedad, diferentes cuerpos conceptuales, ideas filosóficas, opiniones cotidianas, pero también inst...

Índice

  1. Agradecimientos
  2. Imaginatio mundi
  3. 1. Más allá de la biología y del giro lingüístico
  4. 2. El habla y el regazo
  5. 3. Sentido, presencia e imagen
  6. 4. Imaginario, evento poético e imaginación
  7. 5. La textura sensual y material de la imaginación
  8. 6. La imaginación y su agente comunitario
  9. 7. El espectro sensual y vívido de la realidad ha caído sobre el signo
  10. Bibliografía