Heidegger y su obra
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Heidegger y su obra

Ensayos en torno a la unidad de su pensar

  1. 156 páginas
  2. Spanish
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  4. Disponible en iOS y Android
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Heidegger y su obra

Ensayos en torno a la unidad de su pensar

Descripción del libro

Este libro surge de la preocupación compartida por avanzar en la comprensión de la estructura argumentativa de la obra de Martin Heidegger. En virtud de esta cuestión, se requiere acordar una manera para acceder al nudo problemático de su pensar y avistar formas de emprender un recorrido por su obra. Una obra que parece bifurcarse en diversos caminos y modos de filosofar, pero que entraña un motivo vital y una pregunta permanente. De este modo, Heidegger y su obra. Ensayos en torno a la unidad de su pensar responde a la necesidad de despejar ciertas regiones de la selva heideggeriana para vislumbrar algunos puntos panorámicos de su entramado. El volumen contribuye con una reflexión acerca de los factores a considerar, si se quiere defender la idea de la unidad de la propuesta del filósofo. Aquí se sostiene que el sentido específico de la continuidad de su pensar permanece oscuro y que la idea de una autointerpretación no fue ampliamente desarrollada. Por lo tanto, se destaca la necesidad de indagar en este tema para responder: ¿por qué puede hablarse de una continuidad en la obra de Heidegger? ¿Qué aporta dicha continuidad al desarrollo de la obra? Y ¿cómo se mantiene o transforma la obra para sostener su unidad?

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Información

Año
2020
ISBN del libro electrónico
9789876918923
Categoría
Filosofía

Experiencia, objetividad, historia: Heidegger y el “Sistema de los principios” kantiano*

Alejandro G. Vigo

1. Introducción

La relación del pensamiento de Heidegger con el de Kant ha ocupado, desde siempre, un lugar de importancia en los intereses de los estudiosos de la filosofía heideggeriana. En particular, a partir de la década de 1970, contamos con no pocos trabajos dedicados a estudiar diversos aspectos de lo que se presenta, ya a primera vista, como una relación tan rica como compleja y, en diversos aspectos, difícil de precisar.
En un comienzo, y a falta de otros materiales, el interés tuvo que concentrarse necesariamente, sobre todo, en el Kant-Buch de 1929 (cf. Kant) y en escritos conexos, como el importantísimo escrito sobre la esencia del fundamento, del mismo año (cf. WG), y poco más. Sin embargo, la paulatina publicación de las lecciones, en algunos casos primero de modo independiente y luego, desde mediados de la década de 1970, ya de modo integral, en el marco de la Gesamtausgabe, abrió todo un amplio espectro de nuevas posibilidades a la investigación. A todo ello se añadió posteriormente también la publicación de algunos importantes epistolarios. Como resultado de esta sustancial ampliación de la base textual y documental disponible, estamos hoy en condiciones de trazar, de modo mucho más seguro y preciso, un cuadro de conjunto de las relaciones que vinculan el pensamiento de Heidegger con el de Kant, así como de elaborar hipótesis que apunten a dar cuenta del modo en el cual la evolución del propio pensamiento heideggeriano se correlaciona con las características diferenciales más salientes y también con algunas notorias variaciones que presenta la interpretación de Kant elaborada por Heidegger, a lo largo de los años. De hecho, en la investigación más reciente ha habido, como se verá, avances notables en tal sentido, que pueden ser tomados como base para añadir nuevos pasos destinados a completar y precisar el cuadro de conjunto.1
En lo que sigue, me propongo realizar una modesta contribución en el sentido indicado. Presentaré un intento de interpretación que traza una curva evolutiva de la confrontación productiva que Heidegger mantiene con Kant. Dicha curva evolutiva presenta claramente dos puntos de inflexión, que marcan los momentos decisivos en los cuales tal confrontación productiva adquiere, en cada caso, un impulso nuevo, que le imprime su dirección característica. El primero de ellos se sitúa en la segunda mitad de 1925, momento en el cual Heidegger redescubre a Kant y se decide a dictar lecciones sobre su pensamiento. El segundo se sitúa una década más tarde y adquiere su expresión exterior más reconocible en la lección del semestre de invierno de 1935-1936, titulada originariamente “Grundfragen der Metaphysik” y publicada en 1962 con el título “Die Frage nach dem Ding. Zu Kants Lehre von den transzendentalen Grundsätzen” (cf. FD). Sobre esta base, procederé en tres pasos. Primero (apartado 2) presentaré el redescubrimiento de Kant de 1925 y su incorporación en la concepción que adquiere su expresión sistemática más elaborada en Ser y tiempo, el opus magnum de 1927, y que prolonga su desarrollo hasta alcanzar el límite de sus posibilidades en los escritos que van desde 1927 hasta comienzos de la década de 1930. A continuación (apartado 3), presentaré la evidencia textual y las razones que avalan la tesis de la existencia de un segundo punto de inflexión que da lugar a una nueva manera de interpretar a Kant, que resulta solidaria con la orientación que adquiere el pensamiento de Heidegger a mediados de los años 30, y que encuentra expresión, por primera vez, de modo nítido en la lección de 1935-1936, la cual hasta el presente no ha recibido en la investigación la atención que merece en razón de su importancia. Como se verá, hay suficiente base para afirmar que esta nueva manera de interpretar el pensamiento kantiano trae consigo un claro distanciamiento crítico respecto de la interpretación llevada a cabo anteriormente, en los escritos de la época de Ser y tiempo. Finalmente (apartado 4), ofreceré una interpretación de algunos de los aspectos más relevantes de la interpretación de Kant que Heidegger elabora en la lección de 1935-1936. Concluiré (apartado 5) con unas pocas observaciones generales sobre el alcance y las consecuencias de la interpretación desarrollada por Heidegger.2

2. El redescubrimiento de Kant, en el entorno de Ser y tiempo

Como nadie ignora, no puede decirse que, en los comienzos de la formación filosófica de Heidegger, el pensamiento de Kant haya jugado un papel demasiado importante. Por cierto, ya en la temprana fase de adhesión a la “filosofía de los valores” neokantiana, en la cual Heidegger recibe principalmente los impulsos procedentes de Hermann Lotze y Emil Lask e intenta, a la vez, determinar su propia posición frente al pensamiento de Heinrich Rickert, la figura de Kant está indudablemente presente, como parte importante del contexto más amplio en el que se inscribe su trabajo filosófico.3 En dicha fase temprana, que se extiende desde comienzos de la década de 1910 hasta, aproximadamente, comienzos de la de 1920, Kant no adquiere todavía un papel protagónico comparable al que estaría llamado a desempeñar posteriormente. Por lo demás, el propio Heidegger tampoco estaba aún en posesión de una concepción propia suficientemente diferenciada, como para entablar un diálogo maduro con Kant. Con todo, la inicial influencia de Kant, aunque más bien indirecta o atmosférica, tampoco debe ser subestimada en su importancia. En efecto, la estrecha vinculación con el paradigma filosófico provisto por la “filosofía de los valores”, tal como había sido desarrollada por el neokantismo de Baden (Wilhelm Windelband, Heinrich Rickert), por un lado, y la adopción del modelo teórico provisto por la “lógica de la validez” de Lotze, sobre todo, en la variante desarrollada por Lask, determinaron la orientación básica de los esfuerzos filosóficos de Heidegger de modo persistente, aunque con diferencias de matiz y acentuación, durante toda la década. Este es un hecho que, a mi modo de ver, trae consigo todo un conjunto de consecuencias decisivas, tanto desde el punto de vista histórico como filosófico, para una adecuada comprensión de la evolución del pensamiento de Heidegger. Ello es así, por mucho que, en sus referencias autobiográficas más conocidas, el propio Heidegger haya pretendido desdibujar la importancia del mencionado período o incluso pasarlo, sin más, por alto, con el fin de favorecer una sesgada reconstrucción interpretativa de su propio desarrollo filosófico, según la cual la orientación a partir de la pregunta por el (sentido del) ser, procedente de la metafísica aristotélica, habría resultado decisiva, desde el comienzo mismo y, prácticamente, sin solución de continuidad.4
Como quiera que sea, en la primera mitad de la década de 1920 no es la figura de Kant, sino, como nadie ignora, la de Aristóteles la que adquiere un protagonismo poco menos que excluyente. Un renovado interés por Kant se hace notar recién hacia 1925, pero muy rápidamente se fortalece y llega pronto a ser dominante, al menos, por un cierto tiempo. Ahora bien, dado el predominio casi excluyente de Aristóteles en los años precedentes, la irrupción de Kant en el centro de la escena, a mediados de los años 20, resulta, a primera vista, inesperada y, por su vigor, sorprendente. Ha sido mérito del inolvidable Franco Volpi, el mismo que mucho antes ya nos había enseñado a reconocer el papel fundamental que desempeñó la recepción de Aristóteles en los primeros años de elaboración de la concepción que finalmente se presenta en Ser y tiempo, el haber llamado la atención, en un bellísimo trabajo, también sobre el carácter dramático, en el sentido teatral griego, de la irrupción de Kant en la escena en 1925 y sobre las consecuencias decisivas que ella trae inmediatamente consigo, por así decir, a modo de peripecia.5
El epistolario de la época provee valiosas indicaciones, que permiten identificar el momento y, al menos, algunas de las motivaciones del vigoroso reingreso de Kant en escena.6 Hacia fines de agosto de 1925 Heidegger da noticia a Hannah Arendt de las frecuentes visitas espirituales a Königsberg que realiza por esos días, en los cuales, a modo de descanso, se dedica a leer a Kant y adquiere así renovada conciencia de la pobreza de la filosofía del presente, frente a la notoria superioridad, en rango y estilo, del pensamiento kantiano.7 Semanas más tarde Heidegger anuncia a Arendt su decisión de tratar a Kant en el seminario que dictaría en el semestre de invierno. Más precisamente, Heidegger se proponía abordar la problemática vinculada con el tiempo, a partir de las tres secciones de KrV que resultan fundamentales para el tema, a saber: la “Estética trascendental”, la “Doctrina del esquematismo” y las “Analogías de la experiencia”.8 Los primeros efectos de la intensa ocupación con la concepción kantiana quedan reflejados, un par de meses más tarde, en una carta dirigida a Jaspers, en la cual Heidegger declara su nueva proximidad respecto de Kant con un giro que se ha hecho famoso: “comienzo a amar realmente a Kant”.9 El impulso de aproximación no hace sino intensificarse en los años que siguen y hasta el final de la década, aunque la curva de intensidad parece alcanzar su punto más alto en tiempos de la publicación de Ser y tiempo. Cartas a Elisabeth Blochmann y Karl Jaspers escritas entre fines de 1927 y comienzos de 1928 reflejan el clímax alcanzado en la interpretación de Kant.10
No resulta, pues, casual que los hitos más imponentes de la intensa confrontación con Kant llevada a cabo en esos años correspondan a obras elaboradas a partir de 1927, a saber: por un lado, la lección del semestre de invierno de 1927-1928, dedicada a la interpretación de KrV y, por otro, el Kant-Buch de 1929 (cf. Kant), que, en buena medida, se basa en ella. Lo que Heidegger lleva a cabo en ambas obras puede describirse como un intento radical de apropiación transformadora, no exento de violencia exegética, que apunta primariamente al objetivo de alinear la teoría kantiana de la constitución de la experiencia con la problemática vinculada por la pregunta por el (sentido del) ser, tal como el propio Heidegger la elabora en Ser y tiempo.
Ambiciosos intentos complementarios, llevados a cabo en el marco de indagaciones no dedicadas exclusivamente a Kant, se hallan tanto en la importantísima lección sobre lógica del semestre de invierno de 1925-1926, donde se ofrece una primera discusión extensiva de la concepción de la experiencia que Kant elabora en KrV (cf. Logik esp. §§ 22-37), como también en la no menos importante lección sobre los problemas fundamentales de la fenomenología del semestre de verano de 1927 (cf. Grundprobleme). Como se sabe, esta última lección parece haber sido concebida originalmente como una primera versión de desarrollos previstos para la tercera sección de la primera parte de Ser y tiempo, la cual finalmente no iba a ser nunca publicada.11 En cualquier caso, la presencia de Kant en esta lección es, si cabe, todavía más prominente que en el caso de la lección sobre lógica, ya que en la extensa y compleja discusión desarrollada aparece conectada, de diversos modos, con un variado conjunto de problemas de central importancia histórica y sistemática. En primer lugar, Heidegger intenta situar a Kant dentro del desarrollo de la ontología tradicional, y lo hace tomando como referencia dos aspectos centrales de la concepción kantiana, a saber: por una parte, la tesis según la cual “ser” no constituye un predicado real, sino que debe entenderse en términos de mera “posición” (Setzung) (cf. §§ 7-9); por otra, el intento de reformular la distinción fundamental de la ontología moderna entre el ámbito de la res extensa y el de la res cogitans, en términos de la oposición ontológica entre cosa y persona, tal como la elabora originalmente el propio Kant en Grundlegung y Kritik der praktischen Vernunft, al hilo de la caracterización de la persona como “fin en sí mismo” (Zweck an sich selbst) (cf. §§ 13-14). En segundo lugar, y de modo complementario, Heidegger intenta aquí, una vez más, alinear la posición de Kant con la concepción elaborada en Ser y tiempo, tomando como hilo conductor la problemática de la temporalidad, desde la perspectiva que abre la pregunta por el (sentido del) ser (cf. §§ 21-22).
Pues bien, si se trata de establecer dónde reside el punto nuclear de convergencia con Kant en los años que van desde 1925 en adelante, habrá que decir, a mi modo de ver, que se halla en lo que, formulado en términos del propio Heidegger, es la temática vinculada con la función del tiempo como “horizonte de la comprensión del ser”. En este contexto, y a pesar de la presencia de aspectos que dan cuenta de la recepción de motivos centrales de la filosofía práctica de Kant, es, sobre todo, el Kant teórico, el Kant de KrV, el que juega un papel protagónico como interlocutor de Heidegger. De hecho, en la lección del semestre de verano de 1930, titulada “Vom Wesen der menschlichen Freiheit. Einleitung in die Philosophie” (cf. WMF), Heidegger discute ampliamente la concepción kantiana de la libertad, entendida como una concepción de orientación fundamentalmente causal. Pero lo hace, justamente, para mostrar la insuficiencia de todo intento por obtener una caracterización originaria de la libertad por medio del recurso a la noción de causa, es decir, de toda concepción arqueológica de la libertad. Y le opone el modelo radicalmente aleteiológico que busca pensar la libertad a partir de su vinculación originaria con la trascendencia del Dasein, tal como dicha vinculación es tematizada y caracterizada positivamente en la lección sobre Leibniz del semestre de verano de 1928 (cf. MAL esp. §§ 11-14) y, de modo más compacto y penetrante, en el escrito sobre la esencia del fundamento de 1929 (cf. WG).12 La recepción del Kant teórico en conexión con la elaboración de la concepción presentada en Ser y tiempo es, en este sentido,...

Índice

  1. Cubierta
  2. Acerca de este libro
  3. Portada
  4. Epígrafe
  5. Introducción. Una vía de acceso a la selva heideggeriana: sobre la articulación de su obra y la unidad de su pensar, Leticia Basso Monteverde
  6. Inmanencia y trascendencia: dos estrategias de lecturas posibles de la obra de Martin Heidegger. Un comentario del apéndice de Der Ursprung des Kunstwerkes, Adrián Bertorello
  7. Nuevos elementos relacionados con el inacabamiento de Ser y tiempo, François Jaran
  8. La discontinuidad del pensamiento de Heidegger acerca de la técnica, Luciano Mascaró
  9. Experiencia, objetividad, historia: Heidegger y el “Sistema de los principios” kantiano, Alejandro G. Vigo
  10. La interpretación de la correlación fenomenológica como invariante, Roberto J. Walton
  11. La historiografía como técnica: de la destrucción de la ontología a la superación de la metafísica, Ángel Xolocotzi Yáñez
  12. Los autores
  13. Créditos