UNIDAD III
TRANSFORMÉMONOS
EN UNA IGLESIA
HECHOS 2
11 | EL EQUILIBRIO ENTRE LA ESPIRITUALIDAD Y LA ESTRATEGIA |
La pregunta que se debe responder es: «¿Tiene Dios un plan para mi iglesia o no?» Si está de acuerdo conmigo en que Dios tiene un plan para cada iglesia, la siguiente pregunta es igualmente importante: «¿Quiere el Espíritu Santo compartirlo conmigo?»
Todo el proceso Hechos 2 tiene su base en entender que Dios tiene un plan y que el Espíritu Santo quiere revelárnoslo. ¿Por qué no querría el Espíritu mostrarnos la dirección que tiene para su iglesia?
Todo esto concuerda con lo que hemos hecho al estudiar los últimos capítulos, la preparación para recibir de Dios. El proceso no es el plan de Dios, sino el medio y el método para descubrir su plan.
Hemos establecido que nuestra misión es universal, comenzamos a desarrollar una visión en torno a las personas, e identificamos los valores esenciales y los comportamientos que reflejan esos valores. Ahora es tiempo de juntar todo esto en un plan estratégico que lo ayudará a avanzar de su condición presente (sus valores) a dónde quiere llegar (su visión).
Ahora volvamos a las cinco funciones bíblicas de la iglesia del primer siglo. Estas funciones que se describen en detalle en Hechos 2:42–47, marcan el camino de los valores a la visión. Las cinco funciones en realidad son un patrón que puede usar para desarrollar un plan para su iglesia, de manera que considere este capítulo la base, una introducción a estas funciones que lo ayudarán a descubrir el plan de Dios.
Sin embargo, antes de hablar de estas funciones, debemos reconocer que sin la investidura del Espíritu Santo en nuestra iglesia, la misión, la visión, los valores, y los planes son simplemente programas. Antes de que hablemos más acerca de una estrategia para edificar un plan sobre las cinco funciones, es importante entender que cualquier plan estratégico encuentra su génesis en la inspiración del Espíritu Santo. Primero debemos enfocarnos en tener la inspiración (piense en la investidura de los discípulos y la predicación de Pedro en el día de Pentecostés) y la renovación, solo entonces tendremos el poder necesario y la perspectiva para implementar cualquier tipo de estrategia.
Lo curioso es que en algunas iglesias, notamos oposición a la revitalización mientras que otras resisten la idea de planear. Algunas no ven la necesidad de la obra del Espíritu Santo o sienten que sus iglesias ya tienen suficiente del Espíritu, y otras obran como si el Espíritu Santo no tuviera lugar en la reunión de planificación. La verdad es que necesitamos al Espíritu Santo en cada componente de nuestra vida y de la iglesia.
Toda iglesia debe anhelar más del Espíritu. La necesidad de renovación no quiere decir que su iglesia esté muerta. Cual sea la condición de nuestra iglesia, todos podemos clamar con Isaías: «¡Ojalá rasgaras los cielos, y descendieras! ¡Las montañas temblarían ante ti… Así darías a conocer tu nombre entre tus enemigos, y ante ti temblarían las naciones. Hiciste portentos inesperados cuando descendiste; ante tu presencia temblaron las montañas» (Is. 64:1–3).
Cuando habló con los seguidores de Juan el Bautista, Jesús les explicó que estaba renovando a los judíos: El ciego vio, el cojo caminó, los leprosos fueron sanados, y el sordo oyó. El muerto resucitó, y las personas recibieron el evangelio. Entonces Jesús dijo algo interesante: «Dichoso el que no tropieza por causa mía» (Mt. 11:6).
Ese es el mensaje que daríamos a cada iglesia: Dichosa es la iglesia que no tropieza por causa de Cristo.
Nos hacemos un gran daño si pensamos que porque somos una iglesia con la investidura del Espíritu Santo nada nuevo ganamos con orar, buscar, y esperar la renovación. Perderemos mucho si suponemos que ya estamos suficientemente llenos del Espíritu en nuestra vida personal y en la iglesia. No se ofenda por mis palabras acerca de la renovación si usted está en una iglesia que ya está experimentando al Espíritu Santo. Por el contrario, considere ésta una oportunidad de alcanzar un nivel espiritual más alto al despertar un hambre mayor por recibir más del Espíritu.
Además, no piense que el Espíritu Santo no tiene lugar en este plan estratégico, porque el mismo Espíritu que nos inspira es el que nos ayuda a conocer el plan de Dios para nuestra iglesia.
LA ARMONÍA ENTRE EL ESPÍRITU Y LA ESTRATEGIA
Una de las iglesias que participaron en el proceso Hechos 2 tenía una historia maravillosa y única, un ejemplo digno de estudio de lo que puede suceder cuando el Espíritu y la estrategia obran juntos.
Cuando comenzamos a trabajar con ellos, había exactamente veinte y ocho personas en la congregación. Curiosamente, quince de ellas eran estudiantes de la secundaria. El pastor principal había sido antes un pastor de jóvenes, y esta era su primera función como líder. La iglesia estaba ubicada en un pueblo virtualmente fantasma, y el edificio de la iglesia era prácticamente el único edificio público en funcionamiento en esa comunidad. El pastor había traído un equipo de líderes con él, y cinco de ellos eran estudiantes de la secundaria. Lo que más resaltaba respecto de estos estudiantes era su ferviente estilo de oración.
Uno de los miembros del equipo Hechos 2, un domingo de mañana visitó esa iglesia durante una reunión de oración que se celebraba antes del servicio de las 10:15 de la mañana. Esta persona llegó atrasada porque pasó de largo la intersección donde debía doblar, sin embargo entró a una de las reuniones de oración más intensas que jamás había asistido, ¡y los adolescentes la dirigían! El joven líder era un estudiante de secundaria, y la atmósfera era como la de un campamento de jóvenes, aunque también había presentes algunas personas mayores. Los estudiantes se sentaban en las primera fila de la iglesia, y las personas mayores detrás de ellos a manera de apoyo.
El equipo que asistió a la conferencia Hechos 2 consistía del pastor, su esposa, el padre de uno de los estudiantes, y cinco estudiantes de secundaria. El equipo procedió a desarrollar un plan, y se mostraron tan entusiastas en llevar adelante ese plan al igual que sus reuniones de oración. Ellos lanzaron su plan justo antes de que varios de los jóvenes se graduaran de secundaria.
Los estudiantes que se graduaron se preparaban para la universidad conforme el plan daba su fruto. Muy pronto la iglesia comenzó a crecer en vitalidad y número. Todos los nuevos miembros eran familias del área que no asistían a la iglesia, y el pastor tuvo que implementar el discipulado básico porque tenía muchas personas que nunca antes habían abierto una Biblia.
¡Estas eran exactamente la clase de personas que los estudiantes habían soñado alcanzar!
Completamente contra las tendencia prevaleciente, en que los jóvenes dejan su comunidad rural y nunca regresan, varios de estos estudiantes decidieron cambiar su plan para estudiar en una universidad más cercana al hogar. Ellos querían ser parte de lo que Dios estaba obrando en esa iglesia como un resultado de los planes que ellos ayudaron a trazar.
Este es un gran ejemplo de lo que puede suceder cuando el Espíritu y la estrategia se juntan en armonía. Un plan no reemplaza el fervor por Dios; mas bien convierte ese fervor en un plan con enfoque y luego lo lleva a cabo.
A veces obramos como si cualquier cosa del Espíritu Santo tuviera que ser espontánea y pensamos que hacer planes es contrario a ser guiados por el Espíritu. Confundimos ser guiados por el Espíritu con ser espontáneos.
Un plan no reemplaza el fervor por Dios; mas bien convierte ese fervor en un plan con enfoque y luego lo lleva a cabo.
Algunos líderes fracasan en notar que el mismo Espíritu que nos dirige en el momento, también nos inspira en las etapas de planificación. Las reuniones de adoración son un buen ejemplo de esto. Muchos líderes de adoración preparan el repertorio que cantarán, sin embargo quieren que su adoración sea guiada por el Espíritu. La idea es tener un plan, pero mantener la flexibilidad; si el Espíritu espontáneamente inspira una canción al líder de la alabanza o al pastor, debemos dejar que el cambio fluya.
Una visión sin un plan para ejecutarla no es más que un sueño. Sin embargo, cuando definimos nuestros planes bajo la inspiración del Espíritu Santo, nos disponemos a captar el plan de Dios para nosotros y para nuestra iglesia.
PERSONAS CON UN PLAN
La iglesia Hechos 2 era una iglesia llena del Espíritu Santo dirigida por discípulos bautizados y guiados por el Espíritu. Leemos de la investidura de poder de los discípulos en Hechos 2:4: «Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en diferentes lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse». Más adelante, Pedro confirmó que esto era lo que anunció el profeta Joel, que Dios derramaría de su Espíritu sobre toda carne (véase Hch 2:14–21). Este derramamiento era lo que esperaban los discípulos; era el poder prometido para testificar (Hch 1:8).
Este era el plan de Dios para su pueblo en la tierra. Contrario al pensamiento de algunos, la presencia y la obra del Espíritu Santo no implica la pérdida completa del orden. Dios estableció un plan para investir de poder a su iglesia, y leemos acerca de esto en Hechos 2:42–47, donde aclara las funciones o las actividades de la iglesia recientemente formada. El plan comprendía el compañerismo, el discipulado, el ministerio según el don, la evangelización y la adoración. (Es interesante notar que el avivamiento es lo primero que la iglesia experimenta; después, la iglesia se dedica al evangelismo. El avivamiento es periódico; el evangelismo es continuo. El avivamiento no puede durar; el evangelismo no debe terminar.)
No hay nada que Dios haga fuera de orden. Hay un propósito divino en todo lo que hace. De la misma manera, Dios no estableció en esta tierra un modelo fuera de orden y motivado solamente por nuestra interpretación personal de las señales del Espíritu. No, Dios tiene algo en mente, y debido a que tenemos su dirección, somos personas que nos movemos según un plan.
Cuando haya establecido su misión, su visión, y sus valores, será tiempo de desarrollar un plan estratégico basado en el modelo de Dios. Si su visión es adonde usted o su iglesia se dirigirán en los siguientes tres o cinco años, y sus valores esenciales determinarán sus acciones y su identidad, entonces el plan estratégico es cómo avanzará de su situación presente (valores) a dónde quiere llegar (visión). Hemos desarrollado un plan estratégico en torno a las funciones de la iglesia: conectar, crecer, servir, ir, y adorar.
Una congregación es como las personas que van en un vehículo. Nuestra visión del futuro ideal es adonde vamos. Nuestra misión es la razón de que vamos juntos en ese viaje. Conectar, crecer, servir, ir, y adorar son los que van en el vehículo, y nuestros valores y las prioridades que hemos escogido son las reglas del tránsito y el camino mismo. Finalmente, el plan estratégico es cómo alcanzaremos nuestro futuro preferido.
Avanzamos en el poder del Espíritu y con un plan.
Avanzamos en el poder del Espíritu y con un plan.
PASTORES DE LA COMUNIDAD
Una de las historias más interesantes del proceso Hechos 2 fue el resultado de una beca para asistir a la conferencia que regalé en una reunión en Phoenix. Dije que el primero que se levantara y pasara al frente recibiría la beca, y un hombre que estaba en la primera fila corrió al frente inmediatamente. Su esposa, Kassie, en realidad era la pastora, pero ella y Greg eran graduados del instituto bíblico y pastoreaban en una pequeña ciudad en las montañas al noreste de Arizona, un lugar donde la gente va a ocultarse del gobierno.
La comunidad consistía principalmente de personas preparadas para el colapso social y fuertemente armados o mormones extremos, y por una diversidad de razones, sesenta de los ciento ochenta niños en la escuela primaria no tenían una dirección oficial. Muchas personas no tenían un número de Seguro Social porque no querían figurar oficialmente.
Es muy difícil establecer una iglesia allí porque las personas tienen temor de que se las conozca. Imagínese a quien trata de comenzar una iglesia en ese lugar, donde tan pronto conoce a algunas personas, ¡estas desaparecen en la clandestinidad!
Cuando Greg y Kassie recibieron la beca, en la iglesia ya había siete personas, ni siquiera era suficientemente grande como para participar en el proceso. Sin embargo, determinamos que la beca incluiría los gastos para que uno de los miembros de nuestro equipo fuera un fin de semana a ayudarlos a desarrollar una estrategia. Él fue a ese lugar, se reunió con la pareja, y descubrió que eran excelentes líderes, que oraban fervientemente por ese lugar. Sin embargo, era difícil idear un plan para que pudieran ministrar eficazmente a la comunidad.
Una de las siete personas en la iglesia era una mujer que enseñaba el quinto grado en la escuela primaria donde ellos se reunían los domingos. Ellos comenzaron a desarrollar un plan con la idea de conectar la comunidad a través de los niños. De hecho, la meta era no construir la iglesia. El plan era que esta pareja fueran pastores de la comunidad. Ellos se dieron cuenta de que las personas nunca vendrían a la iglesia, de manera que ellos irían a las personas.
La estrategia tenía como enfoque la asociación con la escuela primaria, y la pastora y su esposo se propusieron responder a los miembros de la comunidad en los momentos en que necesitaran ayuda espiritual.
Al año siguiente, esta pequeña iglesia estaba muy entusiasmada porque habían tenido más de treinta personas de asistencia el domingo de Resurrección. ¡La mejor parte es que cerca de veinticuatro personas pasaron al frente para recibir la salvación! Unos años después, Greg fue a trabajar como consejero y capellán en un programa de rehabilitación de las drogas y del alcohol. Kassie es la pastora de la iglesia y trabaja en una tienda de abarrotes, pero en toda esa comunidad son conocidos como la pastora Kassie y el pastor Greg. Todos en esa comunidad saben dónde ir cuando necesitan ayuda espiritual.
El plan que trazaron fue el elemento clave en esta extraordinaria historia. Nuestra manera de pensar sugería que la iglesia era muy pequeña para el proceso Hechos 2, ¡sin embargo para Dios no lo era! Él tuvo que revelarnos un plan porque nuestra manera de «pensar tradicional» no habría dado resultado en esa comunidad. El plan de ellos requería una renovación del pensamiento, y el Espíritu Santo los guió a una solución fuera de lo convencional para alcanzar a esas vidas.
EL PLAN SE CENTRA EN LAS PERSONAS
El enfoque principal del plan estratégico debería ser la capacitación de las personas para que lleguen a ser lo que Dios espera de ellas, y no sólo el cumplimiento de nuestros programas. El plan estratégico emplea los programas y los ministerios de la iglesia, pero recuerde este punto: el plan se centra en las personas.
Una visión toma la misión y los sistemas bíblicos de la iglesia y los organiza para alcanzar el futuro que se prefiere, comunicando hacia dónde se dirige la iglesia. En los próximos capítulos, dedicaremos más tiempo a estas funciones bíblicas como parte del proceso que nos lleva de dónde estamos a dónde queremos llegar. Su desafío será definir lo que cada una de las cinco funciones significa para su iglesia de modo que se pueda desarrollar una declaración de visión para cada una.
Usando el modelo de las cinco funciones bíblicas, usted comenzará a descubrir el plan de Dios. Para muchos pastores y líderes, esto será e...