Biopics
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Historia y poética en el cine Argentino reciente

  1. 196 páginas
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Historia y poética en el cine Argentino reciente

Descripción del libro

Del papa Francisco a Evita, de Gilda al clan Puccio, de San Martín al Che Guevara, los capítulos de este libro realizan un recorrido por distintas películas biográficas del cine argentino de los últimos años. Pero el interés en las biografías de mujeres y hombres públicos trasciende las fronteras del lenguaje audiovisual: se inscribe, más bien, en un clima de época que distintos autores han definido en términos de un "giro biográfico" o un "giro subjetivo", en tiempos de hibridación de los discursos referenciales y los discursos ficcionales, de reconfiguración de las fronteras entre lo público y lo privado, de individualización de lo social y de caída de los grandes relatos colectivos.¿Qué tipo de personajes son elegidos para protagonizar biopics? ¿Qué fragmentos de sus vidas se seleccionan para estructurar la narración? ¿A qué estrategias de enunciación apela el género? ¿Cómo se entabla el diálogo entre historia y poética, realidad y ficción? ¿De qué manera articula la biopic el conocimiento previo del espectador con la construcción de la trama? En síntesis, ¿qué implica narrar una vida con las herramientas del lenguaje audiovisual?A partir de estas preguntas, los autores buscan aportar algunas reflexiones que permitan comprender el auge reciente del género biopic en el campo audiovisual, particularmente la Argentina.

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Información

1. Historia y poética: biopics, el deseo de ver y recordar

Teresa Téramo
Al observar los títulos de los últimos años del cine argentino, comprobamos que no son pocas las películas basadas en historias de vida. Personalidades de impacto cultural cobraron protagonismo para el cine reciente. Estas películas incluso tuvieron buena taquilla. Un caso paradigmático es el de Gilda, no me arrepiento de este amor (2016), film dirigido por Lorena Muñoz, guionado por la misma directora y Tamara Viñes, éxito comercial que sorprendió incluso a sus hacedores. La película se basa en la vida de la cantante argentina Miriam Alejandra Bianchi, apodada artísticamente Gilda, intérprete de grandes éxitos musicales, muerta trágicamente en 1996. Siguieron a este estreno otros títulos como Yo soy así, Tita de Buenos Aires (2017), sobre la vida de la reconocida cantante de tangos y milongas Tita Merello, film escrito y dirigido por Teresa Costantini. En 2018 se estrenó Yo, Sandro, sobre el popular cantante argentino, film escrito y dirigido por Miguel Mato, que narra la historia de un “pibe de barrio”, Roberto Sánchez, transformado en triunfador intérprete, actor e ídolo de multitudes. Por su parte, la directora de Gilda, Lorena Muñoz, dio forma a otro film, El Potro, lo mejor del amor (2018), biopic sobre una figura emblemática del mundo de la música nacional y popular argentina, ícono del cuarteto cordobés, el carismático Rodrigo Bueno.
Al interés sobre cantantes y músicos se suma la mirada sobre deportistas, políticos, criminales… Maradona, Monzón, el “Gordo” Valor y Susana Giménez, cuyas historias se prefiguran para asomar en las pantallas de las nuevas plataformas digitales en formato de series de cinco, ocho o trece capítulos. El consolidado director Israel Adrián Caetano (Bolivia, Un oso rojo, Crónica de una fuga, El otro hermano) parece haber encontrado una fórmula de éxito al realizar para Telefé en 2018 los trece capítulos de Sandro de América, serie que obtuvo cuatro premios Martín Fierro y el amplio reconocimiento del público; luego, en 2019, realizó la serie de ocho capítulos Apache, estrenada en Netflix, que narra la transformación de Carlos Martínez en Carlitos Tévez, el futbolista argentino, ídolo de Boca Juniors. Con esta serie, Caetano pudo dar cauce al proyecto fílmico sobre la vida de Tévez que había forjado más de una década atrás y por temas financieros no había podido llevar a cabo:
Aquel proyecto duró poco porque la productora quebró. No supe más de ellos ni tampoco del proyecto. Lo había olvidado como se olvidan las cosas casi para siempre. Se había concebido como una película en tiempos en los que las series de televisión eran cosa del pasado, como las telenovelas. Ahora todo vuelve, en tiempos donde la poca creatividad hace mirar al pasado para ver si se puede inventar algo nuevo. Igual atesoro ese contrato, como cualquier otro. Quién sabe las vueltas que dan estas cosas. (Caetano, citado por Respighi, 2019)
¿A qué se debe el creciente interés del público y las productoras por esas “vidas de película”? ¿Las biopics son una tendencia solo actual, o el auge en una determinada época puede asociarse a factores externos al cine? ¿Acaso estos films aportan cierta esperanza basada en modelos de vida, en personalidades imitables? ¿Cómo logran cautivar al espectador? La casi totalidad de los estudios sobre biopics que busca dar respuestas a estos y otros interrogantes se halla en lengua inglesa y francesa. En ese concierto de voces académicas sobresale la española de José Luis Sánchez Noriega, quien ha investigado las tendencias del paradigma ficción/no ficción en el discurso audiovisual español reciente (2000-2010), y la italiana de Francesco Arlanch, con un estudio sobre el film biográfico en el cine de Hollywood y en la televisión italiana. La escasa bibliografía en castellano es lo que motiva las páginas de este libro, así como la búsqueda de dar sentido a un fenómeno que puede relacionarse con la necesidad de encontrar certezas en un mundo donde la verdad parece ocultarse o verse desplazada, y donde el juego narrativo de la biopic lleva al espectador al lugar de testigo de un fragmento de historia más o menos íntima, más o menos épica, que actualiza el deseo de ver y de recordar.
Las historias biográficas concuerdan con el mecanismo dramático propio del cine para mantener la atención: la necesidad de contar historias con puntos de giro fuertes, historias cuyo protagonista pasa de la desdicha a la fama, donde se opera una transformación absoluta del personaje. Tal el caso, por ejemplo, de un Jorge Bergoglio transformado en papa, en las dos versiones de Francisco: Francisco, el padre Jorge (2015), de Beda Docampo Feijóo y Llámame Francisco (2015), de Daniele Luchetti; o de un Ernesto Guevara transformado en el mítico Che en Diarios de motocicleta (2004), de Walter Salles, con guion de José Rivera.

Algo de historia sobre este tipo de historias

Si bien marcan tendencia en el cine actual, las películas biográficas no son una novedad. En 1895, Alfred Clarke realiza La ejecución de Marie, reina de Escocia; George Méliès, su versión de Cleopatra, en 1899, y la pionera cinematográfica Alice Guy supera a los dos anteriores con un largometraje –el primero de la historia del cine– de 33 minutos sobre la vida de Cristo en 1906: La naissance, la vie et la mort de Notre-Seigneur Jésus-Christ, inspirada en las acuarelas de James Tissot sobre escenas del Antiguo y Nuevo Testamento realizadas en Palestina, y con más de doscientos extras en escena.
En la Argentina, el género también tiene su historia. Hubo vidas de escritores, artistas plásticos, cantantes y políticos llevadas a la pantalla grande. Un director que tuvo predilección por este género fue Luis César Amadori quien –entre otros títulos inolvidables como Dios se lo pague, primera película argentina nominada al Oscar en 1949– realizó varios films sobre personajes históricos: El grito sagrado, estrenada el 24 de mayo de 1954 y protagonizada por Fanny Navarro en el papel de Mariquita Sánchez de Thompson (1786-1868), en cuya residencia se entonó por primera vez el Himno Nacional Argentino, personaje que cifraba la figura de la difunta Evita; Albéniz, estrenada el 4 de febrero de 1947 sobre la vida del pianista y compositor español Isaac Manuel Francisco Albéniz y Pascual (1860-1909); Almafuerte, película estrenada en 1949, inspirada en la vida del poeta y maestro argentino Pedro Bonifacio Palacios (1854-1917), conocido por el seudónimo con que se titula la película.
También Lucas Demare realizó biopics como El cura gaucho (1941), sobre la vida de José Gabriel Brochero (1840-1914), el sacerdote cordobés que consagró su vida a los más necesitados, y Su mejor alumno (1944), protagonizada por Enrique Muiño como Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888) y Ángel Magaña como su hijo Dominguito, que alcanzó cinco premios Cóndor de Plata, entre ellos a mejor película del año. En la década siguiente, el 15 de agosto de 1957 se estrenó Alfonsina, sobre la vida de la poetisa argentina de trágico final. Fue realizada por el vienés Kurt Land, sobre el guion de José María Fernández Unsain y Alfredo Ruanova, y fue protagonizada por Amelia Bence, quien había conocido personalmente a Alfonsina Storni (1892-1938).
Más cerca en el tiempo, los años 90 dan más títulos que hicieron historia: Gatica, el Mono (1993) de Leonardo Favio, que narra la vida del boxeador argentino José María Gatica (1925-1963), desde sus años de infancia en Mendoza hasta su trágico fallecimiento en Buenos Aires. El mismo año se estrenó Tango feroz: la leyenda de Tanguito, de Marcelo Piñeyro con guion de Aída Bortnik, sobre la vida del cantautor rockero argentino José Alberto Iglesias Correa (1945-1972); esta película vendió un millón y medio de entradas. Víctor Laplace encarnó a Horacio Quiroga (1878-1937) en Historias de amor, de locura y de muerte, estrenada el 28 de marzo de 1996, realizada por Nemesio Juárez a partir de su propio guion basado en cuentos del escritor. Ese año se conoció también el film de Javier Torre sobre la escultora argentina Lola Mora (1866-1936) encarnada por la actriz Leonor Benedetto, así como la Eva Perón (1919-1952) de Juan Carlos Desanzo.
Más allá de estos títulos que alimentan el género, es a partir de mediados de los años 2000 cuando las biopics cobran protagonismo, en la Argentina y el mundo. Algunos señalan el punto de inflexión con la aparición de The Queen (Stephen Frears, 2006), basada en la vida de Isabel II.

Una manera de acrecentar las ventas: mecanismos de consumo cultural

Rémi Fontanel nota dos tendencias principales en el cine de la última década: “Por un lado, la aparición de un nuevo tipo de personaje, el emprendedor, a partir del éxito de The Social Network (David Fincher, 2010), sobre la vida de Mark Zuckerberg, y los films sobre Steve Jobs y Nolan Bushnell, el fundador de Atari. Por otro, la creciente aparición de biopics musicales” (Fontanel, citado por Blanc-Gras, 2012). Efectivamente, la repercusión en la industria discográfica de la vida de Freddie Mercury llevada a la pantalla en Bohemian Rhapsody (Bryan Singer, 2018) y la de Elton John en Rocketman (Dexter Fletcher, 2019) sugiere pensar en cierto mecanismo de fortalecimiento a través de este tipo de estrategias comerciales en momentos cuando la producción musical atraviesa una de sus mayores crisis.
Según datos recopilados por la publicación digital especializada en arte, cine de autor, música alternativa, cultura y estilos de vida Liceo Magazine (2019), en los seis meses posteriores al debut de Bohemian Rhapsody, la biopic de Queen, el streaming de su música se triplicó en comparación con los seis meses anteriores a su estreno: de 588 millones a 1,9 mil millones. Las ventas fueron aun más fuertes, con canciones que saltaron de 527.000 a 1,9 millones de descargas por track, mientras que los álbumes aumentaron 483. Eso equivaldría, según informa esta misma fuente a partir de datos de Billboard, a casi 18 millones de dólares en ingresos frente a los 4,4 millones de dólares que el catálogo de Queen había ganado en los seis meses anteriores.
Causalidades y no casualidades, Bohemian Rhapsody permite entender ciertos mecanismos del mundo del espectáculo actual y cómo determinadas estrategias comerciales inciden y dominan los públicos, reactivando una industria en baja. Siguieron al estreno la cosecha de varios premios Oscar 2019, un documental para televisón, el revival de la banda con Adam Lambert, el primer puesto en ventas de álbumes y vinilos, el relanzamiento del documental Queen + Béjart: Ballet for Life e incluso el primer compilado oficial de los éxitos de Freddie Mercury en solitario, Never Boring.
Con tales beneficios para la industria del entretenimiento, se desencadenó un fenómeno biopic: Rocketman, Yesterday y Blinded by the Light son los títulos que en 2019 celebraron a Elton John, los Beatles y Bruce Springsteen, y atrajeron al público a explorar sus catálogos y comprar su música por las plataformas comerciales digitales.
Según Rémi Fontanel (2016), el primer auge de las biopics se corresponde con la crisis económica y social de 1929, bajo el impulso de la Warner que constituyó por aquel entonces un equipo especial encargado de elaborar “proyectos biográficos de calidad”. Se trataba de animar a la población norteamericana con cierta forma de esperanza, de construir modelos de vida admirables e imitables. De esta manera, como apunta Michel Cieutat, las biopics se convirtieron en estrategias “antidepresivas” porque mediante historias de vida realizaban la apología de acontecimientos gloriosos para la nación e inculcaban valores que fortalecían la moral nacional en época de angustia e incredulidad política. Las biopics constituían “una forma inteligente de recurrir a la historia para recordar al público que solo la fe en el individuo dotado de talento casi divino (la buena vieja creencia puritana según Calvino) debe prevalecer en todas las circunstancias sean buenas o malas” (Cieutat, 2006: 83).
Las películas biográficas alentadas por la Warner presentaban diferentes formas de luchas individuales por el progreso, sea de las ideas contra el ciudadano inmovilizado, de la justicia contra la desigualdad o de la verdad contra la manipulación ideológica. Por lo general, el género biográfico en aquella época de poscrisis presentaba personalidades como Émile Zola (The Life of Emile Zola, 1937), Louis Pasteur (The Story of Louis Pasteur, 1936), Florence Nightingale (The White Angel, 1936), Benito Juárez (Juárez, 1939), Paul Reuter (A Dispatch from Reuters, 1940), Paul Ehrlich (Dr. Ehrlich’s Magic Bullet, 1940) –todos films de William Dieterle– que debían hacer frente a entornos adversos y eran portadores de una visión positiva de defensa de los valores de la democracia y la fuerza de voluntad del individuo. Como afirma Fontanel (2016):
El género ha tenido siempre la capacidad de abrazar los movimientos sociales de su tiempo. Esta es una de las grandes características que ofrece (y por primera vez de manera sostenida en los años 30): “películas que estimulan a los espectadores, en lugar de adormecerlos frente a las realidades de la vida”. Una frase de William Dieterle, cineasta que contribuyó al desarrollo de películas biográficas en el seno de la Warner, permite captar el eslogan de la firma: “Good films, good citizenship”, los buenos films hacen buenos ciudadanos.
Para los estudiosos del género, centrados en la producción hollywoodense, luego de la Segunda Guerra Mundial ocurre una inflexión en este tipo de narraciones históricas...

Índice

  1. Cubierta
  2. Acerca de este libro
  3. Portada
  4. Prólogo, Alfredo Dillon y Teresa Téramo
  5. 1. Historia y poética: biopics, el deseo de ver y recordar, Teresa Téramo
  6. 2. El género biopic: biografía, ficción y memoria, Alfredo Dillon
  7. La biopic del mito político
  8. La biopic del prócer
  9. La biopic religiosa
  10. La biopic musical
  11. La biopic del criminal
  12. Créditos