Preparación, Embarazo y Parto
Las siguientes visualizaciones contribuyen a un desarrollo óptimo del ciclo del bebé y de su madre. El revolucionario descubrimiento de la doctora Elizabeth Blackburn, Premio Nobel de Medicina 2009, de los telómeros, la telomerasa y su relación con la inmunidad, se miden en el feto y escuchan a la madre, absorben las instrucciones que les da, responden a todos los pensamientos, emociones, deseos, sueños. Si está estresada o relajada. Si está ansiosa, temerosa, angustiada, triste, deprimida y sin buenas expectativas.
También es extraordinariamente importante, si se siente optimista con propósito de vida familiar, con sueños, con deseos, con afectividad positiva, visualizando con fuerte esperanza que sus máximas aspiraciones se cumplan.
Tu cerebro y tu mente te escuchan e influyen enormemente en el futuro del bebé que se está desarrollando.
El destino posterior del ser humano no está afectado solamente por las influencias después del parto, sino como lo demostró la doctora Blackburn, durante el embarazo. Por eso, la forma como una mujer reacciona ante el mismo, puede estimular o inhibir al bebé que se está gestando en el vientre. Es importante prepararse no solo para el parto, sino también para el embarazo. La siguiente visualizaciones contribuyen a un desarrollo óptimo del ciclo del bebé y su madre.
Visualizo a mi hijo con amor y alegría. El embarazo me hace feliz, en plenitud total, con el sentido y propósito de vida más importante.
Con la repetición de estas visualizaciones, la embarazada contribuye enormemente al desarrollo posterior del bebé. El entrenamiento dirigido, con la relajación profunda y las visualizaciones generales relacionadas a los telómeros y telomerasa y los deseos y propósitos específicos para el bebé, quedan grabados a través de los reflejos condicionados del genial Iván Pavlov. Es el complemento más importante para la salud de la madre y de su futuro hijo.
Con las investigaciones más importantes para el desarrollo de la infancia y adolescencia, con telómeros más largos para lograr una vida saludable en su futuro.
Los telómeros del bebé escuchan al estrés de su madre. El estrés psicológico de una madre puede afectar el desarrollo de los telómeros Wauda y Entringer de la Universidad de California, investigaron el estrés prenatal y los telómeros. El estudio mostró que cuando las madres experimentan un estrés grave y ansiedad durante el embarazo, sus bebés tienden a presentar telómeros más cortos en el cordón umbilical.
Los telómeros del bebé sufren estrés prenatal.
Otro estudio reciente amplió los descubrimientos al examinar experiencias de vida estresantes. Los investigadores tomaron en cuenta los eventos angustiantes que ocurren un año antes de dar a luz. Las madres con un número mayor de estas experiencias, tuvieron bebés con telómeros con 1760 pares de bases más cortas al nacer.
Sonja y Patrick, querían saber cuánto tiempo puede durar el efecto del estrés prenatal en el bebé. Reclutaron a una cantidad muy importante de adultos y les preguntaron si sus madres habían experimentado algún evento de estrés grave mientras estaban embarazadas. Los voluntarios entrevistaron a sus madres sobre eventos importantes, como la muerte de un ser querido o un divorcio u otros factores estresantes. Los bebés expuestos a estrés prenatal eran diferentes en muchas formas tenían más resistencia a la insulina, eran más propensos al sobrepeso y obesidad.
Al realizar el test de estresores en el laboratorio, liberaron más cortisol. Cuando estimularon sus células inmunológicas, respondieron con niveles más altos de citoquinas proinflamatorias.
Al final tenían telómeros más cortos. El estrés crónico de una mujer embarazada tiene ecos en la siguiente generación, afectando la trayectoria del crecimiento de los telómeros durante décadas en la vida de su hijo. Estamos hablando de un estrés muy grave.
Casi todas las madres experimentan estrés de leve a moderado, no por estar embarazadas, sino porque cierto nivel de estrés es normal en el ser humano. En este punto, no hay razón para creer que esos niveles sean dañinos para los telómeros del bebé. La sustancia principal estudiada en el estrés del embarazo es el cortisol. Esta hormona se libera en las glándulas suprarrenales de la madre y atraviesan la placenta y afectan al bebé.
Los estudios evidencian que el estrés de la madre se hereda al bebé en forma de telómeros cortos. Se sabe lo suficiente sobre estrés crónico y telómeros para recomendar y sugerir en forma muy contundente que las mujeres embarazadas deben protegerse de los estresores. Estos incluyen cualquier tipo de abuso emocional o físico, violencia, exposición a químicos, inseguridad alimentaria y pobreza.
Es claro que los padres, en especial las madres, influyen en la salud de los telómeros de sus bebés, y cómo estás a punto de ver, la salud de los telómeros está determinada por la forma en que criamos a nuestros niños y adolescentes.
Aunque la salud de las futuras generaciones es importante en cualquier sociedad, en realidad la medicina actual no le presta ninguna atención.
Nuestra inversión en los jóvenes más vulnerables ahora puede pensarse en términos de inversión en los pares de base de los telómeros, para un futuro colectivo de mejor salud y un periodo de vida saludable y largo.
Consejos para los telómeros.
Algunas vías de transmisión en la longitud telomérica están fuera de nuestro control. Esto incluye la genética y la transmisión directa de los óvulos y el esperma. La herencia de los telómeros a los niños puede suceder cuando uno de los padres tiene telómeros muy cortos. Es una posibilidad real que sin saberlo, estamos pasando discapacidades en la salud por medio de la transmisión directa.
Algo de lo que heredamos, sí, está bajo nuestro control. El estrés crónico de una mujer embarazada, fumar, el consumo de sustancias tóxicas, mala alimentación, generan telómeros cortos como ciertos nutrientes como el ácido fólico, se relacionan con mayor longitud telomérica.
Evita el estrés negativo o las relaciones en las que sabes que existe conflicto, fechas, límites poco realistas, actividad laboral estresante y otras situaciones que te quitan el sueño y trastornos alimentarios. Mientras estás embarazada, la vida continúa, pero intenta controlar lo que puedas y prioriza las relaciones favorables. Aumenta el tiempo de bienestar. Practica técnicas de relajación profunda. Disfruta de salir a caminar, de preferencia en áreas verdes. Aumenta los nutrientes que protegen la salud del bebé en desarrollo. Evita pesticidas, químicos en la comida, haciendo una dieta orgánica. Limita el consumo de pescado de criadero porque contiene metales pesados y otros químicos industriales. Restringe la sacarina y otros edulcorantes artificiales que pueden atravesar la placenta. Evita los alimentos enlatados, confórmate con lo que la naturaleza te da y haz una dieta que incluya todos los alimentos saludables.
Los telómeros siguen la cicatriz de la niñez.
El año 2000, Charles Nelson, psicólogo y neurocientífico de Harvard, comenzó una investigación muy importante y trascendente del estudio de los telómeros. El conocimiento de los telómeros. guía nuestras acciones como padres, iluminando el camino para educar a nuestros hijos de manera saludable.
Para los adultos que experimentaron traumas de niños, entender los efectos perdurables del pasado, ofrece motivación para tratarse con más cuidado, ahora en el presente.
Cuando estabas creciendo, ¿tuviste un padre que bebía mucho? ¿Alguien en tu familia estaba deprimido? ¿Tenías miedo de que tus padres te humillaran o te lastimaran?
En un estudio muy importante, que tradujo un inquietante panorama para la niñez en Estados Unidos, se les pidió a 17.000 personas la respuesta a preguntas muy similares a la de arriba.
Alrededor de la mitad de la muestra había vivido al menos un evento o situación adversa en la infancia y el 25% había experimentado dos o más. El 6% sufrió al menos cuatro. El abuso de sustancias en la familia era lo más común. Luego el abuso sexual y las enfermedades mentales.
Los eventos adversos en la infancia suceden en todos los niveles económicos, sociales y educativos. Entre más sucesos que marcaban la lista de una persona (en especial cuatro o más), era más probable que tuviera problemas de salud en la adultez: obesidad, asma, enfermedades cardiovasculares, depresión y todas las enfermedades crónicas.
Aquellos con cuatro o más eventos adversos eran doce veces más propensos a intentar suicidarse. Los efectos de la adversidad infantil que se alojan en el cuerpo se conocen con el nombre de incrustación biológica.
Cuando se midieron los telómeros de adultos sanos que experimentaron sucesos adversos en la niñez, muchas veces se observó una relación de dosis respuesta. Entre más traumática fueron sus eventos de pequeño, más cortos eran sus telómeros de adultos. Así se incrusta la adversidad temprana en tus células y puede tener efectos profundos en un niño. Si tomas a un grupo de pequeños con telómeros cortos y años después observas su sistema cardiovascular, tienen gran riesgo de enfermedades vasculares prematuras.
Este daño empieza a una edad muy temprana, aunque se puede detener e incluso revertir si los infantes son rescatados de la adversidad de muy pequeños.
Los niños criados en hogares de crianza antes de los dos años tuvieron avances en muchos dominios que los hacían mejores que los colocados después de esa edad, dijo Nelson.
Prury y Nelson y su equipo, le dieron seguimiento después de los años y hasta ahora los adolescentes que tuvieron su infancia en el orfanato, presentan un acortamiento telomérico a una velocidad más acelerada.
¿Y qué hay de aquellos expuestos a condiciones violentas, pero no tan brutales? Los científicos Sales, Caspi y Moffitt de la Universidad de Duke, tomaron muestra de la mejilla de pequeños británicos de cinco años. Los telómeros se pueden obtener de células bucales.
Un lustro más tarde, cuando los infantes tenían diez años, volvieron a tomar muestras de las mucosas de las mejillas. Durante ese período, los investigadores preguntaron a las madres si sus hijos habían sido lastimados o heridos por alguien en su casa, o si habían presenciado violencia doméstica entre sus padres.
Los niños más expuestos a la violencia tuvieron un acortamiento mayor en ese período. Quizá ese efecto es a corto plazo o puede cambiar si mejoran las circunstancias de su vida.
Aunque el análisis de la información emitida por quienes se les pidió que recordaran si habían sufrido adversidad de pequeños, también demostró que los que tuvieron una experiencia negativa de niños, presentaron telómeros más cortos, revelando que es una huella permanente de adversidad infantil.
De esta manera, la adversidad temprana planta las semillas para un alto índice de acortamiento telomérico, a menos que se detengan los patrones de los comportamientos resultante de los traumas infantiles.
Por lo general, una experiencia adversa no se relaciona con la salud, pero tres o cuatro es más probable que sí. Si tuviste varias y sientes marcas duraderas en tu estado de vida, de pensar, de actuar, no te asustes. Tu infancia determina en parte tu futuro, pero puedes actuar para modificarlo.
Hay muchas formas de amortiguar los efectos residuales de los traumas infantiles. Recuerda que no estás indefenso ni solo. El entrenamiento auto dirigido al inconsciente, con la reprogramación mental, con los reflejos condicionados de Iván Pavlov, es el método más importante y científico de autoayuda. Esto no invalida que resulte un complemento para el tratamiento psicoterapéutico en alguno de los daños que no pudiste detener.
Y recuerda siempre que seguramente tienes muchos atributos positivos a desarrollar y muchísimas veces las adversidades se relacionan con mayor sensación de compasión y empatía hacia los demás, que son atributos muy importantes para estimular y lograr la superación de adversidades pasadas y cumplir los objetivos y propósitos deseados.
Criar a los niños para tener telómeros más saludables y mejor regulación de las emociones.
La crianza parental es esencial para los humanos. Ayuda a que los niños desarrollen una buena regulación emocional, es decir, que tengan sentimientos negativos sin abrumarse. La mayoría de nosotros espera que nuestros hijos aprendan medios más efectivos para hacer frente a las dificultades. Podemos enseñarles desde una edad temprana. Los seres humanos aprenden a regular sus emociones a través del cuidado de sus padres o cuidadores.
El bebé llora al mostrar preocupación. El padre actúa como un copiloto emocional y guía al niño para que entienda sus emociones. Al calmar al bebé y atender a sus necesidades, el padre le enseña que es posible cuidar los sentimientos y confiar en los demás. El pequeño aprende que las situaciones angustiantes pasarán rápido.
En las palabras tranquilizadoras del gran pediatra e investigador inglés Winnicott, solo se necesita que sean suficientemente buenos, cariñosos, amorosos y con buena salud psicológica, pero, en definitiva, no deben ser perfectos. El delicioso acto de acurrucarse con un bebé ofreciéndole afecto, consuelo y cuidado, tiene efectos fisiológicos maravillosos en el infante.
Los científicos han demostrado que un pequeño bien criado aprende a usar su corteza prefrontal, el lugar del juicio del cerebro, como un freno para la amígdala y su respuesta al miedo. Sus niveles de cortisol están mejor regulados. No están nadando en una corriente de esta hormona del estrés en forma constante.
Telómeros en niños sensibles al estrés.
Los niños sensibles son rápidos para llorar y lentos para tranquilizarse o dormir. Les molesta hasta los ruidos suaves. Cuando un extraño lo levanta, gritan y tratan de escapar de sus brazos. Determinado tipo de ropa o de tela, les molesta demasiado. Además, cualquier cambio en la rutina diaria les afecta mucho.
¿Estos chicos son sensibles por la forma en que los educaron sus padres? ¿Fueron demasiado indulgentes? ¿Debieron insistir en que usaran la ropa que habían elegido, les picara o no?
Podemos contestar estas preguntas. Hablando de temperamento. El temperamento es el conjunto de rasgos de la personalidad con los que nacemos. Nos da estabilidad o desestabiliza. Podemos reconocerlo y aprender a lidiar con él, pero no cambiarlo.
El temperamento se determina de manera biológica. Un aspecto del temperamento, es la sensibilidad al estrés. Los niños sensibles son más permeables, esto significa que, para bien o para mal, el entorno no rebota en ellos, sino que los penetra. Tienen mayores reacciones a la luz, al ruido y a las irritaciones físicas. Las transiciones les afectan, como ir a la escuela después de un fin de semana: efecto lunes, o situaciones nuevas, como quedarse a dormir con los abuelos. Tienen una respuesta más intensa a los cambios de ambiente. Incluso perciben cosas pequeñas que otro niño, no. Algunos reaccionan con enojo o agresión, otros interiorizan sus sentimientos, volviéndose tranquilos y hoscos.
Los telómeros tienden a ser más cortos en los que interiorizan sus emociones, pero cuando tienen trastornos graves de exteriorización o mal comportamiento, como el trastorno de déficit de atención con hiperactividad y trastorno negativo desafiante, también presentan telómeros más cortos.
Tom Boys, pediatra del desarrollo, dio seguimiento a un grupo de jardín de niños durante la transición a su primer año de primaria, una etapa difícil para los pequeños sensibles al estrés. Él y sus colegas les pusieron sensores y midieron sus reacciones fisiológicas a situaciones inofensivas pero angustiantes, como ver un video de miedo, poner gotas de limón en la lengua y decir algo de memoria. La mayoría mostró algunos signos de estrés, pero unos cuantos arrancaron al máximo su respuesta al estrés, tanto en las reacciones hormonales como el sistema nervioso autónomo. Era como si su cuerpo y su cerebro sintieran y pensaran que la habitación estaba en llamas. Cuanto más grande era la respuesta al estrés, más pequeños sus telómeros.
¿Tienes un niño orquídea?
Parece que la gente que nació con alta sensibilidad al estrés, tendrá más dificultades, en este caso, telómeros más cortos. De hecho, Boys y otros investigadores descubrieron que algunos entornos les permiten que los niños muy sensibles se desarrollen bien, incluso mucho mejor que sus iguales menos sensibles.
En muchos estudios, Boys descubrió que los niños sensibles al estrés se desempeñan mal en salones de clase muy grandes y llenos de gente, o en ambientes familiares difíciles. Pero cuando están en aulas o con familias con adultos cariñosos y cuidadosos, trabajan mejor que el promedio de su edad, se enferman menos de gripe, tienen menos síntomas de depresión y ansiedad e incluso se lastiman menos. Boys los llama orquídeas.
Una orquídea no florecerá, sino con un cuidado de atención exquisita. Pero si la pones en las condiciones óptimas de un invernadero, produce flores de belleza sorprendente. Más o menos el 20% de los niños tienen un temperamento tipo orquídea. Estas semillas de orquídea no es algo que los padres crean. Se plantan antes del nacimiento. Una forma de entender estas semillas es analizar la firma genética de los niños orquídea.
Los seres humanos con mayor variación en los genes de los neurotransmisores que regulan el humor, como la dopamina y la serotonina, tienden a ser más sensibles al estrés. Son orquídeas. Los más sensibles basados en la genética, aprovecharán mejor las intervenciones de apoyo y se desarrollarán muy bien.
Para probar si esta firma genética afecta la manera en que sus telómeros responden a la adversidad, Boys realizó un estudio preliminar. Una mitad provenía de hogares estables y la otra de círculos sociales difíciles, caracterizados por pobreza, padres irresponsables y estructuras familiares en constante cambio. Los expuestos a estos últimos ambientes presentaron telómeros más cortos, tenían ...