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Nada está predeterminado: los mitos sobre las capacidades a examen |
En el mundo moderno, concebir las habilidades como algo fijo o incluso predeterminado es un anacronismo.
(Robert STERNBERG).
Tan pronto como decimos que alguien es “un jugador de tenis nato”, que “su capacidad musical es un don divino” o que las cosas le salen “naturalmente”, se nos plantea un problema. Supone asumir que ese talento es algo que le fue otorgado de nacimiento y que luego aflora, a menudo, a una edad temprana. Subyace a esa suposición la creencia de que la mayoría de nosotros no hemos nacido con esa capacidad natural, y por ello nuestras posibilidades son limitadas. Este capítulo aborda estos mitos sobre las capacidades ampliamente extendidos y que todavía perviven en el pensamiento educativo.
El término “capacidad” actúa como una no reconocida versión de los términos “inteligencia” y “CI”. Si llegáramos a sustituir “CI” por “capacidades” saltarían muchas alarmas que, en la actualidad, permanecen inactivas, porque el término “capacidad” aglutina de forma tan inocua como poderosa todas las creencias asociadas anteriormente con términos tales como inteligencia.
—David GILLBORN y Deborah YOUDELL.
¿Por qué me preocupo por las capacidades innatas en un libro sobre aprendizaje experto? Porque creer en ellas socava lo que sabemos sobre el aprendizaje experto y tiene un efecto negativo en la educación, tanto en términos de política como a lo que sucede en el aula. Así, por ejemplo, quienes reclaman una selección mayor, suponen que, si identificamos a nuestros “talentosos y capacitados”, podremos ofrecerles un entorno de aprendizaje enriquecido. El resto, los que carecen tanto de talento como de capacidades, deberán apañarse con una dieta más indigesta. La evidencia que ofrece el programa de pruebas de evaluación estandarizadas (No Child Left Behind) destinado a paliar las desigualdades escolares es sólida: los alumnos con menor desempeño y mayores dificultades reciben la peor enseñanza, que consiste en una serie de monótonos tests sobre conocimientos básicos para aumentar sus calificaciones. Este es un efecto multiplicador escolar negativo, ya que los buenos alumnos tendrán clases más imaginativas y disfrutarán más aprendiendo, mientras que a los que más les cuesta se aburrirán y acabarán deseando dejar los estudios.
¿Por qué escribimos sobre capacidades en lugar de sobre inteligencia o aptitudes? Porque en nuestra sociedad políticamente correcta no está bien visto hablar del cociente de inteligencia (CI) por su bagaje historico, sin embargo, hablamos alegremente sobre altas y bajas capacidades, e incluso sobre la ausencia de tales capacidades. David Gillborn y Debora Youdell equiparan la capacidad al “nuevo CI” de manera que:
Actúa como una no reconocida versión de los términos “inteligencia” y “CI”. Si llegáramos a sustituir “CI” por “capacidad” saltarían muchas alarmas que, en la actualidad, permanecen inactivas, porque el término “capacidad” aglutina de forma tan inocua como poderosa todas las creencias asociadas anteriormente con términos tales como inteligencia.
Ambos profesores están en lo cierto. Mucho de lo que oigo hablar sobre capacidad en las escuelas podrían versar sobre el CI y comportan el mismo mensaje sobre capacidades prefijadas. Como ve-remos más adelante, nuestras creencias sobre las capacidades influyen poderosamente sobre cómo vemos a nuestros alumnos y sus propias opiniones sobre sus capacidades influyen sobre cómo aprenden.
¿Dónde encajan las aptitudes?
No establezco grandes distinciones entre “capacidad” y “aptitud”, que se trata como una capacidad específica. Sucede lo mismo que con el talento: la aptitud se desarrolla, no es innata. Cuando seleccionamos por aptitud, no lo hacemos sobre aquellos que nunca han tocado música, practicado deporte o aprendido matemáticas. Seleccionamos a las promesas en aquello en lo que ya se han ejercitado. En algunos casos, como el de la atleta Jessica Ennis, puede obedecer a la buena impresión causada a un ojeador deportivo, sugiriendo potencial, pero jamás podrá darse si no se tiene alguna experiencia. ¿Podríamos evaluar las aptitudes para nadar de alguien que no se hubiera acercado nunca al agua?
MITOS SOBRE LAS CAPACIDADES
Según los mitos sobre las capacidades, estas constituyen algo
- Con (o sin) lo cual nacemos como parte de nuestra herencia genética.
- Que los niños prodigio poseen en sumo grado.
- Que no cambia mucho con el paso del tiempo.
La visión alternativa de este libro con respecto a estos mitos es:
- Los genes desempeñan un papel mucho menos decisivo de que lo que se asume históricamente; lo que resulta crucial es la interacción entre los genes y el entorno.
- El “genio” es el resultado más de logros ya alcanzados que de una promesa descubierta.
- La capacidad se desarrolla con el tiempo y las altas capacidades requieren de un grado inusualmente elevado de práctica y motivación.
El propósito de este epígrafe es revisar algunas asunciones culturales muy arraigadas sobre la capacidad innata y considerar enfoques alternativos. Las trato específicamente con cierto detalle porque nuestro bagaje cultural a menudo nos proporciona concepciones “por defecto” sobre el talento y las habilidades.
Aun habiendo evolucionado hacia opiniones más contrastadas, podemos encontrarnos con que, si rascamos, seguimos creyendo que algunos “lo tienen de nacimiento” y otros “sencillamente no lo tienen”. Examinaré brevemente los argumentos clave a favor y en contra de las capacidades innatas, así como algunas evidencias en el sentido opuesto. Los genes son importantes, pero el modo en el que actúan dista del determinismo inflexible asumido en el pasado; su expresión es maleable y dependiente de su interacción con el entorno.
Brevísima historia cultural sobre las capacidades heredadas
Algunos de nosotros hemos cantado el conocido himno infantil del siglo XIX All things bright and beautiful, que incluye lo siguiente:
The rich man in his castle (El rico en su castillo;)
The poor man at his gate (El pobre en su puerta;)
He made them, high or lowly (Él los puso, arriba o abajo;)
And ordered their state (Y ordenó su posición)
Los tests de inteligencia, como mecanismo de control social, no tuvieron rival a la hora de inculcar a la mayoría predestinada...