Meditación primordial
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Meditación primordial

El arte de vivir en la presencia. Método contemplativo del Modelo Interacciones Primordiales

  1. 272 páginas
  2. Spanish
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  4. Disponible en iOS y Android
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Meditación primordial

El arte de vivir en la presencia. Método contemplativo del Modelo Interacciones Primordiales

Descripción del libro

Este libro te propone soltar toda concepción de la meditación asociada al trabajo y al estudio de prácticas complejas que requieran de una gran fuerza de voluntad y sacrificio. Si una supuesta meditación no desarrolla alegría y libertad, no es meditación. La estrategia de la Meditación Primordial es tan simple como poderosa: te habita una sabiduría orgánica que lleva miles de millones de años desarrollándose desde el origen del Universo, y esa sabiduría es la misma que existe en tus semejantes, en los animales y las plantas. Ese saber ancestral hace que tu corazón palpite, que tus pulmones absorban el oxígeno, que tu sistema digestivo sepa qué enzimas debe utilizar para convertir los alimentos en energía, emociones y pensamientos. Sólo entrando en la profundidad de tu propio interior y en todo lo que te rodea puedes reconocerlo. Es un método que te acompañará hasta lograr que una nueva concepción de tu propia identidad y del mundo florezcan espontáneamente, y podrás asumir los desafíos de tu vida cotidiana desde un lugar absolutamente nuevo. Es más beneficiosa una meditación profunda de 3 minutos, realizada varias veces al día, que una meditación de 1 hora, forzada, tediosa y que, por eso mismo, se practica raras veces. Experimentando serenidad, descanso, relajación y un encuentro cada vez más profundo contigo, lograrás un encuentro con tu naturaleza original, tu propio Ser y el del Cosmos. La Meditación Primordial se plasmará en todos los aspectos de tu vida: tu salud física y mental, tu autoestima, tus relaciones y tu trabajo. Entonces la compasión, la solidaridad, el cuidado de la vida en todas sus formas, el respeto por las otras personas y tu relación con el medio ambiente serán una consecuencia natural y espontánea. Sólo una humanidad consciente de su identidad con todo lo que existe en el Cosmos puede convertirse en una especie que cuide y preserve la vida en esta tierra.

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Información

Año
2020
ISBN del libro electrónico
9789507546990
SEGUNDA PARTE
MEDITACIÓN PRIMORDIAL

Habitando el cuerpo vivo y consciente

La meditación es el arte de descansar en la profundidad de nuestro Ser, es decir, en esa dimensión de nuestro interior en la que sentimos que no hay nada que hacer, que buscar, que alcanzar ni que cambiar, sólo fluir en el espacio infinito de la conciencia. No se trata de control mental ni de ninguna forma de esfuerzo, tampoco es una negación de nuestros aspectos interiores sobre los que tenemos que trabajar ni de nuestras responsabilidades y tareas cotidianas. Es tomar contacto con el estado natural de la mente, el Ser Original, la Fuente, la Gracia, la Presencia y reposar en esa quietud y silencio donde nada nos apura ni aflige.
En medio de todos los trajines y esfuerzos que marcan nuestra vida contemporánea, encontrar un espacio para la quietud y el silencio no es sólo una bendición para el alma, sino una fuente de salud cuya importancia es fundamental para nuestro organismo.
La Meditación no es una tarea, ni un sacrificio, ni un esfuerzo. Realizada con la actitud correcta (no persiguiendo fines de maestría mental, viajes místicos ni control del pensamiento) es la actividad más relajante y gozosa del día.
Meditar consiste en descansar en la misma dimensión de la que, paradójicamente, hemos huido toda la vida: la profundidad abismal del momento presente, lo que llamo la “magia del instante”. El instante presente tiene cualidades mágicas por la extraordinaria capacidad de transformación que se despliega ante la mente cuando salimos de la cadena del pasado y el futuro, del recordar y el planear, para lanzarnos a la infinitud del aquí y el ahora. Comprenderemos mejor este concepto a medida que avancemos.
Como hemos visto, la Meditación Primordial no incluye conceptos religiosos ni creencias de ninguna naturaleza, por lo que no implicará más peso en nuestras cabezas, ya atiborradas de información. Es prescindente y a la vez compatible con cualquier sistema religioso o de creencias, pues está diseñada sólo para brindarnos una experiencia directa y vivencial de nuestra pertenencia a la totalidad del Universo. Esto es lo que permite sanar desde su raíz la profunda sensación de alienación y vacío, que en los tiempos que corren nos amenaza permanentemente.
Se basa en ejercicios físicos, seguidos de una actividad contemplativa, que nos permiten recuperar el contacto con las dimensiones profundas, energéticas del propio organismo, donde se encuentran las raíces que nos conectan con la totalidad de la vida. Los ejercicios respiratorios y los estados meditativos influyen directamente en nuestra química interior, y más aún en la intimidad vibracional de nuestras moléculas, produciendo efectos inmediatos de armonización y por lo tanto de sanación. Desde el punto de vista energético, la meditación produce un estado cerebral característico de los procesos intuitivos y de percepción interna, comprobable en el electroencefalograma, que favorecen los procesos de regeneración celular, sanación, lucidez mental y creatividad. Es por lo tanto una gran aliada en el cuidado de la salud psicofísica y relacional.
Pero, como hemos adelantado en la introducción y veremos en detalle más adelante, el objetivo de la Meditación Primordial va mucho más allá de la salud psicofísica, aunque la integra. El sentido más profundo de este método es devolvernos la vivencia de nuestra identidad fundamental, cósmica, a través de la experiencia directa de la información universal que nos habita y nos brinda la posibilidad de vivir.
Sin embargo, para que todos estos beneficios puedan ser experimentados, es preciso desarrollar un estado mental al que es muy difícil acceder mientras permanecemos en la ansiedad, la angustia, la preocupación por el futuro, el estrés o la neurosis.

¿POR QUÉ A LA MAYORÍA DE LAS PERSONAS LE CUESTA MEDITAR?

Un enfoque profundo de la meditación que nos permita responder a esta pregunta requiere, necesariamente, de una comprensión igualmente profunda de aquellos factores psicológicos que atentan contra nuestra posibilidad de alcanzar la quietud y la paz interior. En esta sección vamos a explorar en profundidad estas dificultades, a fin de que nuestra práctica meditativa no consista en una evasión, sino en un encuentro profundo con todo lo que somos, en nuestra luz y en nuestra sombra. De lo contrario, terminaremos cayendo en los planteos voluntaristas que, ante la pregunta ¿cómo puedo hacer para meditar?, responden: “¡esfuércese y medite!”.
Desde una mirada integral, se torna evidente que la comprensión de la meditación no puede ser alcanzada si sólo la exploramos desde una perspectiva espiritual. Los factores psicológicos, fisiológicos, sociales y culturales son fundamentales para entender nuestras dificultades a la hora de meditar.
Vamos a realizar un breve viaje en la historia de nuestra evolución para comprender por qué a la mayoría de las personas le resulta tan complejo acceder a la experiencia meditativa profunda. He desarrollado este tema con mucha mayor profundidad y detenimiento en otro trabajo, al que nuevamente remito a quienes tengan interés en explorar este tema con mayor detenimiento.17
La física cuántica, en una significativa cercanía con las intuiciones de las antiguas tradiciones espirituales, nos ha revelado que el Universo es fundamentalmente un fenómeno vibratorio. En las profundidades de lo aparentemente sólido e impenetrable, existe una dimensión vibratoria que posee una cualidad extraordinaria: la de vibrar en tantas frecuencias y modalidades que a partir de allí se crea todo lo que existe. Son distintas cualidades vibratorias las que constituyen la existencia de la luz, del sonido, del aire, del fuego, del agua, de los minerales y de todos los elementos de la tabla periódica. Y es la evolución y creciente complejidad de la interacción entre estos elementos la que ha generado la existencia de los soles, los planetas, la aparición de la vida y la evolución de las especies.
Desde esta mirada, todo lo que existe es sólo una manifestación particular de un fenómeno vibratorio universal. Desde este océano vibratorio emergen las formas individuales. A esta vibración, de la que todo ha emergido y continúa emergiendo sin cesar, la he denominado el Flujo Primordial del Universo, para enfatizar su carácter de proceso dinámico, no de cosa estática, y para evitar el uso de nombres religiosos que alejen del tema a los no creyentes. Es decir entonces, que todo lo que existe, incluyéndonos a todos los seres humanos como especie y a cada ser humano individual, constituimos una manifestación particularizada de este flujo universal, único e indivisible.
Podríamos decir que detrás de todas las notas individuales existe el fondo del sonido; que detrás de todos los colores existe el fondo de la luz; que detrás de lo amargo, lo dulce, lo salado o lo ácido existe el fondo del sabor; que detrás de la infinita gama de olores existe el aroma; o como ya hemos dicho, que por debajo de las olas existe un solo océano y más allá de los remolinos existe un solo río.
Tras millones de años de este extraordinario proceso evolutivo, en el cual desde Lo Uno18 han ido emergiendo las formas particularizadas, la creciente complejidad de formas particulares interactuando entre sí terminó produciendo algo tan maravilloso como la vida, la cual continuó a su vez particularizándose en una increíble variedad de líneas evolutivas vegetales y animales.
Un rasgo fundamental de toda forma en la cual la unidad se manifiesta en forma particular, es que para seguir existiendo como forma particular y no ser reabsorbida nuevamente por su medio ambiente, debe esforzarse permanentemente. Todo ser vivo debe respirar, beber, comer, protegerse de depredadores, prevenir los fenómenos naturales desfavorables y realizar un sin número de tareas para seguir existiendo en forma separada. Desde una mirada estrictamente biológica, dejar de existir como forma separada significa sencillamente diluirse en la totalidad, es decir, morir.
Hasta el momento no existe una sola teoría absolutamente demostrada que pueda explicarnos cómo ocurrió el origen de la vida, es decir, de qué manera aparecieron las primeras células diferenciándose del océano primordial (o del agua de algún asteroide que después se estrelló en la tierra) mediante una membrana. Millones de años después, un pequeño organismo similar a un gusano, que habitaba las profundidades del océano, sufrió una mutación en sus células que le permitió empezar a detectar y organizar diferencias en su entorno, de una manera completamente distinta a como lo hacían las demás formas vivas hasta ese momento19. Podríamos decir que en ese momento surgió el primer protocerebro en este planeta, y ese órgano no ha dejado de evolucionar hasta el día de hoy.
Entre todas las líneas evolutivas que surgieron a partir del reino animal, hubo una que en su proceso evolutivo desarrolló su cerebro de una manera cualitativa y cuantitativamente muy diferenciada. Millones de células sobre millones de células comenzaron a interconectarse y a procesar cada vez mayores cantidades de información, hasta que esa complejidad produjo un salto cualitativo extraordinario, y aparecieron sobre esta tierra organismos que terminaron por devenir en la especie humana.
En un momento de nuestra evolución, la complejidad de las interconexiones celulares de nuestro cerebro nos permitió organizar la experiencia del pasado y anticipar el futuro, y más aún, nos habilitó a pensar sobre nuestra propia existencia, es decir, alcanzamos la reflexión, palabra que tiene el mismo origen que reflejo, o sea, pudimos mirarnos en el espejo de nuestro propio pensamiento. Muchos libros sagrados de la humanidad describen este momento inédito. La misma Biblia lo hace con gran elocuencia y belleza. En el mito de la expulsión del Paraíso, se dice que Adán y Eva probaron el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal. Es extraordinario advertir que un corte transversal del cerebro nos brinda una imagen muy similar a la de un árbol. Lo que implicaría quizás que lo que la Biblia trata de decirnos es que en el momento que desarrollamos un neocórtex, pudimos viajar al pasado y al futuro y pensar acerca de nuestros actos. Salimos del paraíso de la inocencia animal que sólo vive en el presente absoluto, pues los animales permanecen siempre en la magia del instante (aunque, como hemos visto, lo hacen de manera inconsciente). Habitar el presente absoluto como lo hacen los animales implica no conocer la culpa, los resentimientos o los remordimientos característicos de quien carga con su pasado; ni los deseos, las angustias y aprensiones de quien puede imaginar su futuro. Es decir que hubo un momento en nuestro proceso evolutivo en el cual perdimos el paraíso de la inocencia, en la cual habita cualquier especie que no posea una corteza cerebral tan evolucionada como la de la especie humana. Los animales experimentan dolor y miedo, pero sólo cuando la herida o el peligro aparecen, no antes; por lo tanto, no sufren ansiedad. Cuando una vaca está a punto de ser sacrificada experimenta terror, y se llena de adrenalina (la cual será consumida luego por quien se la coma). Es decir que los animales son sensibles y sufren. Pero hasta que eso ocurra, nunca vamos a encontrar una vaca que mientras pasta en el campo, se pregunte “qué sentido tiene la vida, para qué estoy comiendo, para qué traje terneritos al mundo, si todos terminaremos como hamburguesas”. Es decir que los animales no sufren “a cuenta”, no se anticipan a los eventos lejanos. Son uno con el paisaje y el momento presente.
¿Significa esto que para recuperar el Paraíso debemos regresar a la animalidad? Por supuesto que no. Los animales pueden habitar el paraíso de la inocencia donde no hay reflexión sobre el bien y el mal, pueden permanecer en el presente absoluto, pueden vivir “desnudos” como Adán y Eva, pero en cierta forma, de manera similar (aunque distinta) a los minerales y a los vegetales, no son conscientes de ello. Como adelantamos en la introducción, los seres humanos tenemos la extraordinaria posibilidad de recuperar esa presencia en el aquí y ahora, pero además podemos hacerlo con conciencia. Por lo tanto, la evolución espiritual no implica de ninguna manera una regresión a la animalidad, sino una trascendencia de la cualidad humana de estar separados para re-unirnos, pero no en la inconsciencia del animal sino en la conciencia superior de la trascendencia.
Es fundamental en este punto comprender que el cerebro, como órgano biológico, surgió para intentar garantizar la supervivencia. Cuanto más evolucionado el cerebro de una especie, mayores posibilidades de sobrevivir y perpetuarse tienen quienes pertenecen a ella. En el caso del cerebro humano esto adquiere características muy distintas a las del reino vegetal o animal.

LA NECESIDAD HUMANA DE UNA IDENTIDAD

A lo largo del tiempo, el cerebro humano se fue sofisticando más y más, al punto que dejó de preocuparse únicamente por la supervivencia biológica y comenzó a ocuparse también de otros planos de supervivencia mucho más sofisticados.
Para un animal, la problemática de la supervivencia consiste en hidratarse, protegerse del frío, comer en lugar de ser comido, etc. Los seres humanos necesitamos mucho más que eso. En la medida que la evolución de nuestro cerebro fue desarrollando una instancia reflexiva desde la cual cada persona pudo pensarse a sí misma, pudimos desarrollar un fenómeno evolutivo que no existe en ninguna otra forma de vida en este planeta: nuestro ego. El ego es la cumbre de la evolución del cerebro. Es la manifestación más compleja y sofisticada de la evolución de la vida. Y es precisamente esta sofisticación la que ha hecho que, para el ego, la supervivencia sea algo mucho más complicado que simplemente respirar, comer y guarecerse.
Es interesante observar que tanto Buda como Freud estuvieron muy cerca a la hora de describir al ego. Más allá de algunas diferencias muy importantes, ambos lo consideraron simplemente como un conjunto de funciones psíquicas (como ya hemos mencionado: atención, concentración, memoria, juicio crítico, etc.) que al organizarse nos brinda la sensación de algo que existe allí, de alguna especie de sustancia dentro de nuestra mente. Pero lo cierto es que no hay nada sustancial en nuestro interior a lo que podamos llamar ego. Y es precisamente esta irrealidad, esta insustancialidad del ego, la que lo lleva a una necesidad compulsiva de aferrarse a todo tipo de cosas, ideas, personas o grupos que le refuercen su sensación de ser alguien. La capacidad de reflexionar, de reflejarse, lleva al ego a espejarse a sí mismo y, por lo tanto, a creer que existe como tal, como alguien, cuando en realidad sólo es un conjunto de funciones. En cierto modo, podríamos decir que el ego es un espejismo, creado por él mismo, para sí mismo.
Tener un ego requiere tener una identidad, es decir, implica creernos que somos alguien en tanto ego (o sea, creer que el ego es una sustancia real). En su necesidad de afirmarse, este ego, este mero conjunto de funciones, necesita suministros que van mucho más allá de lo físico, necesita tener una identidad emocional, afectiva, intelectual, social, política, religiosa y muchas más. Y para satisfacer todas estas identidades y sostenerlas en el tiempo necesita suministros emocionales, afectivos, intelectuales, roles y estatus sociales, creencias, etc. Es decir que el ego necesita alimentos de muchos tipos para perpetuar su sensación de identidad, para sentirse alguien. Y para ello necesita sentirse parte de alguna estructura social, ya sea sindical, profesional, deportiva, religiosa, etc. Nuestro estómago tiene hambre de alimentos; nuestros pulmones, de aire; nuestro ego tiene hambre de identidad. Y como fue diseñado para preservar la supervivencia, se preocupa por mantener viva su identidad, procurando recibir permanentemente los suministros que necesita: amor, cuidado, pertenencia, tener la razón, triunfar, etc. Éste es el motivo profundo por el cual las victorias o derrotas políticas o deportivas son tan importantes para la mayoría de las personas. No se trata de una simple elección de presidente o de ganar un campeonato, se trata de que allí está en j...

Índice

  1. Cubierta
  2. Contratapa
  3. Biografía del autor
  4. Portada
  5. Índice
  6. Dedicatoria
  7. Agradecimientos
  8. Prólogo I
  9. Prólogo II
  10. Introducción. Desmitificar la meditación
  11. Primera parte. La meditación primordial y el modelo interacciones primordiales
  12. Segunda parte. Meditación primordial. Habitando el cuerpo vivo y consciente
  13. Tercera parte. Práctica de la meditación primordial
  14. Apéndice
  15. Créditos
  16. Otros títulos de esta editorial