El patriarcado no existe más
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El patriarcado no existe más

Roxana Kreimer

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El patriarcado no existe más

Roxana Kreimer

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Información del libro

Con el objetivo de realizar una evaluación objetiva de la mayoría de las problemáticas que ocupan al feminismo hegemónico, y guiado por un criterio científico, este libro examina si es cierto que las mujeres ocupan pocos cargos jerárquicos en las profesiones que prefieren, qué impacto tiene la maternidad en la economía femenina, cómo puede ser analizado el problema de la evidencia, el de las denuncias falsas y el del sexismo y las desventajas que padecen los hombres, entre muchas otras cuestiones. Nunca antes se reunió en un solo libro un abanico tan grande de temas que permitan adquirir una mirada panorámica y al mismo tiempo detallada sobre la agenda social y política el feminismo actual.

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Información

Año
2020
ISBN
9789505567867
Categoría
Social Sciences
Categoría
Gender Studies

IV. NO ES SEXISMO: HOMBRES Y MUJERES PREFIEREN EN PROMEDIO OFICIOS Y PROFESIONES DIFERENTES

Hombres y mujeres a menudo no tenemos la misma visión sobre las cosas. Contamos con una común humanidad, pero mientras como especie el Homo sapiens apareció hace unos 300.000 años, vivió en comunidades de cazadores-recolectores hasta hace apenas 10.000 años, momento en el que aparecieron la agricultura y la ganadería. Como hemos visto en los capítulos anteriores, a lo largo de los miles de años que el Homo sapiens fue cazador-recolector, hombres y mujeres enfrentaron estrategias adaptativas distintas que se derivaron de los diversos desafíos que resultaron de la división del trabajo: ellas dedicaban más tiempo al cuidado de los niños y a recolectar frutos y semillas, y ellos a cazar. La mujer y el hombre promedio heredaron mecanismos psicológicos innatos o adaptaciones que los hacen focalizar más en unos intereses que en otros. Esto se manifiesta en la preferencia de temas de conversación, en los consumos culturales, en los programas de televisión y de radio que oímos, en los oficios en los que trabajamos y en la elección de profesiones. Hablamos de preferencias, no de capacidades.
Hemos visto cómo en el feminismo hegemónico predomina un paradigma constructivista según el cual no habría diferencias en los cerebros de hombres y mujeres. Desde el punto de vista psicológico, no habría ninguna diferencia significativa entre los sexos, una afirmación que como hemos visto contradice un muy voluminoso cuerpo de evidencias científicas de las que hemos dado cuenta en la primera parte de este libro, donde sostuvimos que tanto la biología como la cultura influyen en nuestras preferencias promedio. El feminismo hegemónico llamará “determinismo biológico” a esta perspectiva, desoyendo que una y otra vez se repite que ambas cosas –biología y cultura– influyen.
La consecuencia lógica de este extremo reduccionismo sociológico es la afirmación de que la biología no jugaría ningún papel en las elecciones de hombres y mujeres. Como absolutamente todo sería consecuencia de la influencia social, si no hay 50 % de mujeres en un área, eso sería consecuencia de (1) conductas sexistas, o (2) reproducción de estereotipos (según la cual, como ellas no verían a muchas mujeres en ese campo, deciden dedicarse a oficios “propios de mujeres”). La política social que a su modo de ver se ajusta a ese esquema es la de los cupos, ya que por un lado derribarían el supuesto sexismo, y por el otro, si no hubiera sexismo, mostrarían modelos de mujeres en diversos oficios con sobrerrepresentación masculina, algo que inspiraría a otras mujeres a elegirlos.
En este capítulo analizaremos los trabajos que en promedio prefieren hombres y mujeres y en el último apartado nos referiremos a las políticas de cupo o cuotas (este último término es el utilizado fuera de Argentina).

¿Qué oficios en promedio prefiere cada sexo?

Resumamos algo de lo que vimos en capítulos anteriores. Recordemos las investigaciones sobre la preferencia promedio de las mujeres por el trabajo con personas y la preferencia promedio de los varones por el trabajo con objetos y sistemas (abstracciones). La teoría sobre la dimensión personas/cosas surgió de los trabajos de Richard Lippa (1998) y Rong Su (2009), que se realizaron con más de medio millón de personas. No toda mujer prefiere trabajar con personas, pero la diferencia que arroja el estudio de Su es de d = 0.93, una de las más grandes que puede existir en psicología social. Recordemos también la teoría de la empatía-sistematización desarrollada por el psicólogo de la Universidad de Cambridge Simon Baron-Cohen. En el comienzo del libro, señalamos que Baron-Cohen es uno de los máximos referentes mundiales en materia de autismo. Su teoría sugiere un esquema de clasificación de individuos basado en su capacidad de empatía y en su capacidad de sistematización (Baron-Cohen, 2004). Por empatía se entiende la capacidad de percibir e identificarse con las emociones de otras personas, y de responder de manera adecuada. La sistematización se define como un mecanismo que promueve en el cerebro la construcción de sistemas basados en el reconocimiento de patrones y en la abstracción. También existe una gran variabilidad “intragénero”, de modo que hay una enorme cantidad de mujeres que “sistematizan” mejor que muchos hombres, y de hombres que “empatizan” mejor que muchas mujeres. Baron-Cohen llegó a esta teoría de manera indirecta, investigando el autismo, un trastorno psicológico que se produce en individuos que combinan coeficientes extremadamente altos de sistematización y extremadamente bajos de empatía. Hay cuatro veces más autismo en los varones que en las mujeres.
Tal como se podrá constatar con los datos que consignamos más adelante, hay más mujeres en trabajos sociales, focalizados en personas o en lo vivo: por ejemplo, cajeras, vendedoras, docentes, psicólogas, médicas, enfermeras, biólogas, secretarias, veterinarias, odontólogas, maquilladoras, peluqueras, empleadas de call centers, traductoras, azafatas, modelos, mozas, artistas plásticas, pedicuras, docentes de literatura. Es muy evidente el interés de las mujeres en las áreas vinculadas con el cuidado y la salud, donde están sobrerrepresentadas en relación a los varones. Y hay más hombres en trabajos focalizados en objetos y en sistematizaciones (abstracciones): choferes, mecánicos, vendedores de tecnología, metalúrgicos, electricistas, plomeros, gasistas, ingenieros, físicos, ajedrecistas, matemáticos, obreros de la construcción, editores de cine, directores de cine (aunque obviamente también se trabaja con personas, es necesario tener un dominio de la tecnología), youtubers (presumiblemente porque la mayoría edita los videos por su cuenta, las mujeres youtubers son minoría), instrumentistas de música, compositores, iluminadores, sonidistas, filósofos, fotógrafos, vendedores de cámaras de fotos, economistas, pilotos de avión, inventores, humoristas. La mayor parte de los trabajos en ingeniería, matemáticas, física y ciencias de la computación están orientados a proyectos que resuelven problemas creando algo nuevo o revelando algún conocimiento sobre un “sistema”, que puede ser cualquier cosa que vaya desde la mente humana hasta el cosmos.
Siempre estamos hablando de promedios y es importante no confundir la frase “La mayor parte de los matemáticos son hombres” con “La mayor parte de los hombres son matemáticos”. Sólo una minoría de varones se interesa por las matemáticas, pero dentro del reducido grupo de personas que se dedican profesionalmente a las matemáticas, la mayoría son varones.
En el caso de los hombres, se agrega una mayor propensión a desarrollar trabajos peligrosos: pescadores de alta mar, metalúrgicos, operarios de oficios de riesgo como colgar grandes carteles en altura o armar tarimas en espacios públicos, y también una mayor propensión a desarrollar trabajos con un fuerte elemento de competencia, como es el deporte, donde ellos constituyen la inmensa mayoría de profesionales (y espectadores).
Examinemos con cifras en la mano cómo la teoría de la dimensión personas-cosas de Richard Lippa y la teoría de la empatía-sistematización de Simon Baron-Cohen encuentran un poderoso respaldo empírico (mujeres más interesadas en trabajos sociales y focalizados en lo vivo, y hombres más interesados por trabajos centrados en objetos y abstracciones).
Para saber qué oficios desarrollan con mayor frecuencia las mujeres, veamos primero algunos datos que aporta el estudio “Mujeres en el mercado de trabajo argentino”, publicado por el Ministerio de Trabajo en 2018. La presencia femenina es importante en hoteles, restaurantes y otros servicios comunitarios, sociales y personales. En el otro extremo, la presencia femenina es marginal en los sectores como construcción, transporte y almacenaje, en los que los requerimientos de fuerza física son decisivos en la contratación. Este supuesto hoy en día es relativo, ya que el desarrollo tecnológico ha permitido, en muchos casos, anular los requerimientos del uso intensivo de la fuerza. Aún así, hay menos mujeres en esas áreas.
Las mujeres representan 94,7 % de las trabajadoras domésticas, 68,4 % de los trabajadores de los servicios de salud, 73,3 % del total de la enseñanza, 56,1 % de las tareas jurídico legales y 52,3 % de la gestión administrativa.
En los oficios en los que están subrepresentadas, son el 0,3 % de los trabajadores de la construcción y el 13,18 % de los empleados de transporte.
En el extremo opuesto, las mujeres también están sobrerrepresentadas en las ocupaciones de más alta calificación (profesionales y, especialmente, técnicas), en correspondencia con su presencia en la prestación de servicios educativos y de salud.
En cambio, los varones cuentan con una presencia mucho mayor en las tareas extractivas y de construcción (96,8 %), las actividades agrícolas (90,9 %), las de auxiliares de producción (85,3 %) y las industriales (77,5 %). Todo esto a pesar de que hoy en día, para ciertas tareas, muchas de las tecnologías disponibles no requieren del uso de fuerza física, que podría justificar la contratación masculina.
El trabajo en call centers parece ser mayoritariamente femenino. En distintos países del mundo, el 80 % de las que trabajan son mujeres (iProfesional, 2017). ¿Por qué? Según el supervisor de uno de sus locales, porque tienen la opción de establecer jornadas más cortas de trabajo y resulta compatible con la maternidad (algo que nos muestran las estadísticas oficiales a nivel macro: las mujeres en promedio pemanecen menos horas en el mercado laboral). Cobran menos que un panadero (17.000 pesos argentinos de promedio versus 24.000pesos argentinos del panadero, que recibe el equivalente a dos sueldos mínimos). Otra hipótesis es que hay más mujeres porque es un trabajo social, requiere destrezas lingüísticas y no está centrado en objetos.
Dentro de una misma disciplina hay más hombres o mujeres según la especialidad. Existen más dermatólogas mujeres y más cirujanos varones, más abogadas de familia y defensoras de menores en el Ministerio Público Fiscal y más abogados penalistas y especializados en economía y filosofía del derecho (disciplinas considerablemente abstractas), más contadoras mujeres y más economistas varones.
Las mujeres son mayoría en las carreras y ocupaciones que están vinculadas con la salud y con el cuidado, lo que no puede menos que remitirnos al hecho de que durante la mayor parte de su existencia como especie las mujeres dedicaron una parte importante de su tiempo vital a la crianza de los hijos. Recordemos, nunca está de más repetirlo, que nada de lo dicho en este capítulo nos informa sobre capacidades, sino sobre preferencias promedio en las que biología y cultura están relacionadas. En el pasado, no había modelos de médicas endocrinólogas y de odontólogas, y sin embargo hoy muchísimas mujeres eligen serlo. Como vimos en capítulos anteriores, desde el encuadre de la psicología evolucionista se postula que “módulos” –“programas de computadora” que operan en el cerebro, como la propensión al cuidado– pueden haber persistido como una v...

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