Mujeres que vistieron de hombre
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Mujeres que vistieron de hombre

  1. 298 páginas
  2. Spanish
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  4. Disponible en iOS y Android
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Mujeres que vistieron de hombre

Descripción del libro

Elena de Céspedes que en el siglo XVI se convirtió en la primera mujer cirujano, la descubridora y aventurera Isabel Barreto de Mendaña, que por aquella misma época pasó a la historia como la primera mujer Almirante, Catalina Erauso Pérez, conocida como "La Monja Alférez". Soldado, aventurera y comerciante. Concepción Arenal, escritora y feminista, Hannah Snell "Marine" de S.M. británica en el S XVIII, Jeanne Baret, la científica que dio la vuelta al mundo vestida de hombre hace dos siglos y medio, carpintera naval, escritora, aventurera y viajera o Miss Margaret Ann Bulkley, que sirvió en el ejército británico como "Doctor James Barry"…

Todas ellas tienen algo en común: tuvieron que hacer uso del anonimato vistiéndose de hombre para llevar a cabo sus objetivos. Vicenta Márquez de la Plata reúne esta sorprendente colección de historias que por primera vez se dan cita en un libro y nos hace recapacitar sobre las dificultades que la mujer tuvo que afrontar para cumplir sus sueños. Una acertada recopilación de aventuras.

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Información

Editorial
Casiopea
Año
2021
ISBN del libro electrónico
9788412318814

Mary Lacy (1740 - ¿?)

“William Chandler”
Carpintera naval. Escritora. Aventurera y viajera
Según ella misma confiesa en sus memorias, Mary Lacy nació en el lugar de Wickham, del condado de Kent, Inglaterra, el 12 de enero de 1740. Confiesa ella misma que de Wickham sus padres pronto se trasladaron a otro sitio: Ash, del cual tenía muchos más recuerdos que de aquel que casi no había conocido: Wickham.
Tuvo el matrimonio un hijo varón y dos hijas, de las cuales Mary era la mayor. La familia era pobre y sus padres trabajaron duramente para sustentar a sus hijos. A pesar de su escasez de medios desearon dar a sus hijos alguna educación para mejor prepararles al futuro.
En sus memorias Mary Lacy declara sinceramente que ella era una mujer rebelde desde su más tierna edad. Desobediente, indisciplinada y algo mentirosa si ello la ayudaba a salirse con la suya. Una de las razones por las que su madre le llevó a la escuela nos lo dice ella misma: para mantenerme lejos de la calle de otros problemas ya que siempre me estaba metiendo en líos...les era difícil mantenerme dentro de unos límites aceptables de lo que se esperaba de una niña.

PRMERAS ENSEÑANZAS. TRAVESURAS

Como quiera que fuese aprendió las primeras letras y para continuar su educación su madre le buscó una escuela gratuita “de caridad” - nos explica Mary – en donde bajo el cuidado de la señora R…. continuó los estudios iniciados. Esta dama conocía a sus padres y se tomó especial interés en que la niña aprovechase las clases, sobre todo que dominase a lectura. En verdad, dice Mary, la señora R…. fue una madre para mí.
Con ella estuvo algún tiempo y la señora viendo que la niña era habilidosa, mirando por lo que ella pensó un futuro de esposa y madre, también le enseñó a tejer y a coser. Tejía guantes, gorras y calcetines, tal vez la buena señora vendía lo que Mary tejía, no lo sabemos por cierto, pero el caso es que por cada pieza que esta tejía, R… le ponía una moneda en una hucha de modo que a la larga ella tuvo unos pequeños ahorros, de allí podía sacar algo para sus gastos, que por cierto eran nimios, pero para ello debía tener la aquiescencia de la señora, y no solo eso sino que la misma señora le compraba lo pedido.
Con esta “educación” y este poco dinero ella dejó de ser una carga en su casa y se acostumbró desde pequeña a una cierta independencia.
Según crecía se acostumbró a hacer recados y pequeños servicios para los vecinos y ello fue nefasto para la criatura: se acostumbró y tomó gusto a vagabundear por las calles y también a hacer extrañas conexiones con gente nada recomendable. Trabó amistad con un chico gandul y andariego como ella y entrambos cavilaron “tomar prestada” una silla de montar y de paso el caballo que iba con ella, caballo y silla pertenecían a John, el carnicero del lugar: tomamos ambos, ensillamos el caballo y montamos por los prados hasta que nos hartamos, luego retornamos el animal y su silla al lugar de donde lo habíamos tomado…Ello, si bien no era en puridad un robo, sí era una travesura que auguraba cosas menos inocentes en el futuro.
Como consecuencia inmediata de esta travesura Mary descubrió que le encantaban los caballos y que el ejercicio de la equitación era lo mejor del mundo, tanto es así que estaba dispuesta a hacer recados lejanos siempre que le prestasen un caballo para ir y volver.

ADOLESCENCIA

Llegó la adolescencia y como suele suceder, y ella misma confiesa, llegué a la conclusión de que mi madre era mi peor enemigo y ella explica que le pegaba, tal vez con razón, pero también que ella tras llorar un rato regresaba a la calle a vagabundear y a sus amistades, sin querer volver pues le esperaba un castigo ya que nunca estaba a tiempo encasa.
Tras varias fechorías y jugarretas, la madre de Mary pensó que lo mejor sería buscarle un trabajo sirvienta en alguna casa ya que entonces no tendría tiempo de correr por las calles con sus amigos. Así le buscó un trabajo en casa de Mary Richardson, que era una hija de la que había sido su maestra. Mary Richardson tenía siete hijos y sin duda necesitaba ayuda con tal prole. Con ella permaneció como criada algo más de un año, pero luego su madre pensó que debía volver a la escuela para que no solo supiese leer, si no también escribir con corrección.
Durante un año permaneció Mary en la escuela, luego fuese a trabajar con una hermana mayor de la que había sido su maestra, esta nueva señora estaba casada con un zapatero el cual tenía un buen negocio la extremo de que empleaba hombres para cumplir con todos los encargos. Todo les iba bien, eran felices y tenían tres hijos pero Dios llamó a sí al zapatero y su esposa ya viuda se puso a trabajar como sombrerera para lo que era muy habilidosa. A pesar de que había menos dinero no despidió a su criada y sabemos que siempre fue bondadosa y amable con ella.
Mary Lacy en sus memoras confiesa que por entonces ella no apreciaba esta bondad de su ama y que “era insensible al buen trato que siempre me dispensó” Cosas de la edad. Continuando la historia de nuestra joven, su ama intentó enseñarle a manejar a aguja con destreza, tal vez pensando en iniciarle en el arte de hacer sombreros y ganarse la vida como ella hacía. Muchos sinsabores me habría ahorrado si hubiese aprovechado sus enseñanzas... Tenía tan poco seso que estaba siempre descontenta y fingía estar enferma para poder ir a casa y allí contarle a mi madre historias de tratos malos…
Así continuó la joven quejándose cuando la verdad es que a ella lo que le incomodaba era estar dentro de casa y cualquier pretexto era bueno para salir y ramonear por las calles, además por entonces cogió gusto la danza y deseaba salir para buscar sitios en donde bailar. En cierto modo ello fue su perdición pues en uno de estos lugares conoció a un joven que pronto fue su novio y entonces sucedió que además de estar descontenta en el servicio de su ama añadió el descontento de solo estar a gusto cuando estaba con su pretendiente bailarín.
Dejando solos a los niños se escapaba por la noche para poder bailar con su enamorado galán. Sucedió una noche que uno de los niños se despertó en la noche y llamó a voces a Mary, pero esta no le oyó porque estaba en algún sitio lejano. Se despertó la madre con los gritos y vio que Mary no estaba y sospechó que se hallaría en casa de un vecino que tocaba el violín en donde se reunían los jóvenes para bailar. Allí fue la madre y efectivamente encontró a su sirvienta pasando un rato con su enamorado mientras bailaba sin acordarse de los niños ni de nada por el estilo.
Al día siguiente me reconvino como lo haría una madre y me dijo que era una mala cosa que fuese con esta gente y otras consideraciones por el estilo pero ella no apreció la bondad de la señora que no le había despedido si no simplemente aconsejado y Mary, que por entonces tenía dieciséis años, se despidió de esa casa y se fue de vuelta a la suya con su padre y su madre. Desde entonces buscaba cualquier ocasión para ir a bailar con su pretendiente. Se sentía liberada y sin obligaciones más que la de divertirse.
Pasado un tiempo un caballero de Ash le ofreció un empleo en su casa y aunque fue allí estaba siempre pensando en sus bailes y su supuesto pretendiente. Por otro lado este acompañante jamás le había hecho ninguna promesa y esto tenía a Mary fuera de sí. Ni su madre ni sus amigos sabían cuánto amaba la joven a su compañero de baile.
Para empeorar las cosas sucedió que un día vio a su amado hablando con otra y ello le destrozó el corazón, en ese mismo momento tuvo la idea de vestir de hombre, dejar para siempre aquel lugar, desaparecer y buscar otro lugar, otra vida. Estaba tan impresionada por haber visto a su amigo con otra joven, que aunque pensó en irse, no pensó hacia dónde dirigirse ni que haría cuando estuviese lejos, tampoco pensó, ni le importaba, cuanta preocupación y pena traería su acción a sus padres, ya ancianos
Con este propósito en mente tomó de la casa de su amo todo lo necesario para vestirse de hombre y lo que le faltó lo tomó de su casa. Todavía era una adolescente y le faltaba el sentido del peligro y el de la planificación.

LA HUIDA

El primero de mayo de 1759, se levantó al romper el alba y saliendo sin hacer ruido se lanzó a la aventura que marcaría toda su vida. Abandonó la casa en donde había trabajado sin decir anda a nadie y sin haberse despedido ni de su amo ni mucho menos de sus padres. Vagabundeando como era su costumbre, llegó a un lugar llamado Wingham en donde para su alborozo se celebraba una feria. Allí anduvo de un lado para otro hasta que cayó la noche, entonces se dio cuenta de que no tenía donde dormir y acercándose a una posada o mesón ajustó por dos mínimas monedas el derecho a dormir bajo techo. Solo tenía cinco monedas. Mañana ya no podría dormir recogida en algún sitio.
Se levantó tarde y se echó al camino, había decidido dirigirse hacia Canterbury, en realidad sin saber por qué. Iba sin prisa cuando por el camino paso el carro que llevaba el correo postal, el carricoche iba sin prisas, tirado por un cansino caballo y un conductor adormilado; aprovechando la tesitura ella se subió en lo que hoy llamaríamos “parachoques” de atrás e hizo el viaje cómodamente y sin pagar nada por el transporte. Cuando supuso que el carricoche iba a parar saltó de su sitio y se escabulló, no quería que el cochero supiese que había traído un polizón a bordo, acaso quería seguir camino por el mismo sistema.
Llegados a Chatman, Mary – que había decidido llamarse William Chandler 69- determinó quedarse allí. Nunca había estado tan lejos de su hogar y el lugar le parecía ya el fin del mundo. Pronto se dio cuenta de que no tenía dinero para nada, ni para buscar alojamiento ni para una comida decente. Con lo que tenía compró un poco de pan y queso y caviló que hacer para encontrar su próxima comida. Ni pensar en dinero para pagar hospedaje.
Con estos interrogantes en mente recorrió las calles de arriba abajo hasta que oscureció. Finalmente, no lejos vio una granja y sin decir nada a nadie buscó el pajar y allí pasó la noche; al menos no estaba a la intemperie. Se levantó pronto y salió otra vez a caminar por la calle. Por fortuna para ella halló un grupo de carboneros que estaban haciendo su primera comida antes de empezar su trabajo y le dieron algo de lo que ellos comían.

WILLIAM CHANDLER MARINERO

Mientras continuaba su paseo un hombre, que al verlo le tomó por un joven desocupado, le pregunto si estaría dispuesto a hacerse a la mar. Como no tenía nada en mente para ganarse la vida ella contestó que sí, que estaría “dispuesto” a embarcarse y el hombre le dijo a dónde tenía que ir. Llegado al lugar dijo quien le enviaba y le dejaron subir al barco.
Al verlo tan joven por divertirse un poco le preguntaron qué puesto le gustaría más y él (ella) contestó sin vacilar que el de arti...

Índice

  1. Prólogo
  2. Elena de Céspedes (1546 - ¿?)
  3. Isabel Barreto de Mendaña (1567?-1620)
  4. Catalina Erauso Pérez (1592 – 1635)
  5. Doña Concepción Arenal (1820 - 1893)
  6. Hannah Snell (1723-1792)
  7. Miss Margaret Ann Bulkley (1795 - 1865)
  8. Jeanne Baret (1740-1807)
  9. Mary Lacy (1740 - ¿?)