Recorrido de la construcción en Freud
El término «construcción» es conocido especialmente por el modo en que Freud lo destacó en uno de sus artículos más tardíos: «Construcciones en el análisis» (1938). Pero es importante tener en cuenta que allí se hace una recapitulación sobre un concepto que está presente desde el inicio en su obra y que tiene una diversidad de significaciones. Ahora bien, esta diversidad no implica confusión. Por el contrario, revela que tiene conexiones profundas con los presupuestos del pensamiento freudiano. Por tanto, revisar estas distintas significaciones y ver la conexión entre unas y otras nos permitirá entender mejor de qué se trata.
La lista de artículos en los que podemos encontrar alguna acepción de «construcción», u otros términos relacionados con la problemática que está en juego, es larguísima. Desde «Psicopatología de la vida cotidiana» hasta «Esquema del psicoanálisis», pasando por «El delirio y los sueños en la Gradiva de Jensen», «Sobre las teorías sexuales infantiles», «El hombre de las ratas», «El caso Juanito», «El Hombre de los lobos», «Pegan a un niño», «Un caso de homosexualidad femenina», «Más allá del principio del placer», «Sobre algunos mecanismos de los celos, la homosexualidad y la paranoia», «El yo y el ello», «Presentación autobiográfica», «Inhibición, síntoma y angustia»... Constituyen una larga lista, a la que habría que añadir algunos más, textos en los que se hallan otras referencias significativas.
Empecemos por el final, o casi. ¿De qué se trata en este artículo de 1938, en el que Freud examina retrospectivamente lo que considera un elemento decisivo del dispositivo analítico, en particular el que corresponde a un modo de acción del analista que opone al de la interpretación? Elemento que, por otra parte, parece considerar que sus discípulos no han interpretado correctamente o no le han dado la importancia requerida. Pues no deja de ser significativa esta recapitulación en la parte final de su carrera y también de su existencia.
Como ya hemos dicho antes, la operación del análisis es concebida por Freud fundamentalmente como un levantamiento de la represión que permitiría acceder al recuerdo reprimido. El problema, que se empieza a constatar con relativa rapidez en la práctica del análisis, es que los recuerdos no siempre acuden o son insuficientes y de este modo parece haber partes de la historia del paciente que no son accesibles al dispositivo, puesto que no emergen a través de la asociación libre. Sin embargo, a partir de su experiencia, Freud considera –y éste ya es un postulado peculiar– que a diferencia de lo que le ocurre al arqueólogo, que se tiene que conformar a veces con restos muy fragmentarios a partir de los cuales reconstruir la civilización que investiga, el psicoanalista cuenta con la ventaja de que, aunque no sea accesible al recuerdo, la historia del sujeto está ahí siempre disponible, inscrita de algún modo. Y considera también que el análisis puede producir o provocar algún tipo de acceso a ese material oculto, por así decir, que no se presenta de entrada pero que en determinadas condiciones podrá ser evocado. Una de las formas al alcance del analista para favorecer esa evocación sería, precisamente, la comunicación de determinadas construcciones al paciente.
Ahora bien, las condiciones de esta evocación suscitan diversas cuestiones. En «Recuerdo, repetición y elaboración» (1914), Freud había planteado ya que parte de lo que no es accesible directamente al recuerdo deja sus huellas en la repetición y que, mediante su inclusión en el terreno de la transferencia, esta repetición puede llegar a convertirse en recuerdo. Desde entonces, las condiciones de la rememoración y su relación con las condiciones mismas del dispositivo analítico empiezan a plantearse en una perspectiva compleja, en relación con ese factor decisivo que es la transferencia.
Pero en este artículo de 1914 Freud no se refiere al problema de la construcción. Se refiere a otro recurso del análisis, que es ampliar el ámbito de lo interpretable a partir de la inclusión de los síntomas en la transferencia, lo cual produce en ellos cambios de significación. Esto concierne a la cuestión de la transferencia como puesta en acto por medio de la repetición y por tanto al surgimiento de nuevo material interpretable. No específicamente a la cuestión de las construcciones.
Pero, como veremos, el término «construcción» está desde el mismo origen en los trabajos de Freud.
Formaciones del inconsciente y fantasías
Los primeros usos sistemáticos del término «construcción» en la obra de Freud se encuentran en la teoría de los sueños y no se refieren a la acción del psicoanalista, ni mucho menos. Se usa este término, por ejemplo, cuando se está hablando del material mnémico (los recuerdos), que contribuyó a la «construcción de un sueño». Y es en este mismo contexto donde plantea la relación existente entre el tipo de construcción que rige en los sueños y en las fantasías de las que «dependen los síntomas histéricos», precisando que no hay una relación directa entre síntomas y recuerdos, salvo a través de las propias fantasías, entendidas también como «construcciones». Por otra parte, Freud advierte que no se pueden establecer inferencias acerca de «la construcción y el modo de trabajo» de la mente por medio de un sueño o cualquier otra operación tomada aisladamente. Siempre será preciso el estudio de una serie de «operaciones psíquicas» que demuestran «elementos de constancia necesaria». En consecuencia, las hipótesis que se construyen –otra acepción más del término– en la interpretación de los sueños durante una cura deben aguardar hasta poder «acoplarse a los resultados de otras investigaciones». En el escrito breve «Sobre el sueño», Freud señala que los pensamientos oníricos constituyen un «complejo onírico de una construcción enredada», cuyos fragmentos mantienen entre sí las más diversas relaciones lógicas.
Unos pocos años más tarde lleva a cabo el mismo análisis en su trabajo sobre «El chiste y su relación con lo inconsciente» (1905), concebido como una formación que estaría construida mediante recursos lógicos, y sobre todo verbales, análogos a los mecanismos del sueño. El mismo análisis del chiste tomado de una obra de Heine, el del «famillonario», da lugar al comentario de Freud de que existen otros chistes «construidos» como éste. Freud llega a la conclusión de que se podría «ceder a la tentación» de construir...