Más allá del vicio y la virtud
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Más allá del vicio y la virtud

Por qué la ley penal puede ser una herramienta (o un obstáculo) para defender los derechos sexuales, reproductivos y de género

Alice Miller, Mindy Roseman

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Más allá del vicio y la virtud

Por qué la ley penal puede ser una herramienta (o un obstáculo) para defender los derechos sexuales, reproductivos y de género

Alice Miller, Mindy Roseman

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El uso del derecho penal para regular el sexo, el género y la reproducción tiene una larga historia, pero en las últimas dos décadas, la expansión de las demandas en torno a los derechos sexuales y reproductivos y la movilización social creciente para promoverlos en todo el mundo han venido acompañadas de tensiones y contradicciones alrededor del rol de la ley penal en las vidas íntimas de las personas. ¿Hasta dónde la intervención de la justicia en esta esfera de la experiencia humana garantiza la autonomía y cuándo, por el contrario, refuerza estereotipos y normatividades?Así, mientras hay demandas para liberalizar prácticas que antes se penalizaban (por ejemplo, las relaciones sexuales extramatrimoniales) también se promueve penalizar prácticas que antes no se sancionaban (por ejemplo, las relaciones sexuales forzadas dentro del matrimonio). Y mientras en algunos países se impulsa la pena de muerte para los homosexuales, en otros se la intenta imponer para quienes los asesinan. El aborto y los derechos reproductivos, el HIV, el trabajo sexual y la prostitución, el tráfico de personas, la violencia sexual en todos los géneros, las sexualidades diversas son todos campos en los que el activismo judicial enfrenta desafíos que lo interpelan profundamente.En este libro, que reúne a las voces más destacadas en los debates feministas contemporáneos y viene a llenar un vacío de textos en español sobre este tema, se analiza cómo el derecho penal se ha utilizado para producir modelos normativos de sexualidad, género y reproducción, y, a la inversa, cómo algunas herramientas jurídicas pueden usarse para alterar esa norma. Académicos, académicas, promotores y promotoras de los derechos humanos de todo el mundo escriben desde diversas disciplinas, geografías y espacios de acción (los derechos de las mujeres, de las personas homosexuales, de los trabajadores y trabajadoras del sexo, el activismo en torno al HIV) para coincidir en un punto: no se pueden ignorar las profundas fallas en el funcionamiento de la justicia penal cuando lo que está en juego es la vida íntima, pero tampoco renunciar a ella si se pretende ampliar derechos.

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Información

Año
2021
ISBN
9789878010663
Edición
1
Categoría
Law
Parte III
Preocupaciones nacionales contemporáneas
9. Wanja Muguongo en conversación con Alice M. Miller
Wanja Muguongo se describe a sí misma como una feminista queer africana y una firme militante por los derechos humanos y la justicia social. Su organización, UHAI EASHRI (Iniciativa de Salud y Derechos Sexuales de África Oriental), es un fondo de activismo indígena que ofrece “recursos flexibles y accesibles para apoyar el activismo en la sociedad civil en torno a temas de sexualidad, salud y derechos humanos” en la región de África Oriental (Kenia, Uganda, Tanzania, Ruanda y Burundi), enfocado específicamente en los derechos de las minorías sexuales.[655] UHAI EASHRI busca construir un movimiento fuerte, diverso y organizado por el cambio a través de subvenciones, el apoyo operativo, conferencias y planificación.[656]
Alice Miller [AM]: Wanja, su trabajo sobre sexualidad, derechos y salud como defensora y patrocinadora en África Oriental la ubica directamente en los temas actuales sobre las políticas en materia de diversidad, en particular los relativos a las políticas sobre homosexualidad. En el torbellino del discurso tendencioso y el debate que se ha globalizado, o que quizá fue empujado a la geopolítica global en torno al sexo, usted ha establecido una clara postura que llama a prestar atención a lo local: la política local y los actores locales, y la forma en que sus intereses y prácticas se conectan con los debates globales, los manipulan y se instrumentalizan en ellos. Dado que estos debates sobre sexualidad, derechos y salud transitan entre lo global y lo local, ¿a qué deberíamos prestarle atención en cuanto a “lo local”?
Wanja Muguongo [WM]: Me gustaría comenzar nuestra conversación estableciendo la premisa de que el mayor impacto de las leyes penales en torno al sexo y las personas con expresiones no normativas del género en África Oriental se produce a través de las leyes de vagancia y orden público. Estas leyes posibilitan la vigilancia, el abuso y la represión generalizados sobre la base de la desviación sexual o de la identidad de género sin mencionar una conducta sexual. Por lo tanto, no provocan el repudio, el seguimiento y las campañas para terminar con su aplicación abusiva en comparación con la atención que atraen las leyes de “sodomía” y antihomosexuales.
Las leyes de vagancia, las leyes de orden público y otras ordenanzas administrativas tienen un denominador común: todas permiten que el poder del Estado se use con impunidad en nombre del orden social y del bien común de los grupos dominantes de la sociedad. Las personas que están en situación de riesgo lo están por su vulnerabilidad en el espacio público, ya sea por su pobreza, por vivir en barrios de bajos ingresos, por su visible no adecuación a la normatividad del género y de la identidad sexual, o por la falta de otros tipos de contención social.
Mi trabajo con UHAI llama la atención sobre el hecho de que, a pesar de que las fuertes campañas contra las leyes relativas a las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo (llamadas estatutos de sodomía) y las luchas igual de intensas contra las leyes de prostitución son importantes para los derechos, muchas de las leyes que reprimen la no adecuación a los parámetros normativos del sexo y del género nunca mencionan la palabra sexo. Estas leyes y prácticas también deberían estar en el centro de la defensa y promoción de los derechos sexuales.
AM: La recuerdo dando una conferencia en Yale en la que no había comenzado con el habitual reclamo de abordar la “homofobia en África” y la “exportación de la homofobia desde los Estados Unidos por parte de estadounidenses de derecha”,[657] sino con un complejo relato sobre actores, política nacional y figuras regionales en el que las luchas de África Oriental –por respuestas equitativas a las necesidades de salud y vivienda, el acceso a los recursos, la igualdad de género y los mecanismos de rendición de las cuentas públicas– estaban entretejidas en su historia de cómo los eslóganes políticos con pedidos de represión legal de la “homosexualidad” se habían convertido en algo tan central para el éxito político local. En su discurso, usted precisó cómo los relatos transnacionales y las fuerzas locales se combinaron para manipular los debates públicos a la manera de la política populista. También expuso la forma en que las resistencias locales con frecuencia fueron socavadas y en ocasiones fortalecidas por acciones transfronterizas de supuestos aliados.
WM: A UHAI le interesa construir desde los cimientos, fortalecer primero las voces de los organizadores y activistas locales, y luego llevar nuestras voces, experiencias, conocimientos y estructuras a la política local, a toda la región y a nivel global. UHAI funciona de diversas maneras interrelacionadas: financia, fortalece la capacidad, facilita la promoción y defensa de derechos humanos, y realiza investigaciones, como la elaboración de informes de los que hablaremos más adelante en nuestras conversaciones.
Las nuevas leyes y el contexto legal de 2014 han modificado algunas de nuestras actividades, pero otras se mantienen igual. En 2014, Uganda aprobó un proyecto de ley antihomosexualidad que ampliaría la penalización de las relaciones entre personas del mismo sexo y penalizaría a los individuos y grupos que apoyan los derechos de la población LGBTI.[658] Más adelante en ese año, el Tribunal Constitucional de Uganda derogó la ley. El país también aprobó una amplia ley antipornografía que prohíbe “la representación de las partes sexuales de una persona con el fin principal de excitar sexualmente”.[659] La sanción de la ley inmediatamente dio lugar a ataques públicos contra mujeres en minifalda, en los que los perpetradores alegaban que estaban ayudando a hacer cumplir la ley.[660] Tanto en Kenia como en Tanzania ha existido lobby para que las leyes de sodomía sean más estrictas, y un legislador keniata ha presentado un proyecto de ley para hacer que las conductas homosexuales sean castigadas con pena de muerte o prisión perpetua.[661] Tanzania también ha cancelado organizaciones no gubernamentales de la sociedad civil por promover los derechos de las personas homosexuales.[662] UHAI y sus organizaciones asociadas han participado intensamente en litigios, cuestionando las recientes leyes antihomosexuales.[663]
En UHAI, también hemos estado trabajando para desarrollar espacios y herramientas para las trabajadoras sexuales y aquellas personas con identidades no normativas de género y sexual para que se desenvuelvan y defiendan por sí mismas en clave de derechos, así como ideas generales de justicia social, ciudadanía y pertenencia política. En 2010, UHAI publicó un informe sobre encuestas acerca del espacio social, político y legal para la diversidad de identidades de género y sexual llamado A People Condemned: The Human Rights Status of Lesbians, Gays, Bisexual, Transgender and Intersex Persons in East Africa, 2009-2010.[664] Incluimos una sección sobre las leyes de sodomía, pero también investigamos sobre otras leyes, así como sobre la ausencia de leyes antidiscriminación y otras que garanticen protección contra la violencia y los abusos, como la violación de varones, personas trans y trabajadoras sexuales. También incorporamos las prácticas sociales, la propaganda gubernamental y los mensajes religiosos y de los medios de comunicación sobre estereotipos de género que afectan a todos, incluidas las lesbianas y las personas trans, dos grupos que con frecuencia no se consideran en los estudios tradicionales “enfocados en el colectivo gay”.
AM: Yo también creo que aquí se está dando una relación perfecta de amor-odio con la ley. Por un lado, UHAI ha dicho que “todavía es necesario un uso considerado y específico de las instancias y sistemas de protección de derechos regionales e internacionales para hacer campaña por los derechos LGBTI. Entre las instancias se encuentran la Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos, el Tribunal de Justicia de África Oriental y los comités bajo pactos internacionales de derechos humanos como el Comité de Derechos Humanos y el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales”.[665] Por otro lado, sus comentarios aquí subrayan que usted quiere que advirtamos que el derecho penal es un problema, no solo porque otorga poder, sino también porque es parte de un sistema mayor de incomprensión, estereotipos y desigualdad. Su trabajo y los informes de UHAI se refieren todo el tiempo a la necesidad de la educación pública y la participación plena de las personas cuyas vidas y dignidad están en juego.
Usted también subraya que dotar de sentido a la ley (la manera en que los abogados la aplican y le dan sentido) no puede realizarse solo con trabajo jurídico. Noté que su informe de 2013 ha sido muy crítico de la cobardía de muchos abogados locales que le temen a tomar ciertos casos y de la visión limitada de muchos tribunales nacionales. Su informe cita en extenso un fallo del Tribunal Constitucional de Kenia en respuesta a un demandante que buscaba protección ante discriminación sufrida por su condición de intersexual. En ese caso, el tribunal dijo:
Nosotros [el tribunal] podemos tomar decisiones y formular declaraciones, pero esto tendrá poco efecto considerando que el estigma está anclado en la percepción colectiva, caracterizada por un conocimiento limitado de la sociedad en general sobre la condición intersexual. Pocos parecen apreciar el hecho de que la definición del género para una persona intersexual, a diferencia de una persona trans u homosexual, es una cuestión de necesidad y no de elección […]. La sociedad keniata es predominantemente una sociedad africana tradicional en términos de valores sociales, morales y religiosos […]. No hemos llegado a la etapa en que tales valores que implican cuestiones de sexualidad puedan racionalizarse o consensuarse a través de la ciencia.[666]
Su reporte continúa diciendo: “El prejuicio social contra las personas LGBTI está profundamente arraigado incluso en lo que se esperaría que fueran ámbitos progresistas, incluidos los tribunales […]. Este fallo es la materialización misma del prejuicio social por parte de un tribunal constitucional, que más bien es quien debería ser el custodio de derechos fundamentales para las minorías y los oprimidos”.[667] UHAI parece adoptar una postura compleja, que al mismo tiempo que acepta que la ley siempre encarnará algunos prejuicios, la desafía una y otra vez para superar sus sesgos y límites.
Por otra parte, en mi opinión, su trabajo en ese aspecto es influyente porque interactúa con la ley pero no está limitado por ella. Más particularmente, es influyente por lo que advierto como su expresión de la idea de que debería haber solidaridad y una crítica común de toda la gama de leyes que regulan las relaciones entre personas del mismo sexo, el sexo extramatrimonial, y el sexo por dinero y la autonomía del cuerpo.
Este modelo de solidaridad no ha sido un abordaje habitual en ningún lugar del mundo; UHAI es pionera en esta iniciativa en África Oriental y trabaja con otras ONG del hemisferio sur para traer a otros hacia este enfoque. ¿Cómo ha sido la respuesta de otros grupos LGBTI y de trabajadoras sexuales a este abordaje, en el continente y a escala global?
WM: Este abordaje no es exclusivo de UHAI. Sin duda, hay una conciencia global de que la opresión está interrelacionada y que un abordaje limitado y lineal, que, por ejemplo, ubique en lo alto los “derechos homosexuales” por separado de otros derechos humanos, ignora las complejidades de ...

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