La sociología del cuerpo
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La sociología del cuerpo

David Le Breton, Hugo Castignani

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La sociología del cuerpo

David Le Breton, Hugo Castignani

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El reconocido sociólogo David Le Breton presenta en este volumen una útil y certera genealogía de las teorías que se han ocupado del cuerpo, en donde recorre todas las corrientes sociológicas, filosóficas y antropológicas que históricamente han abordado las lógicas sociales y culturales del cuerpo, los imaginarios en torno a él, y el control político de la corporeidad.La existencia es, en primer término, corporal. El campo de estudio de la sociología del cuerpo es la corporeidad humana como fenómeno social y cultural, materia de símbolo y objeto de representaciones y de los imaginarios. Las acciones que tejen la trama de la vida cotidiana, desde las más banales e inadvertidas hasta las que se producen en la escena pública, implican la intervención de la corporeidad.El cuerpo, moldeado por el contexto social y cultural en el que se sumerge el actor, es ese vector semántico por medio del cual se construye la evidencia de la relación con el mundo. Comprende las actividades perceptivas, pero también la expresión de los sentimientos, las convenciones de los ritos de interacción, gestuales y mímicos, la puesta en escena de la apariencia, los juegos sutiles de la seducción, las técnicas corporales, el entrenamiento físico, la relación con el sufrimiento y el dolor.

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Información

Editorial
Siruela
Año
2018
ISBN
9788417624064

Capítulo IV

Ámbitos de investigación 1.
Lógicas sociales y culturales del cuerpo

Siendo perfectamente conscientes de las limitaciones de un tal propósito, vamos a intentar esbozar ahora algunas líneas de investigación acerca de la corporalidad. Tomaremos como punto de partida, si es posible, los textos fundadores de la materia, y progresivamente ampliaremos nuestro análisis hacia una especie de balance provisional de los trabajos realizados hasta el momento. Algunos ámbitos de investigación han sido desbrozados ya (las técnicas del cuerpo, la expresión de sentimientos, la gestualidad, las reglas de etiqueta, las formas de mantenimiento corporal, las percepciones sensoriales, las marcas en la piel o en la carne, los malos hábitos corporales...). Sin lugar a dudas, nos situamos en un área de trabajo más específica de una sociología del cuerpo. La corporalidad se halla en el corazón de estas temáticas y no es un pretexto para analizar otra cosa.
I. Las técnicas del cuerpo
En 1934, ante la Sociedad de Psicología, Marcel Mauss propuso un concepto que estaba llamado a perdurar para la posteridad: el de las técnicas corporales (Mauss, 1950: 363-386; 1979: 337-341). En su conferencia, Mauss define esta noción como una serie de dinámicas gestuales codificadas con el fin de alcanzar una eficacia práctica o simbólica —modos de acción, secuencias de gestos, sincronías musculares que se suceden en pos de un propósito específico—. Citando vivencias personales, Mauss recuerda la variabilidad generacional de las formas de nadar en nuestras sociedades, y más en general de una cultura a otra. Otros ejemplos serían caminar, correr, la posición de las manos en reposo, la forma de usar una pala o los métodos de caza. Mauss observa que no existe el monopolio exclusivo de la tecnología en lo referente a la relación de un hombre con una herramienta determinada, pues mucho antes ya existe otra de otro tipo, una herramienta fundadora por así decirlo: «El cuerpo es el primer instrumento humano, y el más natural». Adaptado según el habitus cultural, produce eficacia práctica: «Llamo técnico a un acto tradicional eficaz (y se puede ver que en esto no se diferencia del acto mágico, religioso o simbólico)», precisa Mauss.
A continuación, propone una clasificación de las técnicas del cuerpo desde diferentes puntos de vista:
• según el sexo: las definiciones sociales del hombre y la mujer implican gestualidades que, en efecto, se codifican de maneras distintas;
• según la edad: las técnicas propias de la obstetricia y de los movimientos del parto; las técnicas de la infancia, de la adolescencia, de la edad adulta. Aquí, Mauss cita en particular las técnicas del sueño, del descanso, de las acciones (caminar, correr, bailar, saltar, nadar, subir, bajar, movimientos de fuerza); técnicas de cuidado del cuerpo (el aseo, la higiene); técnicas de consumo (comer, beber); técnicas de reproducción (Mauss incluye, de hecho, la sexualidad en las técnicas del cuerpo y recuerda la variedad de posturas sexuales); técnicas de rehabilitación (masajes);
• según el rendimiento: Mauss se ocupa aquí de lo relativo a la destreza, la habilidad;
• según sus formas de transmisión: ¿a través de qué medios, con qué ritmos? ¿Las jóvenes generaciones las aprenden?
Mauss concluye su conferencia recordando la existencia de técnicas corporales insertas en distintas religiones, como el yoga o las técnicas de respiración taoísta11. Podemos discutir evidentemente acerca de la pertinencia de esta clasificación o señalar alguna omisión, pero Mauss no deseaba lanzar un programa de investigación preciso y completo. A la manera de un explorador, estaba enfatizando la validez heurística de un concepto, relacionándolo con una serie de notas personales para invitar a los primeros investigadores a poner en marcha su imaginación sociológica sobre el tema.
En su «Introducción a la obra de Marcel Mauss», publicada en 195012, Claude Lévi-Strauss hace hincapié en la importancia de este trabajo de inventario de las técnicas tradicionales del cuerpo, sobre todo en un momento en el cual el desarrollo de la tecnología occidental está eliminando gran parte del patrimonio gestual de la vida cotidiana. Levi-Strauss plantea entonces el establecimiento de «archivos internacionales de las técnicas corporales», que consistirían en el censo más amplio posible de los repertorios físicos de los grupos humanos. A su juicio, la dimensión ética de esta empresa reside en el hecho de que serviría «para contrarrestar los prejuicios de raza, puesto que, frente a las concepciones racistas que desean ver al hombre como un producto de su cuerpo, se demostrará por el contrario que es el hombre quien siempre y en todo lugar ha sabido hacer de su cuerpo un producto de sus técnicas y de sus representaciones». A sus ojos, estos archivos proporcionarían «informaciones de una riqueza insospechada sobre migraciones, contactos culturales o aportaciones que se sitúan en un pasado lejano y cuyos gestos, en apariencia insignificantes, transmitidos de generación en generación, protegidos incluso por su misma insignificancia, dan mejor testimonio que los yacimientos arqueológicos o los monumentos a determinadas figuras».
Este proyecto se llevará a cabo en Francia de manera metódica alrededor de la revista Geste et Image, dirigida por Bernard Koechlin, quien plantea la cuestión de la clasificación simbólica de las series gestuales13. Efectivamente, la descripción detallada de los movimientos es difícil de trasladar a palabras, aunque la imagen, a través del cine, el vídeo, la fotografía y el dibujo, pueda suponer un paliativo para este fracaso, como ya vimos en relación con el trabajo de Bateson y Mead en Bali. Sin embargo, la posibilidad de comparar interculturalmente las técnicas corporales requiere unos criterios de clasificación más precisos, especialmente la invención de un código de transcripción como el de la fonética. La pregunta entonces es si es posible esa elaboración, es decir, si al llevarla a cabo no se disuelve la dimensión simbólica del gesto.
Pocos años antes, Gordon W. Hewes había estudiado por su parte ciertas formas particulares de técnicas corporales, tales como estar sentado o de pie, señalando en ellas la interacción de lo fisiológico y lo anatómico, por un lado, y de lo cultural, por el otro, en la implementación de posturas, cuyo despliegue conjunto puede cifrarse según sus cálculos en alrededor de un millar de combinaciones. Con la ayuda de cientos de dibujos esquemáticos, Hewes muestra, por ejemplo, las diferentes formas de utilizar los segmentos corporales según la manera de estar de pie, sentado o de rodillas, o de colocar las manos y los brazos, etc. A este respecto, propone un cuadro de su distribución diferenciada a lo largo del mundo. Su sugerencia, para el investigador interesado en este campo de estudio, que a menudo se pasa por alto, es el desarrollo de cinco niveles de análisis: a) en primer lugar, el de la relación de las posturas con las máquinas y los diversos instrumentos de la vida cotidiana o profesional; b) en segundo lugar, el estudio de la relación de las posturas con las circunstancias del entorno humano (ecológico, cultural, social, etc.); c) asimismo, el de sus aspectos psicológicos y psiquiátricos; d) también constituye un vasto campo de estudio el nivel sociohistórico de estas posturas y su distribución a través de áreas geográficas mediante los contactos culturales; y e) por último, el nivel de los aspectos filogenéticos que caracterizan todas estas posturas (Hewes, 1955).
Un área particular de las técnicas del cuerpo es la de aquellos especialistas que cultivan su virtuosismo para ofrecerse a sí mismos como espectáculo. La gente del circo (malabaristas, acróbatas, contorsionistas, equilibristas, volatineros, tragafuegos, faquires, tragasables, etc.) es experta en la materia. Su habilidad tiene una importante función imaginaria a la hora de fascinar al público.
Las actividades físicas y deportivas son otra manera de implementar las técnicas del cuerpo. Muchos investigadores han asumido la tarea de describirlas desde una perspectiva histórica y comparativa (Gérard Bruant, André Rauch, Pierre Arnaud, Jacques Thibault...). Georges Vigarello (1988), por ejemplo, estudia la interacción de los movimientos corporales y de los instrumentos sobre los que se apoyan varias prácticas deportivas para mostrar la transformación de estas debido a la aparición de nuevas habilidades. Así, el salto de altura y de longitud, el lanzamiento de peso, las carreras atléticas, etc., son disciplinas cuyo rendimiento ha mejorado en paralelo a la evolución de las técnicas del cuerpo.
Otro campo de estudio de las técnicas corporales se centra en los conocimientos y el savoir faire del artesano, el campesino, el técnico, el artista, etc.; es decir, en las competencias y aptitudes profesionales que se fundamentan en una gestualidad básica y con ciertos «trucos» en los que el trabajador cristaliza su propia experiencia de años. La obra de referencia aquí es El cuerpo en la sociedad tradicional (1979, traducida al castellano en 1984), en la que Françoise Loux describe las técnicas corporales en la Francia rural apoyándose en múltiples estudios de campo, así como en una variada iconografía.
El aprendizaje de las técnicas del cuerpo se deriva de una educación que a menudo está muy formalizada y que el entorno del niño (o del adulto que desee desarrollar una nueva habilidad para relacionarse con el mundo) lleva a cabo con plena intencionalidad. El elemento mimético también juega un papel importante. Cada una de estas técnicas aparecerá como el producto de un aprendizaje particular que está ligado a diversos factores (un periodo específico de la vida del actor, su edad, sexo, condición social, profesión, etc.) y variará según la clase social, a veces incluso según la franja de edad. Las múltiples técnicas corporales pueden abarcar desde mínimas estructuras gestuales, cuya aparente simplicidad frecuentemente oculta el tiempo y el trabajo que ha costado asimilarlas, hasta complejas cadenas de acciones ensambladas y habilidades manuales cuya ejecución requiere una larga ascesis y una habilidad particular. La lista es interminable: de los modales en la mesa a las conductas de micción, desde la forma de nadar hasta la de dar a luz, del lanzamiento de jabalina al del bumerán, de los gestos de lavar la ropa a los de coserla, del truco del malabarista a la conducción de un automóvil, desde la manera de caminar o la postura durante el sueño hasta los métodos de la caza y la pesca... Una técnica corporal alcanza su máximo exponente cuando se convierte en un conjunto de reflejos y se impone totalmente al actor sin esfuerzo de adaptación o de preparación por su parte.
Siguiendo a Mauss, hay que integrar la sexualidad dentro de estas técnicas corporales. Las posiciones de los amantes cambian de una sociedad a otra —algunas de ellas están codificadas en distintos ars amandi— y también es variable la duración del intercambio, la posibilidad de elección de la pareja, etc. Del mismo modo, debemos incluir aquí las investigaciones sobre los trances o las posesiones, si bien en este caso las técnicas corporales sirven a una dimensión cultural mucho más amplia14.
Françoise Loux ha señalado el valor etnográfico de los dibujos y pinturas del artista decimonónico Jean-François Millet, en los que capta al vivo las actitudes y gestos de trabajo de los campesinos. Hoy en día estas pinturas pueden considerarse documentos históricos. Las técnicas corporales suelen desaparecer con las condiciones sociales y culturales que les dieron forma. La memoria de una comunidad humana no reside solo en las tradiciones orales y escritas, sino que también está entretejida en efímeras habilidades corporales.
El estudio sociológico de las técnicas del cuerpo es una vía fructífera siempre y cuando se tenga cuidado de no caer en la dualidad más elemental, para lo cual es necesario precisar primero que, si bien en ocasiones el cuerpo puede ser una herramienta, sigue siendo en todo momento algo humano y, como tal, pertenece a la dimensión simbólica. El cuerpo nunca es un mero objeto técnico (y tampoco es el objeto técnico). La utilización de ciertas partes del cuerpo como herramientas no convierte al hombre en un instrumento. Los gestos que ejecuta, incluso los más elaborados desde el punto de vista técnico, contienen significado y valor.
II. La gestualidad
Esta se refiere a las implementaciones del cuerpo en los encuentros entre los actores —rituales de saludo o de despedida (signos con la mano, movimientos de cabeza, darse la mano, abrazar, besar en la mejilla, en la boca, expresiones faciales, etc.), formas de asentir o negar, movimientos faciales y corporales que acompañan a la emisión de palabras, dirección de la mirada, variaciones de la distancia entre los actores, maneras de tocarse o de evitar el contacto, etc.—. El libro de David Efron Gesto, raza y cultura (Efron, 1972; 1970), p...

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