La invención del cuerpo
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La invención del cuerpo

Arte y erotismo en el mundo clásico

  1. 188 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
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La invención del cuerpo

Arte y erotismo en el mundo clásico

Descripción del libro

En el mundo clásico, el pensamiento religioso, los hábitos sociales y la divergencia entre lo masculino y lo femenino dieron lugar a un peculiar arte erótico cuyo estudio ayuda a entender la compleja naturaleza de estas sociedades. Carmen Sánchez no plantea aquí un ensayo sobre la sexualidad en el mundo griego y romano, sino un recorrido por el imaginario visual del erotismo clásico, donde los textos se han tratado como ilustraciones con la intención de entender, explicar y, sobre todo, oír las imágenes.Este libro explora el erotismo en el arte de la cultura clásica, desde la invención del desnudo público hasta la construcción de las populares escenas de cortejo homosexual masculino, desde la utilización del falo como amuleto hasta la exploración de la alteridad del erotismo sobrenatural y mágico.

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Información

Editorial
Siruela
Año
2015
ISBN de la versión impresa
9788416280544
ISBN del libro electrónico
9788416280919
Edición
1
Categoría
Arte
Categoría
Arte general

1. La invención del cuerpo

El desnudo masculino

Que una sociedad vestida exponga a la mirada pública a sus dioses y héroes desnudos es algo insólito, extraordinario y asombroso. Que además invente un desnudo irreal e imposible, con una fuerte apariencia de veracidad, del que deriva miles de años después nuestra forma de representar, de entender y de mirar el cuerpo humano, es una hazaña. Ninguna cultura ha imaginado, dibujado o esculpido nunca como modelo único un cuerpo excepcional, que no pertenece a la mayoría y cuya singularidad además convertirá en norma «clásica». Esta invención, de una innovación y atrevimiento sin precedentes, es quizá el legado más importante que nos ha dejado la Antigüedad.
Desde el principio mismo de la escultura, los griegos representaron a sus dioses desnudos. Lo vemos aparecer ya en el siglo VIII a. C. en las estatuas más antiguas que se conservan, hechas con láminas de bronce martilleadas, sphyrelaton, procedentes de Dreros en Creta [4]. Tres figuras, dos de mujeres vestidas y una de un varón desnudo, que se nos presenta hierático y frontal, como un xóanon (imagen de culto), donde aparece marcado el final del cuello, los pezones, el final de la caja torácica y un principio de pliegue inguinal. Desde esta estatua hasta las ultimas helenísticas se repite el mismo esquema. No debe confundirnos el hecho de que el aspecto de las esculturas varíen con el tiempo y las épocas, no deben engañarnos sus formas cada vez más «realistas». El modelo ideal del cuerpo humano de un varón no se interrumpe y continúa a lo largo de todo el desarrollo del arte clásico.
4. Sphyrelata de bronce de Dreros, Creta. Finales del siglo VIII a. C. Museo de Heraclion, Creta.
El grupo de Dreros representa probablemente a la tríada délfica, Apolo, Artemis y Leto; la estatua de mayor tamaño es la del dios, su imagen de culto. Desde el siglo VIII a. C. encontramos tras la exposición de un cuerpo masculino desnudo algo que tiene que ver con un héroe o con un dios. Los bellos y jóvenes cuerpos musculosos remiten al espectador griego a una realidad inmortal.
Cómo llegan los griegos a esta curiosa costumbre de exponer a la vista pública las estatuas desnudas de sus dioses y héroes y los cuerpos de sus atletas en el gimnasio es un debate abierto. Lo normal en cualquier sociedad vestida es que el desnudo tenga un efecto tabú: es vergonzoso, poderoso, peligroso, humillante, monstruoso. Se puede usar como arma en la guerra, es inquietante y produce temor, como los galos que se presentaron ante los romanos en la batalla de Telamón «eran impresionantes la presencia y los movimientos de los hombres desnudos que estaban en primera fila»5. Es humillante y redunda en la vulnerabilidad, como la de las mujeres que van a ser violadas o los indefensos prisioneros ante los poderosos gobernantes egipcios o asirios. Todas las culturas antiguas comparten el desnudo mágico, ligado a la fertilidad y al ritual, donde los falos siempre están erectos, y que produce temor o favorece la suerte y que en Grecia está presente en sátiros y hermas.
Pero el desnudo que inventaron los griegos, lejos de ser algo temible o monstruoso, es algo bello, una gozosa experiencia visual que dignifica y heroiza. Es un vestido6 que diferencia etnias, géneros y clases sociales. Solo los griegos se desnudan, Heródoto recoge con cierta sorpresa que «para los lidios –como entre casi todos los bárbaros en general– ser contemplado desnudo supone una gran vejación hasta para un hombre»7. Solo los hombres se desnudan, el cuerpo de una mujer no se exhibe a la mirada pública, es algo vergonzoso y potencialmente peligroso y el desnudo femenino en el arte no aparecerá hasta el siglo IV a. C. Mientras, el único cuerpo visible es el masculino pero únicamente el de aquellos hombres jóvenes y bellos, aquellos que poseen ocio, que no necesitan trabajar con sus propias manos y que entrenan diariamente en la palestra. El atleta se ejercita desnudo (gymnós) y por ello se construyen en las ciudades espacios sencillos, de dimensiones modestas para esta actividad: los gymnasia. La desnudez deportiva o atlética llega a convertirse en un acto social que se relaciona con los hombres libres y terminará utilizándose en Grecia como un elemento de autoconciencia racial y cultural de la unicidad de los griegos.
La extraña costumbre griega de hacer deporte desnudo está ligada a las competiciones en los festivales panhelénicos, como Olimpia (donde hasta los entrenadores estaban desnudos). Tal vez estos juegos tuvieron su origen en ritos de paso y fueron establecidos en honor a algún héroe local; lo que relaciona la costumbre del desnudo con un acto ritual e iniciático. Los griegos explicaban esta extraña conducta como producto de un accidente. El primero en desnudarse, Orsipo de Megara, corría el estadio en la Olimpiada 15 (720 a. C.), cuando o bien perdió el vestido en la carrera, o bien se desembarazó de él para poder ser más rápido y siguió corriendo hasta la meta8. Después Acanto de Esparta le imitó y corrió desnudo, estableciendo así esta costumbre desde el siglo VIII a. C. También Tucídides menciona a los espartanos como iniciadores del desnudo atlético: «Los lacedemonios fueron los primeros en practicar ejercicios físicos y en frotarse con aceite al tiempo de la gimnasia, desnudándose en público»9.
La costumbre de practicar deporte totalmente desnudos se ha explicado en ocasiones como una forma de testificar el poder de autocontrol del atleta, obligado a una abstinencia sexual de varias semanas antes de la competición. Aunque esta explicación es claramente insuficiente, tal vez tenga que ver con la moderación propia de un cuerpo entrenado y disciplinado, una curiosa costumbre relacionada con el mundo de los atletas en la Grecia antigua, la «preparación», antes del ejercicio, del pene: la infibulación, o tal vez mejor que utilizar el término romano sea más apropiado referirse a esta práctica con uno de los términos griegos: kinodesmé o «nudo de perro»10. Consiste, como vemos bien en la cratera de Eufronios de Berlín [5], en estirar el prepucio con una mano y ceñirlo con una cinta de modo que no quede al descubierto el glande. El atleta de la izquierda está atándose una cinta de cuero mientras que un hombre vestido, probablemente el juez, señala los genitales de un discóbolo que no está «infibulado». Esta costumbre se ha interpretado de varias maneras, como una solución higiénica, como una forma de asegurarse el control del propio falo o, lo que es mucho más probable, como una cuestión práctica y estética. Para los griegos la vista de un cuerpo bello y perfecto era tan estimulante que algunos hábitos de otros pueblos de la Antigüedad, como la circuncisión, les parecía algo extraño y feo. Así describe Heródoto al «extremadamente piadoso» pueblo egipcio que «practican la circuncisión por razones de higiene, pues prefieren ser limpios a tener mejor aspecto»11. Visualmente en muchos vasos el resultado de la infibulación (ya que no se ven restos de la cinta nunca) es un pene «rizado», como el de los sátiros que observan a su compañero malabarista en el famoso psikter de Londres [30], tratados aquí como esforzados deportistas, parodia del mundo civilizado de los atletas.
5. Cratera de cáliz ática de Eufronios. Berlín, Antikenmuseum, Staatlischen Museen Preussischer Kulturbesistz.
El origen de la práctica del desnudo es oscuro y se remonta a épocas remotas, prehoméricas, ligado a ritos de iniciación y relacionado con la educación, con la paideia, concebida como una iniciación sexual12. Se forjaría en un pasado tribal, con una organización social basada en la división de clases por edad y género, donde los jóvenes varones tendrían que someterse a una serie de ritos y a un periodo de segregación en el que vivirían en compañía de un adulto. Este ritual tal vez exigiera la desnudez en relación con juegos atléticos y la relación amorosa entre el efebo y el adulto. Estrabón13, por ejemplo cuenta el caso de los cretenses que durante dos meses segregaban al adolescente que vivía fuera de la ciudad con el adulto que lo había raptado y con el que mantenía relaciones reguladas por la ley; cuando volvía a la ciudad el muchacho recibía de su amante un equipo militar ingresando así en la comunidad de adultos. La homosexualidad pederástica es en Grecia una costumbre ligada al mundo iniciático de la caza, la palestra y el gimnasio.
6. Clebis y Bitón. 600-590 a. C. Museo de Delfos
El desnudo tiene que ver con la acción, con la actividad deportiva, con el movimiento, pero la primeras esculturas de cuerpos desvestidos representan a seres inmóviles: son los muchachos o kuroi. Prácticamente todos son hombres jóvenes e imberbes representados en la edad más bella, la efebía, que no miran al espectador sino por encima de él y que avanzan hacia nosotros con una pierna, el torso frontal y rígido, los brazos estirados a lo largo del cuerpo, repitiendo una y otra vez el mismo modelo, el que los griegos tomaron del arte egipcio, pero con una importante novedad: están desnudos. Los primeros kuroi tienen un tamaño mucho mayor que el natural, son enormes, a veces miden más de tres metros de altura. Colocados en santuarios o presidiendo las tumbas, su imponente presencia provoca temor y protege el espacio sagrado y funerario. Ponen de manifiesto estas primeras estatuas el inquietante poder del desnudo que atemoriza y que Grecia y Roma conservarán bajo la forma del falo durante muchos siglos. Enseguida los kuroi [6] reducen su tamaño aproximándose a lo humano e inundan, a lo largo del siglo VI y primeros años del V a. C., santuarios y necrópolis por todas las ciudades...

Índice

  1. Cubierta
  2. Portadilla
  3. La invención del cuerpo. Arte y erotismo en el mundo clásico
  4. Introducción
  5. 1. La invención del cuerpo
  6. 2. Erotismo sobrenatural y mágico
  7. 3. Ars erotica
  8. Notas
  9. Créditos