Nuevos diálogos y reflexiones sobre psicoanálisis
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Nuevos diálogos y reflexiones sobre psicoanálisis

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Nuevos diálogos y reflexiones sobre psicoanálisis

Descripción del libro

Escribe Ricardo Avenburg al comienzo de su libro: "Concepciones diferentes no suponen una guerra sino un intercambio de conceptos que, esté uno de acuerdo con ellos o no, invitan a pensar. Creo que una característica de mis trabajos es que no tiendo a bajar línea". Y al dialogar con Strachey escribe: "Yo no sé si interpreto o no, hago lo que me sale, mi trabajo es sucio, sólo me¬tiéndose en el barro uno puede descubrir la riqueza de la vida". Así, sin bajar línea y metiéndose en el barro de la vida, dialoga con Jacques Lacan [Sobre el Trieb de Freud y el deseo del psicoanalista], con Donald Winnicott [La capacidad de estar solo], con Karl Abraham [Discusión al trabajo "Comienzos y desarrollo del amor objetal"], con Sabina Spielrein [La destrucción como causa del devenir], con James Strachey [La naturaleza de la acción terapéutica del psicoanálisis], con Ernst Jones [Para rescatar al simbolismo del olvido], y con otros maestros del psicoanálisis como Pichon Rivière o teóricos como Eduardo Grünner. Además desarrolla sus propias ideas sobre temas esenciales del psicoanálisis y de la vida, reflexionando sobre su relación con el psicoanálisis, los sueños, la adolescencia, la identidad, la intimidad, el narcisismo, la libido, el encuadre, la técnica y muchas cuestiones más. Y agrega Avenburg una experiencia de lo que aprendió viviendo: "No perder la capacidad de juego. No jugar en el sentido común de jugar sino el placer de jugar, el placer de jugar con los concep¬tos, el placer de jugar libremente en el nivel teórico y por supuesto el juego con los pacientes".

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Información

Año
2021
ISBN del libro electrónico
9789871678877

Para rescatar al simbolismo del olvido1

[COMENTARIO A ERNEST JONES]

INTRODUCCIÓN

A partir de la lectura de textos escritos por psicoanalistas de la primera generación así como de los primeros psicoanalistas argentinos (Garma, por ejemplo) me llamó la atención la frecuencia del uso de interpretaciones simbólicas así como la desaparición del tema del simbolismo en el psicoanálisis actual, por lo menos en los trabajos con los que yo tengo contacto. Veo que tampoco se lo utiliza en la clínica. La interpretación simbólica fue muy usada por M. Klein (por ej., la referencia a la fantasía de las heces, penes y niños en el interior del cuerpo materno), por lo que recuerdo no tanto por sus discípulos, siendo luego remozada por Meltzer. Como no estoy actualmente en contacto con analistas kleinianos y más con analistas seguidores de Kohut, Winnicott y franceses contemporáneos (además, por supuesto, de posiciones personales), el tema del simbolismo desapareció para mí. ¿De qué modo lo incluyo, si es que lo hago? Prefiero reflexionar sobre este tema tras haberlo tratado de analizar y en particular de definirlo.
Para ello he tomado como base el trabajo de E. Jones, de 1916, “La teoría del simbolismo”,2 que me parece que desarrolla de un modo exhaustivo este tema desde el punto de vista del psicoanálisis. Si bien hago alguna incursión en el campo del simbolismo en el arte y en el de la filosofía (o más bien antropología), mi interés está centrado en el tema del simbolismo en psicoanálisis tal como lo trataron Freud y sus discípulos.
Al principio de su trabajo, comenta Jones:
“... si la palabra simbolismo es tomada en su sentido más amplio, el tema parece comprender casi todo el desarrollo de la civilización [...] El progreso de la mente humana, si se la considera genéticamente, puede verse que consiste [...] por un lado en la extensión o transferencia de interés y comprensión desde ideas más tempranas, más simples y más primitivas, etc. a ideas más difíciles y complejas, que en un sentido son continuaciones de las primeras y que las simbolizan; y por otro lado del constante desenmascarar de simbolismos previos, el reconocimiento de que éstos, aunque pensados previamente como literalmente verdaderos, eran realmente sólo aspectos o representaciones de la verdad, los únicos de los cuales nuestras mentes, por razones ya sea afectivas o intelectuales, eran en ese momento capaces”.
Me parece que en este contexto más general el término simbolismo coincide con los diferentes sistemas de huellas mnémicas que Freud desarrolla en el Capítulo VII de “La interpretación de los sueños”. Una diferencia, al menos en la formulación, es que Jones habla de ideas en lugar de sistema de ideas o huellas mnémicas: una idea tiene sentido en tanto esté incluída en un sistema. Llama la atención la expresión “desenmascarar”: como si las ideas “más simples y primitivas” presupusieran a la vez una máscara. Más allá de estas reflexiones, en este caso la formación de símbolos equivaldría a la formación del aparato psíquico en general y toda idea es símbolo de otra anterior en dicha formación.
“Un símbolo es representativo o sustituto de alguna otra idea de la que en el contexto deriva una significación secundaria no inherente en sí misma. Es importante notar que el flujo de significación es desde la idea primaria a la secundaria, al símbolo, de modo que típicamente una idea más esencial es simbolizada por una menos esencial”.
¿Por qué es más esencial la idea primaria, la simbolizada? Las secundarias, siendo más abstractas, deberían abarcar aspectos más esenciales que las primarias, más primitivas; a menos que Jones considere a las secundarias menos esenciales en tanto se desarrollen a partir de significaciones secundarias. Pero aquí es importante destacar que el símbolo lo es a partir de otra idea y no, por ejemplo, de una parte del cuerpo, por ej. el pene o las heces: la primaria es la idea que se tiene del pene o de las heces (o del padre, etcétera).
“Representa al elemento primario por tener algo en común con él”.
“Un símbolo se caracteriza por ser sensorial y concreto mientras que la idea representada puede ser relativamente abstracta y compleja. De este modo el símbolo tiende a ser más corto y condensado que la idea representada”.
Pero antes dijo, identificando el simbolismo con el progreso de la civilización, que “las ideas más tempranas, más simples y más primitivas” transfieren su “interés y comprensión” a “ideas más difíciles y complejas, que en cierto sentido son continuaciones de las primeras y que las simbolizan”.
“Modos simbólicos de pensamiento son los más primitivos, tanto ontogénica como filogenéticamente y representan una reversión a algún estadío más simple y temprano del desarrollo mental”.
Enfatiza el carácter primario y más elemental del símbolo, supongo que ligado a lo “sensorial” y “concreto”, también acá en contraposición a lo más difícil y complejo de las ideas-símbolos en su definición general.
“En su uso más frecuente un símbolo es una expresión manifiesta para una idea que está más o menos oculta, secreta o mantenida en reserva. En su forma más típica la persona que emplea el símbolo no es siquiera consciente de lo que realmente representa”.
El carácter de lo oculto no está necesariamente incluido en la definición más general.
“Los símbolos se asemejan al chiste en cuanto que se realizan espontáneamente, automáticamente y, en el sentido más amplio del término, inconscientemente”.
En resumen: un símbolo es una relación entre dos ideas, la primaria o simbolizada y la secundaria o el símbolo. Por lo tanto un símbolo no representa directamente una situación, un hecho, un objeto material o una parte del cuerpo, sino que representa una idea que a su vez representa (¿por qué no simboliza?) hechos materiales o experiencias concretas.
Trataré de comparar las características de ambas ideas:
Ideas primarias o simbolizadas
Ideas secundarias o símbolos
a) Más tempranas, simples y primitivas
a) Más difíciles y complejas.
b) ------------------------
b) Sólo aspectos o representaciones de la verdad.
c) De aquí parte hacia el símbolo un flujo
c) Lugar a donde llega dicho flujo de significación
d) Idea más esencial
d) Idea menos esencial, derivada a veces de una significación secundaria.
e) Puede ser relativamente abstracta y compleja
e) Sensorial y concreta. Modo de pensamiento más primitivo.
f) Idea oculta
f) Expresión manifiesta de una idea oculta.
g) ---------------------------
g) Se realiza inconscientemente.
Las caracterizaciones son confusas y contradictorias. Creo que insensiblemente pasa de una caracterización muy general del simbolismo como expresión del desarrollo mental a una más específica, influida en parte por el psicoanálisis, con una oscilación entre caminos regresivos y progresivos entre las ideas primarias y secundarias.
Todo esto se refiere a una utilización más general del término símbolo; pero, según Jones, el “verdadero simbolismo” tiene una significación más precisa:
“[...] el verdadero simbolismo, en sentido estricto, deberá distinguirse de otras formas de representación indirecta [...] El símil es la figura más simple del discurso [...] La metáfora se diferencia de un símil en la supresión de uno de los términos de la comparación [...]. Una metáfora [...] presupone un símil, el cual es la figura más primitiva; en la metáfora las palabras ‘como’ o ‘semejante a’ están suprimidas, aunque siempre implicadas”.
El verdadero simbolismo es, en principio, otra forma de representación indirecta; ¿podríamos considerar al “simbolismo” como una especie del género “metáfora” y a ésta como una especie del género “símil”? Dicen Rank y Sachs3, a quienes recurre Jones para definir al verdadero simbolismo:
“Un último medio de expresión de lo reprimido aplicado preferentemente debido a su especial propiedad para el ocultamiento de lo inconsciente y su adaptación (formación de compromiso) a nuevos contenidos de consciencia es el símbolo. Entendemos por símbolo una especie particular de la figuración indirecta que se distingue por ciertas particularidades de las figuraciones que se le asemejan como el símil, la metáfora, la alegoría, la alusión y otras formas de figuración plástica de material de pensamiento (según la especie del jeroglífico)”.
Rank y Sachs asimilan el simbolismo al síntoma neurótico: es expresión de lo reprimido al mismo tiempo que lo oculta; es, por lo tanto, una formación de compromiso.
¿Todo simbolismo tiene la estructura de un síntoma? ¿Por qué Jones lo plantea como verdadero? ¿No es restringirlo demasiado? Hasta ahora me resultaría más natural decir que éste es el simbolismo tal como aparece en el análisis de síntomas neuróticos y sueños. Pero debemos esperar.
Continúan Rank y Sachs: “El símbolo figura en cierta medida una unificación de todos estos medios de expresión...”.
Evidentemente le dan al símbolo un lugar primordial, sería el género de todos los demás medios de representación indirecta, los que serían especies del mismo (a la inversa de lo que antes había yo expresado).
“... es una expresión sustitutiva plástica que suple algo oculto, con lo que tiene en común marcas sensibles comunes o con lo que está ligado por medio de conexiones asociativas comunes”.
Sin duda que lo oculto es lo reprimido, reafirmándose aquí el carácter de síntoma que tiene el símbolo y sería una forma especial de expresión sintomática, diferente del símil y la metáfora y no una unificación de los mismos, como dicen Rank y Sachs (aunque ellos lo relativizan al decir que la unificación se da “en cierta medida”).
“Su esencia reside en la doble o múltiple significación que surge por medio de una especie de condensación, un amontonarse desordenado [...] de elementos individuales característicos”.
Como en toda formación sintomática, actúan los procesos psíquicos primarios, en este caso la condensación.
“Su tendencia desde lo conceptual a lo plástico lo ubica en la cercanía del pensamiento primitivo, y como tal el simbolizar pertenece esencialmente a lo inconsciente, pero como efecto de compromiso de ningún modo carece de los determinantes conscientes, que condicionan en una parte más o menos fuerte la formación del símbolo y su comprensión”.
Yo agregaría que pertenece esencialmente al inconsciente reprimido y acá, sin ninguna duda el símbolo está presentado como una formación sintomática; esta formación sintomática tendría una cierta prioridad ontológica (“en cierta medida”) sobre las demás formas de representación indirecta. Sigue diciendo Jones:
“Luego ellos especifican las características de los verdaderos símbolos en la forma siguiente: ‘El sustituir a lo inconsciente la significación constante, su no dependencia de las condiciones individuales, su fundamento en la historia evolutiva, las relaciones con el lenguaje, los paralelos filogenéticos (en el mito, el culto, la religión, etc.)’”.
Con respecto a 1), la representación de material inconsciente, dice Jones:
“Esta es, tal vez la característica que más netamente diferencia el simbolismo verdadero de los otros procesos a los que se les aplica a menudo el nombre...”.
Todos los sistemas mnémicos que trascienden al sistema Inc. lo representan, por lo que esta característica incluiría a todo el sistema Prec. pero no cabe duda que ellos se refieren al Inc. reprimido (recién en 1923, en el esquema de “El yo y el ello” Freud hace una separación entre lo reprimido y el ello, que sería un inconsciente no reprimido. Este trabajo es de 1916), y Jones especifica que “La verdadera comparación entre la idea simbolizada y el símbolo nunca estuvo presente en la conciencia, o sólo estuvo por un tiempo y luego olvidada”: o sea reprimida.
2) El significado constante. Dice que esto le daría al símbolo un carácter diferencial con respecto a las otras formaciones sintomáticas cuyo significado ha de buscarse en las circunstancias personales del sujeto.
3) “Independencia de factores individuales condicionantes [...]. El individuo no tiene una gama ilimitada de extensión en la creación de un símbolo dado [...] los factores determinantes más importantes son aquéllos comunes a numerosas clases de hombres o, más a menudo, a la humanidad como un todo. [...] Algunos autores –por ej. Jung– mantienen que el simbolismo antropológico es heredado como tal, y explican de este modo su naturaleza estereotipada [...] yo adhiero a un punto de vista contrario, que el simbolismo ha de ser recreado nuevamente a partir del material individual y que la estereotipia se debe a la uniformidad de la mente humana en lo que se refiere a las tendencias particulares que proveen la fuente del simbolismo “es decir a la uniformidad de los intereses fundamentales y perennes de la humanidad”. Esta uniformidad ¿no está determinada por la herencia?
Además el simbolismo tiene su fundamento en la historia evolutiva de la humanidad, tiene conexiones lingüísticas (“aunque la palabra que denota el símbolo puede no tener connotación alguna con la idea simbolizada, sin embargo su historia siempre muestra alguna conexión con la idea simbolizada”) y paralelos filogenéticos (“los mismos símbolos [...] se encuentran no sólo en diferentes campos del pensamiento, sueños, humor, locura, poesía, etc. en una clase determinada y en un cierto nivel de civilización sino entre razas diferentes y en épocas diferentes de la historia del mundo...”).
Resumiendo lo planteado hasta ahora: el símbolo verdadero sería una formación sintomática de la humanidad, de significado constante y supraindividual, que se constituyó muy tempranamente en la historia de la humanidad. Entiendo que, en tanto formación sintomática, presupone la existencia de tabúes (represión) y tiene que haberse constituido a partir de la formación del totemismo, y, por supuesto, habiéndose ya organizado el lenguaje humano.
“El número de símbolos que se hallan en la práctica es extraordinariamente alto y puede ser contado por miles. En asombroso contraste con esto se encuentra el curioso hecho que el número de ideas así simbolizado es por cierto muy limitado, de modo que a menudo nos encontramos con la queja por la monotonía de la interpretación [...]. Todos los símbolos representan ideas del sí mismo y de los parientes de sangre inmediatos, o de los fenómenos del nacimiento, del a...

Índice

  1. Cubierta
  2. Portada
  3. Créditos
  4. Palabras introductorias
  5. La naturaleza de la acción terapéutica del psicoanálisis [Comentario al trabajo de James Strachey]
  6. La destrucción como causa del devenir [Conversación con Sabina Spielrein]
  7. Para rescatar al simbolismo del olvido [Comentario a Ernest Jones]
  8. Discusión al trabajo “Comienzos y desarrollo del amor objetal” [Conversando con Karl Abraham]
  9. La capacidad de estar solo [Conversando con Donald W. Winnicott]
  10. Sobre el Trieb de Freud y el deseo del psicoanalista [Conversación con Lacan]
  11. Psicoanálisis y psiquiatría [Recordando a Pichon Rivière]
  12. El legado de Freud a 150 años de su nacimiento [Reflexiones sobre el XXVI Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis]
  13. ¿Cómo trabajo yo en el tratamiento psicoanalítico? [Reflexiones]
  14. Mi relación con el psicoanálisis [Reflexiones a mi integración en la Sociedad Psicoanalítica del Sur]
  15. ¿Qué lugar ocupan los sueños en la práctica actual del psicoanálisis? [Reflexiones]
  16. Psicología normal del adolescente [Conferencia pronunciada en un curso sobre Psicología del Deporte]
  17. La adolescencia [Reflexiones]
  18. Identidad en la adolescencia [Reflexiones]
  19. A propósito de los sueños [Reflexiones]
  20. Acerca de la creación de una cátedra sobre psicoanálisis en el Departamento de Psicología de la Facultad de Filosofía en un momento de crisis [Carta a María Luisa S. de Ocampo]
  21. Acerca del mal. Raíces psíquicas. Perspectivas psicoanalíticas [Reflexiones]
  22. A cien años de Introducción al narcisismo [Coloquio en Apdeba]
  23. Contexto social. Incidencia en la técnica [Reflexiones]
  24. Definiciones del término “libido” en la obra de Freud [Reflexiones]
  25. Intimidad [Reflexiones]
  26. Intimidad en lo cotidiano [Reflexiones]
  27. Investigación en psicoanálisis [Reflexiones]
  28. La acción desde la perspectiva psicoanalítica [Discusión en ADEP]
  29. La práctica psicoanalítica contemporánea [Discusión]
  30. Permanencias y cambios de los conceptos fundamentales del psicoanálisis [Reflexiones]
  31. Psicoanálisis y psicosis [Reflexiones]
  32. Sobre el encuadre en psicoanálisis [Reflexiones]
  33. Testimonio de la clínica psicoanalítica [Discusión]
  34. La (id)entidad africana de Edipo [Discusión al trabajo de Eduardo Grüner]
  35. Aportes a la historia del psicoanálisis en Argentina [Recuerdos/Testimonios]
  36. Entrevista [Entrevista realizada por Juliana Camacho y Javier Guardia Canales]
  37. Sobre el autor
  38. Sobre este libro