1. CAPITAL GLOBAL Y FUERZA DE TRABAJO GLOBAL
[Foxconn] tiene un total de trabajadores que supera el millón en todo el mundo, y como los seres humanos son también animales, manejar un millón de animales me da dolor de cabeza. Terry Gou, presidente de Foxconn, habla con Chin Shih-Chien, director del Zoológico de Taipei, acerca de cómo deben manejarse los animales, y antes de anunciar los planes para reemplazar a un millón de trabajadores con robots.
BLOGET, 2012
La solución a la crisis sanitaria –al menos como la concibieron ciertos profesores de economía sentados en sus cómodos sillones en Chicago y Boston– ha sido hacer de la defecación urbana un negocio global. De hecho, uno de los grandes logros del neoliberalismo patrocinado por Washington ha sido convertir los baños públicos en puntos de recaudación de fondos para el pago de la deuda externa –los baños de paga son una industria en expansión en los barrios marginales del tercer mundo.
DAVIS, 2007: 141
El capitalismo atraviesa por crisis regulares aproximadamente cada diez años, lo que llamamos crisis cíclicas. Pero la crisis que estalló en 2008 con el colapso financiero global y la Gran recesión apunta a una crisis estructural más profunda, como la que tuvimos en los años setenta y, antes de ésta, en los años treinta, lo que significa que el sistema ya no puede seguir funcionando en la forma en que está estructurado. Estos tipos de crisis son, por lo tanto, crisis de reestructuración. Significa que para que puedan resolverse, estas crisis deben dar lugar a una reestructuración del sistema. Pero en una coyuntura así la crisis estructural tiene el potencial de convertirse en sistémica, dependiendo de la manera en que respondan a la crisis los agentes sociales y del elemento de contingencia que es impredecible y siempre juega algún papel en los resultados históricos. Una crisis sistémica es aquélla en la que sólo un cambio en el propio sistema resolverá la crisis.
La crisis global del siglo XXI comparte una serie de aspectos con las anteriores crisis estructurales de la economía mundial de los años treinta y setenta, pero también tiene varias características propias del presente:
1] El sistema está alcanzando rápidamente los límites ecológicos de su reproducción. Es posible que hayamos llegado ya a un punto de no retorno –lo que los científicos ambientales llaman “puntos de inflexión” más allá de los cuales el planeta se desestabiliza–. El holocausto ecológico en marcha no debe ser subestimado: cénit petrolero, cambio climático, extinción de especies, colapso de los sistemas agrícolas centralizados en varias regiones del mundo, etcétera.1
2] La magnitud de los medios de violencia y control social no tiene precedentes, así como la concentración de los medios de comunicación global y de la producción y circulación simbólica en manos de muy pocos grupos poderosos. Las guerras computarizadas, los drones, las bombas antibunker, los sistemas de defensa Guerra de las galaxias, y así sucesivamente, han cambiado el rostro de la guerra. La guerra se ha normalizado y sanitizado para aquellos que no están directamente en el lado receptor de la agresión armada. Al mismo tiempo, hemos llegado a la sociedad de la vigilancia panóptica y a la edad del control del pensamiento por parte de quienes controlan los flujos globales de comunicación, de imágenes y la producción de símbolos.
3] El capitalismo está llegando a los límites aparentes de su expansión extensiva. Ya no hay nuevos territorios de importancia que puedan ser integrados al capitalismo mundial, la desruralización está muy avanzada y la mercantilización del campo y de los espacios pre o no capitalistas se ha intensificado, es decir, se han convertido de manera acelerada en espacios del capital, de modo que la expansión intensiva está alcanzando profundidades nunca antes vistas. El capitalismo tiene que expandirse continuamente o colapsa. ¿Cómo o hacia dónde se expandirá ahora?
4] Se registra el surgimiento de una gran población superflua que habita un “planeta de barrios marginales”,2 apartada de la economía productiva, arrojada a la marginalidad y sometida a sofisticados sistemas de control social y a la destrucción –a un ciclo mortal de despojo explotación exclusión.
5] Existe una disociación entre una economía globalizadora y un sistema de autoridad política basado en el Estado-nación. Los aparatos del Estado trasnacional (ETN) son incipientes y no han podido desempeñar el papel de lo que los científicos sociales llaman “hegemón”, o un Estado-nación líder con suficiente poder y autoridad para organizar y estabilizar el sistema.
La crisis global tiene muchas manifestaciones externas: guerras atroces, estados colapsantes, terrorismo estatal y no estatal (un término tan mal definido y tan cargado de ideología que, si se le despoja de contenidos políticos concretos y contrapuestos, resulta casi inútil como concepto científico social), las pandemias del crimen y la violencia interpersonal, la inseguridad, la decadencia social y la degeneración de los ecosistemas en todas partes. Existe una enajenación y patologías de masas surgidas de las banalidades culturales y el individualismo extremo del capitalismo global –como el hecho de que en Estados Unidos se prescriben antidepresivos a unos 30 millones de personas (el gran número de personas que consume estos fármacos debería causar alarma, así como el hecho de que el complejo médico-farmacéutico medique una patología social)–. Miles de millones de personas están en una crisis cada vez más estremecedora de hambre y pobreza, y así sucesivamente.
Las causas inmediatas de estas manifestaciones pueden ser analizadas. En 2007 y 2008, por ejemplo, los precios de los alimentos se dispararon en todo el mundo provocando motines contra el hambre en docenas de países y elevando el número de personas que padecían hambre crónica en el mundo a más de mil millones. La subida de los precios no se debió a ninguna caída significativa de la producción mundial o a una escasez de las existencias de alimentos en el mundo. Fue más bien que los inversionistas financieros que mueven cientos de miles de millones de dólares emprendieron una especulación frenética en los mercados mundiales de alimentos y energía, especialmente en los mercados de futuros, fomentando así el acaparamiento y otras prácticas que dispararon el precio de los alimentos más allá del alcance de mucha gente. Asimismo, podemos analizar las causas del incremento de la especulación financiera en la economía global, como lo haré en el capítulo cuatro, y podemos estudiar la estructura del sistema alimentario mundial –el creciente control férreo de las corporaciones trasnacionales sobre el sistema, el desplazamiento de cientos de millones de agricultores, y así sucesivamente, procesos todos asociados con la globalización capitalista.
Pero existen causas estructurales y orígenes sistémicos de estas dimensiones de la crisis que en sus manifestaciones externas afectan diariamente y en muchos ámbitos de la vida a la humanidad. No debemos olvidar que bajo la violencia manifiesta tan visible por todo el mundo, y que atrae la atención de los medios globales, está menos visible la violencia estructural del sistema en que vivimos, lo que el filósofo Slavoj Žižek llama violencia “objetiva”: que es precisamente la violencia inherente a este estado de cosas ‘normal’ ” y es generalmente invisible para aquellos que no la sufren– (Žižek, 2008, 8). Es violencia estructural cuando 85% de la riqueza mundial es monopolizada por sólo 10% de la población mundial, mientras que la mitad inferior de los adultos en todo el mundo posee apenas 1% del total (de hecho, un 2% superior dentro de ese 10% superior concentra la mitad de la riqueza del planeta) (Rothkopf, 2008: 37); cuando las reservas de alimentos son tiradas a los océanos mientras miles de millones de personas pasan hambre; cuando se gastan miles de millones de dólares en cirugías plásticas y cosméticos mientras miles de millones de personas no reciben tratamiento para enfermedades fácilmente curables, y cuando se gasta más dinero en complejos penitencial-industriales que en instalaciones educativas.
En los capítulos siguientes realizaré un análisis más riguroso de la crisis global y sus diversas dimensiones. En este capítulo me centraré en el capital global y la fuerza de trabajo global.
CAPITAL GLOBAL
Yo vivo una vida de externalización mundial. Como director general de Lenovo, soy un director estadunidense radicado en Singapur. Nuestro presidente, que es chino, trabaja en Carolina del Norte. Otros altos ejecutivos radican por todo el mundo. Una reunión de los altos directivos de mi compañía se parece a la Asamblea General de las Naciones Unidas. Mi empresa es como algunos de los productos de consumo más populares del mundo. Puede decir “Hecho en China” en el exterior, pero los componentes clave son diseñados y fabricados por personas y empresas innovadoras repartidas en seis continentes. Los productos de las compañías que practican la externalización mundial pueden estar etiquetados como “Hecho en Suiza” o “Hecho en Estados Unidos” o “Hecho en China”, pero en el mundo nuevo en el que todos vivimos hoy en día, en realidad deberían ser etiquetados como “Hecho globalmente”. En el mundo actual, evaluar a las empresas por su nación de origen no tiene sentido (William J. Amelio, presidente y director general de Lenovo, empresa líder global en PC, 2007).
La reestructuración de la economía global y la anatomía del sistema financiero y de la producción global emergente son temas muy estudiados.3 La globalización de la producción ha significado la fragmentación y la descentralización de procesos de producción complejos, la dispersión por el mundo de los diferentes segmentos y fases de estos procesos y su integración funcional en vastas cadenas de producción y distribución que abarcan todo el planeta. Se ha pasado de la integración del mercado internacional a la integración de la producción global. El capitalismo global no se reduce a una colección de economías nacionales, capitales nacionales y circuitos nacionales de acumulación discretos conectados a través de un mercado internacional. Las economías nacionales han sido desmanteladas y posteriormente reconstituidas como elementos componentes del nuevo sistema financiero y de producción globalmente integrado, el cual es una estructura económica mundial cualitativamente diferente a la de épocas anteriores, cuando cada país tenía una economía nacional distinta que se vinculaba con las demás a través del comercio y los flujos financieros.
La descentralización global de la producción y los servicios se ha venido dando desde hace varios decenios y es uno de los principales procesos empíricos que condujeron a los investigadores a desarrollar el concepto de globalización. En el primer decenio del siglo XXI, el proceso continuó acelerándose y tomó nuevos giros que pusieron de relieve la naturaleza abierta de la estructuración económica mundial y el desarrollo de nuevas formas frente a las condiciones cambiantes. Si General Electric (GE) ya era una corporación global en los años setenta en términos de sus redes globalizadas de producción directa y subcontratada, y sus operaciones de servicios y financieras, por ejemplo, la compañía parecía experimentar una nueva explosión de trasnacionalización ante el imperativo de integrar los circuitos de producción y de mercado de una manera nueva. En 2004, GE tenía 165 000 empleados en Estados Unidos y 142 000 en otros lugares. A finales de 2008 la preponderancia había sido revertida, con 152 000 en Estados Unidos y 171 000 en otros lugares (Lee, 2009: A1 y A24). El rescate de miles de millones de dólares proporcionado por el gobierno estadunidense tras el colapso de 2008 a la sucursal de la General Motors (GM) con sede en Estados Unidos, dio lugar a descripciones de la compañía por parte de los medios y sectores académicos en términos Estado-nación-céntricos, representándola como un gigante corporativo enfermo que simboliza el declive de Estados Unidos como poder económico dominante. Sin embargo, GM tenía divisiones en docenas de países alrededor del mundo y estaba saludable y vibrante en muchas de estas divisiones, incluso en China, donde sus ventas de automóviles, producidos en asociación con empresas chinas, y la inversión en China, estaban en auge. Esta trasnacionalización acelerada, tanto de la producción como de la comercialización, involucró no sólo a grandes corporaciones sino también a pequeñas empresas manufactureras. La estructura en red de la economía global y la naturaleza globalizada de las cadenas de producción y de servicios significa que incluso las pequeñas empresas son capaces de globalizarse y, además, necesitan hacerlo para seguir siendo competitivas. Las corporaciones globales que organizan la producción de bienes y servicios comercializados globalmente tienen la capacidad de integrar los circuitos de producción y comercialización de manera nueva dado que el mundo entero se asemeja a un campo flexible y abierto para organizar la acumulación.
La globalización capitalista ha sido impulsada, a nivel estrictamente técnico, por las nuevas tecnologías de la información y las innovaciones organizacionales en la producción capitalista que han modificado la manera en que el valor se crea, circula y se le apropia en todo el mundo. Ahora los valores cruzan las fronteras sin ningún problema dado que se mueven rápidamente –a menudo de manera instantánea– a través de los nuevos circuitos financieros globales. El desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en los últimos decenios del siglo XX representó una nueva “revolución científica y tecnológica” que desencadenó un crecimiento explosivo de la productividad y de las capacidades productivas (por ejemplo, toda la revolución industrial aumentó la productividad por un factor de 100, mientras que la revolución de las TIC la incrementó en un factor de más de un millón en sólo los primeros años de su introducción),4 un aumento desproporcionado del capital fijo y los medios para que el capital se volviera global –coordinar y sincronizar un sistema globalizado de producción, finanzas y servicios, a diferencia de un mercado globalizado de bienes y servicios que se remonta a siglos atrás–. Las TIC también revolucionaron la guerra y las modalidades de la acumulación militarizada organizada por el Estado, incluida la aplicación militar de nuevas tecnologías vastas y la posterior fusión de la acumulación privada con la militarización estatal.
En mis investigaciones anteriores sobre la producción globalizada y el surgimiento de una clase capitalista trasnacional (CCT) me basaba en la estructura de poder clásica y los métodos marxistas de análisis de clases para identificar una serie de mecanismos involucrados en la creciente interpenetración trasnacional de los capitales nacionales. Otros científicos sociales han continuado investigando estos mecanismos y ahora existe un conjunto considerable, que crece rápidamente, de evidencia empírica de que los gigantes conglomerados corporativos que impulsan la economía global dejaron de ser corporaciones de un país en particular en la última parte del siglo XX y representan cada vez más capital trasnacional.5 Algunos de los mecanismos de formación de la CCT son: la propagación de las filiales de las CTN; el aumento fenomenal de las fusiones y adquisiciones transfronterizas; la creciente interconexión trasnacional de las juntas directivas; el aumento de la inversión cruzada o mutua entre empresas de dos o más países y la propiedad trasnacional de acciones de capital; la expansión de alianzas estratégicas transfronterizas de todo tipo; las vastas redes globales de subcontratación y outsourcing (externalización o tercerización); y la creciente importancia de las asociaciones trasnacionales de los consejos empresariales. Estos patrones de trasnacionalización del capital simplemente no existieron en los años y los siglos anteriores. El no distinguir entre las relaciones comerciales internacionales (intercambio) y las relaciones de producción y finanzas globalizadas lleva a muchos comentaristas, como Hirst y Thompson, a afirmar que hay poco de nuevo en la época actual y que hubo un “primer” período de globalización a finales del siglo XIX y principios del XX, cuando las relaciones comerciales internacionales se expandieron rápidamente (Hirst y Thompson, 2009).
Existen otros mecanismos menos investigados que estimulan la formación de la CCT, como la expansión de las bolsas de valores en la mayoría de los países del mundo vinculados al sistema financiero global. La expansión de los mercados bursátiles de los principales centros de la economía mundial a la mayoría de las ciudades capitales del mundo, combinada con negociaciones durante las 24 horas, facilita un intercambio global cada vez mayor y, por lo tanto, la propiedad trasnacional de las acciones. Actualmente existen mercados de valores en unos 120 países, desde Afganistán y Vietnam hasta Bangalore en la India, desde Botsuana y Nigeria hasta las capitales de las cinco repúblicas centroamericanas. Aunque muchos de estos mercados de valores son limitados en sus ofertas, estas bolsas se integran entre sí, ya sea directa o indirectamente. Un argentino puede canalizar inversión a través de la bolsa de valores de Buenos Aires a empresas de todo el mundo, mientras que inversionistas de todo el mundo pueden canalizar sus inversiones a Argentina a través de la bolsa de valores de Buenos Aires.
Más allá de los mercados de valores, los inversionistas en cualquier parte del mundo no necesitan más que acceso a internet para invertir su dinero a través de los circuitos financieros globalizados en fondos mutuos y de cobertura, mercados de bonos, swaps de divisas, etc. La integración global de los sistemas financieros nacionales y de las nuevas formas de capital dinero, incluidos los mercados secundarios de derivados, como se verá más adelante, también ha facilitado la trasnacionalización de la propiedad del capital. Además de su centralidad para facilitar la integración trasnacional de capitales, el nuevo sistema financiero integrado globalmente permite una movilidad intersectorial increíblemente mayor del capital y, por lo tanto, juega un papel importante en el desvanecimiento de las fronteras entre capital industrial, capital comercial y capital dinero. La red de bolsas de valores, la naturaleza computarizada de las transacciones globales y la integración de los sistemas financieros nacionales en un sistema global único, etc., permiten que el capital en su forma de din...