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Secretos del personaje memorable: rutas para dar con él o ella
Te propongo, desde estas primeras líneas, que inventes tu personaje con convicción. Pero ¿cómo hacerlo?
Con los personajes reímos, lloramos, amamos, nos identificamos –decimos: «Esto me pasa a mí»– o los rechazamos. Imaginamos sus respuestas, anticipamos sus posibles soluciones y nos angustiamos cuando encuentran obstáculos.
Cada uno de los más memorables está concebido como único. Su presencia se percibe por los sentidos y por su misterio. Inventarlo es concebirlo distinto a todos, aunque el lector pueda reconocerse en él o en ella.
Uno de los secretos consiste en que los hechos vividos por el personaje incidan en su vida entera.
Por qué los recordamos
¿Qué persona nos resulta memorable?
La que se destaca por cómo es y por lo que le pasa. La que tiene un estilo propio, es desenfadada, valiente, ingenua, vulnerable. Puede resultar entrañable, extraña, reprobable... pero no nos deja indiferentes.
Con el personaje ocurre algo similar según sea su personalidad.
Está demostrado que los personajes de la novela tienen un impacto en las decisiones y el comportamiento de los lectores en su vida cotidiana.
Por esta razón, uno suele tener la impresión de que conoce mejor a un personaje de ficción que a una persona real. Se evidencian más cabalmente sus sentimientos, sus pensamientos, sus vaivenes y sus metas. Se asiste más abiertamente a la superación de sus obstáculos, a sus deseos incontrolados, a sus miedos ocultos.
Si está bien construido, resulta inolvidable. La calidad literaria del personaje permite al lector conectar de una manera diferente con su identidad. Le moviliza situaciones o vivencias propias que no puede expresar de otro modo y lo ayuda a vivir sin culpa ni pudor las propias fantasías.
Las claves a tener en cuenta
· Tu personaje, él o ella, ocupa un lugar, se muestra a su manera, actúa según sus impulsos.
· Lo que le ocurre marca el rumbo que toma la historia narrada: avanza o retrocede la trama dependiendo de lo que hace, lo que desea, lo que teme, lo que persigue, lo que no hace, y de este modo, el relato toma un camino u otro, hasta alcanzar su felicidad o su desdicha, su aceptación o su resignación, su imposibilidad o sus posibilidades.
· No se sabe lo mismo de un personaje en una novela que de un personaje en un cuento. Según cómo sea tu relación con el personaje, del tratamiento que le des y de lo que pretendas decir a través de él, sabrás si es protagonista de una novela o de un cuento.
· Si durante el tiempo del relato lo dejas seguir su trayecto y no lo obligas a ir por donde no quiere, se colocará de tal modo en el mundo narrado que sabrás si es protagonista o secundario.
· De un personaje se comprenden y aceptan sus reacciones como naturales siempre que resulte creíble e interesante.
· Crea héroes de novela ambivalentes, que no sean únicamente buenos o malos, blancos o negros, sino también grises.
En suma, al personaje se le pide, se le da, se le escucha y se le pregunta. Lo impulsas y le permites que te ayude. Es un primer paso para que resulte memorable.
Rutas para su creación
Las rutas a transitar en su creación (que se desmenuzan a lo largo de los capítulos siguientes con estrategias y ejemplos específicos) son estas que siguen:
Ruta 1: De la curiosidad al interés
Gracias a la curiosidad por la vida de los demás se despierta el interés por la vida de los personajes: seguimos leyendo sus avatares, compartimos sus triunfos, nos afligimos con sus penas.
Al principio, el lector recibe con ilusión a esos seres todavía desconocidos. Abre el libro con un sentimiento de anticipación. Frente a lo que les pase y debido a sus rasgos especiales deseará compartir sus problemas y sus peligros, y es posible que se sienta aliviado si llegan al final relativamente indemnes.
De hecho, los personajes novelescos inolvidables suelen serlo porque nos ayudan a comprender la vida. Comprendemos a Don Quijote, que ha sido vencido; su derrota nos afecta y la aceptamos como una cara ineludible de la vida.
Pregúntate
¿Cuál es el interés que por su vida crees que despierta tu personaje?
Si, por ejemplo, vive un desencuentro, y has sabido mostrarlo de modo cercano, con sus fallos, sus aciertos y sus incertidumbres, el lector debería acabar lamentando que tenga que pasar por ese desencuentro y estará pendiente de sus siguientes pasos. Lo seguirá en su periplo externo e íntimo. A medida que lo sigue, lo va entendiendo, desea un final u otro para él, no deja de leer, lo acompaña, se identifica o toma nota, imagina, se anticipa, se sorprende.
¿Cuándo se consigue que un personaje pase del universo del autor al del lector?
Posibles respuestas:
Cuando su historia y sus vivencias resultan cercanas, gráficas y creíbles.
Cuando se puede imaginar su vida previa al tiempo del relato y sus movimientos posteriores al mismo, sin que el autor explique nada al respecto.
Cuando se lo puede comprender y se lo compadece, o cuando se desea fervientemente que le vaya bien en la vida como se le desea a un hijo.
Entonces, una vez que definas la serie de rasgos que lo caracterizan por alguna razón, empieza a prestarle atención a tu protagonista:
préstale atención...
préstale atención...
y él te guiará en la construcción de un mundo particular.
Ruta 2: Del comportamiento a la emoción
La vida de un personaje implica sufrimiento o goce a lo largo del relato o en sus diferentes momentos. A pesar de las diferencias, tanto en la novela como en el cuento es necesario diagramar una curva emotiva.
Tal como se comporta, el personaje transmite su incertidumbre y sus certezas, así consigue conmover. De eso se trata.
Mirado de este modo, tienes que ponerlo en movimiento según el mismo personaje te lo indique, dando cuenta de sus vivencias y sus sentimientos.
Haz una lista de los personajes con los que más has llorado. Intenta evocar algu...