QUINTA PARTE
Técnica de lo autobiográfico a la ficción
Si vas a hacer de tu vida una novela o si necesitas incorporar cierto aspecto de la misma, una obsesión, cierta desesperación, un deseo, un lugar… ten en cuenta ante todo que la creación literaria no es ni podría ser un doble, una repetición de la vida. Y sí es, en cambio, escribir lo desconocido que tú llevas dentro de esa vida. En esto radica la pasión de escribirla, en plantarle cara a la incertidumbre, en intuir que con esta actitud darás con palabras portadoras de simientes. Escucho nuevamente a Marguerite Duras, que añade: «No hay resguardo en la seguridad de un yo sino exposición a una amenaza».
Las opciones más conocidas son:
-Novelas del yo o autobiografías noveladas en las que el autor presenta su vida como una fábula. Existe una variedad de discursos del yo: las memorias, los relatos de ficción con base autobiográfica, las crónicas de viajes, la novela escrita en primera persona (monólogo, monólogo interior, fluir de la conciencia), la correspondencia íntima, los diarios personales de distintas temáticas.
-Autobiografía ficticia en la que el personaje escribe una autobiografía de sí mismo que nada tiene que ver con la del autor, o al menos eso cree o eso dice.
Sin embargo, es muy posible que lo que uno supone que se le ha ocurrido de pronto a partir de una frase, no haya sido más que la aparición de una imagen que la memoria guardaba y que el inconsciente expulsa. Es evidente con respecto a los personajes que elegimos. La proyección de una faceta propia en un personaje surge naturalmente. Los detalles biográficos seguramente serán distintos, pero siempre habrá un impulso emocional que nos lleva a crear determinado personaje y del que posiblemente te percatas mucho tiempo después y ves en ellos tus obsesiones como en un espejo. Styron dice que muchos de sus personajes (Sophie, superviviente de un campo de concentración nazi en La decisión de Sophie o Nat, un esclavo rebelde en Nat Turner) tematizan sus tendencias suicidas y la depresión. Las circunstancias en las que colocó a esos personajes le han permitido explorar sus propias contradicciones, sus dudas, sus miedos.
-Relatos que contienen elementos autobiográficos evidentes, que brotan en forma discontinua entre los inventados, así sea: la temática, las características del personaje: sus convicciones, sus reflexiones, los lugares.
-Novelas cuyo autor da testimonio de la problemática de su profesión o de su oficio; por ejemplo, el de escritor a través de un personaje que también es escritor.
Reitero lo que decía hace unos capítulos: qué escribo es cómo lo escribo. En este bosque tienes que adentrarte ahora. Y para ello, aquí tienes un kit de herramientas esenciales para conseguir el efecto deseado:
1. Las operaciones narrativas.
2. Las estrategias.
1. Las operaciones narrativas
¿De qué dependen la elección y dosificación de los datos biográficos?
Al novelar una autobiografía, al escritor se le presenta la posibilidad de combinar lo real con lo ficticio.
Tomar directamente la vida real como material de la ficción es común.
¿Cuántos elementos, aspectos, indicios autobiográficos hay en tus relatos (novela o cuento) que no sabías? ¿Cuántos otros te habrás dejado en el camino y no sabes cómo llegar a ellos? Y si lo sabías, ¿los has incorporado del modo más productivo?
Constituir una novela retomando o reinventando huellas que nos ha dejado nuestro paso por la vida es una primera fase, la fase siguiente nos exige respetar la arquitectura más acertada de la novela en cuestión.
Mientras tanto, la diferencia entre una novela que nace de tu autobiografía (algo que te ocurrió, que sufriste, gozaste, no acabaste de entender, no has podido aceptar) y otra que nace de un argumento o una idea inventados es sutil. ¿Cómo saber si este párrafo es autobiográfico o no? De hecho, lo parece:
En mi primera infancia mi padre me dio un consejo que, desde entonces, no ha cesado de darme vueltas por la cabeza. «Cada vez que te sientas inclinado a criticar a alguien –me dijo– ten presente que no todo el mundo ha tenido tus ventajas.»
Sin embargo, es ficción, así empieza El gran Gatsby, de Francis Scott Fitzgerald.
Por lo tanto, la materia prima es la misma. La autobiografía puede prestársela a la ficción, a la vez que la ficción le presta a la autobiografía sus mecanismos narrativos esenciales, de modo que den coherencia y credibilidad a la historia.
Esto es lo que opina Paul Auster:
Escribir no ficción da el mismo trabajo que escribir ficción. La diferencia consiste en que con la no ficción, particularmente con el trabajo autobiográfico, ya conoces los hechos, algo que no pasa cuando escribes una novela. Todo lo demás es igual. Tienes que hacer el mismo esfuerzo por escribir buenas frases, para hablar de la manera más real que puedas. Así que sí, mis novelas a veces toman cosas prestadas de mi vida, pero el hecho de poner ese material en una novela lo cambia, lo ficcionaliza, lo convierte en otra cosa. Siempre hice la distinción entre el yo que escribe y el biográfico. El que escribe es un ser invisible que me habita, pero no es mi yo físico o biográfico.
¿Qué pasos sigues para convertir el material privado en un conjunto trascendente que interese a todos? ¿Las operaciones y las estrategias que empleas son las más acertadas? Revísalas.
Las operaciones ineludibles:
-Averiguar qué quieres decir.
-Encontrar mecanismos para pasar de la anécdota vivida al relato literario.
-Recortar (es indispensable).
Qué quieres decir, qué quieres destacar
Tal vez ya se te revelan entre los materiales que has recogido los momentos, los aspectos o los lugares de tu vida que te gustaría que motivaran tu novela o que formaran parte de tu relato autobiográfico.
Destacar es una vía para acercarte a lo que quieres decir, al tema del que quieres hablar, aunque en lugar de un tema puede ser una actitud, un sentimiento, una persona, una asignatura pendiente. Y si todavía lo rozas apenas y se te escapa, o si cuando ya lo tocas, te das cuenta de que no era eso, prueba este ejercicio.
Y si todavía no tienes claro o directamente no sabes de qué quieres hablar, pero al menos sabes qué quieres contar, la pregunta que deberías hacerte es:
¿Cómo quiero contar la historia que quiero contar?
Ejercicio inspirador
Completa la siguiente frase a vuelapluma:
Todavía no sé sobre qué hecho o qué tema necesito escribir y ahora se me ocurre que…
No es: Quiero escribir sobre…
Sino: Necesito escribir acerca de…
Autocuestionario operativo para dar con tu necesidad interior
En las respuestas a estas preguntas puedes acercarte a esa necesidad:
¿Qué te conmueve?
¿Qué te hace reaccionar?
¿Qué te rebela?
¿Qué te provoca rabia?
¿Qué piensas acerca de la vida?
¿Qué imaginas acerca de la muerte?
¿En qué crees?
¿De qué desconfías?
¿A qué le temes?
¿Qué ansías?
¿Cuáles son tus imperfecciones?
¿Qué es lo que no sabes?
¿Tienes una obsesión que te persigue?
¿Una escena que se te repite?
¿Quisieras hablar de los temas que afectan a la sociedad: el racismo, el hambre, la fama, la pertenencia a una raza o grupo étnico, la muerte, la guerra, el amor o el desamor?
Ejercicio inspirador para confirmar de qué quieres hablar
1. Rescata hechos emotivos que te marcaron.
2. Registra los nudos impactantes, escribe sobre ellos y a partir de ellos.
3. Piensa en lo más importante para ti, y escribe sobre eso.
4. Recurre a la lista de sentimientos y escoge el sentimiento que te impulsa a contar algo por escrito.
5. Busca el común denominador entre los cuatro puntos anteriores y saca conclusiones que te darán pistas concretas acerca de de qué quieres hablar.
De mis notas
Expreso mediante el lenguaje lo que me resulta imposible comprender. Atiendo a la lucha entre la memoria y el olvido, articulo argumentos y, puesto que carezco de fundamentos sólidos, me muevo en una zona de peligro, lanzo suposiciones: si el amor a un hijo o a una hija es el único que no se pone en duda, y yo...