Los 65 errores más frecuentes del escritor
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Los 65 errores más frecuentes del escritor

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Los 65 errores más frecuentes del escritor

Descripción del libro

Los grandes relatos provienen también de la detección de los errores. De eso trata este libro. Habrás comprobado que no basta con tener buenas ideas y que lograr un texto atrapante depende también de varias cuestiones que se contemplan en este libro. La meta: un libro que los lectores se reomienden entre sí. Como dice Ciryl Connolly: «Todo lo que no sea escribir para intentar una obra maestra es una pérdida de tiempo». Consulta tu problema y encontrarás el remedio entre éstas páginas: «Noto que algo falla y no sé qué es.» «He llegado hasta aquí y no sé cómo continuar.» «No sé cómo redondear la idea brillante que se me ha ocurrido.» «Quiero sopesar posibilidades antes de ponerme a escribir.» «Quiero valorar todas las posibilidades tral el punto final.» Y muchos más.

Preguntas frecuentes

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Información

Año
2016
ISBN de la versión impresa
9788490652237
ISBN del libro electrónico
9788490652381
Error n.o 1: sabotearse, sinónimo de bloquearse
Uno de los síntomas frecuentes: «Me falta tiempo para escribir».
¿El bloqueo es un error? Sí, lo es cuando quien lo padece lo considera un producto de su incapacidad en lugar de buscar el remedio contra la parálisis, la angustia y la descalificación personal que provoca.
A sus 31 años, Tolstói le escribió a Vasili Petróvich: «¡Estoy acabado como escritor! Es definitivo». Poco tiempo después escribió Guerra y paz y Anna Karénina.
Los casos (entre otros)
No valgo para esto.
–Me falta «inspiración» para seguir.
–Todo lo que escribo es mediocre.
–Me faltan ideas.
–No sé cómo completar las escenas.
–Tengo tantas ideas que no sé por dónde empezar.
Remedios (claves y secretos)
Los escritores se dividen entre los que siempre pueden escribir y los que cada tantos días o minutos se bloquean. Evitar el bloqueo es también una cuestión de actitud. No sufras, actúa.
Los que siempre pueden escribir se dan permiso, saben que escribir es tan sencillo (aunque no tan simple) como apuntar palabras o tomar nota de lo que desencadena un aroma, del soñar despierto, de las suposiciones, de las observaciones, de las dudas o las dificultades. Después seleccionan y ajustan la trama. Los otros gestionan las condiciones para no poder escribir, generalmente sin percatarse de que las gestionan, mientras los fantasmas, que pugnaban por salir, se hacen el festín en la mente y en el corazón del sufriente creador imposibilitado de crear, asoma en ellos el crítico antes que el inventor, el resultado es la frustración.
Primera recomendación. Evita la autoexigencia exagerada. A fuerza de querer obtener frases perfectas, corres el riesgo de desanimarte y abandonar. Te recomiendo la técnica de las tres lecturas:
En la primera, te colocas en la piel de un lector jovial, al que le encanta tu novela y destaca todos los puntos positivos. En la segunda, en la de un lector despectivo, que destaca los puntos negativos del relato. En la tercera, en la de un lector neutro, que intenta ser lo más objetivo posible y que descubre el estilo, y controla y mejora los errores antes de dárselo a leer a un tercero.
Segunda recomendación. Presta atención a las prescripciones contra esos estados peligrosos de la mente y el alma:
No escribas en orden lógico (principio, medio y final), escribe partes aisladas del total, así sea una novela, un ensayo, un artículo o un cuento.
En lugar de buscar ideas en la mente, búscalas entre lo que has escrito hasta ahora, una palabra, una frase que te provoque una asociación, y confecciona una lista de ocurrencias. Llegará un momento en que no podrás parar. Les pasa a mis talleristas.
Si te frenas porque hay cosas que no te atreves a decir ni siquiera en tu diario íntimo, trata de averiguar si lo que tienes es miedo de escucharte. ¿Es eso? Escribe sobre el miedo y verás que tu mundo interno se reacomoda en nuevas direcciones.
El pudor es un aspecto muy común que impide avanzar y que para no correr el riesgo de ser criticados ha llevado a muchos a la decisión de camuflar eso que presiona en su interior, o que algún implicado en su relato se ofenda aunque lo coloquen en un personaje de ficción. Sin embargo, he comprobado que si los implicados lo leen, generalmente no se reconocen en el texto. La represión verbal se traduce en grumos internos. Seguramente, ya sabes de qué estoy hablando. Te aseguro que si te arriesgas, será saludable para ti y llegarán las compensaciones.
Considera que lo que escribes en los primeros intentos son borradores, no pretendas que sean textos acabados: los borradores son continuaciones del pensamiento y con ellos le haces frente al saboteador. Mientras tanto, no pierdas tiempo revisando, sigue adelante.
Deja algo «en el tintero» para el día siguiente, siempre que puedas, como hacía Hemingway, que de ese modo no se bloqueaba.
Y si de pronto decides que ya no puedes más, que no das la talla y estás a punto de abandonar, relee alguno de tus mejores párrafos y recuerda en qué circunstancia lo escribiste, tal vez también te resultó difícil hacerlo y estuviste a punto de abandonar. Eso te levantará el ánimo.
«No tengo tiempo para escribir» es un pretexto inaceptable. Es imposible que no dispongas de diez minutos cada día. Piénsalo, y encuentra tú mismo o tú misma la respuesta. Si tu placer es escribir, escribe.
Toma ideas. Así lo consiguen...
Italo Calvino: «Cuando escribo, procedo por series: tengo muchas carpetas donde meto las páginas escritas, según las ideas que me pasan por la cabeza, o apuntes de cosas que quisiera escribir. Tengo una carpeta para los objetos, una carpeta para los animales, una para las personas, una carpeta para los personajes históricos y otra para los héroes de la mitología; tengo una carpeta sobre las cuatro estaciones y una sobre los cinco sentidos; en una recojo páginas sobre las ciudades y los paisajes de mi vida, y en otra, ciudades imaginarias, fuera del espacio y del tiempo. Cuando una carpeta empieza a llenarse de páginas, me pongo a pensar en el libro que puedo sacar de ellas».
Raymond Carver: «Me puse a escribir una historia cuya primera frase me dio la pauta a seguir. Durante días y más días pensé mucho en esa frase: “Él pasaba la aspiradora cuando sonó el teléfono”. Sabía que la historia estaba allí, que de esas palabras brotaba su esencia. Sentí hasta los huesos que a partir de ese comienzo podría crecer, hacerse cuento, si le dedicaba el tiempo necesario. Después de esa primera frase escrita de buena mañana, brotaron otras para complementarla, como si escribiese un poema: una línea y otra debajo y otra más. Maravillosamente pronto vi la historia y supe que era mía, la única por la que había esperado ponerme a escribir».
Haz la prueba
No sabes cómo seguir. Con frecuencia, las semillas que dan buenos frutos están contenidas en lo que ya hemos escrito antes.
El ejercicio adecuado es:
  1. Identifica las palabras que te resuenan.
  2. Identifica las frases que te resuenan.
  3. Identifica algún diálogo en especial que llame tu atención, una descripción u otro componente del relato que te provoque resonancias.
Tira de allí para avanzar. Si te resuenan es porque contienen semillas, vuelve a sembrarlas y espera, seguro que dan nuevos frutos: escen...

Índice

  1. Servicio de urgencias literarias (secretos, ejemplos y ejercicios)
  2. Sala de operaciones
  3. Error n.o 1: sabotearse, sinónimo de bloquearse
  4. Error n.o 2: un comienzo en el que no empieza nada
  5. Error n.o 3: no situar al lector (de ficción o no ficción)
  6. Error n.o 4: el final no convence, no ilumina, no conmueve
  7. Error n.o 5: olvidarse de lo esencial que es crear un mundo propio
  8. Error n.o 6: no saber de qué quieres hablar
  9. Error n.o 7: uso desafortunado del punto de vista
  10. Error n.o 8: cambiar de narrador arbitrariamente
  11. Error n.o 9: carencia de matices tonales
  12. Error n.o 10: recurrir a un narrador decimonónico
  13. Error n.o 11: saber poco acerca de tu protagonista
  14. Error n.o 12: el personaje resulta esquemático
  15. Error n.o 13: no otorgarles funciones a los secundarios
  16. Error n.o 14: perder de vista el hilo central
  17. Error n.o 15: los desvíos no pertinentes interrumpen la unidad de la trama
  18. Error n.o 16: una trama endeble
  19. Error n.o 17: no insinuar líneas temáticas
  20. Error n.o 18: no dosificar la acción con acierto
  21. Error n.o 19: sin armonía no hay una buena estructura
  22. Error n.o 20: capítulos que no son capítulos o que cojean
  23. Error n.o 21: no poder resistirse a la tentación de añadir
  24. Error n.o 22: escatimar información
  25. Error n.o 23: girar en torno a una idea sin variaciones
  26. Error n.o 24: detenerse en la profusión de datos irrelevantes y abandonar otros por el camino
  27. Error n.o 25: sin suposiciones no hay misterio ni suspense
  28. Error n.o 26: creer que la acción dramática es un agregado más
  29. Error n.o 27: los personajes no hablan a su manera
  30. Error n.o 28: la intriga no avanza. La progresión brilla por su ausencia
  31. Error n.o 29: ninguna crisis, cero tensión
  32. Error n.o 30: usar una casualidad para resolver un problema
  33. Error n.o 31: olvidarse de retomar
  34. Error n.o 32: no trascender lo anecdótico
  35. Error n.o 33: informar en lugar de sugerir
  36. Error n.o 34: la estructuranarrativa no cumple su función
  37. Error n.o 35: la descripción es pobre o poco funcional
  38. Error n.o 36: la historia ocurre en ninguna parte
  39. Error n.o 37: sin ambientación el mundo creado no se sostiene
  40. Error n.o 38: echar mano del paisaje o de la meteorología de forma mecánica
  41. Error n.o 39: escenas desangeladas
  42. Error n.o 40: carencia de detalles esenciales
  43. Error n.o 41: recurrir a las abstracciones, no mostrar lo concreto
  44. Error n.o 42: prescindir de los sentimientos
  45. Error n.o 43: incluir objetos que no aportan algo más al relato
  46. Error n.o 44: no reparar en las funciones que ejerce el tiempo
  47. Error n.o 45: olvidarse de las conexiones y las transiciones
  48. Error n.o 46: olvidarse de los contrastes
  49. Error n.o 47: el conjunto está desequilibrado y falla la unidad
  50. Error n.o 48: confiar en el qué más que en el cómo
  51. Error n.o 49: no controlar el ritmo particular
  52. Error n.o 50: sombras que tapan la claridad
  53. Error n.o 51: el título no invita a entrar en el libro
  54. Error n.o 52: no regular la desmesura
  55. Error n.o 53: las reiteraciones y la redundancia brillan por su exceso
  56. Error n.o 54: perder de vista la efectividad de la palabra: sufrir de ceguera léxica
  57. Error n.o 55: desaprovechar el aporte de la sintaxis
  58. Error n.o 56: frases enfermas
  59. Error n.o 57: el empacho lingüístico: el tópico
  60. Error n.o 58: no reparar en que hay sustantivos más narrativos que otros
  61. Error n.o 59: caer en la trampa que tienden los adjetivos
  62. Error n.o 60: síntomas de los tiempos verbales
  63. Error n.o 61: enfermedades graves del discurso: porqueísmo y dequeísmo
  64. Error n.o 62: puntuación
  65. Error n.o 63: la coma comestible
  66. Error n.o 64: no reparar en la correlación entre género y lenguaje
  67. Error n.o 65: ponerse a corregir todo a la vez
  68. Créditos
  69. ALBA