1. Entender el texto
1. Lee la obra.
O escucha la obra de su fuente original pidiéndole al autor que te la lea.
Desconecta el teléfono, no contestes si llaman a la puerta, siéntate y léela entera. Al acabar, toma notas o comentarios, muy sencillos… «El inicio un poco aburrido.» «No entiendo la parte del testamento.» «La última parte muy emocionante.»
2. Haz un descanso y léela otra vez.
Esta vez permítete divagar: piensa en cómo se verá, el tipo de actores que vas a necesitar, si los problemas que has visto en la primera lectura se están resolviendo por sí mismos.
3. Si tienes ocasión, elige a los diseñadores que le vayan a la obra.
Un montaje de Tres hermanas de Chéjov con escenografía y vestuario de Francis Bacon puede ser divertido, pero probablemente no ayudaría nada ni al reparto ni al público.
4. No decidas la escenografía y el vestuario demasiado pronto.
Aunque estés agobiado por los ensayos generales, intenta retrasar la concepción escénica lo más posible. Lo más seguro es que cambies de idea a medida que vayas conociendo mejor la obra.
5. Lee el papel de cada uno de los personajes como si lo fueras a interpretar tú.
Sáltate las escenas en las que no apareces y concéntrate en tus frases. A menudo esto da una idea más clara del personaje y ayuda a hacer el reparto.
6. No estudies más de la cuenta.
Una de las fanfarronadas favoritas de los directores es «Me sé cada palabra de este texto de memoria», pero eso puede restringir nuestra imaginación. Recordar los diálogos es trabajo del actor, no tuyo. A veces simplemente adivinar cómo va una escena puede permitirte que pienses con mayor libertad.
7. Aprende a amar una obra que no te gusta especialmente.
Puede que te pidan, o que tú decidas, dirigir una obra que, por la razón que sea, te parece que no es demasiado buena. En ese caso es mejor concentrarse y trabajar sobre las virtudes de la obra que intentar reparar los problemas que tiene en sí.
8. Identifica la pregunta crucial de la historia.
Toda buena obra tiene un interrogante central del tipo «¿lo hará o no lo hará?» sobre el/los personaje/es central/es que es esencial para mantener el interés del público, un interrogante alrededor del cual gira toda la acción. Piensa en el Hamlet de Shakespeare: ¿vengará el príncipe el asesinato de su padre?; en Casa de muñecas de Ibsen: ¿le contará Nora su secreto a Torvald?
Como director, tienes que descubrir qué es lo que hace que el público mantenga su interés por la acción que se está desarrollando.
9. Ten presente que la experiencia humana trata del sufrimiento y de su resolución.
Preguntas que hay que hacerse ante cualquier guión: ¿por qué sufren estos personajes? ¿Qué hacen para acabar con su sufrimiento?
10. Ten en cuenta que el personaje es el resultado de su conducta.
Como nos enseña Aristóteles, conocemos a las personas principalmente por lo que hacen. Lo que los demás digan de ellos, o lo que ellos digan de sí mismos, puede ser o no ser verdad.
11. Entiende que las obras describen a personas en circunstancias extraordinarias.
Lo que se ve en el escenario no es la vida cotidiana, sino algo más: algo extremo, determinante, que cambia la vida de los personajes.
¿Cuál es el origen de esas circunstancias especiales? Arthur Miller dijo: «La estructura de una obra es siempre la historia de cómo de aquellos polvos vienen estos lodos».
Es decir, que las consecuencias de algo que hizo alguien alguna vez regresan para acosar al personaje en el ahora de la función. Estos actos del pasado permean la historia; amenazan las circunstancias y los valores normales de las vidas de los personajes y obligan a tomar determinadas decisiones.
Como dijo Edward Albee: «Eso es lo que pasa en las obras de teatro, ¿sabes? Que la mierda llega al ventilador».
12. Reconoce que la lucha es más importante que el resultado.
Que los personajes consigan lo que se habían propuesto no es crucial. Lo que es verdaderamente importante es que sus intenciones queden claras, que se comprometan en la lucha, se enfrenten a los obstáculos y tomen las decisiones necesarias en cada momento para alcanzar sus objetivos. Lo que les hace interesantes, si no heroicos, son las decisiones que toman al enfrentarse a circunstancias claras y desafiantes; o bien los personajes cambian las circunstancias o estas les cambian a ellos.
El público es testigo de cada modificación del personaje y lo vive por identificación: «Estoy de acuerdo con lo que ha hecho». «¿Por qué ha hecho eso?» «Vaya, eso ha sido interesante; nunca se me habría ocurrido una táctica tan inteligente.»
Hacia el final de la obra, cuando el público anticipa que se ...