Vidas
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Descripción del libro

Ocho personajes de diferentes países africanos coinciden en una patera rumbo a España. La meta es llegar bien y empezar una vida nueva en Barcelona, Madrid o Francia. Aunque llevan pocas pertenencias encima, o ninguna, viajan cargados de recuerdos dolorosos, de miedo, hambre y soledad; pero llevan consigo una cosa que los une: la esperanza de comenzar de nuevo.

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Información

ISBN del libro electrónico
9788469702536
Capítulo 1: Mahmud y Sohora de Tetuán (Marruecos).
Lunes 1 de septiembre.
Mahmud se acababa de despertar después de haber pasado una noche de insomnio y pesadillas. Le dolía la espalda y la cabeza. Lentamente, presionando sus manos sobre los riñones y arrastrando los pies, fue caminando hacia la amplia terraza que había junto a su dormitorio.
El sol intenso de esa mañana de verano le deslumbró, pero como de costumbre, se quedó mirando fijamente la maravillosa vista que tenía desde su recién estrenada casa.
Podía ver todo Tetuán, con sus luces y sus sombras, con sus ruidos y sus escasos reductos de paz. Frente a él tenía el espléndido Palacio del Jalifa, que le recordaba a esos edificios sevillanos que había conocido en uno de sus muchos viajes de negocios a España. A un lado del Palacio podía observar la parte más moderna de la ciudad y al otro, la más antigua, formada por callejones estrechos y oscuros pasadizos.
Mahmud a sus cuarenta y ocho años se sentía orgulloso de sí mismo. Había conseguido salir de la pobreza para vivir como un señor. Y es que eso es lo que se consideraba Mahmud, un gran señor. Ya casi no recordaba aquellos tremendos madrugones que tenía que darse junto a sus tres hermanos para ir a trabajar a la fábrica de fertilizantes con el estómago vacío.
Y a estas alturas de su vida, todavía no sabía realmente lo que era peor, si tener que madrugar, pasar hambre o los nauseabundos olores con los que tenía que convivir todo el día en ese lúgubre almacén de uno de los barrios más pobres de Tetuán.
Desde niño soñó con ser un hombre rico y poderoso, como el dueño de su fábrica, con tener gente que le sirviese y obedeciera y ahora, cuando sólo le faltaban dos años para cumplir los cincuenta se sentía un triunfador.
Se dedicaba a lo más útil y provechoso que se puede dedicar un hombre, a hacer negocios, o al menos así pensaba él.
–Eso de madrugar, cumplir horarios y tener capataces que te maltratan, se acabó, pasó a la historia- se decía a sí mismo todos los días.
Ahora era, bajo su punto de vista, fuerte y arrollador. Ya nada era un obstáculo en su vida, podía con todo.
Mientras Mahmud se regocijaba de esa amplia vivienda que se había comprado, de ese Mercedes blanco que tenía frente al portal o de esa cantidad de jóvenes que trabajaban sin rechistar para él, su mujer Sohora, un año menor que él, preparaba personalmente el desayuno para ella y para sus dos hijos: Dris y Abderramán.
Sohora era una mujer pequeña y frágil, de ojos muy negros, amplias cejas y pelo rizado que solía recogerse en una larga y abultada trenza. Sin excepción, se levantaba todos los días a las siete de la mañana dispuesta a ayudar a vestir a sus hijos, prepararles el té con galletas y miel y acompañarlos al colegio.
Desde que su marido había prosperado tanto en los negocios, Sohora tenía dos criadas muy jóvenes, dos hermanas de a penas 16 años, pero había cosas que ella quería llevar a cabo personalmente, como cuidar a sus hijos y cocinar sus platos favoritos.
-Dris y Abderramán me dan la ternura y la alegría que mi marido me niega- decía esa mujer madura con ojos impregnados de lágrimas a las dos hermanas que estaban a su servicio- Por eso me gusta cuidarles y mimarles-.
Sohora y Mahmud a penas se dirigían la palabra. Ya no tenían nada en común. Ella era incapaz de comprender de dónde salía tanto dinero, tanto coche, tanto viaje, aunque, en el fondo eso era lo que ella siempre estaba ansiando, que su marido se fuese de viaje. Cuando Mahmud desaparecía unos días de casa, ella se sentía relajada, sin presiones, sin amenazas, sin controles.
Cantaba a todas horas, organizaba fiestas para sus hijos, invitaba a comer a sus hermanas.
A veces cuando se quedaba sola en su habitación, tras haber llevado a los niños al colegio, se echaba vestida sobre su cama y recordaba el día en que su padre le presentó al que iba a ser su marido. Era una tarde soleada pero no muy calurosa del mes de abril. Hacía escasos meses, la familia al completo había dejado la ciudad de Casablanca para trasladarse a Tetuán, ya que habían ofrecido a su padre un interesante trabajo en el Museo Arqueológico.
- Aunque Tetúan no es tan bella como Casablanca, estoy seguro que os gustará. Por cierto,, ¿sabéis lo que significa la palabra Tetuán?... “Abre tus ojos”, eso es lo que significa y eso es lo que debéis hacer- les comentó su padre al anunciarles el inminente traslado.
Y allí abrió Sohora los ojos ante la vida, -pero de una forma brutal- se repetía la mujer a sí misma en sus momentos de soledad.
Pocas semanas después de llegar a esa ciudad de luz penetrante del Mediterráneo, el padre de Sohora les comunicó a todos sus familiares que había tomado una decisión.
-Mi hija mayor se casará con Mahmud, un hombre muy trabajador, que sabrá cuidar de ella y de sus futuros hijos- dijo sin titubear el viejo arqueólogo.
A las seis de la tarde, Sohora, su madre y hermanas fueron paseando lentamente hasta los Jardines de la Escuela de Artesanía. Allí a una cierta distancia se encontraba su futuro marido junto a su padre. Mahmud miró a la chica detenidamente, observando su pelo, su cara, su cuerpo cubierto por una túnica blanca y dorada y tras un tenso silencio, dio su consentimiento.
Días más tarde se reunieron los dos padres para hablar de la dote. A partir de ese momento Sohora y Mahmud tuvieron un noviazgo tradicional.
Sohora, echada en su cama, recordaba a su actual marido como un chico muy inquieto, con muchas ambiciones y orgullo. Quería salir de la pobreza a cualquier precio y lo más rápidamente posible. Y a ella no le...

Índice

  1. Capítulo 1: Mahmud y Sohora de Tetuán (Marruecos).
  2. CAPÍTULO 2: KARIM de Marrakech (Marruecos)
  3. CAPÍTULO 3: SAIDA de Agadir. (Marruecos)
  4. Capítulo cuatro: Jilali de Bamako. MALI.
  5. CAPÍTULO CINCO: AYANE DE SOMALIA.
  6. CAPÍTULO SEIS: MAHMUD Y SOHORA.
  7. CAPÍTULO SIETE: CALIXTA de Ruanda Y NAZIFA de Chechaouen (Marruecos)
  8. CAPÍTULO OCHO: Rached de Fez y Yayoud de Beni Mellal.
  9. CAPÍTULO 9: EL ENCUENTRO.
  10. CAPÍTULO 10. OBJETIVO: BARCELONA
  11. CAPÍTULO 11Algeciras-Barcelona
  12. CAPÍTULO 12ALGECIRAS-MADRID
  13. CAPÍTULO TRECE: NAVAJAS pueblo con olor a jazmín y pinos.
  14. CAPÍTULO 14: BARCELONA