Dosio, Patricia
Arte, escuela y nación : el dibujo como disciplina escolar en la enseñanza pública : Buenos Aires, 1880-1916 / Patricia Dosio. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Eudeba, 2020.
Libro digital, EPUB - (Temas/educación)
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ISBN 978-950-23-3109-6
1. Educación Artística. 2. Escuelas Primarias. 3. Arte para Niños. I. Título.
CDD 370.118
Eudeba
Universidad de Buenos Aires
Primera edición: noviembre de 2020
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ISBN edición digital (ePub): 978-950-23-3109-6
Introducción
Suele considerarse que, en los orígenes de la educación artística escolar en Argentina, a fines del siglo diecinueve, sus contenidos revestían unos objetivos limitados, instrumentales, sin puntos en común con el hacer de los artistas y que lo relativo al arte y la cultura estaba dirigido a un sector social de elite.
Sin embargo, es posible efectuar otra lectura de ese momento de génesis. Si indagamos las acciones realizadas y los debates que circularon por entonces sobre el arte en la instrucción elemental, despunta una riqueza que complejiza aquella percepción más restringida. Emergen asimismo conexiones con el proyecto de los artistas coetáneos, empeñados en la formación de un público de arte y en la educación del gusto artístico, entre otros intereses.
Este libro trata de reconstruir esas prácticas y discursos con el fin de recuperar esa complejidad de la enseñanza artística en sus inicios, que revistió su originalidad en el ámbito escolar decimonónico y afectó luego la educación visual dentro del plano de las asignaturas artísticas. Confinado entre las fronteras de dos campos disciplinares, el arte escolar, canalizado por entonces por medio del dibujo, se vislumbra como un reto para los historiadores del arte, si bien en los últimos años se ha incorporado el estudio de imágenes de diversa naturaleza y temas que amplían el marco del arte erudito. En este sentido, esta pesquisa pretende contribuir a esta ampliación, explorando un área poco abordada y, al mismo tiempo, enriqueciendo la mirada sobre la realidad artística del período. Introducirnos en el conocimiento de ese pasado dentro de sus coordenadas nos facilitará, por comparación, comprender y actuar sobre el presente de la educación artística.
La enseñanza del dibujo en Buenos Aires cuenta con una tradición de variadas iniciativas dentro del campo educativo. Desde la creación de la Escuela de Dibujo del Real Consulado de Comercio de Buenos Aires por Manuel Belgrano en 1799 hasta su inclusión en los planes de la educación común en la década del ochenta, se generaron diversas propuestas de carácter público y privado, dentro y fuera de la escuela. Amplios han sido los debates epocales sobre la definición, dentro del sistema escolar, de sus contenidos y sus vínculos con otras asignaturas del nivel primario para la formación de los niños como argentinos y ciudadanos. Pese a ello, se registra una falta de estudios exhaustivos sobre el desarrollo del dibujo como materia en las escuelas públicas de la ciudad de Buenos Aires y su relación con la conformación del ciudadano en el contexto de construcción y consolidación del Estado-nación.
Este trabajo postula que la inclusión de una asignatura artística en el curriculum elemental jugó un rol significativo más allá de propiciar la educación estética. Concretamente, la transmisión del nosotros común se ha vinculado a la enseñanza de la historia, literatura y arte nacionales según parámetros configurados a mediados del siglo diecinueve (Morán, 2007: 24; Álvarez Junco, 2001). Junto a la imbricación del arte con cuestiones políticas y económicas, tanto en Europa como en América, la enseñanza del dibujo era percibida como “una cuestión de Estado”, dada la confianza decimonónica en el poder del dibujo para llevar a cabo una transformación de la sociedad (Bordes Caballero, 2006: 11).
La carencia de estudios sobre la historia de la enseñanza del dibujo en escuelas públicas porteñas habilita distintas vías de aproximación, una de las cuales la constituye el tema de esta investigación. La referencia es al lugar que ocupó la instrucción del dibujo en la escuela común en relación con las políticas de cuño liberal conservador. ¿Cuál fue la función que pretendió dársele al dibujo en el nivel elemental? ¿De qué modo fue instrumentada su enseñanza? ¿Qué discursos legitimó su implementación y qué discursos legitimaron su implementación entre los años 1880 y 1916? Es importante además señalar otros aspectos que se relacionan con este tópico. Por un lado, la vinculación del aprender dibujo con la capacitación de futuros trabajadores, aprendices u obreros, tema que formó parte de un universo mayor de preocupaciones sobre el desarrollo industrial en el país. Por otro lado, es de destacar la consideración de la enseñanza del dibujo dentro de una historia de la observación. Justamente, las prácticas de observación conforman una construcción histórica y contextual que se aprende. En este sentido, el aprender a dibujar supuso la interiorización de conductas y hábitos que se fueron sistematizando, estereotipando y naturalizando a lo largo del proceso de institucionalización de los sistemas públicos de escolarización. Además, su enseñanza en la escuela se hallaba unida a diversos artefactos visuales: mapas, láminas, estampas, cartas murales, ilustraciones, esquemas, objetos todos valorados por la pedagogía moderna. Más allá de que su presencia concreta no estuviera generalizada en todas las escuelas, lo cierto es que los discursos pedagógicos y políticos ponderaban el empleo de recursos icónicos. La instrucción de la visión consiste en la formación de modos de observar, de atender, de transmisión y producción de saberes en ámbitos institucionales disciplinarios. Parte de la visión que se aprende se halla regida convencionalmente, orientando sobre qué ver, en qué contexto y cuándo, atribuyendo determinados significados a una escena o situación dadas (Cosgrove, 2002: 69). La producción de formas particulares de observar incidió luego en la educación visual dentro del plano de las asignaturas artísticas. Este tópico se enmarca dentro de aquello que Jonathan Crary define como la capacidad de atención del sujeto moderno, imbricada con cuestiones pedagógicas, estéticas y políticas y fundamento de la emergencia de la cultura del espectáculo (Crary, 2005; 2008). Aprender dibujo era también aprender determinadas conductas, hábitos y su articulación con discursos diversos que definían qué ver y cómo.
La hipótesis principal de esta pesquisa sostiene que la configuración de la enseñanza artística como disciplina escolar denominada Dibujo jugó un rol específico en el marco del régimen político conservador. La introducción de la materia en el plan de estudios constituyó un instrumento que acompañó, en primer lugar, la búsqueda de homogeneización cultural frente a la cuestión inmigratoria. En segundo lugar, aportó en la conformación del ciudadano como parte de los saberes que los niños debían aprender para luego poder desempeñarse en la sociedad civil y el sistema político. Desde esta perspectiva, sus contenidos contribuirían a la socialización de los niños tanto inmigrantes como nativos en los valores nacionales (Zusman, 1997: 174, en relación con la enseñanza de la geografía). Del mismo modo, el acceso que su aprendizaje suponía a los saberes socialmente productivos significaba una preparación para los jóvenes como mano de obra de pequeños talleres y fábricas. Estos saberes enseñan a los sujetos a transformar la naturaleza, la cultura, sus propios hábitos. Estos saberes asimismo eran parte de la educación del ciudadano.
En el proceso de institucionalización del Estado-nación, Oscar Oszlak identifica una modalidad ideológica de penetración estatal para constituir las bases consensuales sobre las cuales edificar un sistema de dominación. Esta modalidad apeló a mecanismos que operaron sobre valores, percepciones, actitudes, representaciones y comportamientos sociales asociados a sentimientos de pertenencia a una comunidad nacional. En ese marco, la educación fue el vehículo privilegiado de penetración ideológica, especialmente después de 1880 (Oszlak, 1997: 151; Puiggrós, 1984; Bertoni, 2001). La escolarización, obligatoria a partir de 1884, reunió a una población infantil caracterizada por fuertes diferencias socioculturales. Al respecto Sandra Carli apunta que el alumnado de entonces englobaba a niños de grupos familiares socialmente y económicamente muy diversos (Carli, 2002: 36). Se trataba de hijos de inmigrantes que arribaron al país entre 1850 y 1870, a los que se sumaron descendientes de criollos que habían participado en las luchas intestinas y niños procedentes de familias oligárquicas. En consecuencia, una población infantil heterogénea cuyo emparejamiento cultural se convirtió en uno de los objetivos de las políticas educativas oficiales.
La insistencia en el carácter nacional de la instrucción pública fue una línea de acción política dependiente del proceso de constitución del Estado-nación. La necesidad de homogeneización cultural que requería este proceso ha sido señalada por los historiadores de la educación (Ascolani, 2009: 29). Al respecto, Juan Carlos Tedesco afirma que el grupo dirigente había logrado su hegemonía por medio de instrumentos culturales. Subraya además que el carácter masivo del proyecto educativo pretendía garantizar una homogeneidad cultural básica sin mayores resistencias (Tedesco, 1983: 263). En este sentido, Carlos Escudé califica como fuertemente nacionalista la postura del Consejo Nacional de Educación, cuyo presidente desde 1908, José María Ramos Mejía, se había empeñado en deseuropeizar a los inmigrantes concediéndoles una nacionalidad argentina creada artificialmente (Escudé, 1990: 33). Esta política atravesó las etapas que describe Roberto Marengo en su periodización de la formación del sistema educativo estatal. A una primera etapa de estructuración (1884-1899) le siguió otra de expansión (1899-1908) en la que se buscó abarcar a toda la población dentro del sistema de escuelas comunes. La última etapa, de consolidación (1908-1916), se caracterizó por la extensión del sistema administrativo y de control (Marengo, 1991).
La escuela, como espacio óptimo para el aprendizaje de los valores de la ciudadanía, estaba “diseñada por el Estado para la transmisión de contenidos básicos de las identidades ciudadanas y de las capacidades que permitirán la implicación en la vida en común” (Morán, 2007: 14). En este contexto, surge el interrogante por el lugar que ocuparon las artes visuales en la educación pública y su relación con tales funciones asignadas a la escuela. Circularon por entonces argumentaciones de políticos e intelectuales que favorecían el desarrollo de la educación artística e...