La ciudad siempre gana
eBook - ePub

La ciudad siempre gana

  1. 401 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

La ciudad siempre gana

Descripción del libro

La ciudad siempre gana nos sitúa en primera línea de una revolución. Inmersos en el alzamiento de 2011 de la plaza Tahrir, al igual que miles de jóvenes que protestan contra la dictadura pese a la represión policial, Mariam, Khalil y Hafez recorren las agitadas calles de El Cairo, convencidos de que son parte de una transformación histórica imparable. A medida que la dictadura se tambalea, y mientras la nación se resquebraja por el extremismo ideológico, el compromiso de Mariam y Khalil se verá puesto a prueba. Esta novela eléctrica y hermosa, elogiada por autores de la talla de J. M. Coetzee, Richard Ford y Naomi Klein, no trata únicamente sobre la Revolución Egipcia, sino sobre una generación que pretende cambiar el mundo.

Preguntas frecuentes

Sí, puedes cancelar tu suscripción en cualquier momento desde la pestaña Suscripción en los ajustes de tu cuenta en el sitio web de Perlego. La suscripción seguirá activa hasta que finalice el periodo de facturación actual. Descubre cómo cancelar tu suscripción.
Por el momento, todos los libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Perlego ofrece dos planes: Esencial y Avanzado
  • Esencial es ideal para estudiantes y profesionales que disfrutan explorando una amplia variedad de materias. Accede a la Biblioteca Esencial con más de 800.000 títulos de confianza y best-sellers en negocios, crecimiento personal y humanidades. Incluye lectura ilimitada y voz estándar de lectura en voz alta.
  • Avanzado: Perfecto para estudiantes avanzados e investigadores que necesitan acceso completo e ilimitado. Desbloquea más de 1,4 millones de libros en cientos de materias, incluidos títulos académicos y especializados. El plan Avanzado también incluye funciones avanzadas como Premium Read Aloud y Research Assistant.
Ambos planes están disponibles con ciclos de facturación mensual, cada cuatro meses o anual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
¡Sí! Puedes usar la app de Perlego tanto en dispositivos iOS como Android para leer en cualquier momento, en cualquier lugar, incluso sin conexión. Perfecto para desplazamientos o cuando estás en movimiento.
Ten en cuenta que no podemos dar soporte a dispositivos con iOS 13 o Android 7 o versiones anteriores. Aprende más sobre el uso de la app.
Sí, puedes acceder a La ciudad siempre gana de Omar Robert Hamilton en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Literatura y Literatura general. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Editorial
Sexto Piso
Año
2018
ISBN del libro electrónico
9788417517038
Categoría
Literatura

SEGUNDA PARTE.

HOY

Con una asamblea constituyente al borde del colapso y los manifestantes en las calles enfrentándose a la policía por el lento ritmo del cambio, el pasado martes el presidente Mohamed Morsi hizo público un decreto que le otorga plenos poderes como guardián de la revolución egipcia por encima de cualquier tribunal.
La inesperada amplitud de los poderes que acaparaba ha suscitado un inmediato temor a que pueda convertirse en un nuevo déspota. Rara vez en la historia un líder postrevolucionario ha acumulado semejante poder personal para inmediatamente después renunciar a él.
The New York Times, 22 de noviembre, 2012
Mariam arroja otra piedra. La lanza con tanta fuerza que el hombro casi se le sale de la articulación, y antes de que pueda ver dónde aterriza ya está agachándose a por otra.
–¡Cabrones! ¡Estúpidos cabrones aborregados! –Nunca había estado tan enfadada–. ¡Estúpidos hijos de puta! ¡Pensad lo que estáis haciendo! ¡Pensad!
Vinieron a atacar por la mañana. Desde las reformas constitucionales del nuevo presidente ha habido protestas a diario en las inmediaciones del palacio presidencial. Así que por la mañana vinieron a echarlos.
–Jodidos matones hijos de puta. –Arroja otra piedra–. ¡El chulo de vuestro presidente es electo! ¡Electo!
Los Hermanos Musulmanes han dado el primer paso. Jugaron la carta de la mayoría parlamentaria para forzar que se aprobara la nueva constitución estatal traicionando todas sus promesas y alianzas revolucionarias. La nueva constitución que dará forma al futuro del país y definirá sus leyes y que buscará la forja de su identidad postrevolucionaria. La nueva constitución que no protege a las minorías, que subyuga a las mujeres, que permite la tortura, que invita a la privatización y que protege al Ejército.
–¿¡Os pensáis que eso es todo!? –Mariam arroja otra piedra a la tierra de nadie de escombros que los separa–. ¿Os pensáis que es así de sencillo?
Ante ellos, en formación, de espaldas al palacio presidencial, hay hombres, centenares de hombres. Hombres con barbas largas y chaquetas pesadas que braman instrucciones, hombres con barbas más ligeras y la ira de la juventud impotente, hombres que cumplen órdenes, hombres sin ningún otro lugar al que acudir, hombres perdidos en su anteproyecto de salvación divina y otros que arden con la necesidad de purificar la tierra.
De repente, disparos y la multitud se estremece. Ella no ve el arma. La gente está corriendo y Ashraf le pone la mano en el hombro. Tenemos que irnos. Algo le golpea en la nuca, pero ella no se cae. Ashraf corre, los dos corren. No saben en qué calles se está a salvo.
–Alísate el pelo –le dice a Ashraf mientras trata de respirar más despacio–. Prueba a echártelo a un lado o algo. Que parezca menos revolucionario. –Ella se quita la kufiyya y nota que está llena de sangre.
–¿Por dónde se va al palacio?
–Estoy seguro de que es por aquí.
–¿Por dónde vinimos?
Esta calle no me suena.
–Cuando perseguíamos a esos chicos, ¿giramos a la derecha o a la izquierda?
Desde las sombras, Mariam puede ver a ocho hombres, palos de madera, dos cuchillos de cocina.
–Tíos, ya sabéis que éste es un barrio cristiano.
–Está claro que estos hijos de perros judíos tienen dinero.
–Por supuesto.
Tienen de todo.
–Malditos sean esos traidores de Sawiris y Hamdeen y El-Baradei.
–Y el papa, ese hijo de perro judío.
Le pone a Ashraf la mano en el hombro. Se están quietos. Se quedan callados. Son demasiados.
–Y . ¿Qué vamos a hacer contigo?
¿A ti quién te ha pagado? ¿Eh?
¿Quién te ha pagado?
Una mano que abofetea carne. Ella se estira para mirar a través de la puerta enrejada.
–¿Quién te ha pagado?
¿Ha sido El-Baradei? Dínoslo.
Ya lo sabemos así que dínoslo.
Un hombre, descamisado, sangrando. Lleva atada alrededor del cuello su camisa hecha jirones igual que una correa. Tiene los ojos cerrados por los moratones. Vinieron por la mañana. Llegaron en autobuses alquilados para expulsar a los manifestantes que acampaban frente al palacio del nuevo presiente.
–Eres cristiano, ¿verdad?
Así que ¿quién te ha pagado?,
¿El-Baradei o el papa?
¿Quién te ha pagado?
–Chico, ¡te voy a cortar los labios si no empiezas a usarlos!
–¿Quién te ha pagado?
Mira, sales en un vídeo.
¿Cuánto te ha dado?
–¡Te vamos a rajar
la garganta, chico!
¿¡Cuánto te ha dado
El-Baradei!?
Descargan otra fuerte bofetada en la nuca del chico. Ella nota que Ashraf se estremece a su lado. Al prisionero le gotea sangre de los labios mientras mueve la cabeza con aturdida confusión. Lo único que alcanza a decir es «no, no, no».
–Sabemos que tenéis dinero. Esta mañana vimos lo que teníais en las tiendas.
¡Queso! ¡Tres tipos de queso! ¡Queso del Nesto,* pervertidos!
–Una plaga en vuestros hogares.
–Asquerosos bastardos, les sobra la comida, viven todos como reyes con sus dólares estadounidenses.
–Que nos pidan perdón.
–Todo pagado por los estadounidenses.
–Y por los israelitas.
–Si ellos tienen a los estadounidenses nosotros tenemos el Corán.
–A Dios gracias.
–A Dios gracias.
–Tenemos el Corán y tenemos al presidente.
–A Dios gracias.
–Deberíamos volver al palacio.
–Llevemos esta inmundicia al palacio.
–¿Hay muchos?
–Muchos qué.
–Prisioneros.
–Ya lo averiguaremos.
–Sheikh Yassin** decía que les comprobáramos las manos. Que si las tienen sucias que se las cortáramos porque han estado tirando piedras y puedes estar seguro de que son traidores ¡y que les cortaremos las manos!
–Vamos. Estoy seguro de que es por aquí.
–Esta calle no me suena.
–Es por aquí.
–Vamos, perro.
Descargan otra fuerte bofetada en la cara del hombre.
–¡¡ESTAMOS CONTIGO, MORSI!! ¡¡CUALQUIERA QUE TE INSULTE SE VUELVE A CASA DENTRO DEUN SACO!!
¡MOR-SIII! ¡MOR-SIII!! –¡Dios es grande!
5 DE DICIEMBRE: SEIS PERSONAS MUERTAS DURANTE LOS
ALTERCADOS EN EL PALACIO PRESIDENCIAL
Khalil está asomado al balcón, intentando distinguir la lucha callejera al fondo, el sonido de una bala esporádica le llega de alguna parte. Éste es el escenario de una pesadilla. Lleva todo el día pensándolo y con cada piedra que tiraba a la milicia de los Hermanos el sentimiento se acrecentaba en su estómago. Es esto. Es nuestro momento África, querida, vaya un lío terrible, ¿verdad? Es un espectáculo de mierda y una excusa para que vuelva el Ejército, para que tome de nuevo las riendas. Y lo que viene después va a hacer que Irak parezca el patio de un colegio. Porque como esto acabe con Morsi derrocado, en Egipto sobran veteranos yihadistas, ideólogos feroces y guerreros vitalicios que van a pasarse por casa, a pertrecharse y a salir a la calle a pegar tiros. Y lo lamentaremos. Entonces ya nadie podrá hacer nada salvo el Ejército y la puta policía. El país les suplicará que vuelvan a tomar las calles.
–¡Tienen a gente retenida en el puto palacio!
Se vuelve y ve a Mariam y a Ashraf entrando en el apartamento de Nancy.
–Sí, lo sabemos –responde Hafez, dándole la vuelta a su ordenador para enseñarle un vídeo a Mariam–, están alardeando de ello.
Una mesa llena de portátiles se extiende por el centro del comedor de los padres de Nancy. Hafez, Rania y Rosa están subiendo archivos a Internet, editando y escribiendo. Hay varias caras que Khalil no identifica.
Entra y ve que Mariam tiene manchas de sangre por toda la frente.
–¿Qué ha pasado? ¿Te encuentras bien?
–Estoy bien. Es sólo una pedrada.
–¿Te desmayaste?
–No.
–¿Estás segura?
–Estoy segura.
–Estupendo. Siéntate.
Trae ag...

Índice

  1. PORTADA
  2. PRIMERA PARTE.. MAÑANA
  3. SEGUNDA PARTE. HOY
  4. TERCERA PARTE. AYER
  5. RECONOCIMIENTOS
  6. AGRADECIMIENTOS
  7. NOTAS