Papeles falsos
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Papeles falsos

  1. 106 páginas
  2. Spanish
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  4. Disponible en iOS y Android
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Papeles falsos

Descripción del libro

Papeles falsos, primer libro de Valeria Luiselli, está compuesto por una serie de ensayos narrativos de temas diversos, donde la constante es el registro de la original mirada de la autora, siempre presta a encontrar detalles o conexiones entre ideas de muy diverso orden, ecos de un pensamiento que por fuerza obliga al lector a repensar. La escondida tumba de Brodsky en Venecia; la inclasificable y elusiva saudade portuguesa; el lenguaje como ruptura con la «infancia previa a la infancia», son algunos de los ingeniosos pretextos para el despliegue de una escritura precisa, que nos deja la impresión de estar presenciando en persona esas particularidades, guiados por un lúcido filtro que sugiere múltiples variaciones de una realidad que se transforma con el pasar de su lectura.De Valeria Luiselli, el médico y escritor Francisco González Crussi ha dicho: «De entre el bronco zumbido, disonante y confuso, del habla de millares de jóvenes escritores contemporáneos, la voz de Valeria Luiselli se destaca con la límpida hermosura de un toque de clarín. ya sea que nos hable de hechos triviales de la vida cotidiana, como andar en bicicleta, que medite melancólica entre las tumbas de un cementerio, que deje suelta su imaginación, o que la ate con la doble traílla de la erudición y el razonamiento, en todos los casos la joven autora de Papeles falsos encuentra la imagen brillante y evocadora, la citación feliz, y la expresión justa. Esta convergencia de cualidades le confiere a su obra un doble poder: nos deleita y al mismo tiempo nos descubre nuevos y múltiples significados en los objetos de la experiencia cotidiana. Leer este libro nos produce el efecto de un bellísimo recital, en el que hay una especie de riqueza musical y gran densidad o espesor armónico. Valeria Luiselli se revela aquí, sin ninguna duda, como magnífica ensayista y una de las mayores promesas de las letras mexicanas».No había nada nuevo, nada profundo, sino mucho "reportaje" […] como si África y los africanos no fueran parte del discurso, como si no vivieran al otro lado de la calle de la oficina de Granta. No, nosotros estábamos "allí", donde gente valiente vestida de color caqui podía acudir para atestiguarlo». El editor le propuso publicar una versión editada de su correo, ahora como texto titulado «How to Write About Africa». Se convirtió en el artículo más reenviado en la historia de la revista. Posteriormente, Wainaina escribió Algún día escribiré sobre África, una magistral crónica de su vida en Kenia, su fallido intento por estudiar en la universidad en Sudáfrica, y en particular su tortuoso viaje iniciático hasta convertirse en un escritor premiado y reconocido a nivel internacional. Wainaina retrata su vida en África como un mosaico en ebullición, bailando en su adolescencia con la música de Michael Jackson, contemplando con ironía un desfile de dictadores despóticos, trenzándose a golpes con un mafioso abusivo, siempre narrando con un lenguaje de una gran plasticidad y belleza, y sobre todo sin juzgar a los demás, para ceñirse a una de las principales reglas de la sociedad de Kenia: «Si hay una cortesía que todos los kenianos practican consiste en no cuestionar las contradicciones de los demás; todos tenemos contradicciones, y destruir la cara de otro es un sacrilegio».

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Información

Editorial
Sexto Piso
Año
2016
ISBN del libro electrónico
9788416358397
Categoría
Literatura





IV


DOS CALLES Y UNA BANQUETA


MÉRIDA —AL NORTE
Hacia las seis de la tarde, cuando se empieza a desprender de los objetos de mi casa esa última capa de luz del día y la luz eléctrica difumina aún más los contornos poco claros de las cosas, tengo que salir de mi departamento. No sé si es la materia la que se inquieta con las primeras sombras de la noche –como si la oscuridad permitiera a los objetos desbordarse un poco fuera desí mismos y las cosas estuvieran a punto de romper su pactode silencio con el mundo–, o si soy yo quien no encuentra sosiego en ésta, la hora quieta. Me subo a la bicicleta y salgo a la calle.
Unas cuadras después, la dejo reclinada contra un poste de luz, la amarro, cruzo la calle y entro a la Librería del Tesoro: buscoun libro de gramática portuguesa, que otra vez no encuentro. Voy a tener que seguir posponiendo, como tantas otras cosas, la buena intención de estudiar esa lengua. Compro, en cambio, dos libros de poesía brasileña, y una postal, por cuarenta y siete pesos.
Hace algún tiempo asistí a una conferencia donde los ponentes discutían el término saudade. Desde entonces, cada vez que veo un diccionario, busco la palabra. No creo saber ahora algo más de lo que casi todos sabemos: la saudade es una de esas palabras intraducibles que sólo comprenden quienes aman, gozan y sufren en portugués. Todo parece indicar que si no eres lusófono no tienes derecho a la saudade. Puede ser. Pero, entonces, ¿por qué no robarse la palabra?
Ha empezado a llover afuera, así que tomo un banquito y me siento entre dos estanterías a ojear mis nuevos libros.Entre las páginas de ambos busco algún rastro de la palabra.Nada. Pero me saltan versos que comprendo a medias:

calçadas que pisei
que me pisaram
como saber no asfalto da memória
o ponto em que começa a fantasia?
(¿Es el «puente» en el que comienza la fantasía? ¿O el «punto» donde comienza la fantasía?)
Cuando nuestra comprensión de un idioma es parcial, la imaginación rellena el sentido de una palabra, de una frase o de un párrafo —como en esos libros de dibujos donde sólo había puntitos que, de niños, teníamos que unir con un lápiz de color para descubrir la imagen entera. Yo no entiendo el portugués, o lo entiendo de forma tan parcial como cualquier hispanohablante. Si digo «saudade», será siempre rellenando los huecos de la página extranjera.

DURANGO —A LA IZQUIERDA
La saudade no es homesickness ni es heimweh. El kaihomielisyys finlandés, aunque recuerde a home y a miel, expresa sólo su dimensión más invernal. El söknudur islandés es seco; el tesknota polaco apenas la toca; al lack inglés le falta algo; el stesk checo se encoje; y en el ihaldus estonio la «h» es helada. La morriña rueda hacia ella como una piedra de trayectoria asintótica. Los brazos largos del longing no la alcanzan. En Sehnsucht se demora demasiado una «e». La saudade no es nostalgia y no es melancolía: quizá la saudade tampoco sea saudade.

ORIZABA —A LA IZQUIERDA
La melancolía fue un humor, un exceso de bilis negra. Sus vapores fétidos oscurecían el entendimiento y perturbaban el alma. De los cuatro humores corporales —flema, bilis amarilla, sangre y melancolía—, esta última era el humor más frío y más seco. El melancólico tenía los ojos hundidos y el semblante taciturno; era circunspecto, adusto y solitario; insomne y propenso a las pesadillas; apasionado y celoso. Tenía una complexión mortecina, era flatulento; su excreción era dolorosa; su orina, incolora y escasa. La causa de la melancolía, según la sabiduría popular, era la mala dieta, y se curaba con purgas, ungüentos, cataplasmas y sangrías.
Con el tiempo, creció el número de causas y curas para la enfermedad. En la lista de causas vino primero el planeta Saturno, y un siglo después se sumaron a la lista el ocio, el exceso de conocimiento, las brujas, los magos y Dios. Para las causas divinas hubo siempre antídotos terrenales. En 1586, en una carta a un melancólico paciente imaginario, el médico Timothy Right recomienda evitar la col, los dátiles, las aceitunas; las leguminosas y los chícharos; la carne de cerdo, carnero y cabra; las focas y las marsoplas.

RODEAR PLAZA RÍO DE JANEIRO
No es preciso el origen de la saudade. Es posible que fuera el nombre de un navío portugués, el S...

Índice

  1. Papeles falsos
  2. I. La habitación y media de Joseph Brodsky
  3. II. Mancha de agua
  4. III. La velocidad á velo
  5. IV. Dos calles y una banqueta
  6. V. Cemento
  7. VI. Paraíso en obras
  8. VII. Relingos
  9. VIII. Mudanzas: volver a los libros
  10. IX. Otros cuartos
  11. X. Papeles falsos: La enfermedad de la ciudadanía