CAPÍTULO 1
UNIDAD NACIONAL REVOLUCIONARIA GUATEMALTECA (UNRG)
Secundino González Marrero
Introducción
La Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG) es el nombre que adoptaron en febrero de 1982 los cuatro grupos guerrilleros preexistentes en el país: Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT), Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP) y Organización del Pueblo en Armas (ORPA). Al principio, dicho nombre fue solo una etiqueta que expresaba la voluntad de acción común, manteniendo cada cual su identidad. Después de la firma de los Acuerdos de Paz en 1996, dichos grupos se fusionaron en uno solo, que conservó el nombre URNG en el camino a su incorporación como partido político legal.
La historia de la guerrilla guatemalteca es, pues, la de los cuatro grupos que darían lugar a la URNG. Como tal, por tanto, existe tras su fusión y su presentación a las elecciones a partir de 1999. Los resultados electorales de la URNG han sido sistemáticamente bajos y su presencia institucional, muy discreta. Sin embargo, los Acuerdos de Paz impulsados por el partido siguen siendo parte del imaginario reformista del país.
Los orígenes
Como casi todas las guerrillas latinoamericanas, las guatemaltecas están directamente asociadas a un asunto: la interpretación por parte del Partido Comunista local de la victoria de Fidel Castro en Cuba y la validez o no de la vía militar como manera de acceder al poder. De la respuesta a esa pregunta, de la política de alianzas y de la primacía de lo político sobre lo militar o viceversa, surgirían las diversas escisiones que fragmentarían el movimiento guerrillero en Guatemala.
En sus orígenes, y con el fin de hacer frente a las dificultades jurídicas de legalizar al partido con el nombre habitual, los comunistas guatemaltecos optaron por denominarlo Partido Guatemalteco del Trabajo, con el que finalmente obtuvieron su estatuto legal en 1952, en el momento en el que la primavera democrática guatemalteca —el periodo entre 1944 y 1954 bajo los gobiernos de Juan José Arévalo y Jacobo Arbenz— iniciaba una intensa fase de cambios sociales.
Nombres al margen, el PGT tenía los rasgos comunes a las organizaciones marxista-leninistas de la época, entre ellas la fidelidad a la Unión Soviética y la concepción de la clase obrera como actor central del cambio revolucionario, bajo la vanguardia del propio partido. Pero el PGT, en la época en la que fue creado, consideraba que no había condiciones para dicho cambio en el país, y que la tarea consistía en promover la fase “democrático burguesa” (Figueroa Ibarra, 2010: 35) que crearía las condiciones para el siguiente paso, esto es, la toma del poder y la transformación socialista de Guatemala. La elección de Jacobo Arbenz en 1951 fue la oportunidad que tuvo el PGT para impulsar, justamente, dicha fase democrático-burguesa, que a partir de la reforma agraria y de la renegociación de las relaciones con Estados Unidos haría posible la destrucción de la estructura semifeudal que a su decir caracterizaba la Guatemala de esa época. Su influencia en el Gobierno Arbenz, magnificada, aunque real, fue, como es sabido, la excusa para la Operación PBSUCCESS, dirigida por la CIA para derrocar a Arbenz y con ello dar fin a los 10 años de democracia en el país.
El final de la “primavera democrática” generó en el seno del PGT una pregunta muy leninista: ¿qué hacer? El debate osciló entre la insurrección popular —de la que en el país ya había precedentes— mediante la que se configurara una amplia coalición antiautoritaria y la posibilidad —no muy explícita inicialmente— de optar por una vía revolucionaria impulsada por la clase obrera y su partido de vanguardia que no descartara la violencia como método. En cualquier caso, se hacía una autocrítica muy fuerte respecto de la confianza en una “burguesía nacional” que impulsara una política antiimperialista. Ese camino, con algunos titubeos, estaba descartado.
En su III Congreso, celebrado en mayo de 1960, es decir, ya bajo la influencia de la Revolución cubana, el PGT adoptó una resolución según la cual el partido “estaría en disposición de utilizar cualquier forma de lucha en consonancia con la situación concreta”. A la vez, el partido practicaría la actividad legal allí donde fuera posible (Alvarado, 1975; Figueroa Ibarra, 2011: 42).
Sin vínculos aparentes con esa resolución, unos meses más tarde se produjo una movilización en sectores del Ejército que sería después considerada como el primer movimiento guerrillero del país. Oficiales jóvenes, entre otras razones descontentos con la cooperación del Gobierno guatemalteco en la invasión de Playa Girón, iniciaron un movimiento que, aunque fracasado, pondría en la historia a dos jóvenes militares considerados los fundadores de la guerrilla guatemalteca: Marco Antonio Yon Sosa y Luis Turcios Lima.
En 1962, y bajo la dirección del coronel Carlos Paz Tejada, que había sido jefe de las Fuerzas Armadas bajo la presidencia de Juan José Arévalo, un grupo de miembros del PGT y de su sección juvenil, la Juventud Patriótica del Trabajo, articuló el primer destacamento guerrillero vinculado con la organización, que daría lugar poco después a las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR), que se pretendía que estuviese bajo la conducción política del PGT.
Las rupturas
La historia posterior a la creación de las FAR es, también, la historia de las sucesivas escisiones. En este tipo de conflictos hay siempre una dimensión personal —disputas por el liderazgo, por ejemplo— de importancia variable y que oscila entre la de ser irrelevante a constituirse en la causa decisiva de los casos de ruptura. Pero, también, en los agitados años setenta de América Central, se planteaban entre los insurgentes algunos debates ideológicos y estratégicos que, vistos con alguna distancia, tienen algo de metafísico. ¿Qué es prioritario, la guerra y luego la política? ¿...