La moral anarquista
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La moral anarquista

Piotr Kropotkin

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La moral anarquista

Piotr Kropotkin

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Kropotkin, más que un activista, fue un teórico profundamente influenciado por la herencia de Bakunin. Su legado ideológico tiene dos vertientes principales: por una parte está el establecimiento de las directrices económicas concretas de la revolución anarquista y, por otra, la actitud práctica y ética que se debe adoptar, tanto antes como durante la propia revolución, ante los asalariados y el conjunto de los ciudadanos. Su esfuerzo se concentró en establecer la relación lógica profunda entre la filosofía moderna, las ciencias naturales y el anarquismo mediante el estudio de las tendencias que se manifiestan en la sociedad y su posible evolución. Esta base científica le permite proponer una ética anarquista. Kropotkin entiende el anarquismo como la única forma de comunismo acorde con las sociedades desarrolladas, describiendo cómo puede organizarse una gran ciudad, de acuerdo a los postulados de esta teoría, dentro de un proceso revolucionario. Sus aportaciones se centran en la crítica al capitalismo, los principios del anarcocomunismo, la fidelidad al sindicalismo de acción directa y la moral anarquista.

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Información

Introducción

vida y obra de kropotkin

Frank Mintz


Bakunin modeló el anarquismo, tanto en la teoría como en la práctica, a partir de las ideas de Cabet, Fourier y Proudhon de un lado, y de la toma de conciencia de clase y de nación de la mayoría de los asalariados de Europa, por otro. Se suelen separar clase y nación, pero constituyen un conjunto indivisible para los pensadores del siglo XIX; y es imposible entender del todo a Bakunin prescindiendo de ambos elementos y de su interacción; otro tanto pasa con Marx y la ruptura ideológica entre él y Bakunin.
Kropotkin fue sin duda más un teórico que un luchador de calle. Empapado de la herencia de Bakunin, apuntala definitivamente al anarquismo como instrumento de análisis de la evolución de los seres humanos y de los animales, como enfoque vinculado a la investigación científica, de la historia pasada y reciente, de la educación y de la economía; reafirma la necesidad de ser revolucionario, de destruir el capitalismo y las formas de organizar la sociedad nueva.
Sus obras ilustran partes de este esquema: El apoyo mutuo, La ciencia moderna y el anarquismo, El estado y La gran revolución en lo que respecta a la historia; Campos, fábricas y talleres para la economía y para la educación (que debe incluir la formación manual e intelectual), Palabras de un rebelde y La conquista del pan para las ideas revolucionarias.
Esta ingente labor tiene sin duda aspectos que han perdido vigencia, al menos para quienes pueden acceder a la cultura o no mueren de hambre antes de llegar a la escuela.
El doble reconocimiento actual de Kropotkin
Si concretásemos nuestro estudio a España y a Rusia, serían muchos los testimonios de la influencia determinante de Kropotkin:
Un día pregunté a un compañero por qué era anarquista. Me contestó que pasaba tanta hambre que un trozo de pan seco era para él la gloria. Vio a un amigo que leía un libro que llevaba el título de La conquista del pan de Kropotkin, y se dijo esos son los míos1.
Carlos Díaz ha señalado que La conquista del pan era una de las cinco obras más leídas por el proletariado español a principios del siglo XX. En una carta del editor F. Sempere a don Miguel de Unamuno (9 de marzo de 1909) se hace el re­­cuento detallado de las ediciones de este libro, con el número de ejemplares vendidos en España y a América. En total, 58.000 ejemplares. Era 1909 y hay que saber que hubo otras ediciones y que antes la obra había sido publicada por otras tres editoriales de Barcelona (Maucci, Presa y Atlante).
Redondeando estas cifras, un tanto indigestas, podemos decir que Palabras de un rebelde alcanzó —igualmente hacia 1909— la cantidad de 22.000 ejemplares; Campos, fábricas y talleres, 18.000; Las cárceles (traducido, prologado y anotado por Azorín), 20.000; El apoyo mutuo, 8.000.
Como único comentario, digamos que El capital de Marx apenas llegaba a los 26.000 ejemplares2.
El sindicalista revolucionario francés Pouget resumía así la influencia de Kropotkin en muchos otros países:
Cuántas conciencias se despertaron, cuántas inteligencias salieron de su marasmo con la simple lectura de algunos folletitos suyos que, con pocas páginas, condensaban un evangelio del futuro: ¿qué puede ser más conmovedor como acto de apóstol que, por ejemplo, su llamamiento A los jóvenes?3
No podemos ignorar la influencia de Kropotkin durante la guerra civil española. En Barcelona, durante las primeras horas de resistencia al golpe faccioso de Mola, Franco y compañía, los antifascistas (desde los anarquistas y los anarcosindicalistas4 hasta los miembros de las fuerzas de represión antiobrera como las guardias de asalto, la guardia civil —con titubeos— y los mozos de escuadra) resistieron. Simultá­­neamente, muchos sindicalistas se apoderaban de los medios de producción fundamentales de la ciudad para que no faltara nada, tal como aconsejaba Kropotkin en La conquista del pan. Y efectivamente, no faltaron ni la leche ni el pan ni los tranvías, y además parte de la producción se convirtió en industria de guerra, gracias a la preparación de los anarcosindicalistas de la CNT que estimularon con su ejemplo a no pocos compañeros de la UGT, del POUM y a toda la po­­blación de Cataluña. En muchas partes de la España re­­publicana se aplicaban las teorías expuestas en La conquista del pan5.
La CNT, en su conjunto, no discriminó a los expropietarios y sus familiares, sino que los integró en sus realizaciones tal como lo aconsejaban las páginas de La conquista del pan6. Si hubo excepciones como indica Peiró en Terror en la retaguardia, tenemos también testimonios de la amplitud de la tolerancia anarcosindicalista7.
La labor incomparable de las colectivizaciones, la construcción revolucionaria autogestionada se hace bajo la in­­fluen­­cia latente de Kropotkin y otros pensadores anarquistas, como se indica en esta cita:
La FAI considera que, para asegurar la victoria sobre el fascismo y la liberación económica y política de los trabajadores, hay que socializar todas las fuentes de producción, poniendo en manos de los productores las herramientas de trabajo, es decir, los campos, las fábricas y los talleres8.
Paralelamente en la URSS y la Rusia actual:
Su nombre [el de Kropotkin] aparece unido a nuestra vida diaria. En Moscú, una estación de metro, una plaza, una avenida, una calle, una glorieta llevan su nombre. En Siberia son una sierra y una colonia obrera en el departamento de Bodaibo. En Kuban está creciendo la ciudad de Kropotkin, antiguamente Jutor9.
Los libros sobre Kropotkin (a veces los libros del propio Kropotkin) se publicaron y se siguen publicando en la antigua Unión Soviética y en Rusia. Merece una atención particular la obra de Natalia Pirumova Piotr Alekseevich Kropotkin, aparecida en 1972, por su condición de especialista en los pensadores socialistas rusos del siglo XIX, Herzen y Bakunin, y por haber podido disponer de todos los archivos inéditos que Kropotkin dejó en la URSS. La autora parece no haber tenido en cuenta que se cumplía ese año el 130 aniversario del nacimiento de Kropotkin y que, en el sistema marxista leninista, los libros se presentaban a la censura dos o tres años antes de su publi­­cación.
Es verdad que, como sucede con otros autores que han escrito bajo regímenes totalitarios (Zangrandi y Malapart, en el de Mussolini; Antonio Elorza y Gómez Casas, con Franco), hace falta escarbar en el texto para encontrar las ideas que realmente sugiere la autora. A través de las 223 páginas, abundantes en citas, que siguen el orden cronológico de la vida de Kropotkin, constatamos que ninguna de sus obras se ha reeditado desde 1922, incluso La gran revolución (última edición en 1919), que Lenin estimaba mucho:
Kropotkin ha abordado por primera vez la Revolución Francesa con la mirada del estudioso, que fija su atención en las masas populares [...] Dijo [Lenin] que era absolutamente imprescindible que se publicara este libro con una gran tirada y una distribución gratuita a todas las bibliotecas de nuestro país.
Según escribía el secretario de Lenin en sus memorias, citadas por Pirumova,...

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