Capítulo 1
Feministas educadoras en la conformación de un nuevo modelo escolar. Propuestas coeducativas transformadoras
Victoria Robles Sanjuán
Introducción
La historiografía feminista de la educación que se ha ocupado del estudio de la educación de las mujeres, y de los procesos de desigualdad escolar a lo largo del siglo XX, ha mostrado en estas últimas décadas la responsabilidad de situar a estas en la historia educativa general y de ampliar el marco de análisis de la historia total. Las historiadoras de la educación han investigado los vínculos entre los procesos de su marginación y control sexual y las diversas respuestas pedagógicas y políticas que los han desafiado. Han interpretado sus prácticas educativas y su repercusión en la instrucción de la población, a la luz de contextos y periodos históricos concretos, en sus procesos internos y externos de cambio, de los que las educadoras han sido agentes implicadas.
La genealogía que ha ido mostrando sus resistencias a permanecer en los márgenes del sistema educativo formal ha posibilitado una ampliación del sujeto alumna-educadora en la línea de mostrar su capacidad de ser ciudadanas, de criticar y transformar las estructuras escolares, de cuestionar el poder representado en las instituciones educativas y de revisar algunos de los tópicos naturalistas que aún pesaban sobre ellas, como sucede con la visión de sus innatas predisposiciones afectivas y conformistas con las reglas de juego de la institución escolar. Junto a estos discursos, el análisis de los dispositivos (institucionales, ideológicos, religiosos, políticos, pedagógicos), particularmente virulentos contra ellas y contra sus derechos educativos a lo largo del periodo de dictadura franquista, ha denunciado la línea argumentativa de las agencias de control educativo y social para la reclusión de las mujeres en el hogar y para el aplastamiento y desaparición de sus conquistas educativas en la Segunda República española.
De entre los vacíos que aún quedan por cubrir en el estudio de los fenómenos educativos, de las reformas y de su incidencia sobre las mujeres o sobre la implicación femenina en procesos no institucionales de formación y de autoformación, miraremos en el primer apartado aquellos relacionados con los modelos educativos propuestos para garantizar una mayor participación de las mujeres en la instrucción del sistema formal. Sin ser en absoluto el único objetivo de regeneracionistas y feministas, la coeducación como propuesta para asegurar el acceso compartido de chicas y chicos a los mismos centros escolares y al currículum se fue implantando en muchos países del entorno a lo largo del siglo XX, con consecuencias favorables para la formación de las mujeres y para sus cotas de elección y reconocimiento profesional. La coeducación estuvo en la agenda internacional de las feministas y de grupos regeneracionistas de finales del siglo XIX y primer tercio de siglo XX, en su aspiración de que aquellas accedieran junto a los varones al sistema educativo, a los mismos centros y currículums. Era el paso de un modelo privado de educación de las niñas a un modelo de formación institucional que supusiera mejoras en la cantidad y calidad de su instrucción que, por extensión, afectaría positivamente el campo profesional de las docentes y al educativo de las mujeres.
Los avances en materia coeducativa se dieron en condiciones sociales y políticas precisas en cada situación y contexto, legándole al concepto “coeducación” significados diversos según fuera el campo de negociación y la evolución del pensamiento igualitario de las mujeres, en marcos históricos donde la emergencia internacional de las escuelas comprensivas, primero, y las corrientes feministas, posteriormente, afectaron y mejoraron las condiciones educativas de las mujeres. Este aspecto será abordado en el primer apartado, facilitando con ello algunas claves que nos hagan entender, en el marco específico de nuestro país, ciertas lógicas en materia coeducativa y parte de sus dinámicas de cambio posterior en la educación de las mujeres.
Hay que insistir en que la comparación en materia de demandas de igualdad y equidad educativa entre otros países y España hay que tomarla con ciertas reservas, porque históricamente no siempre han coincidido o se han influido mutuamente procesos de reforma educativa, corrientes ideológicas, pedagógicas y políticas, movimientos feministas o desarrollos sociopolíticos y culturales relacionales. Esto no quiere decir que no hayan permeado propuestas igualitarias y modelos pedagógicos innovadores comunes adaptados a la realidad española de cada momento y circunstancia, que a la postre hayan acentuado o priorizado avances en las condiciones en que se sitúan las mujeres en el sistema educativo.
El aislamiento a que fue sometida la sociedad española a lo largo de la dictadura franquista dejó pocas posibilidades de introducir corrientes ideológicas y políticas que dieran un giro al inmovilismo impuesto a mujeres y varones. Por otro lado, resulta notorio en todas las investigaciones históricas el acento en el retraso que a todos los niveles sufrió el país en esos casi 40 años de represión. Las mujeres, dada su doble opresión sexuada, acusaron de manera más aguda los múltiples aislamientos a que fueron sometidas: personales, familiares, políticos, sociales, sexuales, religiosos, culturales, educativos o laborales. Esto dificultó, como tantas veces se ha señalado, la emergencia de una protesta femenina anterior a la del 75, pero no impidió la organización de grupos y asociaciones de mujeres que gestionaron en la clandestinidad acciones políticas de repulsa y de propuestas programáticas.
Estas circunstancias me han llevado a revisar las iniciativas educativas españolas de los sesenta, llevadas a cabo a través de sucesivos ministerios de educación, que afectaron directamente a la formación y estatus de las mujeres. Estas iniciativas fueron incentivadas bás...