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CAPÍTULO 1
El Movimiento Democrático de Mujeres: identidad, organización y tácticas
El Movimiento Democrático de Mujeres, una organización de mujeres para el partido
A comienzos de los años sesenta del siglo XX, el PCE estaba decidido a impulsar la movilización femenina creando una organización de masas a través de la cual las mujeres unieran sus fuerzas a las de los estudiantes y obreros para derribar al franquismo. La estrategia a seguir en lo que en el argot del partido se denominaba “sector mujer” era similar a la utilizada en otros “frentes de lucha”: crear una plataforma amplia que desde un discurso moderado atrajera al mayor número posible de mujeres. La primera tarea que se encomendó a las comunistas fue crear redes que pusieran en contacto a las mujeres de preso con las camaradas que trabajaban en las células del partido. En este proceso fue esencial la labor desarrollada por dos militantes comunistas: Carmen Rodríguez y Dulcinea Bellido. Desde el encarcelamiento en 1959 de sus maridos, los dirigentes comunistas Simón Sánchez Montero y Luis Lucio Lobato, actuaron como enlace entre los encarcelados y los máximos responsables del PCE en Madrid, Julián Grimau y Francisco Romero Marín, y dinamizaron a los grupos de mujeres de preso hasta convertirlos en la punta de lanza de la campaña proamnistía. Paralelamente estuvieron en contacto con los grupos de mujeres de los círculos intelectuales próximos al PCE entre las que se encontraban Gabriela Sánchez Ferlosio, Ana Guardione, Carola Torres, Gloria Ros y Eva Forest. Fue de este grupo del que partió la idea de convocar en mayo de 1962 una concentración en la Puerta del Sol para denunciar las vejaciones infligidas por la policía a varias esposas de mineros en huelga en Asturias. Las organizadoras contactaron con personas de su entorno y colocaron algunos pasquines en los servicios de algunos grandes almacenes. El PCE, por su parte, dio instrucciones para que sus militantes asistieran a la concentración, y Dulcinea Bellido y Carmen Rodríguez se movilizaron para que participaran en ella los grupos de mujeres de preso. Finamente unas 400 personas, según el testimonio de Ana Guardione, se concentraron el 15 de mayo de 1962 en la Puerta del Sol. Cuando la policía disolvió la manifestación, detuvo a unas 80, siendo la noticia divulgada por Radio España Independiente y también por el periódico francés L’Humanité.
Tras esta manifestación, la dirección del PCE planteó a algunas de las participantes que quizá fuera el momento oportuno para crear una organización de mujeres. En Madrid se celebró una primera reunión en mayo de 1962 en casa de Ana Guardione y a ella asistieron, además de la anfitriona, Carola Torres, Gabriela Sánchez Ferlosio, Josefina Arrillaga, Felicidad Orquín, Carmen Rodríguez y Dulcinea Bellido. Por la dirección del PCE asistieron Julián Grimau y Francisco Romero Marín confirmando el deseo del partido de impulsar una asociación que, siguiendo el modelo de la Unión de Mujeres Españolas (UME) creada por las comunistas exiliadas, aglutinase a las mujeres de preso, militantes y simpatizantes del PCE. Sin embargo, el acuerdo no fue posible, ya que algunas de las presentes manifestaron su rechazo al modelo de organización planteada por el partido.
A pesar del fracaso de esta iniciativa el PCE continuó maniobrando para lograr su objetivo. Desde Francia, la UME publicó en octubre un Llamamiento a las mujeres españolas en el que animaba a las mujeres del interior del país a tomar parte en el proceso de construcción de una alternativa al franquismo; y en noviembre, Mundo Obrero volvía a insistir en la necesidad de crear organizaciones femeninas en las barriadas. Por tanto, es muy probable que en esos meses se creasen algunas células de mujeres en distintos puntos de España, pero todas ellas tuvieron una vida efímera. Sin embargo, la semilla estaba sembrada. En Madrid, Carmen Rodríguez y Dulcinea Bellido, además de continuar apoyando a los grupos de mujeres de preso, participaron durante 1964 en una especie de tertulia organizada por Eva Forest a la que asistieron jóvenes universitarias como Manuela Carmena y Cristina Almeida. En estas reuniones se realizaron lecturas colectivas de El segundo sexo de Simone de Beauvoir —accesible en una traducción publicada en Argentina en 1962— y se trataron temas relacionados con la situación de las mujeres. Paralelamente organizaron reuniones a las que asistieron militantes y simpatizantes del PCE como Aurora Villena, Vicenta Camacho, Isabel Pérez, Josefina Samper, Rosa Roca, Elena García, Pilar Fernández, Natalia Joga, Isabel Herranz y Mari Sánchez. Algunas de ellas comenzaron a reunirse en un local religioso de Usera para tratar temas relacionados con la solidaridad con los presos y apoyar la campaña a favor de la amnistía.
A partir de la experiencia en estos tres círculos de mujeres, Bellido trató de impulsar la organización que el PCE había intentado crear sin éxito unos años atrás. Una organización que debía vincular el debate político y la lucha contra la dictadura con una reflexión en profundidad sobre los problemas que afectaban a las mujeres. Para ello, trató de conectar el círculo de intelectuales con otras que venían del campo de la solidaridad y a todas ellas con militantes del partido. A esas reuniones informales asistieron, entre otras, Mónica Acheroff, Elena García, Aurora Ozaita, Eva Forest, Natalia Calamai, Carmen Rodríguez, Vicenta Camacho y Aurora Villena. Sin embargo, muy pronto se puso de manifiesto que la integración de sensibilidades tan distintas era difícil y que existía una fractura cultural muy grande entre ellas, sobre todo cuando se plantearon algunas de las cuestiones que habían sido discutidas en casa de Eva Forest. Además, el PCE comenzó a mostrar su preocupación ante la sintonía que algunas militantes mostraban hacia algunos planteamientos que rozaban el feminismo, una ideología tachada de burguesa en los documentos del partido: “Se demostró enseguida que al PCE en aquel momento no le gustaba la orientación que estos dos grupos de mujeres autónomo[s] […] y sobre todo leyendo a Simone de Beauvoir y todo esto. En cambio sí les agradaba cuando en casa de Carmen […] nos reuníamos por ejemplo Soledad Real, ella, […] Cefi y yo, cuatro, para cosas de las cárceles […]”.
Mientras esto ocurría en Madrid, en Barcelona militantes del PSUC comenzaron a realizar reuniones, casi a título personal, para intentar mantener activas a las mujeres de preso una vez que sus familiares recuperaban la libertad. Las comunistas catalanas ampliaron sus contactos con mujeres que trabajaban en organizaciones católicas y con otras que participaban en el Club de Amigos de las Naciones Unidas. Surgieron así pequeños grupos que fueron coordinándose durante 1964 hasta crear la Asamblea Democrática de Mujeres de Sant Medir. A finales de 1964, por tanto, ya existía un germen de organización en Madrid y Barcelona. Sin embargo, el PCE parecía desconfiar de estas iniciativas, de manera que la creación de una organización de mujeres quedó bloqueada durante un tiempo. Para las militantes comunistas era imprescindible contar con el aval del partido no solo por el posible apoyo que esperaban de él, sino porque su socialización en la cultura patriarcal comunista les impedía dar el paso de crear una organización de mujeres sin la autorización masculina. Finalmente, se convocó una reunión a finales de 1964 en casa de Aurora Villena a la que asistieron Vicenta Camacho, Rosa Roca y Dulcinea Bellido entre otras, mientras que en representación del PCE lo hizo Francisco Romero Marín. En ella, la dirección comunista dio el visto bueno para que se pusiera en marcha una organización a la que se llamó Movimiento Democrático de Mujeres.
De esta manera, el MDM nacía con un doble objetivo: crear un frente amplio de mujeres antifranquistas y extender la influencia social del PCE. Los comunistas querían vehicular, a través de ese movimiento, tanto la solidaridad con los presos y las campañas a favor de la amnistía como el malestar de las mujeres por el aumento de los precios y los problemas existentes en los barrios. Sobre estas cuestiones hubo plena coincidencia entre la dirección comunista y las promotoras del MDM. Pero algunas como Dulcinea Bellido plantearon la necesidad de abrir un debate sobre la problemática femenina dentro y fuera del partido. Este interés por combinar estos campos de actuación term...