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Cuatro horizontes
Una visita a la capilla de Ronchamp de Le Corbusier
- 96 páginas
- Spanish
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Cuatro horizontes
Una visita a la capilla de Ronchamp de Le Corbusier
Descripción del libro
Este libro recoge las conversaciones mantenidas entre John Berger, John Christie, sor Lucia Kuppens y sor Telchilde Hinckley tras visitar en 2009 la capilla de Ronchamp de Le Corbusier. En este viaje de peregrinaje espiritual y arquitectónico, los diálogos afloran como un homenaje en vivo a la capilla y a su arquitecto. Los cuatro visitantes acuden a Notre-Dame-du-Haute desde trayectorias muy distintas, cuatro miradas que se cruzan en ricos diálogos donde aparecen con inusitada frescura y espontaneidad temas tan universales como el valor de la historia, la espiritualidad del lugar, la luz o la materia.
El libro viene introducido por un texto de John Christie que cuenta las circunstancias del viaje y recupera asimismo un texto que John Berger escribió en 1965 tras la muerte de Le Corbusier.
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Información
Domingo,18 de octubre de 2009

Seguía estando bastante nublado cuando volvimos a Ronchamp al día siguiente, aunque parecía que quería asomar el sol. La enorme puerta pivotante de la entrada principal, con el dibujo esmaltado del propio Le Corbusier, estaba abierta. La misa era a las diez, y John y yo nos quedamos atrás, entre la más grande de las capillas laterales y el confesonario. Las dos religiosas se unieron a los fieles, unos cincuenta, que ocupaban los bancos construidos por Joseph Savina, mirando al altar mayor. En una ventana rectangular, más o menos a media altura del muro y ligeramente a la derecha del altar mayor, una pequeña talla en madera policromada de una Virgen del siglo XVII mira a la congregación reunida a sus pies. Rescatada de las ruinas de la antigua iglesia, su silueta se recorta contra el cielo y puede verse tanto desde el interior como desde el exterior de la capilla.
A la derecha de la congregación se encuentra el muro sur, grueso en su base curva y cada vez más fino conforme se acerca a la línea de luz bajo la cubierta. Este muro está horadado por veintisiete huecos rectangulares que canalizan la luz hacia el interior del edificio. Muchos de ellos están divididos en paños de vidrio, algunos lisos y otros con palabras e imágenes pintadas también por el propio Le Corbusier. Este muro evoca de alguna manera la arquitectura mediterránea vernácula, en donde se combinan grosor y ventanas profundas para mantener los interiores frescos al tiempo que dejan pasar una luz indirecta. Este muro, que da la impresión de estar construido con grandes losas de mampostería, en realidad está hecho con una estructura de hormigón rellena con los escombros de la antigua capilla y recubierta por dos pieles de cemento proyectado. La cubierta se apoya en unos finos pilares que se levantan entre los escombros y sobresalen por encima del muro, dejando así una franja de veinte centímetros de luz entre el muro y la cubierta.

Cuando terminó la misa, las tres campanas colgadas de una estructura a nivel del suelo al oeste de la capilla empezaron a tocar. Recorrimos el perímetro del terreno arbolado, contemplando la capilla desde diferentes ángulos. En el borde noreste se encuentra el austero monumento a los caídos en la guerra, una tosca pirámide escalonada o un zigurat construido con piedras procedentes de las ruinas de la iglesia antigua. Desde esta atalaya hay una amplia vista, con las montañas del Jura a lo lejos, donde Le Corbusier solía ir a caminar de joven. Si vuelves la vista hacia la iglesia, tienes delante el púlpito exterior, alrededor del cual dos veces al año, en agosto y septiembre, se congregan miles de peregrinos para celebrar las festividades. Dada la atmósfera que se respira en el lugar, resulta fácil imaginarse el día de la inauguración, el 26 de junio de 1955, cuando Le Corbusier, en presencia del arzobispo de Besançon, otro de los impulsores del proyecto, se dirigió a la numerosa congregación allí reunida con estas palabras:
Lo que deseaba al construir esta capilla era crear un lugar de silencio, de oración, de paz y de alegría interior. Una idea de lo sagrado impulsó nuestra tarea. Hay cosas sagradas y cosas que no lo son, independientemente de que sean religiosas.10
Esa misma tarde, tras una última visita a la capilla, volvimos a Belfort, a la casa en la que estaban alojadas las religiosas. Sus amigas nos invitaron a todos a cenar, y mientras preparaban la comida, nosotros cuatro nos sentamos alrededor de la mesa del comedor y grabamos nuestra conversación sobre cómo había sido para cada uno la experiencia de visitar la extraordinaria capilla de Le Corbusier. Empezamos viendo unas fotos que yo había llevado.

J. Christie
¿Recordáis el puente del ferrocarril bajo el que pasamos al subir a la capilla? Pues fue uno de los primeros dibujos del lugar que hizo Le Corbusier en mayo de 1950; lo hizo desde el tren, en marcha. Y esta es una postal de la antigua iglesia, tal como la vería él en aquella ocasión, muy dañada por los bombardeos, pero todavía en pie. En ese momento, Le Corbusier todavía no se había decidido a aceptar el encargo.
¿Recordáis el puente del ferrocarril bajo el que pasamos al subir a la capilla? Pues fue uno de los primeros dibujos del lugar que hizo Le Corbusier en mayo de 1950; lo hizo desde el tren, en marcha. Y esta es una postal de la antigua iglesia, tal como la vería él en aquella ocasión, muy dañada por los bombardeos, pero todavía en pie. En ese momento, Le Corbusier todavía no se había decidido a aceptar el encargo.
J. Berger
Tal vez sea importante el hecho de que en ese dibujo aparezca en la cima de una colina bastante impresionante, casi imponente, porque probablemente en ese emplazamiento haya habido edificios, templos, quizás desde hace siglos, desde época romana. Y cuando observas la posición de esa colina en su entorno, te das cuenta de dos cosas. Una es que seguramente es un lugar estratégico desde el punto de vista militar, pues domina una parte muy grande del territorio, y la otra es que, en otro sentido, el lugar parece la palma de una mano que mira al cielo, con dedos que se extienden por todo el entorno.
Tal vez sea importante el hecho de que en ese dibujo aparezca en la cima de una colina bastante impresionante, casi imponente, porque probablemente en ese emplazamiento haya habido edificios, templos, quizás desde hace siglos, desde época romana. Y cuando observas la posición de esa colina en su entorno, te das cuenta de dos cosas. Una es que seguramente es un lugar estratégico desde el punto de vista militar, pues domina una parte muy grande del territorio, y la otra es que, en otro sentido, el lugar parece la palma de una mano que mira al cielo, con dedos que se extienden por todo el entorno.
JC
Y además es el pedestal perfecto para este edificio, para esta escultura de Le Corbusier…
Y además es el pedestal perfecto para este edificio, para esta escultura de Le Corbusier…
JB
Y a lo mejor es importante decir que la campiña circundante está mayormente arbolada, lo que dominan son los árboles, lo que para mí es bastante importante porque las campanas están fuera de la capilla, entre los árboles, se mueven y suenan entre los árboles. Y en cierto sentido, la voz es la de esa campana entre los árboles, y hay como unos ecos, no solo del sonido, sino también de esos árboles que se extienden alrededor, hasta el horizonte.
Y a lo mejor es importante decir que la campiña circundante está mayormente arbolada, lo que dominan son los árboles, lo que para mí es bastante importante porque las campanas están fuera de la capilla, entre los árboles, se mueven y suenan entre los árboles. Y en cierto sentido, la voz es la de esa campana entre los árboles, y hay como unos ecos, no solo del sonido, sino también de esos árboles que se extienden alrededor, hasta el horizonte.
JC
Y, de hecho, el horizonte fue una de las cosas en las que se fijó realmente Le Corbusier en su primera visita, según cuenta en sus notas; estudió el horizonte en cada punto cardinal… Los cuatro horizontes le hablaron, en este emplazamiento tuvo la sensación de que el lugar era un sitio muy especial, incluso sin tener en cuenta las connotaciones religiosas ni el hecho de que allí ya se hubiera levantado una iglesia. Creo que una de las cuestiones que han estado presentes durante todos estos años desde mi primera visita a Ronchamp, y que me ha llevado a pensar en este viaje, fue la de por qué este hombre, que no era particularmente religioso, aceptó este encargo, un encargo sin apenas especificaciones, y se las arregló para crear una capilla que inspira tanta espiritualidad, y no soy yo solo quien lo dice, me parece que también vosotras pensáis lo mismo… Yo no soy una persona religiosa, pero para mí es un lugar lleno espiritualidad, un lugar que, de alguna manera, te eleva, y me pregunto cómo será para alguien muy religioso.
Y, de hecho, el horizonte fue una de las cosas en las que se fijó realmente Le Corbusier en su primera visita, según cuenta en sus notas; estudió el horizonte en cada punto cardinal… Los cuatro horizontes le hablaron, en este emplazamiento tuvo la sensación de que el lugar era un sitio muy especial, incluso sin tener en cuenta las connotaciones religiosas ni el hecho de que allí ya se hubiera levantado una iglesia. Creo que una de las cuestiones que han estado presentes durante todos estos años desde mi primera visita a Ronchamp, y que me ha llevado a pensar en este viaje, fue la de por qué este hombre, que no era particularmente religioso, aceptó este encargo, un encargo sin apenas especificaciones, y se las arregló para crear una capilla que inspira tanta espiritualidad, y no soy yo solo quien lo dice, me parece que también vosotras pensáis lo mismo… Yo no soy una persona religiosa, pero para mí es un lugar lleno espiritualidad, un lugar que, de alguna manera, te eleva, y me pregunto cómo será para alguien muy religioso.
Sor Lucia
Bueno, es una idea muy sencilla, pero creo que Le Corbusier sabía apreciar la obra de Dios, y creo que nos habla del sol y nos habla, obviamente, del lugar. Así que creo que percibió lo sagrado mediante el mundo creado, que absorbió la creación. Y luego dio forma a esa idea de lo sagrado, y, como era tan profunda, conectó con algo esencial, verdaderamente espiritual. Así que cuando llegas allí, sea cual sea tu perspectiva, ya seas católico, hindú o lo que sea, lo percibes, porque creo que eso se refleja de una manera elemental, pero verdadera, en el edificio, en todas sus partes. Y luego otra cosa que puede que suene rara, pero a mí me parece que en el edificio hay una dinámica masculina y una femenina; se percibe en todas partes, y eso, también, es tan universal y hasta tal punto un aspecto de lo divino que uno, independientemente de quién sea, percibe que hay una totalidad, una interacción muy dinámica entre lo masculino y lo femenino en todo el edificio. Estas son las dos cosas que he pensado.
Bueno, es una idea muy sencilla, pero creo que Le Corbusier sabía apreciar la obra de Dios, y creo que nos habla del sol y nos habla, obviamente, del lugar. Así que creo que percibió lo sagrado mediante el mundo creado, que absorbió la creación. Y luego dio forma a esa idea de lo sagrado, y, como era tan profunda, conectó con algo esencial, verdaderamente espiritual. Así que cuando llegas allí, sea cual sea tu perspectiva, ya seas católico, hindú o lo que sea, lo percibes, porque creo que eso se refleja de una manera elemental, pero verdadera, en el edificio, en todas sus partes. Y luego otra cosa que puede que suene rara, pero a mí me parece que en el edificio hay una dinámica masculina y una femenina; se percibe en todas partes, y eso, también, es tan universal y hasta tal punto un aspecto de lo divino que uno, independientemente de quién sea, percibe que hay una totalidad, una interacción muy dinámica entre lo masculino y lo femenino en todo el edificio. Estas son las dos cosas que he pensado.


Sor Telchilde
Yo puedo añadir un par de ideas a lo que acaba de decir sor Lucia. Yo también estaba pensando en lo de la dinámica de lo masculino y lo femenino de la que hablabas, pero además en que hay una reconciliación de opuestos. Me refiero a que hay oscuridad y luz. El edificio, creo yo, sugiere todo lo que has dicho, parece muy estable e inamovible y, al mismo tiempo, muy dinámico y ligero. Creo que hay algo en la unión de todas esas fuerzas, en cómo Le Corbusier logra unirlas de modo que hace que cualquier persona se sienta en paz, porque son aspectos de nosotros mismos que, como tú dices, forman parte de la creación, de lo divino y de quienes somos como humanos. De alguna manera, gracias a esa asombrosa creatividad, Le Corbusier se las ha apañado para presentárnoslo de una manera que no se ha llegado a convertir en un cliché. Uno no mira este edificio y piensa que se adelantó a su tiempo, pero que ahora se ha quedado anticuado, sino que da una sensación de eternidad que nos alcanza a todos. Y creo que esto tiene que ver con el hecho de unir esas fuerzas opuestas que hay en todos nosotros y de abrir esa unión de alguna manera a lo divino. Este tipo de sentimientos es lo que evoca en mí.
Yo puedo añadir un par de ideas a lo que acaba de decir sor Lucia. Yo también estaba pensando en lo de la dinámica de lo masculino y lo femenino de la que hablabas, pero además en que hay una reconciliación de opuestos. Me refiero a que hay oscuridad y luz. El edificio, creo yo, sugiere todo lo que has dicho, parece muy estable e inamovible y, al mismo tiempo, muy dinámico y ligero. Creo que hay algo en la unión de todas esas fuerzas, en cómo Le Corbusier logra unirlas de modo que hace que cualquier persona se sienta en paz, porque son aspectos de nosotros mismos que, como tú dices, forman parte de la creación, de lo divino y de quienes somos como humanos. De alguna manera, gracias a esa asombrosa creatividad, Le Corbusier se las ha apañado para presentárnoslo de una manera que no se ha llegado a convertir en un cliché. Uno no mira este edificio y piensa que se adelantó a su tiempo, pero que ahora se ha quedado anticuado, sino que da una sensación de eternidad que nos alcanza a todos. Y creo que esto tiene que ver con el hecho de unir esas fuerzas opuestas que hay en todos nosotros y de abrir esa unión de alguna manera a lo divino. Este tipo de sentimientos es lo que evoca en mí.
JB
Parece, pues, que de alguna manera especial estamos todos de acuerdo en que este edificio contiene algo sagrado. En cierto modo, me gustaría empezar a pensar en ello desde la negación. Lo q...
Parece, pues, que de alguna manera especial estamos todos de acuerdo en que este edificio contiene algo sagrado. En cierto modo, me gustaría empezar a pensar en ello desde la negación. Lo q...
Índice
- Cubierta
- Título
- Créditos
- Índice
- Nota sobre el texto
- Introducción, por John Christie
- Viernes, 16 de octubre de 2009
- Domingo, 18 de octubre de 2009
- Lunes, 19 de octubre de 2009
- Martes, 20 de octubre de 2009
- Epílogo. Le Corbusier, por John Berger
- Bibliografía escogida
- Créditos de las ilustraciones