Capítulo VI
Integración del bolsón de Fiambalá y la puna de Chaschuil (Departamento Tinogasta, Catamarca): aprovisionamiento de materias primas, producción y distribución de bienes cerámicos durante la etapa Formativa e Inca[16]
Norma Ratto
Rita R. Plá
Anabel Feely
Martín Orgaz
1. Introducción
En este trabajo se presentan los resultados del análisis por activación neutrónica realizados sobre muestras de material cerámico (tiestos) y materias primas arcillosas e inclusiones minerales, procedentes de sitios arqueológicos y depósitos localizados en el bolsón de Fiambalá de la cuenca del Abaucán y la región puneña del curso superior del valle de Chaschuil (Dpto. Tinogasta, Catamarca). El material analizado proviene de sitios que materializan distintas acciones humanas (residenciales, productivas y rituales) y que presentan variabilidad en la planificación arquitectónica del espacio representado en las diferentes organizaciones económicas y sociopolíticas que se desarrollaron dentro del rango temporal que se extiende desde el desarrollo de sociedades Formativas (Período Temprano y Medio del noroeste argentino) hasta la ocupación incaica de la región.
Sobre la base de la estructura del registro arqueológico regional (Ratto 1998, 2000, 2003), se plantea como hipótesis de trabajo que la región del curso superior del valle de Chaschuil funcionó como un corredor para la circulación de bienes, energía e información, donde los loci de mayores densidades artefactuales se comportaron como nodos de una red, interconectando instalaciones y diferentes espacios utilizados tanto por sociedades agropastoriles (Formativas) como estatales (Inca). El resultado es la conformación de paisajes arqueológicos superpuestos que materializan la estructura sociopolítica y espacial de las sociedades que ocuparon los pisos de altura. En este contexto se plantea que el área de La Troya ubicada en la cuenca media del Abaucán fue una de las principales zonas de aprovisionamiento de materia prima y de producción de los conjuntos cerámicos recuperados en el área puneña, distanciada de ésta aproximadamente unos 100 km lineales.
Con base en lo expuesto, el análisis por activación neutrónica instrumental es la técnica analítica que reúne los requisitos básicos de sensibilidad, precisión, exactitud y selectividad necesarios para abordar la discusión de problemas arqueológicos de procedencia, comercio, intercambio y producción de alfarería, como así también para reconstruir las relaciones económicas inter e intra poblaciones del pasado (Bishop 1980, Bishop et al. 1982, Bishop y Neff 1989, Neff 1992, 1998, Lizzie et al. 1995, D´Altoy y Williams 1998; Williams 1999, Plá y Ratto 2003; Ratto et al. 2002 a y b, 2004, 2007 a). La interrelación de los resultados obtenidos por la vía de la caracterización multielemental, tanto de los tiestos como de los depósitos de materias primas cerámicas, más los aportados por los análisis tecnológicos y estilísticos, conforman el soporte para la discusión de las relaciones regionales. Sin embargo, cabe destacar especialmente, que la interrelación de factores analíticos y tecnológicos no explican por sí mismos el problema de la distribución de los artefactos cerámicos, debiéndose tener en cuenta los factores socioculturales por los cuales los objetos arribaron a su destino (Sinopoli 1991, Williams 1999).
Dentro del marco de situación explicitado, el presente trabajo tiene como problemática de estudio conocer el contexto de producción y de distribución cerámica, como así también sus implicancias sociales, generadas durante la ocupación formativa e inca de la cabecera superior del valle de Chaschuil –Puna– y del Bolsón de Fiambalá –Valle de Abaucán– localizados en el Noroeste Argentino (Dpto. Tinogasta, Catamarca).
Para cumplir con los objetivos planteados, se analiza material cerámico proveniente de sitios arqueológicos de contextos formativos e incaicos procedentes tanto del área puneña (Laguna Salada, El Corral, Las Cuevas, Ojo de Las Lozas y San Francisco, Las Coladas, Tambería, respectivamente) como del valle de Abaucán (Palo Blanco, Batungasta, Costa de Reyes, Ranchillos 1). Además, estos estudios se complementan con el análisis de muestras de depósitos arcillosos provenientes del área puneña y del valle mesotermal de Abaucán, consideradas como potenciales áreas de aprovisionamiento de materias primas para la manufactura cerámica. Esta base empírica conforma el soporte para la discusión de las relaciones regionales, especialmente la modalidad de producción y distribución de los bienes cerámicos entre las áreas del valle mesotermal y la puna.
2. Los alcances de la etapa Formativa (agropastoril incipiente)
Actualmente, a la etapa Formativa se la concibe como un proceso que se manifiesta en forma diferencial según los antecedentes locales que le dan origen, incorporando un grado de participación y reelaboración ideológica que llega a integrar a gran parte del Noroeste Argentino, considerando al Formativo Superior como el primer desarrollo de Integración Regional (Pérez G. 1994, Pérez G. et al. 1996-1997).
El rango temporal asignado tradicionalmente al Período Medio (650-850 d.C.) o Formativo Superior, fue superado ampliamente con la nueva evidencia proveniente del valle de Ambato (Pérez G. 1994, Assandri y Juez 1996-1997) y del valle central de Catamarca (Kriscautzky 1996-1997, González 1999), yuxtaponiéndose a los rangos temporales definidos tradicionalmente para los Períodos Temprano (200 a.C - 650 a.C.) y Tardío (850 - 1480 d.C) (González y Pérez G. 1976).
La amplia dispersión espacial de las sociedades del Formativo presenta variabilidad artefactual y ambiental, representadas por (a) diferentes patrones de asentamiento de uso doméstico residencial, doméstico rural y ceremonial, (b) la presencia de un amplio abanico de estilos decorativos cerámicos, asociados a diferentes ámbitos geográficos, (c) la ocupación y/o explotación de diferentes pisos ecológicos, desde los fondos de valle hasta las áreas cordilleranas, relacionados con la explotación de recursos complementarios y (d) las relaciones con sociedades transandinas.
Determinadas áreas de la Puna meridional catamarqueña, próximas al límite internacional del Paso San Francisco que comunica la Argentina y Chile, no contaban con información referida a la ocupación de esos espacios por parte de sociedades agropastoriles del Período Temprano (Formativo Inferior) y del Período Medio (Formativo Superior o de Integración). Sin embargo, en la región chilena del valle de Copiapó se encuentran documentadas las relaciones de los Complejos Molle y Ánimas con sociedades de los Períodos Temprano y Medio del Noroeste Argentino, respectivamente (Niemeyer 1994; Castillo G. et al. 1996-1997; Niemeyer et al. 1997). En la Puna meridional del valle de Chaschuil la ocupación durante el Formativo adquirió dimensiones particulares a escala regional, constituyendo los modelos caravaneros el posible mecanismo de tráfico (Núñez y Dillehay 1979, Berenguer 1994, Núñez 1994). La idea subyacente en estos modelos es que el tráfico formó parte de la economía política de los señoríos centro-sur andinos sobre una base familiar o de subsistencia, que se fue socializando y especializándose hasta ser incorporado al control comunal y posteriormente por autoridades supracomunitarias (Berenguer 1994). En este contexto, la actividad caravanera excede la complementariedad ecológica para acceso a recursos diversos, ya que se constituye en una actividad que promueve, mantiene y refuerza la trama de relaciones socioeconómicas y políticas a nivel regional (Berenguer 1994, Núñez 1994; Pérez G. et al. 1996-1997).
3. Los alcances del desarrollo estatal
En tiempos del inca la región puneña de Chaschuil y el valle de Abaucán se integraron al Tawantinsuyu, ampliándose las redes de interacción existentes, las que cambian de escala y de naturaleza, dado que los grupos locales se insertan dentro de una malla político-administrativa sin precedentes en la región. La mayor parte de la población local pudo mantener su sistema de relaciones sociales previas pero los dirigentes étnicos –kuracas– pasaron a integrar una red de vínculos entre elites, pudiéndose relacionar incluso con el Inca de Cuzco. Los rituales y ceremonias festivas expresadas en los santuarios de altura y los chaku, respectivamente, dan cuenta de la vinculación de estas regiones meridionales con el Cuzco (Ratto y Orgaz 2002-2004).
Dentro del estado incaico, la cerámica fue utilizada ampliamente en múltiples actividades tanto domésticas como ceremoniales y festivas promocionadas desde y por el estado (Morris 1974; Costin y Earle 1989). También merece ser destacado su aspecto comunicativo y propagandístico, producto de su estandarización y repetitividad en forma y diseño, permitiendo la comunicación mediante el despliegue visual de información e indicando la presencia y filiación con el estado (Morris 1991; D’Altroy y Bishop 1990; Costin y Earle 1989; DeMarrais et al. 1996).
Las fuentes históricas señalan la importancia de la manufactura cerámica que formaba parte de las diferentes prestaciones que el estado requería a los grupos anexados. Esta actividad conllevó al desarrollo de importantes centros manufactureros en los territorios ocupados (Espinoza 1969-1970, 1987; Murra 1978). Por su parte, distintos proyectos arqueológicos confirmaron la existencia de estos centros productores de cerámica desde la costa norte peruana hasta el extremo sur del imperio (Lorandi 1984, Williams y Lorandi 1986, Scattolin y Williams 1992, Hayashida 1994, 1999, Bauer 1996, Donnan 1997).
D‘Altroy et al. (1994) sistematizaron la organización de la producción cerámica incaica, proponiendo tres formas básicas representativas de la evolución histórica de su proceso expansivo. A saber:
- Entrega de vasijas al estado que fueron elaboradas dentro de las comunidades de origen de los olleros. Esta situación es esperable en las regiones periféricas del estado con control indirecto o durante las primeras etapas del dominio estatal.
- Reasentamiento de grupos de artesanos conformando centros especializados. Esta situación es esperable donde exista un fuerte control estatal, como así también en el momento final de su desarrollo.
- Elaboración tanto de cerámica local como estatal. Esta estrategia, denominada mixta, es esperable en regiones en proceso de ser anexadas al estado, como así también en las áreas marginales del imperio.
Dada la multiplicidad de funciones que la cerámica tuvo dentro de la economía política del estado, consideramos importante conocer tanto los contextos productivos como distributivos para la región puneña meridional del sudoeste catamarqueño.
4. Caracterización regional de los sitios que conforman la muestra
En la escala regional, las ocupaciones Formativas de procedencia de las muestras cerámicas ubicadas en la región puneña (Laguna Salada, El Corral, Las Cuevas, Ojo de las Lozas), se caracterizan por la presencia de sitios discretos, aprovechando las formaciones rocosas localizadas en el borde de las vegas de altura y sectores deprimidos de la región (4.000 msnm), donde los arreglos arquitectónicos del espacio fueron mínimos. En cambio, el espacio fue formatizado de forma diferente durante la ocupación incaica, materializándose a través de la construcción de instalaciones con rasgos inca (San Francisco, Las Coladas y Tambería), constituyendo una red logística de apoyo en la ruta de ascenso a los santuarios de altura,[17] articulando de esta manera las zonas puneñas deprimidas con las altas cumbres (Orgaz 2001). La reocupación del espacio en el tiempo causó la reclamación de los sitios arqueológicos con arquitectura, observándose que las instalaciones de sociedades Formativas fueron modificadas por los incas y éstas a su vez por pastores históricos. La estructura del registro arqueológico correspondiente al momento Formativo e Inca permite afirmar que la región puneña de Chaschuil presenta muy baja densidad artefactual superficial, representada por pequeñas instalaciones, reclamadas en el tiempo, y escaso material cerámico predominantemente de momentos Formativos, restringido espacialmente al área de las instalaciones (Ratto et al. 2002 a, Ratto 2003). Otra característica de la región puneña de Chaschuil es la ausencia de asentamientos correspondientes al Período Tardío (preinca).
También a escala regional, el corredor comunica con otros espacios y ambientes, tanto en actuales territorios chilenos como argentinos, adquiriendo la circulación modalidades tanto transversales como longitudinales integrando grandes espacios y pisos ecológicos. Al respecto, se menciona el valle de Copiapó en Chile, las localidades en territorio argentino de Antofagasta de la Sierra y Antofalla, además de los valles de Abaucán y los sectores medio e inferior del valle de Chaschuil.
Orgaz (2001) plantea que diferentes sitios arqueológicos de época incaica pueden interconectarse a través del curso superior del valle de Chaschuil: (a) el Coypar y la Alumbrera ubicados en Antofagasta de la Sierra (Olivera 1991), (b) Ranchillos 1 y Mishma en el Valle de Abaucán (Sempé 1973, 1983), (c) centros metalúrgicos y administrativos como Viña del Cerro e Iglesia Colorada, situados ambos en el valle del Copiapó (Niemeyer et al. 1997) y (d) Batungasta en el Bolsón de Fiambalá (Sempé 1973, 1977a, 1977b).
De igual manera, sitios arqueológicos localizados en las áreas mencionadas pudieron interconectarse, a través de la región de Chaschuil, durante tiempos Formativos: (a) Palo Blanco y Saujil (González y Sempé 1975; Sempé 1977a) en el valle de Abaucán, (b) el sector norte del río La Troya en el Bolsón de Fiambalá , y (c) sitios de los Complejos Molle y Animas del valle de Copiapó –Chile– (Niemeyer 1994, Castillo G. et al. 1996-1997, Niemeyer et al. 1997).
Ratto (2006) realizó relevamientos en distintas rutas que unen el bolsón de Fiambalá y la puna cordillerana de Chaschuil conectando entre sí distintas instalaciones. Las sendas naturales que conectan las localidades de Palo Blanco y Cazadero Grande han arrojado evidencias de una fuerte presencia de estructuras y conjuntos cerámicos de la etapa Formativa que están dando cuenta de la movilidad de estas poblaciones, como así también del aprovechamiento de distintos pisos de altura, valle y puna cordillerana, atravesando cordilleras como la Narváez y Las Planchadas. Se documentaron también las rutas que unen en dirección sur-norte el sitio Batungasta con los grabados en soporte rocoso de Guanchincito (Ratto et al 2000-2002) para conectar con el sitio Mishma 7 desde donde es posible conectar con la puna a través de diferentes rutas arribando a distintos puntos del área puneña-cordillerana en cotas altitudinales que van de los 3.500 a los 4.000 msnm (Ratto 2006).
Por su parte, las muestras cerámicas representativas del valle mesoterma...