La otra campana
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La otra campana

Una historia del presente argentino narrada en tiempo real

Matías Tombolini

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La otra campana

Una historia del presente argentino narrada en tiempo real

Matías Tombolini

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El autor narra en primera persona la historia política y social del presente argentino, que comienza con el colapso económico del macrismo, hasta llegar a la pandemia, las decisiones de Alberto Fernández y el conflicto geopolítico por las vacunas. Con datos precisos y estilo descontracturado, empatiza con el sujeto social de su tiempo, "los vecinos que deben expensas o alquiler. Esos que suspendieron la prepaga, recortaron el cable o llegaron a modificar la escolaridad de sus hijos", y ofrece un camino donde el Estado mitigue los daños mientras encara soluciones de fondo. Con oficio de profesor y economista, Tombolini explica, opina y toma partido. Defiende el diálogo sobre el conflicto, pero, lejos de confundir el intercambio respetuoso de ideas con neutralidad, explica los motivos detrás del sonido de las múltiples campanas.

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Información

Año
2021
ISBN
9789505568048
Categoría
Economía

PARTE 1

Los sueños

Capítulo 1

EL COMIENZO

Luego del cierre de campaña electoral, aquel jueves 8 de agosto de 2019, llegué a casa con mi compañera de ruta María (en adelante La Gringa), saludé a mis hijos, a Victoria, a los perros. Antes de subir a ducharme, me desplomé sobre el sillón y encendí la tele. Quería repasar un pronóstico diferente a las encuestas y proyecciones económicas que venía leyendo a diario durante los últimos noventa días. También, me interesaba conocer el pronóstico del tiempo. Con independencia de su influencia en el día de la elección (que sucedería 48 horas más tarde), por algún motivo sentí la necesidad de saber qué sucedería sobre algo en lo cual la influencia de nuestras acciones es menos evidente que sobre el proceso electoral. Si bien es cierto que nuestros actos están cambiando el clima, todavía es más cierto que los actos políticos cambiaban otro clima, el electoral.
Sin los rodeos o explicaciones abundantes (y a veces vacías) que damos los políticos, el pronosticador de turno decía ¨En Capital Federal y alrededores, la mínima será de 8° y la máxima de 11°. Durante la madrugada y la mañana habrá lluvias y los vientos serán moderados a fuertes, los cuales vendrán desde el sector sureste. Por su parte, el clima por la tarde y la noche continuará con lluvias y vientos fuertes a moderados provenientes del sector sur¨. Dos oraciones le alcanzaron al señor de la tele para ofrecernos información relevante sobre cómo nos teníamos que vestir, qué planes podríamos hacer, y cuáles otros no tenían sentido en una jornada que se anticipaba, para decirlo en criollo, bastante fulera.
En Argentina, en general, y en la Ciudad de Buenos Aires, en particular, la campaña se desplegó con múltiples matices que la convirtieron en una experiencia única e irrepetible. Asistí a veces como espectador de lujo y otras como protagonista puntual, a situaciones que invitarían a escribir un libro, pero no este que escribo ahora. Aquí me propongo compartir un proceso que comenzó el 11 de agosto de 2019 y que continúa hasta el presente.
El viernes 9 comenzó como de costumbre. A las 6:30 sonó la alarma del celular que pospuse cinco minutos para luego posponerlo otros cinco. Cuando decidí levantarme, giré sobre mis hombros, pero la gringa no estaba. Ella se había levantado antes porque le tocaba la ardua tarea de despertar a los chicos. Salí de la cama con la agilidad de un señor de 45 años, hice los ejercicios de estiramiento que suelo hacer buscando que mi cintura no me recuerde mi edad al menos antes de las cinco de la tarde, me puse el jogging y bajé para llevar a mis hijos al colegio.
Hacía rato que ya no era necesario que los acompañara esas nueve cuadras que separan mi casa de la escuela, pero Sofi (que en ese momento tenía 13 años) me regalaba un mimo al alma los días que la llevaba; me daba la mano hasta llegar a unos trescientos metros de la entrada. Eso y poder conversar con ella y Segu, sin más apuro que la hora del timbre de ingreso, era un bálsamo para mí, una pausa antes de comenzar el día. La escena siempre se repetía, en Díaz Vélez y Pringles, le daba un beso a Segu, que se adelantaba, y antes de que cambiara el semáforo, me quitaba el gorro, que usaba para tapar el torbellino de rulos de mi cabeza a esa hora, y le daba a Sofi cuatro besos, mejilla derecha, izquierda, frente y la punta de la nariz, y ella hacía lo mismo conmigo. Segu, esperaba pacientemente a que terminara nuestro pequeño ritual, juntos cruzaban la calle y caminaban sobre la vereda de enfrente para doblar en Yatay a la altura de la misma estación de servicio que está ahí desde hace más años de los que tengo memoria.
Una vez en casa, nos preparamos para ir a la sede del partido. Allí había que doblar boletas y preparar cientos de carpetas para los fiscales del día de la elección. Hasta ese momento el pronóstico del clima se venía cumpliendo mejor que las encuestas electorales. Algo parecido sucedió luego con la economía. Tres días más tarde, todo empezaría a cambiar, o más bien seguiría en la misma dirección, aunque a una velocidad que nadie hubiera previsto.
Especulando con la veda electoral, que para divulgar encuestas empezó el 2 de agosto, los diarios podrían publicar los datos de los pronósticos que, si bien eran diversos, no dejaron lugar a dudas de que ninguno se acercaba al resultado que veríamos el domingo:
Cuadro
Tan solo 48 horas más tarde, el panorama luciría muy distinto de lo previsto. Con este nuevo escenario comenzaría un nuevo capítulo del rumbo político de nuestro país.
El resultado que conocimos la noche del domingo fue sin dudas sorprendente. Más allá de que casi no existían predicciones públicas que auguraran una diferencia tan abrumadora, resultaba singular que, en la elección primaria, quedara bastante claro que el presidente Macri sería el primer presidente de la nueva era democrática en presentarse a una reelección y perderla. Sobre todo, cuando apenas dos años antes, el país se había pintado de amarillo en un proceso electoral que le otorgó un respaldo holgado.
Las razones de aquella derrota serán motivo de análisis a lo largo de este libro, pero sin dudas la reacción del entonces presidente de la nación, fue el anticipo de un conjunto de medidas (o ausencia de ellas) que serían sumamente costosas para el país. Recordemos aquellas palabras en las que reconocía la derrota durante la noche del 11 de agosto de 2019:
Cuadro
11 de agosto
“Estamos acá, claramente estamos dejando todo por nuestro querido país, duele, duele que hoy no hayamos tenido todo el apoyo que esperábamos, pero a partir de mañana seguiremos trabajando, haciéndonos responsables, todos somos más responsables de que este país salga adelante, así que a dormir y a empezar a trabajar desde mañana a la mañana, muchas gracias.”
Fuente: Infobae. Ver en: https://bit.ly/3km4ujl
En la mañana del lunes 12, resultaba claro que el escenario había cambiado y no solo como consecuencia del voto popular, sino porque el gobierno, que insistía con ser más un comentarista que un protagonista de la realidad, ahora se había “enojado”, actitud que se puso de manifiesto con la ausencia de medidas protectivas que permitiesen detener la corrida contra el peso que se disparó en esas horas y que fue alimentada por las declaraciones de Macri durante la conferencia de prensa del inicio de la jornada:
Cuadro
12 de agosto
“Hoy hemos tenido un día muy malo. Hoy estamos más pobres que antes de las PASO, nos ha pegado muy fuerte el aumento del dólar con todas las consecuencias que eso tiene, como todo lo sabemos”. “Vamos a hacernos cargo, pero las cosas así no van a mejorar porque el problema mayor que hoy tenemos los argentinos es que la alternativa kirchnerista no tiene credibilidad en el mundo, no tiene la confianza necesaria para que la gente quiera venir a invertir al país.”
Fuente: Infobae Ver en: http://bit.ly/2NRQbqx
La historia que siguió la cuentan mejor los números que las palabras. El dólar pasó de cotizar a $46,2 el viernes 9, a $55,0 en el cierre del lunes. (4) En esa instancia, el Banco Central se comportaba como un actor de reparto, sin dar respuestas, o más bien, buscando justamente lo que sucedió dando por resultado una jornada que llenó de incertidumbre a los mercados, pero sobre todo a los argentinos.
El 17 de agosto, menos de una semana después de la derrota electoral, el Lic. Nicolás Dujovne, por entonces Ministro de Hacienda, presentó su renuncia. Su labor puede ser relatada desde varios puntos de vista, pero los números que emergen luego de una mirada en detalle ofrecen un panorama con más sombras que luces en relación con su desempeño.
Cuadro
Los datos simplemente expresan las consecuencias del curso de acción elegido por el presidente e implementado en consecuencia por sus ministros. El paso de “Nico” (como lo llaman sus íntimos) por la gestión estuvo matizado por controversias que no son menores al analizarlas en perspectiva.
La polémica sobre la compra de “chocoarroz” con la caja chica del ministro fue una falta de respeto a Dujovne y al sentido común, una muestra de cómo somos capaces de construir contrapuntos donde no tiene que haberlos. Lo que no fue menor, sino más bien una radiografía del perfil que tenían ese y otros ministros, fue su preferencia por tener más de 75 % de sus activos en cuentas del exterior. Lo cual es perfectamente legal, y además estaba declarado, pero tanto por el porcentaje como por su locación, daban cuenta de una decisión predominante en el seno del gabinete. No confiaban en el país cuyo destino pretendían conducir.
La idea sobre la que se construyó el gobierno de Cambiemos pareció ser la de la exaltación de lo individual, según la cual, la búsqueda del camino propio era el mejor organizador colectivo de las acciones de las personas. Algo así como “vos hacé la tuya” que, si te va bien, la competencia por “la tuya” dinamiza el conjunto de oportunidades de todos. Aquí entramos en conceptos medulares del modelo de gobierno anterior, a pesar de que su fracaso en materia económica no signifique que esas ideas, las cuales no comparto, sean necesariamente incorrectas.
Lo cierto es que luego del 11 de agosto, todos y cada uno de los que pudieron “hicieron la suya” y como los recursos son finitos, la carencia de medidas por parte del Estado derivó en un deterioro concreto, y real más que conceptual, de las cuentas públicas.
Veamos qué pasó con las principales variables entre el 9 de agosto (último día hábil previo a las elecciones) y el 10 de diciembre, día del traspaso de mando.
Cuadro
En el mismo sentido es interesante hacer “doble click” sobre las medidas que se tomaron durante ese breve período y los costos que implicaron. En ellas se advierte el peligroso sesgo electoral de la política económica. Entre lo más difícil de justificar se encuentra el modo en que se estableció el primer cepo del domingo 1 de septiembre; Ámbito financiero lo resumía así: “…a través del DNU 609 impone nuevas restricciones para evitar la fuga de divisas y tratar de impedir la pérdida de reservas del Banco Central. Macri fija el límite para adquirir dólares en u$s10.000 por mes, el equivalente a $600.000 de ese momento. ´Lo que estamos haciendo con esta medida es proteger a los pequeños y medianos ahorristas para que haya mayor liquidez. El control más estricto es sobre los grandes players´, señalaron las autoridades de la entidad.”
En rigor, el miércoles previo al cepo, destrozaron el mercado de fondos comunes de inversión, “reperfilando” los vencimientos de Letras emitidas por el Estado. Esto resulta inexplicable a menos que se fundamente en el capricho, es decir, haber elegido un curso de acción que el entonces ministro Lacunza seguramente le habría anticipado a Macri, como inútil para contener la suba del tipo de cambio.
Claramente las acciones menos complicadas eran cancelar y cubrir las LETES y las LECAP respectivamente e imponer las restricciones cuantitativas fuertes al mercado de cambios desde el primer momento. No hablamos aquí de medidas simpáticas, sino de cursos de acción parecidos a los que adopta un médico cuando debe elegir el mal menor para salvar la vida del paciente antes que pensar en la cura definitiva.
Incluso con el primer cepo, la medida era insuficiente, y el presidente y su equipo lo deberían haber sabido; en esta instancia no supongo, sino que sencillamente observo cómo fluyó y a dónde se dirigió el drenaje de reservas desde el 12 de agosto hasta el 28 de octubre, día posterior a la derrota electoral en primera vuelta, cuando el límite de compra pasó de diez mil dólares mensuales a doscientos. En ese momento, las reservas dejaron de caer.
En este punto, es oportuno preguntarnos: ¿el dólar se disparó porque ganó Fernández? ¿Las reservas se desplomaron para evitar que se dispare el dólar porque ganó Fernández? Leyendo los números, y considerando que luego del 28 de octubre las reservas dejaron de caer, la medida correcta (aunque nada simpática para el electorado de Macri) hubiera sido restringir la compra a doscientos dólares por persona en la mañana del 12 de agosto. Esta decisión probablemente podría haber evitado perder, al menos, parte de los 22,6 mil millones de dólares de reservas brutas y los 16,4 mil millones de dólares de reservas netas que se esfumaron entre las PASO y la asunción del nuevo gobierno. (5)
Esos mismos dólares que la Argentina tomó prestados del FMI y que, en lugar de destinarse en su totalidad para cubrir cancelaciones de deuda, sirvieron en parte para financiar la compra de divisas hasta que se acabaron.
No creo que la solución sea restringir en términos tan estrictos el mercado de cambios, y entiendo que el cepo es un parche temporal, pero a veces es más sano aplicar un torniquete para que cese la hemorragia antes que ponerse a rezar para que se cure el paciente.
También estoy seguro de que nadie puede vivir con un torniquete para siempre, y nuestro país es un ejemplo que demuestra que las regulaciones excesivas y las restricciones cuantitativas no provocaron mayor bienestar. El problema radica en cuáles son las condiciones a la hora de aflojar el torniquete, dado que, si no generamos los dólares necesarios para funcionar, tarde o temprano terminaremos cayendo en la misma restricción.
Por este motivo, todavía nos debemos un debate profundo acerca de cómo nuestro país tiene que resolver la convivencia con un sistema bimonetario de hecho y sobre el cual ninguna solución es sencilla, fundamentalmente si seguimos sin ponernos de acuerdo en el diagnóstico. Volviendo a los paralelismos médicos, parece difícil curar a un paciente si un médico cree que padece de varicela y una médica le diagnosticó gripe.
4- Se toma la cotización del dólar de Venta BNA.
5- Para el cálculo de las reservas netas, a las reservas brutas se les sustrae el swap con China, los encajes y la partida correspondiente a organismos internacionales. Se calcula sobre la base de lo ocurrido entre el 7/8/19 y el 7/12/19 debido a la publicación semanal del BCRA.

Capítulo 2

EL DIAGNÓSTICO

El resultado de las elecciones había dejado claro que la alternativa del medio no tendría un lugar determinante en el tiempo por venir. La pregunta obligada que nos debemos hacer aquellos que participamos en política siempre bascula entre la idea de comentar la realidad o contribuir para modificarla.
Así como en alguna oportunidad rechazamos el ofrecimiento de Cambiemos para integrarnos a su alianza, porque no compartíamos sus prioridades, su agenda de gobierno ni el modo que tuvieron de ejercerlo, con mi partido (Avancemos Por el Progreso Social, APPS) entendimos que, de la mano de Alberto Fernández, se abría una nueva etapa en el país sobre la base de un conjunto de prioridades que habían sido convergentes con las propuestas que impulsaba Roberto...

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