Desafíos e implicaciones de la formación
Para una mejor formación hace falta más cultura del profesor-mentor
https://doi.org/10.17230/9789587206937ch15
Bernardo Useche Aldana conversa con Johnny Orejuela*
Colegio Colombiano de Psicólogos, Universidad EAFIT
Bernardo Useche Aldana es psicólogo de la Universidad Nacional de Colombia (1976), con títulos de maestría (1991) y doctorado (1995) del Instituto para Estudios Avanzados en Sexualidad Humana de San Francisco, California y doctor en Salud Pública de la Universidad de Texas en Houston (2010). Profesor durante veinticinco años en la Universidad de Caldas (1976-2001), de donde se retiró siendo profesor titular de Sexología en el programa de Medicina. Luego, trabajó durante siete años como investigador asociado y sénior en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Texas. El Colegio Colombiano de Psicólogos (Colpsic) le otorgó el Premio Nacional de Investigación Científica en Psicología en 2014 y en el mismo año recibió la Medalla de Reconocimiento del Instituto Paulista de Sexualidad en Brasil por su contribución a la terapia sexual y la sexología clínica en América Latina. Al momento de su elección como presidente de Colpsic (octubre 2017) se desempeñaba como director del Centro de Investigaciones en Ciencias de la Salud y Psicosociales de la Universidad Autónoma de Bucaramanga. Actualmente, también es el vicepresidente de la Asociación Colombiana de Salud Pública.
Johnny: Buenas tardes, estimado Bernardo, estamos aquí para conversar un poco sobre la formación en psicología. Se trata de una conversación de cuatro aspectos fundamentales que voy a describir: el primero, tu trayectoria formativa como psicólogo, digamos, qué te motivó a estudiar psicología, dónde y cómo te formaste y qué valoración haces de tu formación retrospectivamente, hoy cómo valoras lo que significó haberse formado. Segundo, un eje alrededor de la formación actual de psicología, cuál es tu opinión de la formación contemporánea en la psicología, qué opinas, qué crees que tiene como acierto, qué cosas piensas que hay por mejorar; por ejemplo, me imagino que algo de lo que haces... nosotros, los psicólogos, poco dominio en asuntos de política pública, muy distantes de esas cosas, quiero saber tu opinión sobre eso. Lo tercero, está en relación con la formación en psicología, qué es lo que crees que es importante en cuanto a la formación propiamente, es decir, en tu opinión qué crees acerca de la relación profesor-alumno, esa relación cómo la piensas, cómo la concibes, qué consecuencias crees que tiene para el estudiante... en tu experiencia, qué viste que significó para el estudiante y también para el profesor, qué implicación subjetiva tiene formar y formar-se en psicología; y quiero conocer un poco tu opinión sobre los currículos actuales, si están actualizados o qué te parece lo que hay y si crees que algo les faltaría. Finalmente, como cuarto aspecto, está la perspectiva de la disciplina, digamos, cómo ves el futuro de la psicología.
Entonces, un poco es invitarte a que conversemos sobre todo esto, y lo primero es que nos cuentes un poco de tu formación: ¿cómo te formaste y qué te motivo a estudiar psicología? ¿Qué valoración haces de ella?
Bernardo: Sí, en mi caso personal yo estudié el bachillerato en el Colegio Mayor de San Bartolomé, de los jesuitas, en la Plaza de Bolívar en Bogotá, y estando en quinto de bachillerato uno de los sacerdotes profesores acababa de llegar de Estados Unidos de estudiar antropología y psicología y nos dio un curso sobre psicología... nosotros éramos un grupo, bueno, varios grupos, que en total éramos noventa y pico de estudiantes y, de estos, cinco o seis decidimos estudiarla a partir de esas clases, y, ¿por qué?... porque nos abrió las puertas a la psicología académica, científica, eso nos interesó; cambiamos la opción que habíamos pensado hasta ese momento y nos dedicamos a ella...
Johnny: ¿Y cuál habías pensado?
Bernardo: Nosotros tuvimos orientación profesional con un psicólogo... Julio Ponce de León, quien en este momento es decano en alguna universidad de Bogotá, en este momento se me escapa, y yo había pensado Medicina, Agronomía y Periodismo, tres cosas..., y en la orientación me había dicho: “No, usted puede estudiar cualquiera”, pero la presión familiar era para que estudiara Medicina, pero yo creo que la pregunta de conocerse uno a sí mismo y conocer a los demás era lo que más me intrigaba.
Johnny: Esa pregunta estaba allí...
Bernardo: Tengo marcado esos años de bachillerato y de ese curso, por ejemplo, las tipologías en la antigüedad de lo flemático, los tipos de temperamento, las diferencias entre temperamento y carácter, y era mucho mi interés de mirar, en ese entonces, cómo eran los compañeros y la gente, y esa curiosidad persiste hasta hoy. Por ejemplo, en el congreso en Barranquilla donde Sam Gosling habló de la relación entre los espacios y la personalidad, el ambiente..., pues me reavivó y me reencontró con eso de que uno hoy podría hacer tipologías con big data, ahora es un contexto completamente distinto.
Bien. Sigamos... Pasé a la Universidad Nacional. Es un proceso de selección muy riguroso que ojalá existiera en muchas partes porque uno pasaba en ese momento dos exámenes y luego para Psicología y Medicina había entrevistas, en ellas fue mi primer contacto con las pruebas proyectivas porque en la selección profesional nos habían aplicado otro tipo de escalas. Entré en la Nacional en un periodo muy importante de la educación pública en Colombia. Yo estuve en la universidad entre el 1969 y 1974, me gradué en el 1976 porque me demoré mucho haciendo la tesis, casi nadie se graduaba inmediatamente, era muy difícil hacer la tesis.
Tuve unos profesores absolutamente maravillosos, en la formación básica inicialmente. Nosotros veíamos, por ejemplo, cálculo con los que estudiaban matemáticas con un profesor japonés que era en ese momento la estrella y lo fue por muchos años de la universidad. Él había llegado de un programa de cooperación y se había quedado aquí; además veíamos biología con los biólogos, tanto en el laboratorio como la parte teórica y también estudiamos neuroanatomía con los de Medicina en el anfiteatro. Era una formación muy fuerte, veíamos sociología y antropología, que recuerdo haberla visto con el Dr. Milcíades Chaves que había llegado de estudiar en Estados Unidos con Gordon Childe y con grandes antropólogos y en esa formación tuve de profesor a Carlos Federici en lógica matemática...
Johnny: ¿Y viste lógica?
Bernardo: Sí, hice dos lógicas y saqué 5,0 en ambas.
Johnny: Federichi era un profesor famoso...
Bernardo: Absolutamente famoso, fue el mentor de Mockus... Entonces esa formación básica la extraño mucho en la actualidad. Además, en esa época podíamos tomar muchos cursos electivos sobre las cosas que uno quisiera (recuerdo mucho uno que me marcó, se llamaba “El hombre y el mito”, era de antropología) y nos daban muchas herramientas, la formación de matemáticas era muy buena (veía los cálculos, la lógica matemática, las estadísticas 1 y 2, las psicometrías 1 y 2), una historia de la psicología muy fuerte; todavía recuerdo cincuenta años después esas clases. El currículo estaba organizado en esos básicos que eran dos años, con una intensidad horaria de como treinta horas de clases a la semana, luego venía la parte profesionalizante que era un momento de transición y finalmente la parte de las prácticas, que era donde uno se orientaba por educativa, organizacional –que en ese entonces se llamaba psicología industrial– o clínica. Entre los profesores había unos que llevaban ahí mucho tiempo y los primeros doctores que empezaron a llegar a Colombia; de esos, algunos eran buenos como José Antonio Sánchez y Mateo Mankeliunas. Por su parte, entre los que llegaban estaba Rubén Ardila que venía de los Estados unidos, Urdaneta que venía de Lovaina, esos los que me dieron clase, porque después fueron llegando más. De Lovaina llegaron varios, llegó Augusto Pérez que es muy famoso y muy importante por su trabajo con sustancias psicoactivas, también, Jaime Bossa y Jorge Bossa; y había muchos malos que no voy a mencionar..., malos, malos, y nosotros éramos de una escuela que vetábamos a los profesores cuando eran malos.
Por ejemplo, no se conocía a Piaget, aunque ya era una institución, estoy hablando de 1970 y ya tenía trabajos, pero hubo estudiantes de semestres más adelante que lo tradujeron, y como se tiraba “piedra voliada” en esa época y hubo muchas marchas y tal, en los cierres de la universidad que podían durar un semestre, curiosamente nos formamos académicamente. Te voy a poner tres ejemplos de cosas que hicimos durante cierres de semestres: una, un seminario sobre Piaget que nos lo dictaba Félix Bustos, no se había graduado todavía y hacía parte de los estudiosos de este autor, curso que tomaron varios profesores que por primera vez se acercaron a él. Otra tra cosa fue que con Esther Bick, una psicoanalista de origen alemán que había conocido a Freud, había estado cerca del movimiento freudiano original. En un cierre de semestre hicimos con ella un seminario donde estudiamos la obra de Ernest Jones, la biografía de Freud, y a medida que iba citando otros trabajos los íbamos estudiando; y, tercera cosa, en otro cierre, estábamos haciendo una primera práctica, yo la hacía en el “frenocomio” de la picota entonces imagínate lo que es eso...
Johnny: ¿Y qué era eso del frenocomio?
Bernardo: El frenocomio era un hospital de locos, pero de locos que estaban en la picota, o sea de prisioneros locos... Junto al compañero con que iba, Daniel González, un psicólogo organizacional muy exitoso, salíamos a bañarnos en alcohol prácticamente todo el cuerpo, porque las condiciones higiénicas del frenocomio eran..., no quiero...
Johnny: Bastante precarias...
Bernardo: Para no ser escatológicos no quiero contar... Pero la experiencia clínica fue muy supervisada, por ejemplo, un psiquiatra nos decía: “Ustedes pueden hacer aquí una entrevista séptica y van a tener unos resultados o pueden interactuar con los prisioneros y van a entender la psicología de manera distinta”, y dicho y hecho. Las condiciones de higiene terribles, alguien que estaba fumando le decía a uno “¡doctor!” y le pasaban el cigarrillo y tocaba pegarle el “fumón” porque o si no... Lo que más me impactó, eso lo recuerdo como anécdota –hubo muchas–, a alguien iban a trasladarlo a la isla Gorgona y para que no lo trasladaran se metió una..., se infectó los testículos con un alfiler untado de heces y eso se le inflamó, y lo hizo para que lo mandaran a la enfermería y no lo trasladaran... Una vez caminando entre los “cambuches” que se hacían allá adentro encontré un grupo reunido, entré yo y todo el mundo quedó callado y de pronto habló el único que no había hablado en las consultas y que decía que era mudo: “Tranquilo, don, siéntese aquí que estamos jugando cartas. Ya se dio cuenta, yo no soy mudo, yo digo que soy mudo y digo locuras para manejar mi cosa”, el tipo era como el capo del pasillo, había mafias como en toda cárcel.
Fue una cosa muy importante, tanto esto que te cuento, como la actividad política, nos llevó a una formación mucho mejor y, además, estábamos abiertos a todo, o sea, a la cultura, al teatro, a la música, con un sentido crítico que nos formó muy bien. Por ejemplo, Julio Iglesias –que ya era famoso– intentó cantar en la universidad y le dijimos que no porque eran una canciones burguesas y todo, y cuando lo estábamos sacando dijo: “A ustedes lo único que les sirve es Paco Ibáñez, ¿cierto?”. Nunca habíamos oído de Paco Ibáñez, pero si nos lo mencionó es porque vale la pena y nos pusimos averiguar. Jorge Bossa y otros que habían llegado dijeron que era un cantante de izquierda, que luchaba contra la dictadura de Franco, y que como en ese entonces no se podía hablar y cantar explícitamente contra la dictadura, cogió los poetas antiguos españoles y todo y compuso..., entonces, nos conseguimos el contacto porque él vivió exiliado también en Bélgica (Jorge había sido room mate de un señorito que se llamaba Felipe González, y alguna vez caminando por la séptima, le dije: “Profesor Bossa”, y me dijo: “Vea, le presento aquí a Felipe González”... ni sueño de que fuera a ser presidente de España). Bueno, y nos trajimos a Paco Ibáñez y llenamos el auditorio León de Greiff, me tocó debajo de Paco Ibáñez, me echó todas las babas mientras contaba y después... era un movimiento abierto y una formación, digamos integral, que es la que uno extraña ahora.
Johnny: ¿Sí? ¿Te parece que eso es lo que hace falta? Has nombrado varias cosas: uno, por ejemplo, la condición de una buena base fundamental; segundo, de una formación en la práctica, y tercero, de una formación en lo político y en la cultura. Elementos que hacen parte de una formación integral.
Bernardo: Sí. Y yo diría que, en específico de la psicología, lo mejor de nuestra formación era el acceso a lo más avanzado en el conocimiento científico de eso momento, y si no lo teníamos, ya te he contado, lo buscábamos, ¿sí? Pero lo segundo, la crítica implacable. A nosotros nos tocó, que el eje del currículo eran los sistemas psicológicos, no eran los… ¿cómo se llaman ahora? Los básicos...
Johnny: Los fundamentales...
Bernardo: Percepción...
Johnny: ¡Ah! Los procesos psicológicos básicos.
Bernardo: Eso, los procesos psicológicos básicos; no, uno veía psicoanálisis, conductismo, psicología de la Gestalt, psicología genética, que era como se llamaba a lo de Piaget, Henry Wall... ¡ir a las fuentes!
Johnny: Leerlos directos...
Bernardo: Leerlos directamente, ¿cierto?, y confrontarlos... era una pelea a muerte, pero eso le daba a uno formación, porque los cogías desde cien años hacia atrás: para el conductismo, uno arrancaba desde antes, desde los estructuralistas; los funcionalistas. Los cogías con los artículos de Watson sobre la psicología desde el punto de vista de un conductista y seguías con Ernest Holt y luego con todos los grandes. Skinner, por supuesto, estaba en su furor y la modificación de conducta y el análisis conductual aplicado, que era como se llamaba, entonces, cogía uno los latinoamericanos que había, como Emilio Ribes en México... lo mejor y lo más... Y lo otro es la democracia en el mejor sentido, y la autonomía en el sentido de criticar, aprender. Eso yo creo que no se ve mucho ahora.
Johnny: ¿Tú crees que hay una limitación, por ejemplo, en el desarrollo del pensamiento crítico?, ¿eso está un poco más debilitado?
Bernardo: Yo creo que está absolutamente debilitado. Los buenos estudiantes hoy en día son acríticos, y da mucha lástima, ¿sí? Porque no hace parte de su perfil, son estudiosos, y puede que sean innovadores, pero no son críticos.
Johnny: ¿Te parece que es una lástima...?
Bernardo: Sí, porque con la crítica y con unas buenas herramientas básicas uno resuelve todo lo demás.
Johnny: Con la crítica y unas buenas herramientas básicas uno se hace un lugar.
Bernardo: Sí, se hace un lugar, y esa fue la formación que me dio la Nacional. Yo salí con buenas herramientas, incluso antes cuestionaba eso, pero ahora en perspectiva me doy cuenta... Técnicamente, lo más avanzado que había... recuerdo que, en mi primer trabajo, compré un maletín donde puse el WAIS-IV (Escala de inteligencia de Wechsler para adultos, versión IV), el WISC (Escala de inteligencia de Wechsler para niños), el test de Bender, la escala del no sé qué. Tenía una vaina de pruebas psicológicas con las que yo podía evaluar la personalidad, el desarrollo perceptual, la inteligencia y tal, eso era lo que se conocía en esa época, y la modificación de conducta. La terapia Gestalt fue muy importante, además, era un movimiento crítico, mira la importancia de la crítica... Todavía en mi mesa de noche siempre hay un libro de historia del psicoanálisis porque me interesa conocerlo, y resalto algunas...