La caja de letras
eBook - ePub

La caja de letras

Hallazgo y recuperación de "Apuntes para la historia del periodismo judío en la Argentina" de Pinie Katz

Javier Sinay

Compartir libro
  1. 332 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

La caja de letras

Hallazgo y recuperación de "Apuntes para la historia del periodismo judío en la Argentina" de Pinie Katz

Javier Sinay

Detalles del libro
Vista previa del libro
Índice
Citas

Información del libro

Un libro escrito en ídish y publicado en 1929, acerca de los orígenes del periodismo judío en la Argentina, revela nuevos sentidos e interpretaciones un siglo después. La obra original es de Pinie Katz, una de las figuras más importantes de la cultura de inmigración de aquellos años. Y muestra iniciativas heroicas y aventuras vocacionales, pero también competencias despiadadas y miserias personales en torno a un oficio en permanente desarrollo.Sobre este texto, que también es una sucesión de crónicas de una Buenos Aires en ebullición (y de una época en la que convivían sionistas, anarquistas, socialistas y colonos), Javier Sinay, autor de Los crímenes de Moisés Ville, resignifica y rescata la trascendencia de los hechos y de sus protagonistas. Aquella atávica caja de letras aún guarda historias.Pinie Katz (Grossulov, Imperio Ruso, 1881—Buenos Aires, 1959) fue escritor, periodista, traductor y activista político, y se convirtió en una de las figuras más importantes de la cultura judeoargentina de la primera mitad del siglo XX.

Preguntas frecuentes

¿Cómo cancelo mi suscripción?
Simplemente, dirígete a la sección ajustes de la cuenta y haz clic en «Cancelar suscripción». Así de sencillo. Después de cancelar tu suscripción, esta permanecerá activa el tiempo restante que hayas pagado. Obtén más información aquí.
¿Cómo descargo los libros?
Por el momento, todos nuestros libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
¿En qué se diferencian los planes de precios?
Ambos planes te permiten acceder por completo a la biblioteca y a todas las funciones de Perlego. Las únicas diferencias son el precio y el período de suscripción: con el plan anual ahorrarás en torno a un 30 % en comparación con 12 meses de un plan mensual.
¿Qué es Perlego?
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
¿Perlego ofrece la función de texto a voz?
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
¿Es La caja de letras un PDF/ePUB en línea?
Sí, puedes acceder a La caja de letras de Javier Sinay en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Social Sciences y Media Studies. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Año
2021
ISBN
9789874727466
Edición
1
Categoría
Social Sciences
Categoría
Media Studies

Fotografía

VETERANOS

‘DER VIDERKOL’
(1898)

Sobre la creación de Der Viderkol (31) [El eco] nos cuenta su redactor, Mijl Hacohen Sinay, en el feuilleton:
“El humilde Mijele caminaba, dudoso y preocupado, con sus esperanzas caídas, hasta que sus fuerzas se agotaron y sus pies ya no pudieron mantener su cuerpo. De esta manera se lamentaba de que sus padres (el Rab Sinay fue enviado por David Fainberg (32) como rabino y colono desde la Gobernación de Grodno –P.K.) no le habían enseñado ningún oficio y él no tenía dinero para realizar ningún negocio…
Pero escuchen hasta qué es capaz de hacer un litvak (33) cabeza dura. Y fue el día, en un día muy caluroso, con el sol quemando y asando, y Mijele (esto debe leerse “Mejele” –P.K.) caminaba por las ruidosas calles de Buenos Aires buscando trabajo… Y así iba.
De pronto, se detuvo. Vio un tranvía por la calle y un pequeño joven, de esos que van llevando los diarios y se suben al primer escalón del tranvía, empezó a gritar a viva voz: ‘¡La Prensa! ¡La Nación! ¡La Capital! ¡Nueva Época!’ y así sucesivamente…
– ¡No hay entre todos los pueblos un pueblo como el de Israel en la Argentina! –gritó de pronto, pensando en esta escena.– ¡Cada pueblo tiene un periódico en su lengua, cada pueblo se vanagloria y escucha su literatura, pero el de Israel todavía no! ¡Tantos judíos hay aquí en la Argentina y seguramente se encuentran entre ellos tantos escritores y maskilim a los que la pluma judía no les es extraña, y sin embargo aquí no hay un periódico judío…! Entonces seamos los primeros… Probemos… ¡Sí, pensado y realizado…!
Un eco sonó en sus pensamientos:
– ¡Así será! ¡Mijl, ya vas a tener trabajo…!”
Él ya se disponía a irse del lugar donde estaba parado, pero se encontró de pronto con una persona, un judío petiso con una barbita negra, que le hizo un amplio y cálido scholem aleijem (34).
– ¡Reb Joel! –lo saludó sorprendido Mijl, y le dijo:– ¡Scholem aleijem!
–Mijl, ¿qué estás haciendo acá?
Reb Joel era el señor Joel Rosenblit (35), uno de los inmigrantes podolier de Kamenetz colonizados por la JCA en Moisés Ville, que le contó qué estaba sucediendo en la colonia, donde el administrador Cohan se estaba vengando de una manera vergonzosa con los colonos porque ellos habían enviado una delegación a París para quejarse por la dirección de Buenos Aires (en esa delegación también estaba el rabino Sinay (36)). A Rosenblit, la administración de la colonia le había robado lo que él había comprado con su propio trabajo: sus caballos y sus vacas. Y no solo a él le había pasado. También a Meir Schapiro, Leibze Levisman, Hirsh Tzainshtejer y a la familia de Mijl Hacohen Sinay (37). Por eso su padre, el rabino, había viajado a París como delegado contra la administración de Cohan.
El propósito de Der Viderkol era, en los dos primeros números, contar lo que ocurría en la colonia. Hubo un tercer número, pero la continuación no fue inmediata.
Ahora describiré más sobre Der Viderkol, tal como me fue transmitido por el señor Joel Rosenblit, creador y administrador de este periódico, que luego participó de Der Idisher Fonograf [El fonógrafo judío].
El señor Rosenblit tenía desde hacía mucho tiempo la idea de fundar un periódico en la Argentina (38) porque los judíos se interesaban aquí también por lo que pasaba entonces en el mundo: el proceso Dreyfus (39), el sionismo (40), la guerra española-americana por Cuba y la política europea a propósito de Japón, con Rusia a la cabeza.
Este judío tan inteligente era de Kamenetz, y cuando el administrador Cohan quiso acabar con sus ideales de trabajar la tierra, tuvo que venir a Buenos Aires a buscar otro oficio ya que conocimientos no le faltaban. Entonces tomó para sí como muy importante la idea de crear un periódico judío. Quería que sus textos llegaran hasta los diarios más importantes de aquel momento –como el Folks Advocat y el Yiddisher Express, de Nueva York; o Ha-Yehudi, de Londres– para que se supiera sobre los colonos y cómo hombres y mujeres eran alojados en una cueva húmeda, donde les pegaban toda la noche con la ayuda de policías rentados… (41)
Pero ¿cómo podía imprimir este periódico si en Buenos Aires todavía no existía la imprenta (42)? Así fue que el hijo del rabino pensó que si no sería con tipografía, sería con litografía. Para las celebraciones, había gente que enviaba notas talladas y eso fue tomado como ejemplo para el primer número de Der Viderkol, que fue escrito como un Sidur (43).
Rosenblit y Sinay fueron a una casa de litografía llamada La Teatral, que quedaba en Cerrito 136, y el negocio se puso en marcha (44).
Fotografía
Portada del primer número de Der Viderkol, que apareció el 8 de marzo de 1898.
Mijl Hacohen Sinay contrató a Abraham Vermont, que había olfateado la llegada del periódico. Vermont era una persona muy leída, que sabía muchos idiomas y que maravillaba al joven redactor con su conocimiento de las ideas y su interés por los judíos que vivían entre la Cruz y la Media Luna. Este tema le preocupaba a Vermont y sobre él escribiría cada semana durante quince años en su propio periódico, Die Volks Stimme. Vermont podía publicar sin parar sobre estos asuntos y trabajar sin ningún tipo de sistema, repitiendo los mismos cuentos una y otra vez (45).
Con toda la honestidad de un redactor y la responsabilidad para con la lengua ídish, y con sumo cuidado para que no apareciera el vocabulario vulgar que reprodujera las palabras de la calle, Mijl Hacohen Sinay se sentó cuando tuvo modelado el periódico en su cabeza y comenzó a tallar en la piedra de la litografía como las letras de un Sidur en ídish (46), en un estilo más elevado (47): “¡A los estimados lectores! Hacemos conocer a través de este…”. Así, o en un estilo parecido, fue escrito casi todo el primer número (48), que fue completado con la ayuda de Abraham Vermont. Solo en los feuilletones se olvidaron los redactores del “gran estilo” y cayeron en el ídish popular callejero.
El primer artículo de Der Viderkol está escrito como una charla entre dos personajes, Shmerl y Berl, que discuten sobre la posibilidad de comprar Palestina. Es un feuilleton firmado por el pseudónimo de Bilam Ben Coraj (49), que continúa hasta el tercer número (el último), sin concluir. El escritor parece simpatizar disimuladamente con el socialismo (influenciado por la defensa de Jaures y Zola a Dreyfus), y luego con los sionistas que quieren comprar Palestina.
Otros artículos atacan a los activistas sionistas y a los administradores de la JCA, pero no por sus pecados comunitarios, sino por la falta de status: uno fue un changador en Odesa; el otro, un planchador de sombreros… Luego hay un artículo sobre las relaciones entre Chile y la Argentina. También hay otro, el más fervoroso, de Gershom Bartz, con mucho descontento sobre la vida de los colonos de Moisés Ville; el feuilleton de Mijl Sinay sobre Der Viderkol; y el espacio donde Abraham Vermont escribe sobre política, historia, geografía y otras maravillas, dictando moral a los judíos ya que no escriben como si sus textos fueran parte de un álbum que los italianos enviaran a Émile Zola para su defensa a Dreyfus. Se pide también el traslado de los huesos de Julius Popper (50), que era un judío rumano, del cementerio cristiano de la Recoleta a un sitio judío. Hay una sátira sobre los diez mandamientos, donde no se perdona nada a nadie (51). Todo Vermont lo escribe en daytchmerish mezclado con rumano.
Mijl Hacohen Sinay firma un poema, “Der ner tomid” [“La llama eterna”], que empieza de esta manera en su primer verso:
“Yo me deslumbro ante la fuerza
del antiguo Israel,
que está escondida tan fuertemente,
muy dentro de mi alma”.
Un buen ejemplo del estilo de Der Viderkol es esta muestra de su artículo principal, desde aquí hasta el final:
“A todo el que se interese por nosotros, le es conocido que la política de la Argentina (me confieso) está gobernada por una mezcla de realidad y de un nudo que no se puede desatar, algo que no sucede en ningún tipo de política exterior y que no es tan fácil de leer. Por eso tendremos que esperar el tiempo que nos dará la razón sobre nuestros dichos, así como el proverbio hebreo que dice:
‘El tiempo contesta todo y resuelve todas las preguntas’.
Debemos observar y callar. Callar y esperar hasta el final, así como dice el ruso: konets venchaet delo (las palabras rusas están escritas con letras rusas (52)).”
Como el número aparece el día 14 del mes de Adar, que es Pesaj, incluye entonces un anuncio de matza.
La importante aparición de un periódico judío en Buenos Aires repercutió en toda la comunidad judía, desde Libertad hasta Callao y desde Tucumán hasta Cuyo, hoy Sarmiento (53).
El segundo número, que apareció dos semanas más tarde, parecía una reacción contra el primero. Había llegado a Buenos Aires, rechazado por la JCA en París, el padre del redactor y no le había gustado la actitud de su hijo ni tampoco que en el periódico se insultara al administrador de Moisés Ville, con quien todavía necesitaba tener algún contacto. Además, había en el primer número de Der Viderkol cierto ataque al sionismo y eso tampoco le gustó (54).
Por eso, el hijo invitó al padre a escribir un artículo bajo su firma, MRS (55). En ese artículo, Reuben Sinay diserta largamente, como dictando una clase de moral, sobre la paz, la historia judía, los hechos de la vida judía y la vida en comunidad:
“Queremos estar sentados en paz aquí con cada cual (pero cuando éste se haya ganado su condición) y para acercarse a otro individuo no es bueno insultar ni hablar de más, ni tampoco alabar demasiado. Queremos levantar la bandera de nuestro escritor Scholem Aleijem, con la cual simpatizamos, y se sabe de nuestro empredimiento gigantesco para apoyarlo. Lastimosamente, aquí se ha anudado el cuento con un diablo, como a propósito, y está disfrazado de Bilam Ben Coraj, quien aparece en el medio de todo esto…”.
La continuación de esa discusión (56) ya no aparece en este número, pero viene entonces otra cosa: “Purim Floderai” [“Un juego de Purim”], firmado por “Ish Iehudi” [“Un Judío”], que es en realidad Bilam Ben Coraj (una aclaración: es A. Vermont) (57). El redactor contesta con una observación conciliadora:
“Prestigioso escritor, me veo en la obligación de expresar mi sincero agradecimiento por su esfuerzo por enaltecer mi periódico”.
Él tiene que reconocer lo interesante del artículo de la Hagada de Pesaj, que hablaba sobre los acontecimientos de Moisés Ville, y lo imprime; y en el tercer número se despoja del miedo hacia su padre, el Rab, y toma una página entera para continuar aquella discusión.
En el segundo y en el tercer número figura un nuevo título, “Lmen Sion” [“Para Sión”], que hace propaganda sionista, y aparece un nuevo integrante del periódico con las iniciales “L. Sh. J.”, que son, en orden invertido, las de Jacob Shimon Liachovitzky.
En el segundo número de Der Viderkol aparecen dos poemas. Uno de ellos está dedicado al propio periódico, y su primer verso, en rima, dice así:
“Hace años que deambulo
y quiero llegar a la verdad,
pero lamentablemente veo por doquier
solo falsedad, estafa y mentira”
Estas líneas son muy características de Liachovitzky y también de su vida periodística y comunitaria: él oficiaba con el socialismo, con el anarquismo y con el sionismo, como lo caractericé en el capítulo anterior, pero también con la moral. Sus actividades socialistas, anarquistas y sionistas, y también las de buena moral, son por todos conocidas en Buenos Aires. Y también recibieron una definición general: la de liachovitzismo.
Liachovitzky escribió un segundo poema: “Ver iz main Got?” [“¿Quién es mi Dios?”], dedicado al señor Josef Koriman, presidente de la Unión Obrera Israelita de Socorros Mutuos para Enfermos. Esta no es una poesía muy refinada: la primera poesía muestra que la segunda no es tan original. Otra “originalidad” es el cuento “Geborn un geshtarben in a Hemrdele” (58) [“Nacido y muerto en una camisita”], también firmado por L. Sh. J., que cuando ustedes lo leen, quieren recordar de qué escritor ruso lo tradujo. Los personajes son campesinos rusos, y de pronto aparece esta frase: “Cualquiera puede imaginar el amor increíble de Anton. Cualquiera puede imaginar qué terrible y qué amargo es ese amor. Cualquiera puede imaginar qué terrible es tener una infancia sin el amor de una madre. El amor de la madre, qué dulce y qué tierno es. ¿Quién puede imaginar la frialdad y la tristeza de vivir sin una madre? ¿Quién lo puede hacer más que nosotros, los judíos?”.
Aquí ustedes pueden observar, tan claro como el brillo de una perla, cómo el “buscador de la verdad” ha introducido un poco de su propio punto de vista para limpiar las señales del engaño (59).
Abraham Vermont y Liachovitzky son los verdaderos veteranos del periodismo judío argentino. Ellos son los que le dieron el primer tono, cada uno con su motivo, como se dice en la música. Desde que el periodismo empezó a florecer, los dos demostraron sus características especiales, que trataré de señalar a través de sus actos en sus producciones. Pero ahora volveré al redactor de Der Viderkol.
En el tercer número, Mijl Hacohen Sinay ya estaba un poco cansado y cuando escribe “An die Lezer” [“A los lectores”] pone:
“Ya dos números del Viderkol han aparecido y aquí va el tercero. ¡Tres grandes pliegos, cuatro páginas por pliego, doce en total, y todo escrito a mano! ¿Alguien tiene sentim...

Índice