
- 352 páginas
- Spanish
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eBook - ePub
Breve historia del arte clásico
Descripción del libro
Conozca el arte clásico desde sus orígenes en la refinada civilización minoica, los enigmáticos ídolos de las islas Cícladas y las murallas ciclópeas de Micenas. La época arcaica, el clasicismo ateniense con Fidias y Policleto, el 'estilo bello' de Praxíteles y Lisipo, el helenismo, el arte etrusco y el arte imperial romano en la Ciudad Eterna.
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El arte prehelénico (I)
LA CIVILIZACIÓN MINOICA, EL CULTO AL TORO
Aunque existen dudas sobre si la isla de Creta, bañada por el mar Egeo, estuvo habitada durante el Paleolítico, se cree que hacia el VI milenio a. C. se produjo una llegada –probablemente desde Asia Menor– de pueblos agricultores, atraídos por la bondad del clima mediterráneo y la fertilidad del suelo. Además del cultivo primordial de la vid y el olivo, pastoreaban rebaños de cabras y obtenían de la explotación del subsuelo riquezas minerales como el mármol. Practicaban también las artes de la pesca, que era muy abundante. Habitaban cabañas de planta circular o elíptica, construidas con tierra apisonada y cubierta de paja. Como útiles empleaban huesos de animales, piedra pulimentada, armas de sílex, etc. Trabajaban una cerámica muy tosca, hecha a mano, sin decoración, a la que con el tiempo se fueron añadiendo pequeñas incisiones.
Hacia fines del IV milenio a. C. concluye en Creta el periodo neolítico. Separada en distintos valles, la sociedad estaba organizada en confederaciones repartidas, básicamente, en dos sectores: oriental y occidental. En esas fechas, tuvieron lugar una serie de invasiones protagonizadas por pueblos procedentes de Siria, Fenicia y Egipto, según el arqueólogo inglés Arthur Evans –para otros, se trató de indoeuropeos del Danubio y norte de Europa–, que importaron en la isla la cultura del bronce, con lo que se convirtió en el centro de cruce de varias civilizaciones.
Después del asentamiento de los distintos invasores, se produjo una situación social de relativa paz, a pesar de que no dejaron de darse rebeliones sociales y algunas catástrofes naturales por la propensión de esta área geográfica a los terremotos. Predominaba la organización en palacios-ciudad, con la existencia de enterramientos comunes, en los que han aparecido figurillas de cerámica o piedra.
En boca de Homero, Creta fue una isla extraordinariamente urbanizada: «Mar adentro, en un océano vinoso, existe una tierra, tan bella como rica, aislada entre las olas: es la tierra de Creta, donde viven innumerables hombres, en noventa ciudades».
El desconocimiento de la cultura cretense ha sido casi total hasta prácticamente fines del siglo XIX, en que la isla despertó el interés de los arqueólogos. Cuando en 1900 el inglés Sir Arthur John Evans (1851 – 1941) comenzó sus excavaciones en la isla de Creta, prácticamente nada se conocía de la antigua civilización que había florecido en su territorio varios milenios antes. Por su estructura laberíntica, relacionó los restos del palacio de Cnosos con el del legendario rey Minos, de quien tenemos noticia a través de los textos de Hesíodo (Los trabajos y los días) y de la Ilíada de Homero. Basándose en este personaje, Evans dio a la cultura cretense el nombre de minoica.
La cultura minoica forma parte de las civilizaciones egeas, una de las dos áreas integrantes de la cultura prehelénica (anterior a la civilización griega), que junto a la cicládica tuvieron su desarrollo en el mar Egeo. La otra área es la Grecia continental, donde en la región del Peloponeso tuvo su centro la civilización micénica. Hubo, además, otras zonas en Beocia o el Ática. También se ha hablado de una cuarta civilización, la luvita, en el oeste de Asia Menor.
EL REY MINOS
Minos, que según la leyenda poseía una doble naturaleza –divina y humana, al igual que los héroes–, fue un rey muy sabio que disfrutó de un reinado larguísimo. Homero habla de él cuando se refiere a Cnosos: «Gran ciudad del rey Minos, a quien el gran Zeus tomaba por confidente cada nueve años». Sabemos a través de las reproducciones artísticas que su símbolo era el labrys o hacha de doble filo, término del que procede laberinto («casa del labrys»), relacionado con la expresión latina labus, que significa labios en alusión a los genitales femeninos, pues aparece desde hace más de ocho mil años en representaciones de la Diosa Madre, diosa de la Fecundidad.
En la Divina Comedia de Dante Alighieri, Minos cumple el papel de Juez de los Infiernos desde su palacio situado en el segundo círculo de los nueve que componen «la morada del dolor». Allí, examina las almas de los muertos que llegan al tétrico lugar a causa de sus crímenes y expulsa a los vivos que se atreven a acercarse: «Tú, alma viva que vienes aquí, ¡aléjate de esas que ya están muertas!».
Además de un soberano concreto, Minos designaba para los antiguos griegos una época grandiosa de la civilización prehelénica, por lo que tal vocablo podría tratarse de una alusión a la longevidad, refiriéndose en este caso a una dinastía, no a un personaje determinado.
Por su raíz lingüística (Min: «brillar») podría tratarse de un título honorífico: «el que brilla», similar, por ejemplo, a la raíz protoíndica buda, que significa «el iluminado», aludiendo a un origen de la cultura cretense proveniente de una civilización prearia. Así mismo, podría estar en relación con la expresión «el que más brilla», utilizada en hebreo en base al árabe aljamiado para referirse a la divinidad. O quizá podría representar un tabú, como la prohibición de mirar al emperador chino.
Aparte del palacio de Cnosos, cuyos frescos repintó con colores intensos que le han valido no pocas críticas, Evans llevó a cabo otra serie de hallazgos entre los que destacan alrededor de tres mil tablillas de barro donde constan tres escrituras distintas, conocidas respectivamente como pictográfica, lineal A y lineal B. La primera, de tipo jeroglífico; la segunda, que coexistió con la anterior antes de imponerse, es una lengua minoica que permanece aún sin descifrar salvo algunos signos; y, la última, silábica e ideográfica, combina caracteres cretenses con el griego micénico.

«Cuernos de la consagración», el doble cuerno que, representando las dos cumbres del monte Ida, simbolizaba al toro sagrado. Palacio de Cnosos, sala del Propileo del corredor sur.
El arqueólogo inglés identificó también los «cuernos de la consagración», el doble cuerno, símbolo que según su criterio representaba al toro sagrado. Estaba presente sobre los tejados de los edificios, en tumbas y santuarios y en los sellos de piedras semipreciosas, a veces, junto a la labrys o doble hacha. La relación de los cuernos de toro con la divinidad se remonta al neolítico en el poblado de Çatal Huyuk (Anatolia), donde se observan rematando pilares o incorporados sobre bancos frente a frescos con escenas rituales de caza. Su imagen más clásica en Cnosos es la que (en piedra arenisca, muy restaurada) se alza en la sala del Propileo del corredor sur (reconocible por una columna reconstruida de color blanco, la única del palacio), donde también se cree que representaban las dos cumbres del monte Ida.
Basada en el análisis comparativo de las cerámicas y los demás objetos que encontró en los sucesivos estratos del palacio, Evans estableció tres grandes periodos cronológicos para la civilización cretense: Minoico antiguo o época prepalacial, Minoico medio o época de los primeros y los segundos palacios y Minoico último o época pospalacial, en la que se instaura la dominación micénica. Cada una de estas tres grandes fases se ha subdividido en otras tantas etapas y estas en subperiodos A, B, C e incluso letras sucesivas, llegando a una atomización excesiva. La cronología inicial ha sufrido distintos cambios con las nuevas investigaciones. En general, se han venido rebajando las primeras fechas a partir de los restos encontrados en otras islas del Egeo y en Grecia continental. El desciframiento de la escritura lineal B ha servido también para modificar la cronología de la fase última o Minoico reciente. Por tanto, las fechas que se indican a continuación deben ser consideradas solamente en sentido aproximado.
Hacia 1100 a. C. comienza el periodo Posminoico con la entrada en escena de los dorios, ya en la Edad del Hierro.
Para el eminente lingüista británico Leonard Palmer (1906 – 1984), la destrucción de los primeros palacios, que propició el final del segundo periodo de la civilización cretense o Minoico medio, pudo haber tenido lugar a causa de la invasión de los luvitas, pueblo antes citado procedente de Anatolia, lo que explicaría el cambio de escritura desde la jeroglífica a la lineal A; pero, no habiendo sido esta descifrada, persiste la incógnita. No obstante, aparte de que tal invasión se produjo en torno al año 1700 a. C., una fecha temprana para achacársela a este pueblo, cuyos movimientos se sitúan en torno a 1200 a. C., se da como más probable que pudo haberse debido a grandes revueltas internas de índole socioeconómico, derivadas de la caída del comercio con el continente a la llegada de los aqueos.
La destrucción definitiva de la civilización cretense pudo haber sido originada por distintas causas no bien conocidas, entre ellas, la invasión en dos oleadas principales (h. 1208 y h. 1176 a. C.) de los temibles Pueblos del Mar (licios, sardos, sicilianos, teresh, kaskhas, lukka), rematada con la conquista de la isla por los dorios alrededor de 1130 a. C.
SINGULARIDAD DEL ARTE CRETENSE
En una época en la que en el ámbito mediterráneo predominaba un estilo geométrico abstracto de formas rígidas, Creta ofrece un cuadro de vida colorista y alegre sin que en su suelo se den unas circunstancias económicas y sociales diferentes a las de su entorno geográfico, puesto que al igual que en Egipto y Mesopotamia dominan déspotas feudales y toda la cultura está sometida a un orden social autocrático.
Sin embargo, existen en la cultura cretense notables diferencias, entre ellas, la importante función económico-social que desarrollaban la ciudad y el comercio, como lo prueba la existencia de comunidades urbanas y ciudades industriales próximas a los palacios, lo que estaba relacionado con la producción masiva de obras de arte con vistas a la exportación. A mayor abundamiento, el comercio exterior se hallaba en manos de las clases dominantes, cuyo espíritu emprendedor, liberal, ávido de novedades, pudo haberse impuesto más fácilmente que en Egipto o Babilonia. Así mismo, tuvo que influir notablemente el hecho de que la religión y el culto tuvieron un papel subordinado, puesto que no se han encontrado construcciones de templos ni estatuas monumentales de dioses; y los pequeños ídolos dan la impresión de la escasa importancia de las creencias en la vida de la isla.
Con todo, el arte cretense no deja de pertenecer a la corte, expresando el lujo de una reducida aristocracia mientras el pueblo explotado permanece en la miseria de una vida rural y esclavista. Su marcado carácter naturalista tendría que ver con la independencia respecto a la sucesión de diferentes estilos, ya que a lo largo de los dos milenios largos de la civilización minoica, el arte permaneció, prácticamente, en las mismas constantes artísticas.
No obstante, también se afirma que este naturalismo peculiar del arte cretense en contraste con la rigidez de las formas egipcias tiene su base, principalmente, en la ausencia de solemnidad mayestática representativa –al no existir la figuración de dioses o soberanos temporales– y en la preferencia por lo episódico y viviente frente a los temas de ultratumba y el culto a la muerte, con la rara excepción de los sarcófagos.
Técnicamente, en contraste con la rigidez del arte egipcio y mesopotámico, el arte cretense hace gala de una composición suelta y con tendencia al dinamismo, como se aprecia en las posturas o en las líneas curvas espirales y onduladas, especialmente, en la pintura, en la que no existen escenas de guerra, sino que predominan las representaciones de grupos de hombres y mujeres presenciando actos o ceremonias rituales.
No obstante, hacia la segunda mitad del segundo mi...
Índice
- Portada
- Créditos
- Índice
- Introducción
- 1. El arte prehelénico (I)
- 2. El arte prehelénico (II)
- 3. El arte griego y su ámbito geográfico
- 4. La etapa arcaica del arte griego
- 5. El clasicismo en estado puro
- 6. Del clasicismo al helenismo a través del «estilo bello»
- 7. Los etruscos, un pueblo de origen incierto
- 8. Roma entra en escena
- 9. Roma sale de escena
- Bibliografía
- Glosario
- Contraportada