Liderazgo Espiritual
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Liderazgo Espiritual

Cómo movilizar a las personas hacia el propósito de Dios

Henry T. Blackaby, Richard Blackaby

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Liderazgo Espiritual

Cómo movilizar a las personas hacia el propósito de Dios

Henry T. Blackaby, Richard Blackaby

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Después del clásico Mi experiencia con Dios, Liderazgo espiritua l es uno de los libros de Henry y Richard Blackaby más prestigiosos y vendidos a esta fecha, e incentiva tanto a líderes de empresas como de iglesias a seguir el diseño bíblico de Dios para alcanzar el éxito. De hecho, Barna Group (una empresa cristiana de encuestas) informa que los pastores incluyen el mencionado libro entre las obras actualmente más influyentes sobre el tema de cómo Dios desarrolla, orienta y faculta a los líderes espirituales.
En Liderazgo espiritual, los Blackaby nos hablan sobre los aspectos clave en la vida de liderazgo, como las dificultades, los rasgos del carácter, la influencia, las técnicas para la toma de decisiones, etc., y se concentran simultáneamente en las maneras en que los líderes descubren y fomentan la visión de Dios para su organización e incentivan a las personas a alinearse con los planes de Dios. También hay capítulos nuevos sobre liderazgo en el cambio y liderazgo de equipos. Next to their Experiencing God classic, Spiritual Leadership is one of Henry and Richard Blackaby's most highly regarded and best-selling books to date, encouraging business and church leaders alike to follow God's biblical design for success. In fact, the Barna Group reports that pastors list it among today's most influential writings on the topic of how God develops, guides, and empowers spiritual leaders.
In Spiritual Leadership, the Blackabys talk about key points regarding a leader's challenges, character qualities, influence, decision making techniques, and more, all the while focusing on how leaders discover and promote God's vision for their organization and move people on to His agenda. There are also new chapters on leading change and leading teams.

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Información

Editorial
B&H Español
Año
2016
ISBN
9781433644726
Capítulo 1
El rol del líder
El testigo de la historia
La sociedad siempre ha enfrentado desafíos. Algunas crisis son producto de la naturaleza. Entre ellas, vemos sequías, huracanes, terremotos y hambrunas. Otros problemas, como las guerras, el crimen, la corrupción y la pobreza, son el resultado de las acciones de las personas; y otras crisis son consecuencia de la debilidad física o la pecaminosidad de la gente. Cuestiones como las epidemias, las adicciones, los trastornos psicológicos, el racismo, el odio y la violencia han infectado la humanidad. Sin embargo, la gente nunca enfrentó un dilema para el cual un buen liderazgo no tuviera respuesta. La clave para lograr una familia, una empresa, una iglesia y una nación prósperas y saludables es el liderazgo piadoso, sabio y eficaz.
La Biblia proporciona numerosos relatos de cómo Dios levantó líderes para enfrentar un problema social. Cuando el rey Quedorlaomer capturó a los ciudadanos de Sodoma, Dios llamó a Abraham y lo guió a que, junto con sus siervos, emboscaran al enemigo y liberaran a los cautivos (Gén. 14:14-16). Cuando una hambruna severa surgió en el Medio Oriente, Dios reclutó a José y le dio la sabiduría para salvar muchísimas vidas (Gén. 41:37-57). Mientras el pueblo hebreo languidecía en cautiverio, Dios llamó a Moisés para liberarlos (Ex. 3:10). Cuando los israelitas llegaron a la tierra prometida, Dios levantó a Josué para guiarlos a conquistar el lugar (Jos. 1:1-9). Después de que Sísara y su ejército aterrorizaron a los israelitas durante 20 años, Dios llamó a Débora para liderar al pueblo a fin de derrocar a sus opresores (Jue. 4:1-24). Después de que los madianitas robaron y empobrecieron a Israel durante siete años, Dios designó a Gedeón para sacarlos de la tierra (Jue. 6). Después de que los filisteos aplastaran a los israelitas en la batalla, Dios llamó a Samuel para liberar a Su pueblo (1 Sam. 7:1-17). Cuando los amonitas sitiaron Jabes de Galaad y amenazaron a sus habitantes, Dios fortaleció a Saúl para liberar la ciudad (1 Sam. 11:1-11). Después de la muerte del rey Saúl, Dios levantó a David para guiar a los israelitas a la victoria (2 Sam. 5:1-5). Cuando los desmoralizados habitantes de Judá no podían reconstruir la muralla de Jerusalén, Dios inspiró a Nehemías a llevar a cabo esa tarea (Neh. 1–6).
Cada vez que el pueblo de Dios tenía un problema, el Señor levantaba a un líder para cumplir Su voluntad para con el pueblo. Dios podría haber enviado legiones de ángeles para vencer a los enemigos de los israelitas o para reconstruir la muralla de Jerusalén. Podría haber hablado para hacer que los problemas de Israel se desvanecieran. En cambio, obró a través de personas comunes y corrientes.
Nuestra época no es distinta de la de Abraham, David o Nehemías. La sociedad, así como la iglesia, se enfrenta a problemas que parecen infranqueables. Sin embargo, como en todas las épocas, lo que parece imposible para las personas es posible con Dios. La clave es que el pueblo de Dios ajuste su vida al Señor para que Él haga, a través de ellos, lo que solo Él puede lograr. Nuestro mundo no necesita lo mejor de nosotros. ¡Necesita lo que solo Dios puede hacer!
Malentendidos comunes sobre el liderazgo
El liderazgo es uno de los temas sobre los cuales más se ha escrito. Se realizaron muchos estudios sobre las vidas de líderes militares como Alejandro Magno, Julio César y Napoleón para aprender lecciones de liderazgo. Los expertos han estudiado a los líderes políticos como Winston Churchill, Abraham Lincoln y Mahatma Gandhi para entender mejor cómo influir a los demás. Otros han estudiado a personas exitosas en el campo de los deportes, los negocios e incluso personajes de ficción.
De esta búsqueda, se han obtenido valiosas perspectivas. Sin embargo, ciertos malentendidos sobre el liderazgo se volvieron populares y causaron mucha confusión. Las siguientes son cuatro de las ideas erróneas más comunes respecto al liderazgo.
1. El liderazgo es una posición
Muchos piensan que, si alcanzan determinada posición, serán líderes. Suponen que, si se los elige para un cargo político, se los asciende a la gerencia u obtienen una posición de liderazgo dentro de su iglesia, es suficiente. Codician la posición más que la responsabilidad. Las personas disfrutan de los privilegios de un cargo, como un mejor salario, un lugar de trabajo más agradable, un equipo de trabajo más amplio o el reconocimiento público. Sin embargo, no necesariamente tienen el carácter o la capacidad para guiar.
Estas personas dan por sentado que los demás las seguirán debido a su título. Alguien puede suponer que los miembros de su iglesia harán lo que él diga porque es el pastor. O una empresaria da por hecho que su personal apoyará sus esfuerzos porque es la jefa. La realidad es que las personas examinan tu vida y deciden si te respetan lo suficiente como para seguirte. Si te falta integridad o habilidad, si sufres fracasos repetidos o maltratas a tus seguidores, los demás quizás decidan no seguirte.
Esa fue la experiencia del rey Saúl. Alcanzó la posición de rey, pero no tenía el carácter necesario para triunfar. Como resultado, a Saúl le molestaba la gente como David, que era un verdadero líder (1 Sam. 18:5-8). El rey empezó a sospechar de los que no estaban de acuerdo con él (1 Sam. 22:8-19), e impuso reglas arbitrarias para sus seguidores, las cuales los reprimían en lugar de beneficiarlos (1 Sam. 14:24-46). Saúl modificaba los mandamientos de Dios para adaptarlos a sus propósitos (1 Sam. 13:8-15; 15:9). En consecuencia, aunque era el rey, muchos de sus súbditos no lo respetaban ni lo seguían (1 Sam. 14:29; 19:17; 22:8,17). Dios dejó de bendecir a Saúl y su liderazgo tuvo un final catastrófico (1 Sam. 31:1-6). Saúl tenía el cargo de rey, pero no era un verdadero líder.
2. El liderazgo es un rasgo de personalidad
Otro error conceptual muy común sobre el liderazgo es pensar que cierta clase de persona «nace» para ser líder. Como resultado, cada vez que alguien tiene éxito en los deportes, el ejército, los negocios o la política, los demás examinan cuidadosamente su estatura física, su personalidad y sus habilidades para determinar qué clase de persona tiene mejores aptitudes para liderar.
La realidad es que no hay una clase de persona mejor preparada para liderar. Cuando conquistó Europa, Carlomagno era uno de los hombres más altos de su época. Napoleón, por otro lado, era todo lo contrario. Sin embargo, los dos tuvieron éxito. Algunos empresarios exitosos son extrovertidos, mientras que otros son introvertidos. Algunos líderes son oradores magistrales, mientras que otros no manejan la oratoria pública.
A lo largo de la Biblia, Dios llamó a Su servicio a personas que no parecían los típicos líderes. Usó a Débora para inspirar al ejército de Israel, aunque era una mujer y no era guerrera (Jue. 4:8). Dios llamó a Moisés para liderar a Israel, aunque este se sentía inadecuado para la tarea (Ex. 3:11). Usó a Gedeón para liberar a los israelitas de sus opresores, a pesar de que era el que menos probabilidades tenía de ser líder en su tribu (Jue. 6:15). El Señor llamó a David, aunque los demás no lo consideraron para una posición de liderazgo (1 Sam. 16:8-11). Llamó a Saulo de Tarso para llevar el evangelio a los gentiles, a pesar de que era el peor enemigo de la iglesia (Hech. 9:1-9). Dios ve a los líderes de distinta manera que la cultura moderna. Así le explicó Su metodología del liderazgo a Samuel: «No mires a su apariencia, ni a lo alto de su estatura […]; pues Dios ve no como el hombre ve, pues el hombre mira la apariencia exterior, pero el Señor mira el corazón» (1 Sam. 16:7). Lo importante para Dios no es lo fuerte, alto, inteligente, educado o adinerado que sea un individuo. Lo importante es el corazón y el carácter de una persona. En el caso de David, una vez que Dios lo llamó, el Espíritu de Dios descendió sobre él (1 Sam. 16:13). Con la provisión del Espíritu Santo, David tenía todo recurso celestial a su disposición. Inmediatamente después de que David fue ungido con el Espíritu Santo, leemos cómo venció al gigante Goliat. Una vez que Dios puso Su mano sobre David, nada fue imposible.
3. Los líderes son el foco central
Esta concepción errónea sobre el liderazgo se ve cuando las personas concentran toda su atención y esperanza en el líder. Supone que el éxito de una organización depende exclusivamente del líder. Por ejemplo, los pastores de algunas iglesias reciben salarios exorbitantes mientras se espera que el resto de la congregación, que suele tener ingresos limitados, se sacrifique para ofrendar. Los gerentes de algunas empresas usan los fondos corporativos para costear elementos personales de lujos. Los líderes corruptos como estos suelen justificar su conducta codiciosa afirmando que son indispensables para la organización y que merecen una compensación generosa. Otras veces, humillan y despiden con crueldad a las personas que les desagradan. Esta conducta tirana pasa inadvertida porque a los líderes se los considera mucho más valiosos para la organización que aquellos a quienes maltratan o despiden.
La Biblia relata la historia del rey Saúl, un hombre inseguro que se sentía amenazado por los que desviaban la atención de su persona o por aquellos que no actuaban como él quería. Aunque, en Su misericordia, Dios había designado a Saúl como el primer rey de Israel, Saúl empezó a comportarse como si el reino le perteneciera a él y no al Señor. Su liderazgo se volvió cada vez más egoísta y destructivo. Dios mandó a Saúl a que destruyera a los amalecitas (1 Sam. 15:3), pero él le perdonó la vida al rey amalecita y rescató lo mejor de los despojos. Después, en lugar de sentir remordimiento por su desobediencia, ¡Saúl se levantó un monumento a sí mismo en el monte Carmelo! (1 Sam. 15:12). En vez de glorificar a Dios con su obediencia, Saúl buscó honrarse a sí mismo. Cuando David, el soldado más valiente de Saúl, se volvió más popular que él, el celoso monarca intentó asesinar a su fiel comandante. Cuando una comunidad de sacerdotes le ofreció hospitalidad a David, Saúl mandó a matar a 85 sacerdotes y sus familias (1 Sam. 22). Como Saúl creía que su rol de liderazgo le pertenecía por derecho, les dio la espalda a sus amigos, asesinó a ciudadanos inocentes y envidió a los demás. Este liderazgo egoísta llevó a la nación y a la familia de Saúl a la ruina.
No importa cuán talentoso o brillante pueda ser un líder; siempre es reemplazable. Nadie habría pensado que los israelitas podrían sobrevivir a la pérdida de su líder Moisés. Sin embargo, Josué guió al pueblo a lugares donde Moisés no había podido llegar. Elías fue el profeta más grande de su época, pero Eliseo hizo más milagros que su mentor. Los líderes no son más importantes que sus organizaciones.
4. Los líderes no tienen una función especial
Como tantos líderes han abusado de su posición, algunos han minimizado el rol del líder y afirman que no son más importantes para la organización que sus seguidores. Aunque es cierto que los líderes no deberían tratar a los demás como el tiránico Saúl, también es importante reconocer que tienen una función singular. Por ejemplo, los israelitas fueron esclavos en Egipto durante generaciones. En ese tiempo, había ancianos que administraban las doce tribus. Sin embargo, hasta que llegó Moisés, los israelitas no se movilizaron para escapar de su cautiverio. Durante siete años, los madianitas oprimieron a los israelitas. Pero, hasta que Dios llamó a Gedeón, los guerreros israelitas no se pusieron en marcha para derrocar a sus invasores.
Hay dos razones por las cuales los líderes tienen una función única en las organizaciones. En primer lugar, hay menos personas en su posición. Hay un solo pastor principal o director ejecutivo. En general, hay muchos más obreros que gerentes. Sin duda, un empleado de un taller en medio de cientos de otros obreros es sumamente importante. Sin embargo, es más fácil reemplazar a uno de estos obreros que al director ejecutivo. De la misma manera, las iglesias que hacen énfasis en la autoridad de los ancianos o en el congregacionalismo entienden correctamente el valor de las contribuciones de los miembros de la iglesia, pero se equivocan al desestimar el aporte único que puede dar un pastor principal.
En segundo lugar, y más importante aún, los líderes ejercen una influencia mucho mayor sobre toda la organización que los obreros de un rango inferior. A menudo, hemos visto el impacto drástico que tiene un pastor sobre una congregación. Algunas iglesias se habían reducido hasta llegar a tener solo unos pocos miembros y estaban en inminente peligro de desintegrarse. Sin embargo, una vez que llegó un pastor nuevo y dinámico, la congregación empezó a crecer y prosperar. De la misma manera, algunas congregaciones disfrutaron de crecimiento y salud durante muchos años. Pero, después de que la iglesia llamó a un pastor incompetente, hubo división, deterioro y desa...

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