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Dios es
Mi principal objetivo en los diez capítulos de este libro es hacer trascender la pasión por la supremacía de Dios en todas las cosas para alegría de todos los pueblos a través de Jesucristo. En otras palabras, pretendo exaltar tanto a Dios el Padre como a Dios el Hijo, a través de Dios el Espíritu, para alentarte a adorar a nuestro Dios trino.
Con este objetivo en mente, deseo despertar y fortalecer una poderosa convicción en ti mientras lees. Cuando expuse estos mensajes a la Iglesia Bautista Bethlehem al finalizar mis 33 años de ministerio allí, quería que la gente los viera como una preparación y no como un final. O para decirlo de otra manera, esperaba ayudarlos a ver y a sentir que esta transición era más como un despegue que un aterrizaje. Era más sobre las cosas maravillosas que Dios va a hacer, que sobre las grandes cosas que había hecho.
Por lo tanto, me pareció apropiado, con el apoyo del personal pastoral de Bethlehem, dirigir la atención de la iglesia a una serie de realidades fundamentales —verdades cruciales, marcas distintivas y piedras angulares de la Biblia de estos 30 años y piedras angulares de la Biblia— que habían moldeado profundamente lo que esta iglesia había sido en las últimas tres décadas.
Hoy, al igual que cuando proclamé esos mensajes, considero el resumen de las verdades fundamentales expresadas en este libro más como un despegue que como un aterrizaje. Nos conducen a seguir preparándonos en lugar de considerarlo como el final, a aferrarnos a lo que está por venir, en lugar de detenernos en las grandes cosas del pasado.
La razón es que estas realidades fundamentales, expuestas en cada capítulo, son indomables, incontenibles y creadoras del futuro. No solo sostienen el presente y explican el pasado: viven, están activas y se nutren de forma sobrenatural para conducir al pueblo de Dios a lugares que aún no hemos soñado, de maneras que no podemos imaginar.
Y así, volvemos a esta serie de verdades fundamentales —verdades cruciales, marcas distintivas, piedras angulares de la Biblia— que no solo han dado forma a una iglesia, sino que han trastornado el mundo desde los primeros días del cristianismo, y que continúan haciéndolo hoy y continuarán haciéndolo hasta que Cristo regrese. Nos enfocaremos en realidades indomables, incontenibles y creadoras del futuro. Seremos asombrados por Dios.
Dios absolutamente es
La primera de estas verdades es que Dios es. O para decirlo de la manera en que lo dice nuestro texto, Dios es el que es. O para decirlo de manera filosófica, Dios absolutamente es. Este es el hecho más básico y definitivo. Punto. De los miles de millones de hechos que existen, este está en la parte más inferior y en la parte más superior. Es el fundamento de todos los demás y la consumación de todos los demás. Nada es más básico y nada es más definitivo que la realidad de que Dios es.
Nada es más fundamental que Dios es. Nada es más fundamental para tu vida, tu matrimonio, tu trabajo, tu salud, tu mente o tu futuro que Dios es. Nada es más fundamental para el mundo, ni para el sistema solar, ni para la Vía Láctea, ni para el universo que Dios es. Y nada es más fundamental para la Biblia y la revelación de Dios sobre Sí mismo y la gloria del evangelio de Jesús que Dios es.
La realidad de que Dios absolutamente es se presenta en Éxodo 3:13-15. Permíteme preparar el escenario para ti. Durante varios siglos, el pueblo de Israel, el pueblo elegido de Dios, había vivido como extranjero en Egipto. Y durante mucho tiempo habían sido tratados como esclavos. Ahora, a medida que se acercaba el tiempo de la liberación de Dios, nacería un niño judío, al que se le daría el nombre de Moisés. Él sería rescatado de manera providencial por la hija de Faraón y criado en la corte real. Como adulto, mientras defendía a uno de sus hermanos israelitas, mataría a un egipcio y luego huiría a la tierra de Madián. Allí, Dios se le apareció en una zarza ardiente.
Yo soy el Dios de tu padre. Soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.
Al oír esto, Moisés se cubrió el rostro, pues tuvo miedo de mirar a Dios. Pero el Señor siguió diciendo:
—Ciertamente he visto la opresión que sufre mi pueblo en Egipto. Los he escuchado quejarse de sus capataces, y conozco bien sus penurias. Así que he descendido para librarlos del poder de los egipcios y sacarlos de ese país, para llevarlos a una tierra buena y espaciosa, tierra donde abundan la leche y la miel. Me refiero al país de los cananeos, hititas, amorreos, ferezeos, heveos y jebuseos. Han llegado a mis oídos los gritos desesperados de los israelitas, y he visto también cómo los oprimen los egipcios. Así que disponte a partir. Voy a enviarte al faraón para que saques de Egipto a los israelitas, que son mi pueblo (Ex. 3:6-10).
Así que Moisés fue elegido por Dios para sacar a su pueblo de la esclavitud y llevarlo a la tierra prometida, pero él también tenía temor. «Pero Moisés le dijo a Dios: ¿Y quién soy yo para presentarme ante el faraón y sacar de Egipto a los israelitas?» (v. 11). Y Dios dijo: «Yo estaré contigo. Y te voy a dar una señal de que soy yo quien te envía: Cuando hayas sacado de Egipto a mi pueblo, todos ustedes me rendirán culto en esta montaña» (v. 12).
Así, Moisés nos señalaría una de las cosas más importantes que Dios ha dicho.
Tres cosas que Dios dice de sí mismo
Revisemos de nuevo nuestro texto.
Pero Moisés insistió:
—Supongamos que me presento ante los israelitas y les digo: «El Dios de sus antepasados me ha enviado a ustedes». ¿Qué les respondo si me preguntan: «¿Y cómo se llama?»?
—Yo soy el que soy—respondió Dios a Moisés—. Y esto es lo que tienes que decirles a los israelitas: «Yo soy me ha enviado a ustedes».
Además, Dios le dijo a Moisés:
—Diles esto a los israelitas: «El Señor, el Dios de sus antepasados, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, me ha enviado a ustedes. Este es mi nombre eterno; este es mi nombre por todas las generaciones» (Ex. 3:13-15).
«Tú me preguntas mi nombre —declaró Dios—, así que te diré tres cosas. En primer lugar, “Yo soy el que soy”» (v. 14a). Él no manifestó que ese era su nombre. En realidad, afirmó: «Antes de que te preocupes por mi nombre, o dónde me encuentro entre los muchos dioses de Egipto o Babilonia o Filistea, y antes de que pienses en llamarme por mi nombre, e incluso antes de que te preguntes si yo soy el Dios de Abraham, asómbrate por esto: Yo soy el que soy. Yo absolutamente soy. Antes de conocer mi nombre, conoce mi ser».
Este «Yo soy el que soy»—yo absolutamente soy—es fundamental y de infinita importancia.
En segundo lugar, «Y esto es lo que tienes que decir a los israelitas: “Yo soy me ha enviado a ustedes”» (v. 14b). Notemos que Dios todavía no le había dicho a Moisés Su nombre. Él estaba construyendo un puente entre Su ser y Su nombre al establecer Su ser en vez de Su nombre. «Diles: “Yo soy me ha enviado a ustedes”. El que absolutamente es me ha enviado a ustedes».
En tercer lugar, «Diles esto a los israelitas: “El Señor [Yahvéh en hebreo], el Dios de sus antepasados, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, me ha enviado a ustedes. Este [Yahvéh] es mi nombre eterno; este es mi nombre por todas las generaciones”» (v. 15). Finalmente, nos da Su nombre. Casi siempre se traduce como Señor en la Biblia. Pero en hebreo se pronunciaría como «Yahvéh», y se basa en las palabras «Yo soy». Así que cada vez que escuchas la palabra Yahvéh [o la forma corta Ya, que escuchas cada vez que cantas «alelu-ya» (alabado sea Yahvéh)], cada vez que veas Señor en la Biblia, deberías pensar: este es un nombre propio (como Juan o María) formado con las palabras «Yo soy» y nos recuerda que Dios absolutamente es.
Dios absolutamente es. Esto es increíble. Dios se dio a sí mismo un nombre (que se usa más de 4000 veces en el Antiguo Testamento) que nos exige, cuando lo escuchamos, pensar: Él es, Él absolutamente es, Él es absoluto.
Esta es la primera de las verdades indomables, incontenibles y creadoras del futuro que discutiremos. Un pueblo atónito y asombrado ante la realidad de que Dios es, será un pueblo incontenible. Nuestro Dios trino ama manifestarse en el poder de la gracia cuando la gente se asombra por el hecho de que Él es.
Diez cosas sobre el significado de «Yo soy el que soy»
¿Qué significa para Dios ser el que es? Aquí hay diez puntos para responder esta pregunta:
- Que Dios absolutamente es significa que nunca tuvo un comienzo. A nuestra mente se le dificulta entender esto. Cada niño pregunta: «¿Quién hizo a Dios?». Y cada padre sabio responde: «Nadie creó a Dios. Dios simplemente es. Y siempre lo fue. No tuvo un principio».
- Que Dios absolutamente es significa que Dios no tendrá fin. Si Él no tuvo un principio, no puede dejar de ser, porque está siendo. Él es lo que es. No hay nada fuera de Su ser. Solo Él es. Antes de crear, eso es todo lo que es: Dios.
- Que Dios absolutamente es significa que Dios es la realidad absoluta. No hay realidad antes que Él. No hay realidad fuera de Él a menos que Él quiera y la haga. Antes de crear, Él no era una de las muchas realidades. Él simplemente está allí como una realidad absoluta. Él es todo lo que era eterno. Sin espacio, sin universo, sin vacío. Solo Dios. Absolutamente allí. Absolutamente todo.
- Que Dios absolutamente es significa que Dios es completamente independiente. Él no depende de nada para traerlo a la existencia, sustentarlo, aconsejarlo o convertirlo en lo que es. Eso es lo que significa ser absoluto.
- Que Dios absolutamente es significa que todo lo que no es Dios depende totalmente de Él. Todo lo que no es Dios es secundario y dependiente. El universo entero es completamente secundario. No es primario. Fue creado por Dios y es sustentado momento a momento por la decisión de Dios de mantenerlo.
- Que Dios absolutamente es significa que todo el universo, en comparación con Dios, es nada. La realidad contingente y dependiente es a la realidad absoluta e independiente como una sombra a la sustancia. Como un eco a un trueno. Como una ...