Parte 1
¿Qué dice la Biblia?
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La naturaleza de la Iglesia
La iglesia es el cuerpo de personas llamado por la gracia de Dios a través de la fe en Cristo, para glorificarle juntos sirviéndole en su mundo.
El pueblo de Dios en el Antiguo Testamento: Israel
Para entender la iglesia en toda la riqueza de la verdad revelada de Dios, debemos examinar el Antiguo y el Nuevo Testamento. Algunas veces los cristianos usan la frase «una iglesia del Nuevo Testamento», pero la forma de la iglesia visible de hoy tiene una continuidad clara, aunque no una identidad, con el pueblo visible de Dios del Antiguo Testamento.
El plan eterno de Dios ha sido siempre mostrar su gloria no solo a través de individuos, sino mediante un cuerpo colectivo. En la creación, Dios no solo creó una persona sino dos, y dos que tenían la capacidad de reproducirse. En el diluvio, Dios salvó no solo a una persona, sino varias familias. En Génesis 12, Dios llamó a Abram y prometió que los descendientes de Abram serían tan numerosos como las estrellas del cielo o la arena de la orilla del mar. En Éxodo, Dios no solo trató con Moisés, sino con la nación de Israel; 12 tribus compuestas de cientos de miles de personas, pero que tenían una identidad colectiva (ver Ex. 15:13-16). Él les dio leyes y ceremonias que debían llevarse a cabo no solo en las vidas de los individuos, sino también en la vida del pueblo entero.
En el Antiguo Testamento, Israel es llamado hijo de Dios (Ex. 4:22), su esposa (Ezeq. 16:6-14), la niña de sus ojos (Deut. 32:10), su viña (Isa. 5:1-7; Nah. 2:2), y su rebaño (Ezeq. 34:4). A través de estos nombres Dios anticipó una sombra de la obra que haría al final a través de Cristo y su Iglesia. Etimológicamente, existe una conexión entre la palabra del Antiguo Testamento para «asamblea» qahal (קׇהׇל) y la palabra del Nuevo Testamento traducida como «iglesia», ekklesia (ἐκκλησία). La versión griega del Antiguo Testamento, la Septuaginta, traduce qahal en Deut. 4:10 y en otras partes como ekklesia. Y esta palabra para asamblea, qahal, está estrechamente relacionada en el Antiguo Testamento con el pueblo distinto del Señor (Israel). La rica asociación entre la asamblea de Dios y el pueblo distinto de Dios en el Antiguo Testamento, qaha, entonces pasa a la ekklesia del Nuevo Testamento (la iglesia). La iglesia es literalmente una asamblea (ver Heb. 10:25). Es la asamblea de Dios porque Dios habita con la Iglesia. Y la Iglesia está compuesta de personas que están comenzando a conocer la inversión de los efectos de la Caída. Así, los miembros de Israel y de la Iglesia reciben un destello de la gloria que le espera al pueblo de Dios.
Isaías vio y escuchó serafines dando voces unos a otros: «Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria» (Isa. 6:3). Juan luego se encontró con lo que parecía ser la misma asamblea celestial cuando escuchó a los ángeles, a las criaturas vivientes y a los ancianos cantar: «El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza» (Apoc. 5:12). Aunque las visiones de Isaías y Juan son únicas, Pablo le dijo a los corintios que los no creyentes percibirían a este mismo Dios obrando entre ellos: «verdaderamente Dios está entre vosotros» (1 Cor. 14:25). El cielo aparece en la tierra en la asamblea de Dios, la Iglesia.
Los cristianos se dividen en cuanto al grado hasta el cual Israel debería identificarse con la Iglesia. El Nuevo Testamento identifica a Israel con la Iglesia solo en un lugar, donde Pablo se refiere a «todos los que anden conforme a esta regla» en la iglesia de Galacia con el título «Israel de Dios» (Gál. 6:16). Mientras que algunos sugieren que el «Israel de Dios» se refiere específicamente a los judíos que pertenecen a las iglesias predominantemente gentiles de Galacia, otros están convencidos de que en la misma carta Pablo se refiere a todos los cristianos, judíos y gentiles, como la «simiente de Abraham» (Gál. 3:29), indicando que el vínculo entre Israel y la Iglesia es deliberado.
Las diferencias entre el pueblo de Dios del Antiguo y del Nuevo Testamento son obvias. El pueblo de Dios en el Antiguo Testamento es distinto étnicamente; en el Nuevo Testamento están mezclados étnicamente. En el Antiguo viven bajo su propio gobierno con leyes dadas por Dios; en el Nuevo viven entre los gobernantes de las naciones. En el Antiguo se les requiere circuncidar a su descendencia masculina; en el Nuevo se les requiere bautizar a todos los creyentes. ¿Qué explica el cambio en el movimiento del Antiguo Testamento al Nuevo? Jesús cumplió las promesas explícitas de Dios en el Antiguo Testamento y aun de los patrones encontrados allí. Él es el cumplimiento del templo y su sacerdocio, de la tierra y sus gobernantes, y hasta de la nación de Israel como hija de Dios.
Las continuidades entre Israel y la Iglesia son más debatidas. Hechos 15 es un pasaje particularmente significativo en cuanto a este asunto. En el concilio de Jerusalén, Santiago citó una profecía de Amós 9:11-12 que promete que el tabernáculo caído de David sería restaurado y que Israel poseería las naciones que llevarían el nombre del Señor. Santiago afirmó que esta profecía apunta hacia las circunstancias actuales de la Iglesia y la reciente afluencia de creyentes gentiles. Los «apóstoles y ancianos» (Hech. 15:6), que se reúnen para considerar precisamente el asunto de los creyentes gentiles, parecen aceptar la reciente afluencia de creyentes gentiles en la Iglesia como el cumplimiento de la profecía acerca de los gentiles que llegarían a Israel.
A pesar de que Israel y la Iglesia no son idénticos, están muy relacionados, y su relación es a través de Jesucristo (ver Ef. 2:12-13). Israel fue llamado a ser el siervo del Señor, pero le fue infiel. Por otro lado, Jesús es un siervo fiel (ver Mat. 4:1-11). Los templos de Salomón y Esdras, así como la visión de Ezequiel, apuntan hacia Jesucristo, cuyo cuerpo constituye el tabernáculo terrenal supremo para el Espíritu de Dios. La tierra de Israel, especialmente la ciudad de Jerusalén, apunta hacia la redención de toda la tierra. El cielo mismo se conoce como la Nueva Jerusalén. La Iglesia multinacional cumple las promesas dadas a las 12 tribus (ver Apoc. 7), y la ley del Antiguo Testamento encuentra su cumplimiento en Cristo (ver Mat. 5:17). Cristo es el cumplimiento de todo hacia lo que Israel apunta (ver 2 Cor. 1:20), y la Iglesia es el cuerpo de Cristo.
Por lo menos se debe decir que Dios siempre ha tenido, de un modo consistente, un plan para glorificar su nombre a través de grupos de personas que Él escogió y tomó para sí mismo. Por tanto, un escritor observó: «La historia de la Iglesia comienza con Israel, el pueblo de Dios del Antiguo Testamento».
El pueblo de Dios en el Nuevo Testamento: la Iglesia
Enseñanza explícita
En un punto particularmente bajo de la degeneración moral de Israel, el escritor del Libro de los Jueces describió la nación como «el pueblo de Dios» (םיהֹ̣לֱאהׇ םַע Jue. 20:2; ver 2 Sam. 14:13). El equivalente griego de esta frase (τῷ λαῷ τοῦ θεοῦ) es utilizada por el escritor de Hebreos para describir al pueblo de Israel con el que Moisés se identificaba a sí mismo, en lugar de identificarse con la casa del faraón (Heb. 11:25), y él había usado esta misma frase anteriormente para referirse a los cristianos (4:9). Pedro también usó esta frase cuando le dijo a sus lectores: «vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios [λαὸς θεοῦ]» (1 Ped. 2:10). Y Juan el Bautista vino «para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto» (Luc. 1:17).
Significados de ekklesia
En el Nuevo Testamento, la palabra iglesia puede usarse para describir una congregación local y a todos los cristianos en todo lugar. En el uso contemporáneo, la palabra también se utiliza para describir edificios y denominaciones. En estas últimas formas, la palabra iglesia no es exactamente un paralelo de la palabra griega que está en el Nuevo Testamento.
La palabra traducida como «iglesia» es ekklesia, la cual aparece 114 veces en el Nuevo Testamento. Ninguna otra palabra griega se traduce como «iglesia» en las versiones en inglés. Pero ekklesia se usó en el período del Nuevo Testamento para describir más que las reuniones de los cristianos. La palabra se usó a menudo en ciudades griegas para referirse a las asambleas llamadas a realizar tareas específicas. En Hechos 7:38 y Hebreos 2:12, ekklesia se usa para describir las asambleas del Antiguo Testamento. Lucas utiliza ekklesia tres veces para describir la revuelta que se reúne en un anfiteatro en Éfeso para hacerle frente a Pablo (Hech. 19:32, 39, 41). Los 109 usos restantes de la palabra en el Nuevo Testamento se refieren a una asamblea cristiana.
Usos de ekklesia
Jesucristo fundó su propia asamblea, su propia Iglesia. Según el Evangelio de Mateo, Jesús primero llama a su pueblo del Nuevo Testamento «mi iglesia» (16:18). De la misma manera que Adán nombró a su novia, Cristo nombra a su Iglesia. Sin embargo, Jesús solo se refiere a la iglesia dos veces en su enseñanza registrada (Mat. 16:18; 18:17). Puesto que Jesús entendió que Él era el Mesías, sus referencias a su Iglesia casi con certeza contienen la idea hebrea de qahal o «asamblea». Se esperaba que el Mesías estableciera su asamblea mesiánica, y así a través de los Evangelios Cristo identifica a aquellos que son fieles en reconocerlo y seguirlo.
El libro de los Hechos normalmente se refiere a reuniones locales específicas cuando usa la palabra ekklesia, como las asambleas en Jerusalén, Antioquía, Derbe, Listra y Éfeso. Estas iglesias recibieron y enviaron misioneros (ver 15:3). Lucas también citó a Pablo diciendo que la Iglesia fue comprada «por [la] propia sangre» de Dios (Hech. 20:28).
Pablo a menudo se refirió a la Iglesia, o iglesias, de Dios o la Iglesia, o iglesias, de Cristo. Él se identificó a sí mismo como un antiguo perseguidor de la Iglesia (Fil. 3:6; ver 1 Co. 15:9). Y su ministerio apostólic...