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El pueblo judío en la historia
Política, sociedad, religión y cultura
- 452 páginas
- Spanish
- ePUB (apto para móviles)
- Disponible en iOS y Android
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Descripción del libro
El pueblo judío en la historia: política, sociedad, religión y cultura aborda ?centrándose en los judíos? algunos de los principales aspectos que suelen caracterizar la vida de las personas y que, por tanto, contribuyen a identificar a las civilizaciones y a ciertos grupos sociales.
Combinando la exposición objetiva de los hechos con citas de otros autores y a veces opiniones propias, a lo largo del libro Cavero Coll va desgranando y explicando con sencillez cuestiones en ocasiones complejas pero de gran importancia histórica y con frecuencia tratadas ?a veces con superficialidad e incluso equivocadamente? en numerosos medios de comunicación nacionales e internacionales.
Desde el punto de vista político, el lector conocerá con claridad el origen y el desarrollo del conflicto de Oriente Próximo, así como los hitos principales que van llevando a su solución. Asimismo, el libro explica la situación actual ?demográfica y sociológica? de los judíos en Israel y en la diáspora, cómo estos últimos son percibidos por sus compatriotas no judíos y cuáles son los retos fundamentales del pueblo judío en el presente y en el próximo futuro.
Cavero Coll aborda la religión desde varias perspectivas. En un capítulo explica el judaísmo y sus principales corrientes actuales; después expone los fundamentos teológicos del cristianismo y relaciones teológicas y políticas entre la Iglesia y el pueblo judío; y a continuación, el autor muestra cómo los musulmanes consideran el judaísmo y a qué retos se enfrenta la religión de Mahoma.
El último capítulo ofrece una amplia perspectiva sobre la contribución de los judíos ?como pueblo e individualmente? a la cultura universal, dando a conocer numerosos nombres de judíos que han realizado significativas aportaciones en los más variados campos de las ciencias, las técnicas, las artes y el deporte.
Preguntas frecuentes
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Información
II. Los judíos en la actualidad
El número de judíos
Contar los judíos que hay en el mundo es tarea difícil. Los cálculos que recogemos en estas páginas son siempre estimaciones y, como afirman algunos demógrafos, están sujetos a una valoración «permanentemente provisional». Dicha provisionalidad afecta también a los datos facilitados por las instituciones oficiales más fiables, incluidas las del estado de Israel, por varias razones. Entre ellas, aplicables más a tiempos pasados que a los actuales, la dispersión geográfica de las personas que se pretenden contar (que ha retardado o dificultado la realización de estadísticas en países poco desarrollados donde vivían comunidades judías) y las migraciones internacionales de bastantes miembros.
También complica la elaboración de estadísticas el proceso de identificación del conjunto de la población judía de un país. Como afirmamos en anteriores ocasiones, incluso ajustándose a la ley religiosa ortodoxa, que reconoce la condición judía a los descendientes de madre judía (y así sucesivamente, siempre que se conserve la línea materna), hay personas que desconocen ese aspecto de su identidad ―ignorado también por la comunidad judía del país en cuestión― y en consecuencia no lo declaran cuando se hacen los cómputos, quedando por tanto fuera de ellos.
Otros, sabiéndose judíos, no desean hacerlo público ni revelarlo a terceros ni a instituciones oficiales porque no lo juzgan conveniente ―por ejemplo, por prudencia― o por prejuicios personales o sociales, o por respeto a miembros de la propia familia que no quieren darlo a conocer. En estos casos, si tal identidad judía es desconocida por quienes hacen los censos ―y no es extraño que falte información sobre este aspecto― los miembros de esa familia tampoco quedan incluidos en ellos. ¿Aportan pistas fiables los apellidos para determinar la identidad judía?
A veces ciertos apellidos proporcionan indicios sobre la procedencia de una persona y su posible pertenencia al pueblo judío (por ejemplo los de origen hebreo Levy, Cohen, etc.). De todos modos, no siempre quienes los llevan se consideran judíos ni tienen porqué serlo. Ocurre igualmente que apellidos que podrían revelar alguna información se han cambiado o figurarían en segundo, tercero, cuarto u otro lugar. Determinados documentos históricos ―por ejemplo, los censos de las juderías y los condenados por judaizar en los juicios de la Inquisición española― constituyen fuentes de información que, para el caso que nos ocupa, además de tener que contrastarse tienen la desventaja de retrotraerse demasiados siglos atrás para poder seguirles la pista hasta la actualidad. Por otro lado, también es habitual hallar judíos con apellidos comunes entre sus compatriotas.
Como ocurría con frecuencia entre griegos y romanos, los apellidos judíos más antiguos son patronímicos. En concreto, el nombre paterno iba precedido según los casos de las palabras hebreas «ben» («hijo de») o «bat» («hija de») y, en el caso de los judíos de lengua árabe, «ibn» («hijo de»). En Sefarad los apellidos hereditarios (con frecuencia, como los cristianos, topónimos o derivados de los oficios desempeñados) comenzaron a usarse ―por influencia de los judíos de lengua árabe― en torno a los siglos IX y X. Desde Sefarad se extendió una diáspora de judíos con apellidos originada por la expulsión de quienes permanecieron en el judaísmo de los territorios de las coronas de Castilla y Aragón (1492) y de los reinos de Portugal (1496) y Navarra (1498). Algunos de esos apellidos cambiaron en función de las características fonéticas de las lenguas de los nuevos lugares de acogida. En la Sefarad posterior a 1492 tanto los judeoconversos verdaderos como los marranos adoptaron con frecuencia los apellidos de sus padrinos de bautismo.
En el Sacro Imperio Romano Germánico los asquenazíes, más aislados, tuvieron que adoptar un apellido desde 1788 ―que hasta entonces, en Europa oriental, solo era usado habitualmente por la comunidad judía de Praga― como consecuencia de un decreto firmado el año anterior por el emperador José II de Habsburgo. A dicho texto siguió en 1805 otro para ser aplicado en la parte de Galitzia anexionada por el imperio tras la tercera partición de Polonia. Aunque la redacción de ambas normas es similar, la diferencia principal es que en el primer caso los judíos se daban el apellido que querían mientras en el segundo se les asignaba uno de forma arbitraria, según el parecer del funcionario de turno. Durante los siglos XVIII y XIX la conveniencia de facilitar la recaudación de impuestos y el reclutamiento militar dio lugar a normas sobre la adopción obligatoria de apellidos para los judíos en los estados alemanes (según los casos, entre 1790 y 1852), en el Imperio ruso (1804), en el francés (1808) y en el llamado reino de Polonia (1821).
Como afirma Alexander Beider, especialista ruso-francés en etimología judía, los apellidos adoptados por los judíos asquenazíes ―muchos coincidentes con apellidos cristianos― tuvieron orígenes muy variados: aunque no faltaron los de origen hebreo descendientes de linajes (Levi) asociados a veces a oficios (Cohen, sacerdote), muchos otros son patronímicos, designan oficios, cualidades personales, plantas, animales, metales, piedras, fenómenos naturales, alimentos y utensilios domésticos. Si bien hay apellidos despectivos, en general designan realidades positivas o neutras. En cualquier caso, la adopción de apellidos ―en las respectivas lenguas nativas, además― contribuyó a la integración de las minorías judías europeo-orientales. Muchos de estos apellidos serían después cambiados en Israel, en unos casos «hebreizando» los que se tenían y en otros inventando nuevos en hebreo.
Si escasa información sobre la identidad aportan los apellidos, otra dificultad para contar el número de judíos que hay en el mundo es encontrar una definición adecuada sobre el particular. ¿Quién es judío y debe incluirse en los recuentos? ¿Quién no lo es y tiene por tanto que ser excluido? En los últimos lustros, por ejemplo, durante la emigración masiva desde la antigua Unión Soviética hacia Israel, se ha reconocido la identidad judía a quien se ha declarado como tal. Lógicamente, la diversidad de criterios que se use para...
Índice
- El autor
- Introducción
- I. Origen y evolución del conflicto de Oriente Próximo
- II. Los judíos en la actualidad
- III. El judaismo: un único dios
- IV. Otros hijos del mismo dios
- V. Un breve recorrido cultural
- Conclusión