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Las tres estrategias de Huang Shi Gong
(fragmento)
Lo flexible puede ser rígido, lo débil puede ser fuerte. La flexibilidad es un tipo de virtud, la rigidez conduce al desastre. Lo débil fácilmente puede obtener la simpatía y colaboración de la gente, lo poderoso es propenso a recibir el rencor y el ataque.
Hay veces en las que se debe emplear la flexibilidad, otras en las que se debe elegir la rigidez, otras en las que se debe dar la impresión de debilidad y otras en las que se debe ser fuerte.
Estos cuatro estados deben combinarse y utilizarse de manera pertinente, de acuerdo con el desarrollo de las situaciones.
Para el hombre común es difícil conocer la esencia de las cosas antes de que estas manifiesten su principio y su final. La misteriosa ley del movimiento del universo puede manifestarse a través del cambio. Nuestra situación y la de nuestro enemigo también son fluctuantes: se deben establecer diferentes planes de acuerdo con el cambio de la situación del enemigo. No se actuará de manera precipitada antes de que la situación haya llegado a un desarrollo óptimo. Cuando esto suceda, de inmediato se tomarán las medidas necesarias para enfrentar dicha situación.
De esta manera se saldrá siempre victorioso y se podrá ayudar al rey, unificar el país y lograr estabilidad en las cuatro direcciones [los cuatro puntos cardinales].
Un hombre que planee las cosas de este modo podrá ser el maestro del emperador.
Por esta razón, digo, no hay hombre que no anhele triunfar, pero son muy pocos los que conocen bien el profundo principio del arte de dominar lo firme y lo flexible, lo fuerte y lo débil (Gang rou qiang ruo, 刚柔强弱). Si se logra comprender correctamente este principio, entonces también la persona sabrá protegerse a sí misma. El hombre sabio que logre asimilar el uso de este principio podrá captar los momentos oportunos para actuar.
Este profundo principio desplegado abarca los cuatro mares; enrollado, no llena una copa. No se necesita una casa para alojarlo, no se precisan murallas para protegerlo, solo es crucial esconderlo en el corazón. De esta manera será posible someter al enemigo.
Se puede utilizar la flexibilidad y al mismo tiempo la firmeza, así el poder de la nación será cada día más esplendido y notable; si se sabe manejar la debilidad y al mismo tiempo la fortaleza, la nación será próspera.
Si solamente se aplica la flexibilidad o bien la debilidad, el poder de la nación sin duda se debilitará; si únicamente se emplea la firmeza o la fuerza, entonces la nación se extinguirá.
El principio más importante para gobernar la nación reside en depender de un hombre que sepa combinar la integridad política con la aptitud y obtener el apoyo de las masas. Tener cerca a personas capaces y virtuosas y tratar a las masas como hermanas, eso hará que no se cometan errores tácticos.
De este modo, a la hora de actuar se logrará la misma coordinación que se obtiene entre las cuatro extremidades y el torso. Al igual que entre estos, se conseguirá una articulación mutua idéntica, que seguirá el curso de la naturaleza, como lo hace el movimiento del tian dao. Entonces, el ingenio no tendrá ningún límite.
La clave para administrar la nación y las tropas radica en tomar las medidas correspondientes tras una profunda observación del espectro psicológico y del sentimiento de las masas. En situaciones apremiantes y peligrosas cabe transmitir seguridad. Al hombre que siente miedo en su corazón se lo debe alegrar; para el que ha abandonado el país, se debe hallar la manera de atraerlo nuevamente; al hombre acusado injustamente, se lo debe exonerar; ante una acusación se debe realizar una clara investigación. A aquellos hombres que poseen altas habilidades y puestos bajos, se ha de promoverlos; a los hombres violentos, controlarlos; a quienes están en contra, eliminarlos; respecto de quienes anhelan riqueza, se debe buscar la manera de satisfacerlos; a quienes desean servir, hay que otorgarles un cargo; a los que temen exponerse, ocultarlos; a los buenos estrategas, tenerlos cerca; a los que rumorean, abandonarlos; a los que calumnian, castigarlos; a los que traman una rebelión, eliminarlos; a los insolentes, frustrarlos; a los presumidos, controlarlos; a los que desean reintegrarse, enlistarlos; a los vencidos, ayudarlos a establecerse; a los que se rinden, se los perdona.
Al invadir un territorio estratégico, hay que defenderlo; al ocupar un sitio escarpado, se debe establecer una fortaleza; al tomar un territorio difícil de atacar, es necesario estacionar a las tropas y vigilar; al capturar una ciudad, se deben distribuir las recompensas entre los que sirvieron con mérito; al apropiarse de tierras, hay que conferirlas a aquellos que se hayan esforzado y los bienes materiales se deben distribuir entre todos.
Cuando el enemigo se mueve, debe ser sometido a una observación minuciosa; cuando está cerca, se aumenta la vigilancia; si el enemigo es poderoso, se ha de aparentar debilidad y ser prudente; cuando el adversario espera, descansado y a gusto, se lo debe evitar; si ataca, se debe atacar resueltamente; si es brutalmente salvaje, se lo debe evadir; si viola los principios del Cielo, corresponde condenarlo a través de la justicia; si presenta una unidad armoniosa, se intenta dividirlo.
Conforme a los movimientos del enemigo, se debe frustrarlo; según sus circunstancias, hay que destruirlo; se debe emitir información falsa para provocar errores; hay que rodearlo por los cuatro costados y aniquilarlo.
Los bienes materiales obtenidos no deben ser apropiados para beneficio de uno mismo. Los terrenos ocupados no deben ser guardados para uno mismo. Las ciudades conquistadas no deben ser ocupadas por mucho tiempo. Es conveniente establecer como monarcas a los hombres de la ciudad conquistada y se los debe mantener en su posición; las decisiones deben provenir de uno mismo, el mérito debe ser atribuido a los oficiales y soldados. Conociendo esto se tendrá una verdadera ventaja en cualquier sitio.
Dejar a otros ser duques para ser uno mismo el emperador, dejar que ellos custodien las ciudades y que recauden impuestos.
En el mundo, todos los hombres respetan a sus ancestros, unos pocos aprecian al pueblo.
El respeto por los ancestros solamente es el camino del amor parental, el aprecio por el pueblo es el camino para ser soberano.
Se debe prestar atención a la agricultura y no perder la temporada de cultivo; bajar los impuestos y no dejar empobrecer al pueblo; disminuir la servidumbre y no fatigar los recursos financieros de las personas. De esta manera, el país gozará de abundancia y el pueblo será “feliz”. Luego, se ha de seleccionar personas virtuosas para dirigirlo.
Se llama hombre virtuoso a quien el pueblo llama héroe. Por lo tanto, si se captura a los héroes de los estados enemigos, estos se encontrarán sumergidos en una situación difícil. Las personas virtuosas [héroes] son la columna vertebral de un Estado y el pueblo, su esencia. Si se conquista su columna vertebral y se domina su esencia, entonces la política fluirá y no habrá quejas.
Lo esencial para el correcto manejo de las tropas radica en prestar especial atención al ceremonial (ritual) y otorgar un buen salario a los funcionarios.
Si la práctica del ceremonial (ritual) es sublime, entonces los hombres sabios arriban por voluntad propia; si los salarios son buenos, los hombres leales prestan servicio con felicidad, sin considerar la muerte.
Por lo que conviene ofrecer altos salarios para dar un trato preferencial a los hombres virtuosos, sin escatimar los bienes materiales; recompensar sin dilaciones a quienes han prestado un servicio meritorio. De esta manera, los subordinados trabajarán con un propósito en común y debilitarán al Estado enemigo.
El método para manejar al hombre [un hombre] es respetar el título de nobleza y ofrendar fortuna y bienes. Así, los hombres virtuosos prestarán servicio en forma voluntaria. Utilizar el ceremonial (ritual) para recibirlo, la justicia para alentarlo. De este modo, los hombres justos rendirán servicio hasta la muerte.
Es necesario que el comandante en jefe comparta con los soldados las alegrías y las penas, la seguridad y el peligro. Así se podrá atacar al enemigo y se obtendrá una completa victoria. El enemigo será entonces completamente capturado.
Una antigua leyenda cuenta que una persona le obsequió un buen vino a un excelente general. El general mandó a llamar a este hombre y le ordenó verter el vino en el río. Luego convocó a todos los soldados, quienes, juntando las manos, comenzaron a beber.
Es obvio que el sabor y el aroma del vino se perdieron en el río, pero los soldados sintieron una profunda admiración por el general. Retribuirán su actitud prestando servicio y combatiendo hasta la muerte. La causa de esto es que el general comparte lo bueno y lo malo con ellos.
Si el pozo de agua no fue cavado, el comandante en jefe no dice tener sed; si la tienda no fue armada, no manifiesta estar cansado; si la comida aún no ha sido preparada, no pretende estar hambriento.
En el invierno, no se envuelve en ropa de cuero si los soldados no la visten; en el verano, no utiliza abanico si ellos no lo...