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La Segunda Guerra Mundial
El Torbellino Del Tiempo
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La Segunda Guerra Mundial
El Torbellino Del Tiempo
Descripción del libro
Una historia concisa de la Segunda Guerra Mundial. La Segunda Guerra Mundial empezó el 1 de septiembre de 1939 y, desde sus primeros disparos, dictó el tempo de esta nueva y modernizada manera de hacer la guerra. Fue una guerra como ninguna otra. Fue la guerra moderna. Superó a la Gran Guerra de los primeros años del siglo XX y eclipsó su escala y complejidad. En este libro nos ocuparemos de los momentos esenciales de la Segunda Guerra Mundial: aquellos acontecimientos que definieron la historia moderna y cuya magnitud dictó el destino del planeta entero.
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Segunda Guerra MundialEmpieza la Guerra: La invasión de Polonia, 1939
El 1 de septiembre de 1939 fue el día en que Europa finalmente sucumbió a la guerra que la amenazaba desde hacía mucho tiempo. En la noche anterior, el 31 de agosto, los alemanes supuestamente fingieron un incidente fronterizo que pudo usarse como pretexto para la invasión. Conocido como el Incidente de Gliwice, implicó a oficiales alemanes de las SS (Schutzstaffel) que organizaron un ataque de bandera falsa disfrazados como nacionalistas polacos. Esto se confirmó como real en un juicio de 1945. En todo caso, a este se unieron varios «incidentes» similares, todos los cuales se usaron como justificación para invadir Polonia por parte de Hitler. Lo hizo en la mañana siguiente al incidente, con las fuerzas alemanas abalanzándose sobre Polonia desde el norte, el sur y el oeste.
Las etapas iniciales de la invasión se caracterizaron por una retirada estratégica polaca, al abandonar las posiciones más avanzadas a favor de unas mejores líneas de defensa más al este. Sin embargo, desde el principio quedó claro que las fuerzas alemanas eran muy superiores en muchos aspectos. No solo eran superiores en número de efectivos humanos, sino asimismo en número de tanques y vehículos armados. También alardeaban de nuevas y revolucionarias doctrinas estratégicas, sobre todo la Guerra Relámpago (Blitzkrieg), de la que hablaremos más adelante. También hacían hincapié en el dominio aéreo, con diversos cazas ligeros y bombarderos a su disposición.
En el otro bando, el ejército polaco alistaba aproximadamente un millón menos de hombres que los alemanes. Además, se encontraban atrasados en todos los aspectos con respecto al sector industrial militar. Había tanques, que iban a jugar un papel esencial en la guerra, disponibles para los polacos, aunque en poca cantidad y faltos de calidad. La mayoría de ellos eran tanques 7TP de fabricación nacional (variantes de los Vickers 6-Ton británicos), vehículos pequeños y ligeramente armados para dos hombres. Igualmente, su fuerza aérea estaba anticuada y era sobrepasada en número. Todo esto auguraba grandes penalidades para los polacos, ya que luchaban por defenderse.
Como parte de la nueva estrategia alemana, los ataques estaban coordinados tanto en tierra como en el aire. Empeñado en una completa destrucción, el gigante alemán se abalanzó sobre la desdichada nación eslava de Polonia con una intensidad sin precedentes. Hitler tenía un objetivo y solo uno en la invasión inicial: conquistar Polonia tan rápido como fuera posible. Para ayudarlo a lograr este objetivo, Hitler confió en su principal táctica de la Segunda Guerra Mundial: la Guerra Relámpago (Blitzkrieg). Ideada para infligir un golpe rápido y estratégico al enemigo, se centraba sobre todo en formaciones mecanizadas de infantería altamente móviles, con apoyo desde el aire. Como una lanza, un ataque así pretendía penetrar en las líneas defensivas enemigas, profundizar en ellas y luego rodear sus restos. Para Hitler, esta estrategia era posible debido a las innovaciones alemanas en el área de los vehículos armados: tanques veloces con buena movilidad y un armamento aceptable fueron esenciales para alcanzar los objetivos de la Guerra Relámpago y ayudaron a obtener esas rápidas victorias al principio de la guerra.
Cuando los alemanes invadieron Polonia, lo hicieron con un enfoque doble. El ataque por tierra se realizó al unísono con un despiadado ataque desde el aire: la Luftwaffe alemana atacó una serie de objetivos militares y civiles, confiando en bombardeos masivos para causar conmoción y sorpresa. La histórica ciudad polaca de Wieluń fue el primero de esos objetivos en la invasión: enseguida fue reducida a cenizas, como testimonio del devastador poder aéreo de la Luftwaffe. Dos días después de los primeros enfrentamientos en Polonia, tanto Francia como Gran Bretaña declararon la guerra a Alemania.
Sin embargo, la invasión de Polonia por Hitler no pareció demasiado complicada para las fuerzas alemanas. Con ataques aéreos decisivos y bien planificados (mediante los cuales se vieron interrumpidas las grandes líneas de comunicación en Polonia), el ejército alemán pudo cumplir su objetivo de un avance rápido, haciendo grandes progresos ante el ejército alemán en retirada. La Luftwaffe también consiguió asegurar su superioridad aérea tan rápido como le fue posible. Así que solo 48 horas después del inicio de la invasión la mayoría de los aeropuertos militares polacos estaban destruidos y la fuerza aérea polaca estaba diezmada.
Las principales ciudades polacas cayeron pronto en manos de los alemanes: Varsovia empezó siendo bombardeada y buena parte de ella fue reducida a cenizas. Luego fue asediada en torno al 13 de septiembre para acabar cayendo el 28 del mismo mes. Durante este tiempo, se produjo una batalla decisiva para la invasión de Polonia, conocida como la Batalla de Bzura. Duró del 9 al 19 de septiembre y se concibió como una gran contraofensiva polaca, pero, después de fracasar, los alemanes consiguieron rebasarlos y ganarla. La victoria daba a los alemanes el control sobre todo el oeste de Polonia. Fue sin duda la batalla más sangrienta de la invasión y produjo muchas bajas en ambos bandos.
Los polacos lucharon heroicamente, pero realmente no tenían ninguna posibilidad de resistir la arremetida de sus enemigos. Numerosas acciones aisladas atestiguan las proezas propias de los valientes soldados polacos. La famosa carga en Krojanty es uno de esos hechos heroicos, en el que el 18.º regimiento de caballería de los ulanos de Pomerania cargó valerosamente contra las posiciones alemanas el 1 de septiembre. Lo hicieron con la esperanza de detener el avance alemán y permitir que el grueso de las fuerzas se retirara. Los jinetes lograron este objetivo, pero con un coste enorme: aunque se retiraron rápidamente después de su ataque, los ulanos fueron abatidos en masa por los vehículos armados alemanes y el fuego de las ametralladoras.
La historia de Roman Orlik, un comandante de tanque polaco también ilustra a la perfección la funesta situación de los polacos. Al mando de una pequeña tanqueta de dos hombres, Orlik consiguió destruir diez tanques alemanes y detener toda una columna armada. Su pequeña tanqueta, bautizada como «la cucaracha» por los tanquistas alemanes, estaba armada con un cañón automático de 20 mm. de fuego rápido que daba a Orlik la posibilidad de penetrar en el blindaje alemán. Sus triunfos fueron una gran inspiración para muchos luchadores polacos por la libertad en momentos posteriores de la guerra.
De acuerdo con lo previamente firmado en el Pacto Molotov-Ribbentrop, la Unión Soviética reclamó la parte oriental de Polonia, que cayó bajo su esfera de influencia. Hitler tuvo esto en cuenta y su gobierno reclamó repetidas veces a los soviéticos que cumplieran su parte en el pacto. La verdad es que la Unión Soviética estaba simplemente esperando al final del conflicto con Japón, sin querer poner demasiada presión sobre sus fuerzas luchando en dos frentes. Y cuando el conflicto acabó con un alto el fuego el 16 de septiembre de 1939, Iósif Stalin, el líder soviético, ordenó inmediatamente la invasión de Polonia, que se produjo al día siguiente, el 17 de septiembre. Esta segunda invasión fue el punto de inflexión que realmente quebró al ejército polaco y sus defensas. La única alternativa que le quedaba a este era retirarse aún más hacia la frontera de Rumanía y reagruparse y reorganizarse allí. La Unión Soviética usó un pretexto inteligente para su invasión: afirmó que estaban protegiendo a las minorías ucranianas y bielorrusas que vivían en Polonia, ya que la república de Polonia «había dejado de existir» tras la invasión alemana. Y fue esta misma invasión la que decidió el destino de Polonia: convenció por fin al gobierno polaco de que habían perdido la guerra. Pero, aun así, los polacos rechazaron rendirse ante Alemania o negociar con ella. Po el contrario, optaron por otra vía, ordenando a todas sus unidades huir de Polonia y reorganizarse en Francia.
El 6 de octubre se había acabado la invasión. La última unidad combatiente operativa polaca se rindió ese día, poniendo fin a la campaña que había empezado un mes antes. A los ojos del mundo, esta era una conquista como no se había visto nunca. La arrasadora intensidad de la táctica de la Guerra Relámpago y la abrumadora supremacía estratégica con la que alemanes y soviéticos desgarraron Polonia dejó al mundo perplejo y sorprendido. Los restos del Ejército Polaco huyeron después de su derrota, algunos a Rumanía y Hungría y otros a Letonia. Desde allí, la mayoría consiguieron llegar a Gran Bretaña y Francia, donde continuaron haciendo la guerra.
La invasión de Polonia produjo muchas bajas en ambos bandos, aunque muchas más entre los polacos que entre los invasores. Unas 65.000 tropas polacas murieron en la campaña, mientras que 660.000 hombres fueron hechos prisioneros por alemanes y soviéticos. En comparación, los alemanes solo sufrieron 17.000 muertos y los soviéticos solo unos 1.500. Las bajas civiles también fueron muy altas, aumentadas por varias masacres cometidas por los invasores, especialmente los soviéticos. En total, más de 200.000 civiles fueron víctimas de la invasión.
La breve pero brutal campaña alemana en Polonia mandó al mundo a una nueva guerra que sobrepasaría a la Primera Guerra Mundial en todos sus aspectos. Fue también un perfecto «campo de pruebas» para las nuevas tecnologías militares avanzadas de Alemania. Las experiencias de la campaña le permitieron tratar y resolver todas y cada una de sus deficiencias con respecto a sus tanques, sistemas antitanque, artillería y demás. Pero para el pueblo polaco es uno de los capítulos más tristes de su larga historia, trayendo sufrimiento, penalidades y la pérdida de su patria. Pero eso no bastó para quebrantar su espíritu.
La lucha por el Norte: La invasión alemana de Dinamarca y Noruega
Hitler dirigió después su atención hacia Escandinavia. Tanto para los aliados como para los alemanes esta región del norte de Europa era de una importancia estratégica vital. En particular, Noruega, aunque permaneció neutral, era muy importante estratégicamente. Uno de los principales puntos estratégicos era el puerto de Narvik: para los alemanes era la puerta a través de la cual enormes cantidades de mineral de hierro viajaban a Alemania desde Suecia. Y ese mineral de hierro era muy importante para la industria alemana. Además, con sus numerosos puertos, era una muy buena base de operaciones para quien quisiera dominar el océano Atlántico. Y en el caso de la competencia naval entre británicos y alemanes, era la disposición ideal. Incluso antes de que Hitler decidiera invadir Escandinavia por estas razones, franceses y británicos habían discutido abiertamente un plan para ocupar Noruega como respuesta a la amenaza alemana. Sin embargo, Hitler siguió con sus planes y el 9 de abril de 1940 el ejército alemán ocupó Dinamarca e invadió Noruega. Conocido como Operación Weserübung, fue otra rápida invasión alemana.
Dinamarca fue la primera en caer. Para Hitler, su importancia estratégica era doble: primero, quería ocuparla y eliminar una posible amenaza desde el norte; segundo, era el área perfecta de concentración de tropas para la futura invasión de Noruega. Su posición era un acceso naval perfecto a puertos clave alemanes en el mar Báltico. El 9 de abril, el embajador alemán en Dinamarca se reunió con el ministro danés de asuntos exteriores. Los alemanes anunciaron que su ejército estaba ocupando Dinamarca, protegiéndola frente a una futura invasión de franceses y británicos. También reclamaban que las tropas francesas no ofrecieran resistencia, pues en caso contrario la Luftwaffe alemana procedería a bombardear la capital, Copenhague. Así, antes incluso de acabar la reunión, las tropas alemanas entraron en acción. La invasión de Dinamarca fue rápida y estuvo perfectamente coordinada. Las primeras tropas llegaron en transbordadores y avanzaron hacia el norte desde el pueblo de Gedser. Los alemanes usaron paracaidistas por primera vez: las tropas de los Fallschirmjäger aterrizaron en diversos lugares, tomando todos los aeródromos vitales en Aalborg y ocupando la fortaleza de Masnedø. Al mismo tiempo, unidades de la infantería alemana atracaban en el puerto de Copenhague y tomaban su ciudadela sin ninguna resistencia. Su siguiente objetivo era la familia real danesa, que residía en el palacio Amalienborg de Copenhague. Sin embargo, el rey estaba protegido por su Guardia Real, que consiguió repeler el ataque alemán. Sin embargo, ante las derrotas en todo el país y con la amenaza de un bombardeo devastador de la Luftwaffe, los daneses capitularon en torno a las seis de la mañana, apenas dos horas después de inicio de la invasión. Fue la campaña más corta del ejército alemán durante la guerra. Las bajas en ambos bandos fueron mínimas: unos 26 soldados daneses muertos y 20 soldados alemanes entre muertos y heridos.
Por el contrario, la campaña de Noruega no fue tan sencilla: duró 62 días y fue más compleja que la de Dinamarca. La invasión casi coincidía con los planes aliados para ocupar Noruega y resultó un enfrentamiento mayor de lo esperado por ambos bandos. Una de las primeras batallas de la invasión noruega fue la Batalla de Narvik, un enfrentamiento naval en el que los destructores alemanes se vieron obligados a retirarse ante una flota menor de destructores británicos. Además, cuando los alemanes intentaron su invasión inicial, sus transbordadores de tropas se vieron detenidas en el fiordo de Oslo, cuando las insolentes defensas de la fortaleza de Oscarborg destruyeron el buque insignia alemán llevándose por delante a casi 1.000 vidas. Este gran retraso en el avance alemán permitió al gobierno noruego y a su rey abandonar la capital, Oslo. De nuevo los paracaidistas jugaron un papel vital, cayendo sobre los aeródromos de Oslo y Stavanger y capturándolos. Luego la Luftwaffe se ocupó fácilmente de la fortaleza de Oscarborg, que se vio obligada a rendirse después de fuertes bombardeos. Mientras avanzaba el ejército alemán, se ocuparon rápidamente una serie de puertos vitales, a los que siguieron grandes poblaciones como Kristiansand, Bergen y Stavanger. Oslo fue conquistada en mayo de 1940. Cuando se ocuparon las ciudades portuarias de Noruega, los alemanes pudieron enfrentarse a la oposición en el interior del país. Una fuerza expedicionaria aliada, compuesta por fuerza británicas, francesas y noruegas trató de detener el avance alemán, pero sus repetidos contraataques fueron en general un fracaso. Los alemanes recibían nuevos refuerzos que venían a través de Dinamarca y también disponían de mejores tanques y unidades de infantería mecanizada, apoyo de la Luftwaffe y superioridad numérica en general. Esta fue la razón última que hizo que los británicos decidieran evacuar Noruega el 26 de abril. Su decisión todavía se estaba ejecutando en mayo, cuando Hitler atacó Francia. De todos modos, los enfrentamientos en Noruega continuaron esporádicamente hasta el 10 de junio, cuando finalizó la ocupación alemana de Noruega. Permanecería ocupada hasta 1945. Las bajas alemanas ascendieron aproximadamente a 5.300, mientras que los aliados sufrieron 6.600 bajas.
La Guerra Relámpago: La invasión de Francia por Hitler
La principal preocupación de Hitler en el curso de las primeras etapas de la Segunda Guerra Mundial era evitar tener una guerra con dos frentes. Reconocía la necesidad de conquistar las naciones de Europa Occidental, sobre todo Francia. Al hacerlo, se aseguraría una capacidad ilimitada para desplegar aún más sus recursos, ya que se daba cuenta de que, para desarrollar completamente el poderío militar alemán, iba a necesitar varios años. Además, al conquistar los Países Bajos y posteriormente Francia, limitaría la capacidad de los aliados de dominar la guerra aérea y amenazar así las áreas industriales alemanas, concretamente las de la región del Ruhr. Además (aunque sin duda no era menos importante) estaba su capacidad para amenazar directamente a Gran Bretaña. Desde Francia, podía llegar con facilidad a Gran Bretaña tanto por mar como por aire.
El plan de ataque alemán era en cierto modo similar por naturaleza al famoso plan Schlieffen de la Primera Guerra Mundial. Hitler quería sobrepasar completamente el Sistema defensivo francés (la Línea Maginot) e invadir los Países Bajos. Esto le permitiría atacar Francia desde el norte, donde la protección era menor. Antes incluso de que se pensara en la invasión, Holanda y Bélgica ya estaban esperando el ataque. Ambas naciones se habían movilizado ante la inminencia de la guerra y habían llegado a acuerdos previos para una defensa combinada: se apoyarían entre sí. Aunque alistaron a una cantidad razonable de soldados (unos 900.000), su equipo no era tan moderno como el de los alemanes. Lo más defectuoso eran sus blindados: los belgas disponían de un pequeño número de desfasados tanques ligeros y tanquetas, con solo una pequeña cantidad de tanques pesados, pero ligeramente armados. Además, las fuerzas aéreas combinadas de estos dos países eran notablemente insuficientes tanto en número como en calidad. En comparación, los alemanes eran superiores en todos los aspectos, tanto en efectivos humanos (unos 3,5 millones de hombres), como en blindados (10 divisiones pánzer) y fuerza aérea (5.500 aviones).
Entretanto, la Fuerza Expedicionaria Británica estaba acuartelada en Francia, justo al sur de la frontera belga. Su papel era proporcionar apoyo a Francia y juntos podían proporcionar importantes refuerzos a los Países Bajos. E igual que en la Gran Guerra, el ejército holandés consideró la idea de inundar de nuevo algunas zonas estratégicas para detener el avance alemán. Por otro lado, el ejército belga estaba en mucha mejor condición: sus fronteras estaban mucho mejor defendidas y mostraban una combinación de obstáculos naturales y artificiales y fortificaciones. Sin embargo, era una vía mucho más fácil que la Línea Maginot de los franceses. Su línea de fortif...
Índice
- History Nerds,
- Prólogo: Aprender más sobre la Segunda Guerra Mundial
- Un mundo tumultuoso: Orígenes y causas de la Segunda Guerra Mundial
- La Guerra Civil Española y el auge del fascismo
- Empieza la Guerra: La invasión de Polonia, 1939
- El norte de África y el Mediterráneo
- La carrera contra el invierno: La Operación Barbarroja y la invasión alemana de la Unión Soviética
- La guerra en el Pacífico
- Midway
- Guadalcanal
- Iwo Jima
- Okinawa
- El gran error en el este: La Operación Ciudadela y la paralización del Eje
- Irrumpiendo en la fortaleza europea: La invasión aliada de Italia
- Acero feroz: La guerra de blindados en la Segunda Guerra Mundial y su desarrollo
- El principio del fin: La invasión de Europa occidental
- Un puente demasiado lejano: La Operación Market Garden
- El último enfrentamiento desesperado: La batalla de las Ardenas
- En la guarida del loba: Cruzando el Rin
- El inminente final: La Batalla de Berlín
- Tras la Guerra: Las secuelas
- Una Guerra a una escala sin precedentes: Las bajas
- Conclusión