La Sana Doctrina
eBook - ePub
Disponible hasta el 23 Dec |Más información

La Sana Doctrina

  1. 108 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
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La Sana Doctrina

Descripción del libro

En este mundo rodeado de tantas iglesias, cada día suelen sumarse más y con nuevas doctrinas, aludiendo todas tener la verdad en relación con la Biblia. Entonces, ¿a quién creer?, ¿a dónde ir? Son algunas de las preguntas a las que podrá encontrar respuesta en este libro. Dios nos ha mostrado la verdadera y sana doctrina en las Sagradas Escrituras. Te invitamos a conocerla.

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Información

Año
2021
ISBN de la versión impresa
9781643347509
ISBN del libro electrónico
9781643347776
III
El sello del Creador
Muchas personas creen agradarle al Señor y se sienten respaldadas en todo lo que hacen; sin embargo, el mismo Señor Jesucristo dijo que no todo el que le dice “Señor”, entrará en el Reino de los Cielos, sino aquellos que hagan la voluntad de su Padre. Muchos le reclamarán aludiendo haber hecho grandes cosas en su Nombre y Él les dirá: “nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad”, (Mateo 7:21–23).
Los que verdaderamente conocen a Dios, son los que guardan los mandamientos dados al hombre desde el principio (1 Juan 2:3–7), (1 Corintios 7:19), (Éxodo 20:1–17), ninguno debe ser quebrantado (Mateo 5:19). Todos están estrechamente relacionados, por eso se resumen en amar a Dios con todas tus fuerzas y al prójimo como a ti mismo (Mateo 22:37–40), pues el amor es el cumplimiento de todos los mandamientos de Dios (Romanos 13:8–10).
Guardar los mandamientos es un requisito imprescindible para recibir el Espíritu Santo (Juan 14:15–16), (Hechos 5:32). Observemos cómo a los que guardan los mandamientos, el Señor les llama “santos”, (Apocalipsis 14:12) y a los que el diablo quiere destruir (Apocalipsis 12:17).
Todos los mandamientos son importantes y deben ser respetados y obedecidos, incluyendo el cuarto mandamiento donde Dios nos manda a guardar el sábado. La mayoría de los cristianos son de la opinión de que el día que hay que dedicarle a Dios con mayor fervor, para reunirse y compartir de su Palabra, es el domingo, pero a la luz de las Escrituras vemos todo lo contrario:
-Dios apartó el sábado desde la creación del mundo, siendo el único día santo y bendito (Génesis 2:2–3).
-El sábado se guardó mucho antes de que fuera dado a Moisés en el monte Sinaí (Éxodo 16:4–5). Se le ordenó al pueblo de Dios que recogiera doble porción del pan celestial (maná) el viernes, para que el sábado no tuviera que hacerlo. Se nota aquí, cómo Dios puso énfasis en la observancia del séptimo día de la semana como día especial.
-Notemos cómo en el cuarto mandamiento Dios dice: “acuérdate”, dando a entender que ya el sábado había sido dado, solo había que recordarlo (Éxodo 20:8–11).
En el Nuevo Testamento encontramos que todavía debemos continuar guardando el cuarto mandamiento:
-En Mateo 24:15–20 se nos habla de la destrucción que realizarían los romanos a la ciudad de Jerusalén en el año 70 d. C., de la cual profetizó Daniel, donde los romanos iban a rodear la ciudad para destruirla y sus habitantes debían huir, por lo que Cristo les exhortó a que oraran para que ese día no fuese en invierno, ni en sábado. Con esto nos dice que muchos años después de su muerte y resurrección, sus discípulos guardarían el sábado, haciéndolo vigente hasta nuestros días.
-Nuestro Señor Jesucristo se reunía los sábados (Lucas 4:16), al igual que sus discípulos y la congregación (judíos y gentiles) (Hechos 13:44), (Hechos 17:2), (Hechos 18:4). Luego de su muerte se continuó guardando el cuarto mandamiento (Lucas 23:54–56), y hasta nuestros días se mantiene el mismo calendario semanal. También se resalta en los versículos anteriores la forma de guardar el sábado: de puesta de sol a puesta de sol, según se denotan los días en la creación (Génesis 1:1–31).
En la Biblia, el sábado es el único día mencionado por su nombre (Sabbat). El resto son nombrados por su orden en la semana: el domingo es el primer día, el lunes es el segundo, y así sucesivamente. Estos tomaban como punto de referencia, el sábado, “curiosamente”, el único día santificado por el Creador. Además, si el Sabbat quedaba abolido, ¿por qué se le continuaba llamando el Día de Reposo en el Nuevo Testamento? Simplemente porque resalta su perpetuidad. El sábado se guardó en la antigüedad, todavía ha de guardarse y lo guardaremos en los cielos nuevos y la nueva tierra que Dios hará (Isaías 66:22–23).
¿Por qué no se guarda el sábado, valorándose como un mandamiento innecesario, si el Nuevo Testamento no lo anula? En lugar de eso, Dios nos dice que ni una jota ni una tilde de su Ley pasará (Mateo 5:17–19), y especifica que hasta que pasen el cielo y la tierra porque en el cielo y la tierra nueva, voluntariamente todos seremos obedientes a su Ley. En Apocalipsis 21:1, 4 vemos que ya no habrá más muerte, por lo que no existirá más el pecado (Romanos 6:23), y si no hay pecado es porque nadie violará la Ley de Dios (1 Juan 3:4).
Mucho cuidado con quitar alguno de los mandamientos, el Señor nos dice que no caerá un punto de su Ley (Lucas 16:17), y que si infringimos en un punto, los violamos todos (Santiago 2:10–11). No podemos añadir ni quitar a los Diez Mandamientos de Dios (Deuteronomio 4:2), (Deuteronomio 4:12–13).
En ningún lugar de la Biblia dice que por la resurrección de Cristo el primer día de la semana se transfirió la relevancia del día sábado al domingo. Siempre ha sido y será el sábado, pues es el único día santo y bendito por Dios desde la creación, y lo que Dios bendice es para siempre (Números 23:19–20), (1 Crónicas 17:27). Fue el hombre, sin la autorización de Dios, quien lo cambió (Daniel 7:25) llamándole al domingo de forma incorrecta “el día del Señor”, cuando el verdadero día del Señor según la Biblia es el sábado (Isaías 58:13–14), (Mateo 12:8). Además, el apóstol Pablo enseña que la institución que conmemora tanto la muerte como la resurrección de Cristo es el bautismo (Romanos 6:3–4), y no la observancia del domingo.
¡Cuidado con atribuirle al domingo la importancia que en realidad le pertenece al sábado! En la Biblia encontramos un ejemplo, donde los hijos de Aarón ofrecieron un fuego a Dios que no les fue mandado y sufrieron las consecuencias por su desobediencia (Levítico 10:1–2). Para Dios no son iguales todos los fuegos, como tampoco son iguales todos los días. Dios ha separado un día para Él y debe ser respetado y obedecido.
Hay quienes no conciben el hecho de que Adán y Eva hayan desobedecido a Dios, al comer del árbol prohibido. Pero si analizamos detenidamente, para los cristianos de hoy, existe un paralelismo entre el mandato de no comer del árbol y el cuarto mandamiento de la Santa Ley de Dios (Romanos 7:12). El Creador le pidió al hombre una prueba de fe y fidelidad. Se le permitió comer de todos los árboles, con la excepción de uno que se encontraba en el centro del huerto, el cual solo le correspondía a Dios, y el ser humano debía respetarlo (Génesis 2:16–17), (Génesis 3:3). Esta misma prueba de fidelidad la encontramos en el centro de la Ley de Dios, la cual nos dice que tenemos seis días para hacer todas nuestras obras, pero el séptimo es dedicado al Creador (Éxodos 20:8–11) y debemos respetarlo (Isaías 58:13–14). Aunque todos los árboles y todos los días son del Señor, Él decidió escoger qué árbol y qué día, quería que el hombre respetara sin profanarlo (Isaías 56:2).
Tenemos que llevar la fe y la Ley juntas (Romanos 3:31). Pero si en tu corazón no hay amor y no aceptas a Jesús, de nada te sirve guardar la Ley, su función es mostrarnos el pecado (Romanos 7:7), (Romanos 3:20) y luego, por mediación de Cristo, somos perdonados (1 Juan 1:7, 9), (1 Juan 2:1–2). Si el pecado es infracción de la Ley (1 Juan 3:4), ¿cómo pudiéramos identificar el pecado, si no tenemos los mandamientos de Dios donde se enseña cómo debe ser nuestra conducta?
En la escritura encontramos que Dios pone una “señal”, sobre sus hijos como “pacto perpetuo”, y es precisamente el guardar el sábado (Éxodo 31:13–17), (Ezequiel 20:12, 19–20).
Aunque se dice que es para los israelitas, esta señal es para todos los hijos de Dios. Abraham, sin ser israelita, guardó los mandamientos de Dios unos quinientos años antes de ser dados a Moisés y cuando todavía no existía el pueblo de Israel (Génesis 26:5). Recordemos que fue a Jacob el nieto de Abraham, a quien Dios le cambió el nombre por Israel (Génesis 32:27–28), y entonces fue cuando se empezó a adoptar este nombre para el pueblo de Dios. También recordemos cómo desde el principio y antes del pecado, Dios creó el sábado, constituyendo parte de la creación, haciéndolo bendito y santo (Génesis 2:2–3), sin ser Adán y Eva judíos ni israelitas.
Si observamos bien el cuarto mandamiento (Éxodos 20:8–11), veremos cómo los extranjeros dentro del pueblo de Dios tenían que guardar el sábado. Notemos que se nos dice sábado de Jehová y no sábado de los judíos, ni de los israelitas. Igualmente, nosotros los gentiles, al ser injertados en Israel (Romanos 11:17) debemos guardarlo, de la misma forma que si fuéramos a la casa de alguna persona en la que debemos respetar sus leyes.
Pero ahora no hay judíos, ni gentiles, todos somos hijos de Dios por igual (Gálatas 3:28), (Efesios 2:14) por medio de Jesús (Juan 1:10–12), y fue Dios quien tanto a judíos como a gentiles dio sus mandamientos (Éxodo 12:49) colocando la señal del sábado. Dios no hace acepción de personas (Hechos 10:34), ahora nosotros somos el Israel espiritual (Romanos 2:28–29), y si todas las promesas bíblicas dadas para Israel las tomamos como nuestras, ¿por qué no tomar también la señal que Dios ha dado para su pueblo?
Las Escrituras revelan que Dios sella a sus discípulos con su Ley (Isaías 8:16), y en el cuarto mandamiento encontramos los tres atributos de un sello: el nombre (Jehová), su cargo (Creador) y su territorio (el cielo, la tierra y el mar) (Éxodo 20:11). Además, si para Dios una “señal”, representa un “sello”, (Romanos 4:11), la señal del sábado es el sello de Dios que deben tener todos sus discípulos para no recibir las plagas que vendrán en el tiempo del fin (Apocalipsis 9:4).
Hemos visto cómo el mandamiento del sábado está vigente hasta nuestros días, así como su importancia. La Biblia no se contradice si se usa correctamente (2 Timoteo 2:15); por lo que damos respuesta a algunos versículos que pudieran traer confusión, de interpretarse incorrectamente:
  1. Hay quienes apoyados en Colosenses 2:16–17 plantean que el cuarto mandamiento, donde Dios manda a guardar su día santo, quedó abolido. Pero en realidad este texto se refiere a los días festivos donde tampoco se trabajaba y por tanto se llamaban sábados, que significan días de reposo o no laborables. La Biblia menciona dos clases de sábado: el reposo semanal sabático del séptimo día como recordativo de la creación, desde antes del pecado de la raza humana (Génesis 2:2–3), (Éxodo 20:10–11), y los sábados anuales relacionados con los ritos ceremoniales de Israel: Fiesta de la Pascua, Pentecostés, las Cabañas, etc. (Levítico 23:4–44), los cuales eran sombra de Cristo. Los sábados ceremoniales podían caer en cualquier día de la semana, y todas estas festividades se establecieron aparte del cuarto mandamiento (Levítico 23:37–38), por lo que nada tienen que ver estas fiestas no laborables llamadas sábados abolidas por Cristo, con el día sábado que Dios mismo bendijo y santificó desde la creación para la eternidad (Isaías 66:22–23).
  2. En Romanos 14:5–6 no se habla de flexibilizar el mandamiento de guardar el Día de Reposo, sino del que hace caso de un día o de días; que al no especificarse indica que son días comunes y corrientes. Siempre que Dios se ha referido al día sábado del cuarto mandamiento, lo hace solemnemente y le llama Sabbat (Día de Reposo). El capítulo trata de una polémica entre unos que comen de todo (carne) y otros que comen vegetales (Romanos 14:2–3), y en los versículos 5 y 6 se le da libertad al creyente para escoger los días que estime conveniente para comer de todo o abstenerse de ciertos alimentos. Es decir, comer de todo e...

Índice

  1. ¿Por qué creer en la Palabra de Dios?
  2. La ley y la gracia
  3. El sello del Creador
  4. ¿Habrá vida después de la muerte?
  5. El juicio de Dios y sus consecuencias
  6. El paraíso y el lago de fuego
  7. La única Iglesia verdadera
  8. Babilonia y sus falsas iglesias
  9. La dieta del Creador
  10. La conducta del cristiano