Vida campesina en el Magdalena Grande

Silva Vallejo, Fabio, Rodríguez Contreras, Alexander

• Editorial: Editorial Unimagdalena
• Año: 2020
• ISBN del libro electrónico: 9789587463484
• Categoría: Ciencias sociales
• Categoría: Antropología

Conocer la vida, cotidianidad y forma de ser de los pueblos campesinos y pescadores del Magdalena Grande (Cesar, Magdalena y La Guajira) es un reto que debió asumirse mediante un método que permitiera a las personas expresar el significado de lo que hacen y por qué lo hacen. Esto fue posible gracias al diálogo e intercambio de saberes, pero fundamentado en el saber escuchar, instrumento de acercamiento que generó una horizontalidad en la construcción de conocimiento sobre el significado de "ser campesino" en una región tan diversa como es el Caribe colombiano. La investigación abordó la realidad de las comunidades campesinas del Magdalena Grande a partir de las formas de relacionarse con el territorio no solo en términos productivos, sino de sus valores y los significados que sobre este construyen.

Vida campesina en el Norte del Magdalena

Mapa 9. Mapa subregión CGSM

Fuente: UPRA (2014).

La vida cotidiana es “el espejo de la historia”, así la definía Agnes Heller (1985), quien la entendía “como el conjunto de actividades que caracterizan la reproducción de los hombres particulares, los cuales crean la posibilidad de reproducción social… es la forma en que se viven los valores, las creencias, aspiraciones y necesidades” (p. 232). Así, en la vida cotidiana son las vivencias diarias las que permiten, con el paso del tiempo, construir estrategias para enfrentar el diario vivir. Con la acumulación de estas experiencias es que los individuos dan sentido a sus vidas.

En este capítulo nos interesa observar la vida cotidiana actual de los campesinos de la subregión Ciénaga Grande de Santa Marta (en adelante, CGSM), ubicada en el departamento del Magdalena, para establecer cómo se producen y reproducen sus particularidades y cómo estas se transforman en el tiempo, respondiendo a las dinámicas sociales y económicas que ha vivido el país y la región Caribe en la que se enmarca. Adentrarse en la vida cotidiana de los campesinos de la Ciénaga implica observar aspectos como la relación que establecen estos con sus familias, con el territorio, con el trabajo, la política y con el poder, la moral, la religión y los elementos de la identidad que se expresan en la cultura.

Describir estos aspectos fue nuestro objetivo primario. El trabajo de observación e indagación por el presente, realizado en las salidas de campo, se complementa y cobra sentido cuando se enlaza con el pasado. Por lo tanto, para aportar a la comprensión de estos aspectos de la cotidianidad —es decir, para comprender cuál es la historia que se refleja en ella— se hace menester delinear algunos de los aspectos centrales de dicha historia reflejada.

En este sentido, es absolutamente necesario reconocer que el momento presente de la subregión CGSM fue determinado, en gran parte, por las particulares dinámicas de poblamiento y ordenamiento del territorio (agenciadas por el modelo agroempresarial bananero), por las significativas experiencias de organización social de campesinos y asalariados (generadas por y a pesar de dicho modelo agroempresarial) y por la reciente experiencia, vivida colectivamente como subregión entera, de los repertorios de acción violenta que se usaron por diferentes tipos de actores armados y no armados, ligados a los dos aspectos anteriores.

Durante los años comprendidos entre 1996 y 2006 el éxito social, político, económico y cultural que alcanzó a desarrollar el proyecto de región y de nación de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) fue tan contundente que para realizar un análisis etnográfico de las comunidades campesinas en la actualidad se hace inevitable remitirse a la descripción de los principales aspectos, sucesos, actores y estrategias que se desplegaron en aquella época para su cristalización. Dichos aspectos delinearon los actuales rasgos de las formas de ser y estar de los campesinos de la CGSM.

Por otra parte, a pesar de que el territorio comprendido por la Ciénaga Grande de Santa Marta puede considerarse una subregión claramente delimitada geográfica y socialmente, ya que en torno a ella se dieron las dinámicas de poblamiento y estructuración del particular modo de vida campesino-pescador, durante la investigación se advirtieron tajantes diferencias y particularidades históricas y sociales entre las poblaciones campesinas asentadas en el último tramo del río Magdalena y las asentadas a lo largo del ferrocarril de la Zona Bananera. A estas dos zonas las llamamos Bajo Magdalena y Zona Bananera Histórica, respectivamente.

En este orden de ideas, en el presente capítulo se abordan separadamente las dos zonas de la CGSM: primero, la Zona Bananera Histórica y, posteriormente, la zona del Bajo Magdalena. Repasamos las particularidades geográficas y de poblamiento de cada una de ellas, de tal manera que se tengan elementos históricos para el análisis de la etnografía presentada a continuación (esta es: la exposición ordenada de acuerdo a las dimensiones de estructuración de la vida cotidiana de acuerdo a los ejercicios etnográficos realizados en campo). Esta exposición está acompañada con material fotográfico y abundantes extractos de las entrevistas realizadas a los campesinos y campesinas habitantes de este territorio.

Zona Bananera Histórica

Mapa 10. Zona Bananera Histórica

Fuente: UPRA (2014).

Dinámicas de poblamiento y ordenamiento del territorio

La historia del poblamiento campesino del territorio que en la actualidad se conoce como la Zona Bananera del Magdalena está estrechamente relacionada con la historia de las diferentes bonanzas económicas que han impulsado el desarrollo de la región. Las bonanzas del banano, de la palma aceitera, de la “marimbera” y de la coca, entrelazadamente, fueron conduciendo el sentido de las dinámicas de poblamiento (y despoblamiento), así como de los procesos sociales de ordenamiento de la tierra y del territorio.

La primera bonanza se remonta a finales del siglo XIX y principios del XX, cuando simultáneamente con la llegada de la United Fruit Company (UFC), familias como los Díaz-Granados, Dávila, Zúñiga, Campo-Serrano, Noguera, Alzamora, Abello, Vengoechea, Manjarrés, Durán, Robles, Riascos, Vives, Pumarejo y Castro —que para entonces ya eran consideradas las “familias tradicionales”—, junto a veteranos militares de la Guerra de los Mil Días, fueron beneficiados en diferentes gobiernos liberales con la cesión de generosos bonos territoriales como incentivo para la expansión de la frontera agrícola y el estímulo a la producción destinada a la exportación, aprovechando el creciente interés nacional e internacional en la producción de banano y como estrategia de consolidación de clientelas políticas de los gobiernos de turno (Viloria, 2009).

Esta política de fomento al banano contribuyó a la formación de los primeros grandes predios privados sobre las abundantemente irrigadas tierras, ubicadas entre la Sierra Nevada de Santa Marta (SNSM) y la Ciénaga Grande de Santa Marta (CGSM)2. Posteriormente, las mencionadas familias y portentosas multinacionales bananeras entablaron relaciones de mutuo beneficio. La familia Dávila, por ejemplo, usó su influencia política en el Gobierno, orientada hacia la disminución de los aranceles para la exportación del fruto a favor de las multinacionales. A cambio de esto, recibió préstamos, contactos comerciales y asistencia técnica por parte de multinacionales como la inglesa Colombia Land y la norteamericana United Fruit Company (UFC) (Viloria, 2009).

Durante las siguientes tres décadas (1900 a 1929), esta asociación entre familias terratenientes y las multinacionales hizo de las planicies ubicadas entre la SNSM y la CGSM, comprendiendo lo que entonces era el extenso territorio de los municipios de Ciénaga, Aracataca y Fundación (subregión a la que nos referimos como la Zona Bananera Histórica), el epicentro de un creciente efecto de apropiación y concentración de tierras destinadas para el cultivo de banano3 (Viloria, 2009).

Según LeGrand (1983), la UFC consolidó, en esas primeras tres décadas, un total de 60 mil hectáreas de propiedades privadas; esto lo hizo en gran parte por medio de la adquisición de títulos sin linderos definidos, el otorgamiento por parte del Gobierno de más bonos sobre la tierra a las familias tradicionales y la demostración de derechos de herencia de parte de estas mismas familias que esgrimieron títulos de antepasados. Por su parte, Viloria señala que “un informe del Departamento de Baldíos del Magdalena detectó que en 1924 había en la Zona Bananera 35.400 hectáreas de baldíos pertenecientes a la Nación, de las cuales 32.900 habían sido adquiridas irregularmente por la UFC” (Viloria, 2009, p. 18).

Constituido como un verdadero enclave agrícola de la mano de la UFC, la Zona Bananera Histórica fue convertida en el más productivo campo de actividad agrícola de Colombia (Viloria de la Hoz, 2009). Las familias Campo Serrano, Díaz-Granados, Dávila, Goenaga, Riascos, Salcedo Ramón, Noguera, Vengoechea y A. Correa eran las beneficiarias directas de los créditos de la UFC. Algunos miembros de estas familias pagaban arriendos en las tierras de la UFC y, además, ocupaban altos cargos administrativos dentro de esta misma compañía (Meisel, 2004).

Para 1928, empresarios nacionales y extranjeros tenían cultivadas más de 31 mil hectáreas de banano, distribuidas en unas 380 haciendas (Viloria, 2009); esto significaba que la UFC había desplegado con evidente éxito un modelo monopólico de producción y exportación que determinó, igualmente, el ordenamiento territorial de la subregión: adecuó vías terrestres, amplió el ferrocarril desde Santa Marta hasta Fundación, amplió los puertos de embarque en Santa Marta y Ciénaga, distribuyó a su antojo los sistemas de irrigación de cultivos usando los ríos, acequias y canales provenientes de la SNSM, concentró la producción y comercialización del fruto usando su Gran Flota Blanca y llegó a administrar el uso del telégrafo, el matadero municipal y la fabricación de cemento y de hielo (Viloria, 2009).

Este modelo de producción y ordenamiento atrajo a campesinos de distintos lugares del Caribe, que llegaron a asentarse en la cabecera municipal de Ciénaga de tal manera que, durante este periodo, Ciénaga relegó a Santa Marta como la ciudad más importante del departamento. De esa manera, se fueron instalando comunidades campesinas no asalariadas alrededor de las plantaciones de banano que, a su vez, aprovechaban la cercanía del ferrocarril, extendiéndose a lo largo de su recorrido hasta Fundación. Dichas comunidades iniciaron vidas colectivas independientes, estableciendo caseríos y pueblos a lo largo de toda la Zona Bananera Histórica y el piedemonte de la SNSM y desarrollando cultivos de yuca, plátano, maíz, arroz, caña de azúcar y tabaco. Según Viloria (2009), durante estos años la producción de esto...

Índice

• Presentación
• Características del campesinado del Magdalena Grande
• Vida campesina en la Sierra Nevada de Santa Marta
• Vida campesina en La Guajira
• Vida campesina en el norte del Cesar
• Vida campesina en el sur del Cesar
• Vida campesina en el Centro y Sur del Magdalena
• Vida campesina en el Norte del Magdalena
• Campesinos urbanos en la ciudad de Santa Marta
• Vereda Altos de Don Jaca
• Conclusiones
• Referencias bibliográficas