Naufragios
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eBook - ePub

Descripción del libro

Álvar Núñez Cabeza de Vaca viajó por primera vez a América en 1527 con la desgraciada expedición de Panfilo de Narváez a la península de Florida, de la cual tardó diez años en volver tras haber protagonizado una increíble aventura, narrada en Naufragios. No obstante las penurias que había soportado regresó al Nuevo Mundo en 1540 como Adelantado del Río de la Plata; estuvo cinco años en el Paraguay, pero las intrigas locales pudieron más que su habilidad política y terminó de vuelta en España encadenado y procesado. Su segunda obra, Comentarios, es precisamente la versión que Alvar Núñez le dictó a Pedro Hernández, sobre todo lo sucedido durante la misión en el Paraguay. En 1551 se lo condenó al destierro en Oran, si bien posteriormente fue absuelto y rehabilitado. Alvar Núñez Cabeza de Vaca, el cronista descubridor de las cataratas del Iguazú, falleció en Valladolid en una fecha incierta entre 1556 y 1559.

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Información

Año
2013
ISBN del libro electrónico
9789500500036
Itinerario de Álvar Núñez Cabeza de Vaca en América del Norte

NAUFRAGIOS

ÁLVAR NÚÑEZ CABEZA DE VACA

Proemio 1

Sacra, Cesárea, Católica,
Majestad, 2

Entre cuantos príncipes sabemos haya habido en el mundo, ninguno pienso se podría hallar a quien con tan verdadera voluntad, con tan gran diligencia y deseo hayan procurado los hombres servir, como vemos que a Vuestra Majestad hacen hoy. 3 Bien claro se podrá aquí conocer, que esto no será sin gran causa y razón, ni son tan ciegos los hombres, que a ciegas y sin fundamento todos siguiesen este camino, pues vemos que no sólo los naturales a quien la fe y la subjeción obliga a hacer esto, mas aún los extraños trabajan por hacerle ventaja. 4 Mas ya que el deseo y voluntad de servir a todos en esto haga conformes, allende la ventaja que cada uno puede hacer, hay una muy gran diferencia no causada por culpa de ellos, sino solamente de la fortuna, 5 o más cierto sin culpa de nadie, mas por sola voluntad y juicio de Dios; donde nace que uno salga con más señalados servicios que pensó, y a otro le suceda todo tan al revés, que no pueda mostrar de su propósito más testigo que a su diligencia, y aun ésta queda a las veces tan encubierta que no puede volver por sí. De mí puedo decir que en la jornada que por mandado de Vuestra Majestad hice de Tierra Firme, 6 bien pensé que mis obras y servicios fueran tan claros y manifiestos como fueron los de mis antepasados 7 y que no tuviera yo necesidad de hablar para ser contado entre los que con entera fe y gran cuidado administran y tratan los cargos de Vuestra Majestad, y les hace merced. 8 Mas como ni mi consejo ni diligencia aprovecharon para que aquello a que éramos idos fuese ganado conforme al servicio de Vuestra Majestad, y por nuestros pecados permitiese Dios que de cuantas armadas a aquellas tierras han ido ninguna se viese en tan grandes peligros ni tuviese tan miserable y desastrado fin, no me quedó lugar para hacer más servicio de éste, que es traer a Vuestra Majestad relación 9 de lo que en diez años que por muchas y muy extrañas tierras que anduve perdido y en cueros, pudiese saber y ver, 10 así en el sitio de las tierras y provincias y distancias de ellas, como en los mantenimientos y animales que en ellas se crían, y las diversas costumbres de muchas y muy bárbaras naciones con quien conversé y viví, y todas las otras particularidades que pude alcanzar y conocer, que de ello en alguna manera Vuestra Majestad será servido: porque aunque la esperanza que de salir de entre ellos tuve siempre fue muy poca, el cuidado y diligencia siempre fue muy grande de tener particular memoria 111 de todo, para que si en algún tiempo Dios Nuestro Señor quisiese traerme a donde ahora estoy, pudiese dar testigo de mi voluntad, y servir a Vuestra Majestad. Como la relación de ello es aviso, a mi parecer, no liviano, para los que en su nombre fueren a conquistar aquellas tierras y juntamente traerlos a conocimiento de la verdadera fe y verdadero señor y servicio de Vuestra Majestad. Lo cual yo escribí con tanta certinidad 12, que aunque en ella se lean algunas cosas muy nuevas 13 y para algunos muy difíciles de creer, pueden sin duda creerlas: y creer por muy cierto, que antes soy en todo más corto que largo, 14 y bastará para esto haberlo yo ofrecido a Vuestra Majestad por tal. A la cual suplico la reciba en nombre de servicio, pues éste solo es el que un hombre que salió desnudo pudo sacar consigo. 15

Pies de página

1 Según la Retórica de Quintiliano, el proemio es: “la parte que está colocada antes de pasar al verdadero argumento que ha de tratarse” (Mortara Garavelli 1991: 70). En la retórica clásica, corresponde a la primera parte de un texto o exordio, que, por lo general, buscaba el aval del destinatario y exponía el plan de la obra y los motivos de su publicación. En la historiografía renacentista, el proemio afirmaba la verdad de la Historia, detallaba las fuentes documentales que sirvieron al autor para reconstruir los hechos (cuestión que no se ve reflejada en este proemio de Cabeza de Vaca) y, finalmente, con el tono de la falsa modestia, ofrecía una serie de disculpas anticipatorias respecto de las impericias del autor para escribir.
2 Álvar Núñez dedica este relato a Carlos I (1500-1558), rey de España de 1516 a 1556. En aquel entonces, el imperio español comprendía las comunidades de Castilla, Aragón, Navarra, islas Canarias, las Indias, Nápoles y Sicilia. Por haber sido hijo de Felipe el Hermoso y nieto de Maximiliano I de Austria, fue nombrado, además, emperador Carlos V del Sacro Imperio Romano-Germánico en 1520, título por el que heredó los Países Bajos y los territorios austríacos. Como nieto de los Reyes Católicos, Carlos fue educado para gobernar según los principios del catolicismo.
3 En la dedicatoria y en este primer párrafo, comienza la laudatio o panegírico al destinatario de la obra, el rey en este caso. La tradición del discurso de alabanza está muy presente en la Edad Media en la que había gran necesidad de poemas de alabanza y encomio a los grandes señores, así seglares como eclesiásticos (véase E. R. Curtius 1955: 226). El tópico de la laudatio, aquí, elogia al monarca como máxime merecedor de obediencia y vasallaje.
4 “Los naturales”: la expresión se refiere a los nacidos bajo la soberanía del rey español. En cambio, “los extraños” alude a los extranjeros y, probablemente, a los nuevos súbditos ganados en esta expedición de Álvar Núñez en América.
5 Las fuerzas motoras de la Historia para los hombres del siglo XVI eran la Providencia Divina, el propio carácter humano y la Fortuna (véase E. M. W. Tillyard 1984). Se pensaba que las influencias de las estrellas y de los planetas eran las responsables de las tiránicas decisiones de la Fortuna. En la literatura, era constante la imagen de la rueda que beneficiaba a algunos y perjudicaba a otros. Núñez se escudaba, en parte, detrás de la Fortuna como principal motivadora del fracaso de su expedición. Su mención en el proemio tiene la función de crear cierto clima de suspenso (Pastor 1983) y se articula con una serie de presagios “funestos” que se despliegan a lo largo del relato.
6 “Tierra Firme”, en general, designaba a las tierras diferenciadas de las insulares. Se pensaba en una tierra sin fronteras conocidas y con poblaciones sin relaciones hasta el momento con el “mundo conocido”. El concepto no tenía un valor totalmente equivalente de lo que hoy conocemos como tierra continental, de límites precisos, puesto que el mundo era, para los hombres del siglo XVI, un paraje no enteramente conocido. Por esto, el Diccionario de Autoridades definía “tierra firme” como “espacio de tierra no cercado de mar” (1739: 274-1), en donde es evidente el desconocimiento que se tenía de la gran cantidad de porciones de agua que conforman el planeta.
7 Aquí, el cronista alude principalmente a su abuelo paterno Pedro de Vera, quien tuvo un papel fundamental en la conquista de las islas Canarias (véase el Prólogo a esta edición).
8 Nótese que, desde el proemio, se subraya el papel principal que tuvo el narrador-personaje Cabeza de Vaca en los acontecimientos, lo que se contrapone con el tópico de la modestia afectada, recurrente en los proemios del género historiográfico.
9 La “relación” era una “narración o informe que se hacía de alguna cosa que había sucedido” (DAut 1737: 556-1). En el ámbito forense, remitía a un breve y sucinto relato –escrito u oral– presentado al juez sobre los hechos implicados en un proceso judicial. En el contexto de las crónicas de Indias, tenía el sentido de “relato/informe solicitado por la Corona”. De esta manera, la relación era tanto la narración de lo que se ha visto y vivido como la respuesta a un pedido oficial. Si bien las instrucciones reales no eran totalmente homogéneas, acostumbraban requerir un informe con los nombres de las poblaciones, el detalle de sus primeros conquistadores, las regiones en que hubiese metales preciosos, la cantidad de tributo que podrían pagar al Rey los indígenas conquistados, las tierras que podrían ser pobladas por españoles y el estado de la hacienda y la justicia ya impartidas por la Corona en esa región (Mignolo 1992: 70-72); véase también González Echevarría (1984). Por lo general, las relaciones no exigían un proemio, pero quizás Cabeza de Vaca debió incluir uno para propiciar, a pesar del fracaso de la armada de Pánfilo de Narváez en la que participó, la escucha benevolente del rey sobre los acontecimientos.
10 La escritura en los Naufragios se despliega a partir de la constatación y la confesión del fracaso de la conquista de los territorios que comprendían la Florida (primer objetivo de la armada). La oposición tópica que estructura el texto aquí es la disyunción entre las armas y las letras o, con otro nombre, la pluma y la espada, cuya antecesora es la de la fuerza y la sabiduría (Curtius 1955: 256-258), para la que los hechos grandiosos y heroicos son llevados a cabo por unos hombres, pero referidos por otros. Sobre la frase “no tuviera yo necesidad de hablar”, Silvia Molloy (1987: 427) interpreta que Núñez remite a esta tradición que considera que los grandes hechos suscitan la elocuencia de los historiadores. Así, por ejemplo, la crónica española El Victorial compuesta a principios del siglo XV por Gutierre Díez de Games aconsejaba: “El que a de aprender e usar arte de cavallería, non conviene desprender luengo tiempo en escuela de letras.” (1940: 64). El cronista Cabeza de Vaca, en cambio, se ve obligado él mismo a relatar lo que ha visto y vivido en tierras indígenas. Por esto, ofrece el texto como un servicio en sí mismo, útil para futuras conquistas o misiones evangelizadoras, y esta explicitación condiciona la lectura de toda esta crónica.
11 Memoria, aquí, puede significar tanto la “potencia del alma en la cual se conservan las especies de las cosas pasadas y por medio de ella nos acordamos de lo que hemos percibido por los sentidos”, como “libro, cuaderno, papel u otra cosa en que se apunta o anota alguna cosa para tenerla presente y que no se olvide: como escribir alguna Historia.” (DAut 1734: 537, 1-2). Para Margo Glantz (1993), la memoria es la que le sirve a Álvar Núñez, a lo largo de todo su trayecto entre los indios, para recordar siempre su origen civilizado y español-occidental. Una vez reintegrado a la civilización, la memoria le será útil para escribir su relación y presentarla como servicio al Rey.
12 Con la Modernidad y el Renacimiento, aparecen muy lentamente las obsesiones acerca de lo verdadero (la “certinidad”), el estilo del individuo y la jerarquización de lo visto y lo experimentado por el sujeto (Martin Jay 2007). El relato histórico del siglo XVI debía señalar y enfatizar la verdad de lo que narraba –como se observa en este proemio– para diferenciarse de los relatos fabulosos como los Libros de caballerías y los Libros de viajes maravillosos.
13 Lo novedoso solía estar vinculado con lo maravilloso. La mirabilia era el conjunto de las cosas admirables y sin explicación clara. Primaba el criterio de lo “curioso” en el que se aunaban el exotismo, a veces las grandes dimensiones o la abundancia y el atributo de belleza. Véase Jacques Le Goff (1984).
14 El recurso de la brevitas –presente en estas palabras del autor– rechaza la abundancia superflua de palabras o de episodios. En la Edad Media, era regla que todo buen poeta debía expresarse con pocas palabra...

Índice

  1. Prólogo, por Vanina M. Teglia
  2. Naufragios
  3. Anexos