
- Spanish
- ePUB (apto para móviles)
- Disponible en iOS y Android
eBook - ePub
Descripción del libro
Macedonio Fernández definió las condiciones para una poética de la novela en la Argentina y estableció en Museo de la novela de la Eterna las bases de una historia del género. Propone una relación directa con las grandes poéticas europeas del género y define ahí la especificidad de la tradición. No piensa en el referente ni en la localización sino en los usos (irreverentes) a que somete los procedimientos y las formas del género. Sencillamente inventa una historia nueva, funda el origen: escribe la primera novela buena y anula la tradición anterior. Con este acto que borra todo contexto se integra en la más típica de las tradiciones argentinas. Ricardo Piglia / Fragmento de Conversaciones imposibles con Macedonio Fernández.
Preguntas frecuentes
Sí, puedes cancelar tu suscripción en cualquier momento desde la pestaña Suscripción en los ajustes de tu cuenta en el sitio web de Perlego. La suscripción seguirá activa hasta que finalice el periodo de facturación actual. Descubre cómo cancelar tu suscripción.
Por el momento, todos los libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Perlego ofrece dos planes: Esencial y Avanzado
- Esencial es ideal para estudiantes y profesionales que disfrutan explorando una amplia variedad de materias. Accede a la Biblioteca Esencial con más de 800.000 títulos de confianza y best-sellers en negocios, crecimiento personal y humanidades. Incluye lectura ilimitada y voz estándar de lectura en voz alta.
- Avanzado: Perfecto para estudiantes avanzados e investigadores que necesitan acceso completo e ilimitado. Desbloquea más de 1,4 millones de libros en cientos de materias, incluidos títulos académicos y especializados. El plan Avanzado también incluye funciones avanzadas como Premium Read Aloud y Research Assistant.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
¡Sí! Puedes usar la app de Perlego tanto en dispositivos iOS como Android para leer en cualquier momento, en cualquier lugar, incluso sin conexión. Perfecto para desplazamientos o cuando estás en movimiento.
Ten en cuenta que no podemos dar soporte a dispositivos con iOS 13 o Android 7 o versiones anteriores. Aprende más sobre el uso de la app.
Ten en cuenta que no podemos dar soporte a dispositivos con iOS 13 o Android 7 o versiones anteriores. Aprende más sobre el uso de la app.
Sí, puedes acceder a Museo de la novela de la eterna de Macedonio Fernández en formato PDF o ePUB. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.
Información
Editorial
Ediciones CorregidorAño
2016ISBN del libro electrónico
9789500537896Prólogos
Lo que nace y lo que muere
Damos hoy a publicidad la última novela mala y la primera novela buena. 1 ¿Cuál será la mejor? Para que el lector no opte por la del género de su predilección desechando a la otra, hemos ordenado que la venta sea indivisible; ya que no hemos podido instituir la lectura obligatoria de ambas, nos queda al menos el consuelo de habérsenos ocurrido la compra irredimible de la que no se quiere comprar pero que no es desligable de la que se quiere: será Novela Obligatoria la Última novela mala o la primera buena, a gusto del Lector. Lo que de ningún modo ha de permitírsele para máximo ridículo nuestro, es tenerlas por igualmente buenas las dos y felicitarnos por tan completa “fortuna”.
La Novela Mala merece un homenaje; ahí va el mío. No se dirá así que no sé hacer cosas mal; que, limitado de talento, no me alcanzó para uno de los dos géneros de la novela, el de mala; el mismo día muestro el pleno de mis capacidades. Es cierto que he corrido el riesgo de confundir alguna vez lo malo que debí pensar para Adriana Buenos Aires con lo bueno que no acaba de ocurrírseme para Novela de la Eterna; pero es cuestión de que el lector colabore y las desconfunda. A veces me encontré perplejo, cuando el viento hizo volar los manuscritos, porque sabréis que escribía por día una página de cada, y no sabía tal página a cuál correspondía; nada me auxiliaba porque la numeración era la misma, igual la calidad de ideas, papel y tinta, ya que me había esforzado por ser igualmente inteligente en una y otra para que mis mellizas no animaranquerella. ¡Lo que sufrí cuando no sabía si una página brillante pertenecía a la última novela mala o a la primera buena!
Hágase cargo el lector de mi desasosiego y confíe en mi promesa de una próxima novela malabuena, primerúltima en su género, en la que se aliará lo óptimo de lo malo de Adriana Buenos Aires con lo óptimo de lo bueno de Novela de la Eterna, y en que recogeré la experiencia ganada en mis esfuerzos por probarme que algo bueno era malo, o viceversa, porque lo necesitaba para concluir un capitulo de una u otra...
Pies de página
1 Así se anuncia ya en Papeles de Recienvenido y Continuación de la Nada (1944). Como se dijo en la Advertencia a Adriana Buenos Aires, con su publicación se restaura el plan original, pues aunque no de venta conjunto- obligatoria, la aparición ha resultado prácticamente contemporánea. (N. del E.)
Prólogo a la eternidad
Todo se ha escrito, todo se ha dicho, todo se ha hecho, oyó Dios que le decían y aún no había creado el mundo, todavía no había nada. También eso ya me lo han dicho, repuso quizá desde la vieja, hendida Nada. Y comenzó.
Una frase de música del pueblo me cantó una rumana y luego la he hallado diez veces en distintas obras y autores de los últimos cuatrocientos años. Es indudable que las cosas no comienzan; o no comienzan cuando se las inventa. O el mundo fue inventado antiguo.
Perspectiva
No hay peor cosa que el frangollo, si no es la fácil perfección de la solemnidad. Éste será un libro de eminente frangollo, es decir de la máxima descortesía en que puede incurrirse con un lector, salvo otra descortesía mayor aún, tan usada: la del libro vacío y perfecto.
He hecho lo que pude para que en el zurcido de múltiples pasajes de mi prosa novelística, que arrastra consigo infatigables remiendos de revisación, no se adviertan costuras; y me hago un mérito confesar lo que nadie descubriría, porque si algún libro costó trabajo fue éste, y yo creo que todo el arte es labor y muy ardua.
Pero sé que me aguarda una personalísima inmortalidad compensatoria: Pasarán las generaciones de lectores de vidriera y nadie comprará.
Ésta será la novela que más veces habrá sido arrojada con violencia al suelo, y otras tantas recogida con avidez. ¿Qué otro autor podría gloriarse de ello?
Novela cuyas incoherencias de relato están zurcidas con cortes transversales que muestran lo que a cada instante hacen todos los personajes de la novela.
Novela de lectura de irritación: la que como ninguna habrá irritado al lector por sus promesas y su metódica de inconclusiones e incompatibilidades; y novela empero que hará fracasar el reflejo de evasión a su lectura, pues producirá un interesamiento en el ánimo del lector que lo dejará aliado a su destino –que de muchos amigos está necesitado.
En fin, tuve una rabia de tres días por la última organización y revisación del desorden de esta novela; felizmente uso puño postizo y había guardado todos los usados desde que comencé a pensarla; aproximadamente mil contenían todos los apuntes, además de mil veces una docena de libretitas y blocs y hojas sueltas; lo eché todo en un rincón de mi aposento y me tiré al suelo tres días desde que salía de la cama: rabiaba y lloraba, y chillaba como cien veces: Última vez que escribo para publicar.
Si la Eterna me hubiera visto, hubiera reído tanto que arriesgaría enfermar porque es malo reír y no querer reír y ésa es su risa ante el Rezongar. Nunca lo comprendió al Rezongo ¡qué criatura desesperante! y yo lo aprecio tanto y me es tan esencial que le he comprado una costosa y ornamentadísima boquillita de vinagrol, materia que he encargado se descubra y solidifique para boquillas de fumar rezongos. El rasgo que supremamente levanta en ella el borbotón mortal de la Risa es ese rezongo más típico en el varón. “¡Pataditas en el suelo!” exclama, y no puede refrenarse de atizarlo. Alguien estuvo a punto de morir, ahogado de furor, por el arte y paciencia con que en una larga conversación telefónica, buscada por ella y que comienza con palabritas de alivio y condolencia, lo lleva a la última desesperación del ridículo haciéndole sentir que ha caído en algún notable exceso de pataditas en el suelo.
Este misterio de la Eterna que sólo yo conozco es: que halla más bondad en el sentimiento del hombre que en el alma de la mujer, y quisiera corregir aquel defecto del carácter del varón. Dos son pues los Misterios de la Eterna: genial en darse a toda dicha ajena; genial en la percepción del Ridículo hasta enfermar ella y los otros, por su propia Risa. Por eso ella es Misterio, que nunca conocí.
Luego:
Todo el dolor de lo humano, sin precisión de que padre e hijo se enamoren de la misma, sin que hermano y hermana se deseen, sin el parentesco, o la aberración, o la ceguera, o la locura, haciendo la Tragedia, y
Toda la dicha de lo humano sin casamiento del millonario con la obrera, sin necesidad de que para que un matrimonio sea feliz deba la mujer ser fea y el marido ciego; sin poderíos ni glorias, por la sola certeza de la Pasión.
Prólogo a mi persona de autor
El mayor peligro que se corre publicando a esta altura de la vida una novela, es que se nos ignore la edad; la mía es de 73, y espero que esto me evitará un prospectivo juicio como: “Para ser la primera novela buena, no está del todo mal; y siendo la primera novela del autor, le auguramos un halagüeño porvenir si persevera con firme voluntad y disciplina en sus inauguraciones estéticas. De todos modos, esperamos sus futuras obras para cerrar nuestro juicio definitivo”. Con tal postergación, me quedo sin posteridad. Y esto sería prematuro. No a cualquier edad es sentador que el crítico nos acuerde la postergación de juicio que se concede para noveles y gaste confianza en nuestro porvenir.
Además, yo había proyectado que esta novela se publicara después de los 22 años en que se sabe que se habrá agotado totalmente el petróleo terrestre, porque una adivina me garantizó que estaba dispuesto en la providencia del mundo que simultáneamente se agotara la provisión de bostezos de lector con que se cuenta al presente. Pero la Corporación Universal de Lectores se ha comprometido a vengarse de cierto escritor reservando para él –que anuncia próxima obra– todos los muy abundantes de que disponía para mi no menos anunciada obra. Para que vean ustedes lo que es la buena suerte de un escritor. ¿Quién no se lanza alegremente a la publicidad con esta garantía con que nadie contó hasta hoy?
También, oh, me es simpático, desde que soy autor, ese señor que dijo: “Yo he leído todos los libros”. Cuento con él muy oportunamente, pues es triste el epígrafe de La Razón: “Sobre la imposibilidad de leer todo lo que se escribe”. Apresuro mi libro a que salga antes de comenzar esa enojosa imposibilidad.
Andando
Célebre novela en prensa, tantas veces prometida que la vez que sale, el autor no le ha jugado un boleto.
Nadie muere en ella –aunque ella es mortal– pues ha comprendido que, gente de fantasía los personajes, perece toda junta al concluir el relato: es de fácil exterminación. Tarea innecesaria que se toman los autores, con peligro de olvidos y de repetirle la muerte a alguno, de dar aquí y allá expiración a cada protagonista, como anda el sacristán apagando luces hacia el fin de la misa, por no dejar al pez vivo sin agua, al “personaje” sin novela.
Y más, que tengo seguridad que nadie vivo se ha entrado a la narrativa, pues personajes con fisiología, además de muy estorbados de cansancios e indisposiciones –por lo que no se ve a protagonistas enfermarse y retirarse en cura, sino sólo representar enfermase como parte de su trabajo y continuar figuración activa de enfermos y moribundos– son de estética realista y nuestra estética es la inventiva.
Obra de imaginación que no cabe de sucesos –con peligro de estallar la encuadernación– y tan precipitados que ya han empezado en el título para que quepan y tengan tiempo; el lector llega tarde si viene pasada la tapa.
Novela en que todo se sabe o al menos se ha averiguado mucho, para que ningún personaje tenga que mostrar a la vista del público que no sabe lo que le sucede, que el autor ignora lo que le sucede o lo mantiene a aquél en la ignorancia por falta de confianza. No se ve a nuestros protagonistas exclamar: ¿qué es esto, Santo Dios? ¿qué pensar? ¿qué hacer ahora? ¿cuándo cesará este sufrimiento? El lector no sabe qué contestar, no acierta mortificado, y sólo se notifica.
Es lo que tiene que pasarle a autores:
1) Que no han prometido lo bastante su novela.
2) Que no saben redactar “lo indecible” con frase “inefable”.
3) Que siguen creyendo que las sonatas, los cuadros, los versos, las novelas, necesitan título.
Novela en que la Imposibilidad, de situaciones y caracteres, que es el criterio para clasificar algo como artístico sin complicación de Historia, ni Fisiología, se ha cuidado tanto, que nadie, ningún conocedor cotidiano de imposibles, ninguno a quien le sean familiares, podrá desmentir la constante fantasía de nuestro relato alegando que hechos o personajes los tienen vistos enfrente o a la vuelta.
Mejor sería aún que hubiéramos efectivado “la novela salida a la calle” que yo proponía a amigos artistas. Habríamos menudeado imposibles por la ciudad.
El público miraría nuestros “jirones de arte”, escenas de novela ejecutándose en las calles, entreverándose a “Jirones de vida”, en veredas, puertas, domicilios, bares, y creería ver “vida”; el público soñaría al par que la novela pero al revés: para ésta su vigilia es su fantasía; su ensueño la ejecución externa de sus escenas. Pero necesitaríamos otra teoría a más de la que venimos sosteniendo de la Imposibilidad como criterio del Arte.
Novela cuya existencia fue novelesca por tanto anuncia, promesa y desistimiento de ella, y será novelesco un lector que la entienda. Tal lector se hará célebre, con la calificación de lector fantástico. Será muy leído, por todos los públicos de lectores, este lector mío.
El autor también habla
A veces preocupado me pregunto cómo podría ser olvidable esta novela sublime y difícil –ahora para el lector, antes para mí– si ha de contenerse en ella un General con susto que titubeante por los escalones a oscuras del subterráneo de la Casa de la Novela guiado por la Eterna pone con sus temblores a la Eterna en el caso de decirle: —Pero, general, tómese de mi pollera y camine seguro que no lo voy a descarriar.
Y también se leerá cómo ocurrió que la Eterna, en un día sin viento de Buenos Aires, despachó a cruzar toda la ciudad a un mensajero con un brazo entablillado y una mano paralítica que llevaba apresada en una contracción de los dedos una vela encendida que transportó hasta quemarse porque nadie se brindó a soplarla y el mensajero no tenía aliento para hacerlo porque era personaje de la presente novela y había quedado exánime por los “esfuerzos” de personaje que imperiosamente le exigían la dignidad y gloria de figuración en novela tan indudablemente sublime. Hecho cenizas heroicas quedó en un relicario el mensajero, pero no porque el porteño no sea el más benévolo y apiadado de los hombres sino porque tanto catedrático, tanto escritor, tanto periodista, tanto político, capitalistas, comunistas, nuevas y viejas religiones, penicilinistas, tienen a los porteños tan llenos de prometimientos y faltos de realidades y sinceridades ¡que desconfiaron del mensajero! ¡que desconfiaron de la Eterna! y al mensajero más enternecedor que jamás hubo le mezquinaron el mínimo que es un soplo de ayuda.
Y también se sabrá que di vida a la inexistencia de Deunamor, 1 como la Posteridad ha dado vida a inexistencias ilustres como autores haciéndolos de la nada para la gloria. Otra inexistencia a la que se ha dado vida por óperas, novelas, poemas, es: el amor no correspondido, suceso que nunca ha ocurrido (siendo verdadero amor). Innumerables cosas que no existen se han inventado: hay todo otro mundo de inexistencias (la subconciencia, el deber, la cenestesia, mucho “Dios” de las “religiones”); déjeseme tener una sola inexistencia en mi novela: El No-Existente-Caballero; es dotar a una obra de arte del personaje necesario para que los otros ostenten su existencia; el único no-existente personaje, funciona por contraste como vitalizador de los demás.
Y Deunamor acepta, mientras le dure, poner a disposición de nuestra novela el total de su no-existencia, sin temer arriesgarla al ingresar en el “ser del arte”; éste lo enamora menos que su no-existencia y a ésta prefiere la “altruiexistencia”: la existencia en otros, es decir el amor; a lo único que no se arriesgaría es al vivir por vivir o con cumpleaños, una larga existencia, el longevismo.
Pretendo, con tan ricos elementos, hacer la primera “novela”, no del día en que aparezca, por la mañana, que en esto todas tuvieron su minuto de primeras; me he retardado demasiado en Literatura; me urge madrugar, pues para algo se apura el demorado: para llegar adonde no sea tarde y yo he visto que no es tarde en el género “novela”: lo empezará ...
Índice
- PRÓLOGOS