Operación ser humano
eBook - ePub

Operación ser humano

Un nuevo comienzo con la cruz y el bisturí

  1. 128 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

Operación ser humano

Un nuevo comienzo con la cruz y el bisturí

Descripción del libro

El objetivo de la cirugía reparadora es la reconstrucción de la estructura y la función corporales, alteradas por accidentes, tumores o malformaciones. Sin embargo, un aspecto exterior reconstituido quirúrgicamente no implica en absoluto haber restablecido al ser humano en su totalidad. La experiencia diaria en el tratamiento de personas que acuden en busca de atención médica muestra que no solo el cuerpo sino también el espíritu necesitan ser sanados. Hoy en día, tal vez no haya otra dimensión del ser humano tan descuidada como las necesidades espirituales. Desatender esta área conlleva serias consecuencias. El deseo del autor es volver a centrar la atención en este importante aspecto.

Preguntas frecuentes

Sí, puedes cancelar tu suscripción en cualquier momento desde la pestaña Suscripción en los ajustes de tu cuenta en el sitio web de Perlego. La suscripción seguirá activa hasta que finalice el periodo de facturación actual. Descubre cómo cancelar tu suscripción.
Por el momento, todos los libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Perlego ofrece dos planes: Esencial y Avanzado
  • Esencial es ideal para estudiantes y profesionales que disfrutan explorando una amplia variedad de materias. Accede a la Biblioteca Esencial con más de 800.000 títulos de confianza y best-sellers en negocios, crecimiento personal y humanidades. Incluye lectura ilimitada y voz estándar de lectura en voz alta.
  • Avanzado: Perfecto para estudiantes avanzados e investigadores que necesitan acceso completo e ilimitado. Desbloquea más de 1,4 millones de libros en cientos de materias, incluidos títulos académicos y especializados. El plan Avanzado también incluye funciones avanzadas como Premium Read Aloud y Research Assistant.
Ambos planes están disponibles con ciclos de facturación mensual, cada cuatro meses o anual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
¡Sí! Puedes usar la app de Perlego tanto en dispositivos iOS como Android para leer en cualquier momento, en cualquier lugar, incluso sin conexión. Perfecto para desplazamientos o cuando estás en movimiento.
Ten en cuenta que no podemos dar soporte a dispositivos con iOS 13 o Android 7 o versiones anteriores. Aprende más sobre el uso de la app.
Sí, puedes acceder a Operación ser humano de Ariel E. Noltze en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Teología y religión y Biografías de ciencias sociales. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Año
2021
ISBN del libro electrónico
9789877983906

Capítulo 1

A) De pronto aparece el dolor

“El hombre inquieto de nuestros días durante el día no tiene tiempo para preocuparse, y a la noche está demasiado cansado para hacerlo. Finalmente acaba considerando felicidad a este estado de cosas” (George Bernard Shaw - Poeta).
Ni siquiera podía decirse con seguridad cuándo había aparecido por primera vez. Súbitamente se había hecho presente aquel pequeño dolor, para volver a desaparecer enseguida. Recién más tarde, al volver a presentarse, había sido posible detectar exactamente de dónde surgía. ¿O quizás había sido aquel extraño relieve percibido en el pulpejo de los dedos, al deslizarlos casualmente por la piel? En ese sitio parecía haber algo que no debía estar allí; por lo menos, no había estado allí antes. Qué rara esa dureza; además, sin poder recordar haberse golpeado... De esta o de una forma similar ha comenzado en más de un paciente el dramático historial de una enfermedad.
Pero posiblemente, también haya sido todo totalmente diferente. En una de esas, no se haya presentado dolor alguno. Absorto en los quehaceres de la rutina diaria, no se había dado el momento para reparar en aquella sensación extraña. Pero esta se había inmiscuido, molesta, insidiosa y sin miramientos. De un leve malestar había pasado a ser un angustioso presentimiento. Algo no estaba en orden. Era obvio que algo estaba sucediendo en el cuerpo, y de seguro que no era algo bueno. Nada de lo que quedaba pendiente en la apretada agenda del día parecía ya de importancia. Ahora solo importaba una cosa: ver lo antes posible a un médico.
El cuerpo había decidido captar la atención de una forma desacostumbrada. Había algo haciéndose presente; por lo pronto, tenuemente. Allí se percibía un mensaje de nuestro organismo por parte del gran desconocido. ¡Qué caradurez! Hasta el momento, la distribución de los roles había sido clara. Uno era el jefe: daba la pauta de cómo debían hacerse las cosas, y al cuerpo le tocaba arreglárselas como pudiera. Pocas horas de sueño, demasiado alcohol, cigarrillos, casi siempre la comida equivocada; que se las arregle. ¿Demasiado trabajo, estrés constante, pensamientos negativos? A aguantárselas y mantener el rendimiento. Y, en realidad, siempre había funcionado. Por lo menos, hasta ahora...
Bueno, seamos sinceros: hacía mucho que teníamos un mal presentimiento. De alguna manera, sabíamos que no podía seguir siempre así. Pero ese tipo de pensamientos molestos se lograban reprimir fácilmente. En principio, sabíamos que estábamos abusando de las reservas del organismo. Pero que las reservas se fueran a agotar tan rápidamente, ¡eso sí que era un giro inesperado!
Ir a una consulta médica es todo un tema. En realidad, solo van a ver al médico los enfermos, los ancianos o los miedosos, quienes, al menor problemita, están temiendo lo peor. Sea como fuere, para gente con empuje existen reuniones, citas, proyectos; pero... ¿turnos con médicos?
Lo principal era colocar las prioridades correctas: primero avanzar profesionalmente, después ganar dinero y, más tarde, tal vez retirarse antes de la vida laboral, para tener mucho tiempo de relax y así recuperarse del estrés vivido. En otras palabras: primero estrujarse hasta el máximo por algunos años, y posteriormente disfrutar a las anchas todo lo logrado.
Pero, no siempre las cosas se dan como las hemos soñado. El itinerario estaba fijado, todo parecía estar bajo control... casi todo. De pronto, en plena carrera, nos muestran la tarjeta amarilla; a veces, incluso la tarjeta roja. Recién entonces comenzamos a caer en la cuenta: tengo un problema. Y por más que esta conclusión sea muy desagradable para quien concierne, ya que desencadena gran preocupación, no deja de ser sumamente importante. Nos lleva a estar dispuestos a buscar ayuda competente. Cuanto antes un paciente se dé cuenta y acepte que tiene un problema, tanto mejores serán las chances para un éxito terapéutico. Por tanto, al comienzo de toda solución se encuentra el paso de asumir con sinceridad: “¡Tengo un problema!”

B) Realmente tengo un problema

“No hay justo, ni aun uno” (Romanos 3:10).
El asunto de la salud espiritual es muy similar al de la salud física. Es muy raro que alguien se tome en serio el ocuparse de ella, a menos que de verdad asuma que tiene un problema en esta área. Tal vez usted se pregunte: “¿Cómo sé si tengo un problema con eso?” ¡Sepa que de seguro tiene problemas de salud espiritual! No quiero atropellarlo con esta afirmación, de modo que le pido que me permita concluir el pensamiento antes de que se sienta agredido. ¡Para mí también es un problema! Sí, en realidad todo ser humano tiene un problema con esto. Puede que algunos lo reconozcan, quizás otros no. También los hay quienes no saben que una parte importante de su vida se está atrofiando. Tarde o temprano uno se percata de las consecuencias; sin embargo, muchas veces sin sospechar en absoluto de la posible causa. Y aun quienes en el transcurso del tiempo llegan a captar los motivos, muchas veces carecen del coraje para hacer algo al respecto. Sin duda, los casos más tristes son los de esas personas que son demasiado orgullosas como para siquiera reconocer que tienen un problema.
De todos modos se impone la pregunta: ¿Por qué puede afirmarse que toda persona tiene problemas con la faceta espiritual de su vida? Es una pregunta justificada y quisiera responderla en el próximo capítulo. Pero, permítame abocarme antes a otra pregunta: ¿Cómo se percibe que la salud espiritual está afectada? O, dicho de otra manera: ¿qué indicadores existen para constatar que esta área tiene un problema? Dos aspectos nos dan respuestas. Uno es subjetivo y es percibido de manera diferente por cada persona; el otro es objetivo y totalmente independiente de nuestra manera de sentir y ver las cosas. Intentemos abordar el primer aspecto.
¿Cuánto hace que por última vez pudo sentirse absolutamente liberado interiormente, por un período prolongado? ¿Conoce la sensación insatisfactoria que produce el hecho de pasar, después de cada etapa eufórica, por un período aún más prolongado de vacío interior? ¿También añora, a veces, un cambio realmente profundo y renovador? Si esto es así, es un indicador de un desfasaje más profundo. Pero, no se preocupe, está en buena compañía. Incontables personas son incapaces de deshacerse de la sensación de estar existiendo, más bien que viviendo. Sienten que están permanentemente tapando agujeros o remando frenéticamente sin poder avanzar. Su vida se parece a una pared rajada y llena de manchas de humedad a la que se la vuelve a revocar y pintar vez tras vez, a la que se arregla y decora interminables veces, solo para volver a resquebrajarse al poco tiempo por todas partes. Un olor desagradable, manchas de humedad y hongos avanzarán implacablemente mientras no se encare el problema subyacente y se restaure a fondo la pared. ¿Podrá ser que su vida también precise de una restauración general, con el fin de permitir que todos sus esfuerzos por desarrollar su personalidad sean coronados de éxito?
El desasosiego del corazón es un indicador fidedigno de un alma descuidada. Cuando todo lo vivido, todo lo alcanzado y todo lo adquirido nunca alcanzan para proveer paz interior y contentamiento, se tiene un indicio certero de una carencia más profunda. Quien lo tiene todo y de todos modos se siente vacío, sin dudas que tiene un problema. Su vida es como un recipiente con un agujero. Tal vez, al barril de sus necesidades le falte toda una tabla, resultando en un literal barril sin fondo. Únicamente el colocar la pieza faltante podría solucionar el problema y allanar el camino a una vida de plenitud.
Existe un segundo aspecto que nos permite detectar si en nuestro actual estilo de vida se esconde un problema. Debería ser un ente externo el que realice una evaluación del estado actual de nuestra vida. Un análisis de este tipo debería basarse en los conocimientos y la capacidad de un perito en la temática. Sin duda alguna es Dios, nuestro creador, aquel experto en cuestiones de fe; él podrá dar, con toda seguridad, las respuestas correctas a nuestras preguntas.
Dios nunca dio el menor lugar a las dudas de que todos –cada uno en forma individual y la humanidad en su totalidad– tengan un tremendo problema. No se trata de algo que afecte al hombre meramente de pasada. Va mucho más allá. Afecta su manera de pensar, de sentir, de hablar, de actuar; en definitiva, todo su ser. Es el factor decisivo capaz de poner en riesgo su completa existencia. ¿En qué consiste este problema? Acompáñeme en la búsqueda de una respuesta en los próximos capítulos.

Capítulo 2

A) Pase por el consultorio número uno

“En toda patología es pertinente tratar dos elementos: la enfermedad y el enfermo” (Ernst von Leyden - Médico).
No deja de ser una interesante metamorfosis la que sucede cuando un ser humano “normal” de pronto se transforma en “paciente”. La mayoría de nosotros conocemos ese aprensivo sentimiento que se instala en cuanto abandonamos el bullicio de la calle y entramos en una sala de espera. Nos espera un mundo al cual no estamos acostumbrados, lleno de impresiones inquietantes. Quien se allega hasta ahí, probablemente tiene un problema; por lo menos, hasta que se demuestre lo contrario. Uno toma conciencia de su situación, se vuelve vulnerable y, de alguna manera, se siente entregado y desvalido. Sin embargo, es justamente en esta entrega que radica el excepcional potencial de acceder a la ayuda profesional. Abrirse uno mismo, su cuerpo y sus secretos más íntimos, a otra persona no siempre resulta fácil, pero es precisamente en este desnudarse literal y figurado que radica la gran oportunidad de revertir la situación actual.
El paciente conoce sus síntomas pero, por lo general, no su enfermedad. Y busca una solución rápida y efectiva. Pero más de un vez sus expectativas de que ya en la primera consulta se comience con una terapia no se cumplen. No siempre puede abordarse el problema inmediatamente. Se necesita un relevamiento de la situación, recabar datos importantes. Por lo pronto para el especialista se impone una simple pregunta, y no es la cuestión de cómo solucionar las molestias. Al principio la pregunta básica es: ¿Cuál es el problema? Para responderla, debe hallar el denominador común de las molestias referidas por el paciente.
A veces, la resolución de ese enigma puede resultar complicada. Claro, sin duda que existen cuadros clínicos con síntomas típicos inconfundibles. En algunos casos, esto puede llevar, incluso, a que el paciente acuda al médico sabiendo su diagnóstico. Esto se ha hecho aún más frecuente en los últimos años, debido a la gran oferta de información en Internet y libros concernientes a temas de salud. Y la verdad es que está muy bien que así sea.
Sin embargo, en muchos casos el médico debe comenzar una minuciosa búsqueda, que por poco resulta detectivesca. Al rastrear a los “sospechosos” debe guiarse por indicios, los cuales procura encontrar con diversos métodos. Solo una sólida formación teórica y la práctica de muchos años de ejercicio de la profesión es capaz de afinar esta percepción sutil. Por eso, un colega mayor siempre es de valor incalculable para un médico; alguien de experiencia para discutir los casos clínicos. Con cada paciente tratado en el transcurso de los años se va formando el criterio para detectar los indicios realmente importantes. La experiencia no puede aprenderse, se acopia con el tiempo. De ahí que sea tan importante encontrar al médico indicado; es el primer paso hacia la curación.
Pero, todo esto no sirve de mucho si el paciente no habla abiertamente, sincerándose acerca de su situación. Porque, lamentablemente, muchas veces no se le confiesa al médico toda la verdad en la primera entrevista. Ciertos aspectos son ocultados, mejorados o negados. ¿Por qué? Porque en nuestra sociedad se ha impuesto la costumbre de usar la mentira y la verdad como medios para alcanzar un fin determinado. Se dice lo que conviene, y al resto se lo adapta hasta que encaje con la imagen que desea darse. Otras veces, la persona simplemente se olvida de mencionar algún dato importante, o sencillamente no lo cree importante y, por ende, no lo menciona.
De la futura relación médico-paciente podrán esperarse resultados únicamente si se dan dos condiciones: Que haya capacidad para tratar la enfermedad, por parte del profesional, y disposición a dejarse guiar, por parte del paciente.

B) Dios siempre tiene su agenda abierta

“Invócame en el día de la angustia; te libraré y tú me honrarás” (Salmo 50:15).
Hasta aquí llegamos. Nos encontramos parados frente a la puerta con el cartel: “Dr. Dios –Especialista en restauración espiritual”. Usted aún no se ha aventurado a dar ningún pasito mental alejándose de sus parámetros de pensamiento habituales. Usted tiene un problema; tal vez ya lo haya asumido. Cuando en breves instantes lo hagan pasar, va a comenzar un proceso fascinante. Usted va a otorgar a Dios la tarea de encontrar la manera de convertir la vida mediocre que ha llevado hasta el momento en algo muy especial. Él va a evaluar los síntomas, esclarecer su origen y proponer una terapia adecuada. ¿Tendrá el coraje de tomar asiento en la sala de espera, o se escabullirá nuevamente rumbo a la calle?
Por lo visto, sigue leyendo, así que, tomemos asiento y aprovechemos el tiempo. ¿Qué va a decirle? ¿Cuáles son las principales molestias de las que desea ser liberado? Esperemos que el Dr. Dios realmente pueda ayudar. Qué bueno sería si se tomara el tiempo para explicar las cosas y usted no saliera apabullado por infinidad de términos médicos difícilmente comprensibles. Bueno, pero tengamos un poco de paciencia; al fin y al cabo, ahora no queda más que esperar.
Al avanzar en la lectura, usted seguramente habrá notado que algunas cosas respecto de Dios sencillamente las hemos postulado como dadas, como sabidas. Si usted también es creyente, se supone que no debería tener problemas con ello. Si por el contrario es agnóstico, ateo, cristiano decepcionado o miembro de una religión no cristiana, podría chocarle un poco. Usted podría exigir que cada postulado acerca de Dios fuera demostrado, o que la fe fuera comprobada científicamente. Pero absolutamente nada de aquello en lo que consta la fe es ciencia, ni puede corroborarse mediante sus métodos. La única manera de chequear si la influencia de Dios es esa pieza que le está faltando a su vida, consiste en ponerlo a prueba. Hacer un intento será más efectivo que filosofar al respecto. Coloque la pieza en el rompecabezas, dé un paso atrás y observe el cuadro. Si por fin está completo, ¡no la cambie nunca más! Si el cuadro no le cierra, todavía puede descartarlo; dicho sea de paso, en tal caso, juntamente con este libro.
Dios está presente. Lo estuvo en la Creación, lo estuvo en la cruz y sigue estando presente hoy. Él fue el responsable de la fabulosa labor de investigación en Anatomía y Fisiología que culminó en la creación del ser humano. Aprobó en la cruz del calvario el examen de cirugía reparadora más duro de la historia. Su clínica está abierta al público las 24 horas del día. Este médico maravilloso continúa atendiendo consultas día y noche, y está dispuesto a atenderlo también a usted.
¿Ha pasado por experiencias cuyo efecto aplastante no son capaces de comprender los demás? ¿Usted se ve confrontado con problemas tan complejos que ni siquiera es capaz de explicárselos bien a alguien? ¿Necesita con urgencia soluciones que merezcan ese nombre? Entonces, este médico es el especialista indicado; su especialidad es solucionar problemas insuperables. Él dispone de la receta que su vida necesita para volver a ser digna de ser vivida. Y esto ciertamente vale para cada uno de nosotros. Él desarrolló la fórmula para quitar del camino el mayor problema del ser humano: la separación de su Creador. Vio la miseria del ser humano y no se apartó. Envió a su hijo, Jesucristo, para que nos abriera un camino de escape de la desesperanza total. Jesús es mucho más que simplemente una forma de dividir la historia para contar los años; mucho más que un evento histórico; mucho más que un líder religioso o un reformador. Su mensaje trasciende aquello a lo que la tradición y la historia eclesiástica lo fueron reduciendo. Jesucristo es la oferta de Dios a la humanidad hecha carne. Es la esencia misma de una segunda oportunidad para usted y para mí. Es Dios hecho hombre, en busca de hombres y mujeres que comprendan que su oferta no es solo una oportunidad más sino, más bien, la única oportunidad para quien quiere optar por la vida.
Muchas personas tienen grandes prejuicios respecto de la fe; y tienen sus buenos motivos. ¿Creeríamos en un producto para bajar de peso si muchos de los promotores y gran parte de los usuarios fueran obesos? ¡Seguro que no! No prestaríamos la más mínima atención a un producto tal; ni qué hablar de planear adquirirlo. Del mismo modo los cristianos y las instituciones cristianas se han encargado, a lo largo de los siglos, de negar con sus hechos el mensaje que proclamaban de palabra. Hoy en día también nos encontramos con muchas cosas que, pese a llevar el rótulo de cristianas, revelan, ante un análisis crítico, no tener nada que ver con el pensamiento cristiano o incluso contradecir los principios bíblicos.
Si opina que alguien no es necesariamente una persona mejor por el solo hecho de llamarse cristiano, le doy toda la razón. ¡Ha hecho una observación correcta! Pero, deducir de ello que la verdad bíblica no posee el poder de transformar una vida sería equivocado. La fuerza transformadora del evangelio se manifiesta en muchísimas personas; no solamente hoy en día, también lo hizo a través de los siglos. ¿Qué tenían en común esas personas?
Para ellos, el evangelio no era una mera teoría que mantenían en alto: era una persona en la que creían. La pregunta decisiva no es: “¿Qué crees?” sino: “¿En quién crees?” La gran oportunidad no radica en una doctrina sino en una persona. La chance de acceder a una vida en la cual la calidad de vida no se mide en bienes, cantidades y opiniones sino en intensidad, estabilidad y perspectiva, esta chance tiene un nombre: Jesucristo.
¿Le gustaría saber por qué eso es así? Bueno, entonces deberá leer los próximos capítulos; ahora la enfermera lo está llamando a pasar al consultorio número uno.

Capítulo 3

A) Necesitamos hacer algunos estudios

“Salud es la sumatoria de todas las enfermedades que uno no tiene” (Gerhard Uhlenbruck - Biólogo).
La puerta se abre; un fuerte y cálido apretón de manos.
Así que este es el doctor...
Las molestias, es decir, los síntomas de la enfermedad, son rápidamente enumerados por el paciente. Un minucioso interrogatorio casi siempre saca a relucir otros detalles que el enfermo hasta el momento no había creído relacionados con la enfermedad. Un cuidadoso examen físico aporta nuevos elementos de juicio para el diagnóstico. Sin embargo, más de una vez todo esto no esclarece definitivamente cuál es el desencadenante real del problema. Además, frecuentemente no queda en claro cuánto ha avanzado la enfermedad. De allí que en la mayoría de los casos haya que indicar algunos estudios complementarios. Hoy en día, la medicina dispone de una gran cantidad de diferentes métodos de diagnóstico. Sin duda, el diagnóstico por imágenes es uno de los más importantes. El caso debe llegar a ser, en el mejor sentido de la palabra, totalmente transparente para el facultativo. Todo debe salir a la luz, en esa búsqueda de las causas de la enfermedad.
Por lo general, es un poco decepcionante para el paciente salir del consultorio sin una terapia concreta, o aunque más no sea, con una receta en la mano. Al fin y al cabo, vin...

Índice

  1. Tapa
  2. Prefacio a la edición castellana
  3. Prólogo
  4. Introducción
  5. Capítulo 1
  6. Capítulo 2
  7. Capítulo 3
  8. Capítulo 4
  9. Capítulo 5
  10. Capítulo 6
  11. Capítulo 7
  12. Capítulo 8
  13. Capítulo 9
  14. Capítulo 10
  15. Apéndice 1
  16. Apéndice 2