"Quiero escribir mi historia"
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"Quiero escribir mi historia"

Vidas de jóvenes en barrios populares

  1. 280 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
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"Quiero escribir mi historia"

Vidas de jóvenes en barrios populares

Descripción del libro

El diagnóstico de época que se desprende de los testimonios de jóvenes populares en los que se basa este libro refiere al sentimiento de inexistencia de claras trayectorias institucionales que aseguren el tránsito entre los diferentes períodos etarios; en la imagen de una trama institucional globalmente abusiva y que sólo algunos individuos logran matizar; en la fuerza de las aspiraciones y de los sueños personales que no se abdican. Los distintos capítulos de esta obra suscitarán la polémica. El retrato que aquí se lee de la juventud popular será, sin lugar a dudas, inquietante para algunos, esperanzador para otros. Algunos, al poner el énfasis en la experiencia de una juventud que, inserta en una sociedad, y en su tráfago económico, social y cultural, se percibe a sí misma desde un horizonte de interpretación que hace de la vida personal el principal universo de comprensión, concluirán que la sociedad argentina está en tren de perder el lazo con su juventud y el arco de la alianza entre las generaciones. Otros, al contrario, serán conmovidos por la fuerza de los relatos, las voluntades que se expresan en ellos, la capacidad para afrontar retos múltiples sin desfallecer, contando antes que nada y a veces exclusivamente con ellos mismos, pero también con los vínculos interpersonales que han podido establecer y podrán tejer más tarde; una juventud que, por sobre todo, no se resigna al descorazonamiento. Pero unos y otros deberán coincidir en que se trata de una juventud que, tal vez como pocas otras antes de ella, está condenada a inventar mañana, sin grandes ilusiones ni personales ni colectivas, el futuro.

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Información

Año
2021
ISBN del libro electrónico
9789876919661
Parte 1

Vínculos afectivos e instituciones

1. Refugios afectivos: el amor en los nuevos tiempos

Sebastián Ezequiel Sustas y María Cecilia Touris
El impacto económico, social y cultural de las crisis en la Argentina produjo un aumento de la pobreza y mayor desigualdad estructural; como efecto de ello, se profundizó la fragmentación urbana y la disolución de los marcos de sociabilidad tradicionales (Cicollela, 1999; Torres, 2001). Las instituciones que enmarcaban los procesos de sociabilidad se han transformado y están produciendo cambios en los procesos de individuación. Esta situación configuró, sin lugar a dudas, transformaciones en los escenarios barriales.
Las opciones fuera de los barrios, con relación a trabajos y/o estudios, fueron resultando paulatinamente más inaccesibles, lo que produjo un aumento de las restricciones de circulación y movilidad social por parte de estas poblaciones y por lo tanto un progresivo encierro barrial (Epele, 2010). Para los jóvenes entrevistados esta situación distingue en términos dicotómicos significaciones y prácticas, limitando un adentro y un afuera barrial que establece nuevos modos de habitar el territorio. En la medida en que el afuera deviene más ajeno, más se intensifica el tránsito en los espacios de sociabilidad propios del barrio.
El crecimiento de las economías informales, y sobre todo de las ilegales, establece modificaciones morales en las transacciones, actividades y prácticas basadas en los cambios de estrategias en la obtención de recursos que producen efectos tanto materiales como simbólicos. Los procesos macroestructurales económicos y políticos producen reacomodamientos en los códigos y pactos de convivencia propios de cada barrio. Esta variación en los códigos no habla de la desaparición de mandatos y normas, de valores y moralidad, sino más bien de la transformación de éstos que en un pasado no muy lejano condicionaban de otro modo las relaciones entre las personas.
Las relaciones afectivas –como las amistades o los patrones de elección de pareja– se vieron afectadas por estas limitaciones espaciales, y se establecieron nuevos modos de expresar las emociones.
Los relatos biográficos de los jóvenes entrevistados dan cuenta de la importancia de considerar, además de las cuestiones de índole sociopolíticas y económicas, la dimensión de lo emocional. Como plantea María Epele (2010), la perspectiva ortodoxa de las ciencias sociales suele hacer un análisis sobre los barrios vulnerabilizados que hace hincapié en los componentes macroeconómicos y sociopolíticos que los constituyen mientras se hacen a un lado los componentes emocionales. El análisis desde este punto de vista vuelve necesario incluir la perspectiva de los propios jóvenes sobre las dimensiones políticas, económicas y sociales, más características de los estudios tradicionales, pero también la dimensión emotiva. Según Eva Illouz (2007), las emociones se configuran como “el aspecto cargado de energía de las acciones” en las que se implican al mismo tiempo cognición, afecto, evaluación, motivación y cuerpo. No son presociales o preculturales; por el contrario, las emociones son significados culturales y relaciones sociales fusionados de manera inseparable y es esa fusión lo que les confiere la capacidad de impartir energía a la acción. En este sentido, las emociones nos permiten establecer los modos en que estos jóvenes significan sus relaciones afectivas como refugios que, ante la escasez de otros amortiguadores materiales y simbólicos, se establecen como soportes de la vida y producen al mismo tiempo transformaciones en sus espacios de sociabilidad. De esta manera, hemos buscado que los jóvenes reflexionen en torno a sus propias experiencias, procurando captar pluralidades, tensiones, discontinuidades, contradicciones, temáticas emergentes y articulaciones narrativas.

De jóvenes y afectos

Las vivencias de los jóvenes entrevistados se encuentran estrechamente vinculadas a las formas en que experiencias, actividades y prácticas cotidianas se corporizan en redes sociales que los contienen. Los lazos sociales mediados por vinculaciones de tipo institucional formal fueron perdiendo terreno frente a contextos de deterioro y devastación socioeconómica, que repercutieron en muchos casos en la reducción del mundo vivido (Epele, 2010), generando simultáneamente una mayor presión sobre las relaciones afectivas y su condición de soporte.
El relajamiento en las certidumbres sobre los umbrales de riesgo aceptados es un ejemplo del deterioro institucional. Ser anti se presenta como una disposición personal frente al riesgo de los diversos afueras, pero también una referencia de sentido hacia los otros que conforman el círculo cercano del entramado afectivo. Contando acerca de las salidas con sus amigos, Nora señala:
Así me dijeron: “Sos re anti”. Y bueno, después estaban organizando para salir y yo no decía nada, me hacía la boluda. Porque mucho no me gusta salir tampoco. (Nora)
La reducción de espacios de recreación y ocio –con umbrales de certidumbre aceptados por los propios jóvenes– puede leerse como la contracara de las predisposiciones y/o estereotipos hacia el mote de anti. En el caso de Purly, quien también señala que su novia es medio anti, estas reconfiguraciones se exponen por la imposibilidad de salir con ella a ciertos lugares, particularmente los de baile, ya que allí “los pibes son todos atrevidos”. Juana identifica este proceso a partir de una sensación de malestar individual: “Vas a los boliches de la villa y terminás no disfrutando porque estás pendiente”.
Las relaciones afectivas se constituyen, al igual que otros soportes de tipo simbólico y material, en vínculos clave para comprender las dinámicas de las redes sociales e institucionales en torno de los individuos. Es así como la afectividad, y las formas en que ésta se expresa en las relaciones, permite dar cuenta de los distintos entramados que son construidos por los mismos individuos en sus trayectorias biográficas (Martuccelli, 2007a). En escenarios sociales como los descriptos, la reducción del mundo experimentado y el aumento de la percepción de instancias de riesgo e inseguridades son la contracara de un proceso de desplazamiento en el cual se transfiere a las esferas vinculares íntimas (familiares, de pareja, de amistad) toda una serie de tensiones, problemáticas y sus resoluciones que antes se dirimían en toda una gama de instituciones de índole pública. A este proceso de desplazamiento, retomando a Epele (2010), es al que se denomina privatización de los cuidados. En este sentido, los espacios íntimos y las relaciones que se establecen en ellos se transforman en lo que denominamos refugios afectivos que operan como soporte de los individuos. Si los soportes se constituyen en la última trinchera de amortiguadores que permiten instancias de individuación en contextos de vulnerabilidad crítica (Martuccelli, 2007a), en escenarios sociales donde priman estos tipos de desplazamientos, las relaciones afectivas cobran aun mayor importancia para comprender las formas vinculares en las que participan. En otras palabras, en contextos donde existe una transferencia hacia el dominio de las relaciones próximas e íntimas de tensiones cotidianas, los lazos afectivos, familiares, de amistad y de pareja emergen como refugios posibles a partir de los cuales alivianar la carga que las grandes transformaciones macrosociales imprimen a los individuos.

Cuando los afectos soportan

La presencia de políticas informales de privatización de los cuidados, ante el retraimiento del Estado a través de sus canales institucionales, permiten visibilizar las carencias materiales que, a pesar de su crudeza, no deben ocultar otro tipo de incertidumbres más vinculadas a la existencia de los jóvenes entrevistados. Es así como, frente a una imposibilidad de recurrir a soportes de tipo material o al menos de recurrir en menor medida a ellos, los soportes asociados a lo afectivo resultan en el recurso propio de mayor importancia del cual disponer o, en todo caso, anhelar. Sin embargo, es necesario precisar que esos lugares de resguardo se encuentran afectados por tensiones que exponen el carácter inestable y frágil de tales refugios afectivos.
En los relatos de los jóvenes entrevistados podemos destacar una serie de variantes vinculares en que las relaciones afectivas íntimas y cercanas cobran una notoria y expresa relevancia para los individuos que las narran. Partiendo de estas premisas, a continuación analizamos cómo las relaciones próximas se constituyen en refugios afectivos que encauzan las elecciones de rumbo en la vida. Las relaciones fraternales que se establecen con niños, hijos y/o sobrinos; los procesos de constitución y ruptura de las parejas y las formas normativas de amar asociadas a dichos procesos relacionales anclan en estos jóvenes condiciones de sobrevivencia. A propósito de ello, nos comentaba Lili con relación a sus hijos:
Si no los tuviera a ellos, sería cualquier cosa, menos feliz. Estaría tirada en una esquina, drogada, borracha, sin tener por quien vivir o, capaz, no estaría. Pero ellos son las personas por quien yo vivo, por las que lucho y sigo adelante.
En la transferencia al dominio íntimo de expectativas de resolución de conflictos y cuidados antes a cargo de un amplio abanico de instituciones y redes vinculares, también se expresan las reales posibilidades de supervivencia de los jóvenes. La mención a estar no sólo es retórica, sino que las formas de (sobre)vivir se encuentran estrechamente vinculadas a los entornos construidos por los jóvenes, donde las relaciones afectivas cobran niveles crecientes de importancia. Para Lili, la existencia de sus hijos se expresa como un acontecimiento que le otorga un anclaje para seguir viviendo o, en sus palabras, seguir estando.
Para Charly, un acontecimiento muy significativo fue haber conocido a sus sobrinos y experimentar el amor que siente por ellos. Como veremos, estas relaciones son muy anheladas sobre todo cuando existe la posibilidad de perderlas. En el caso de Charly se expresa a través del sufrimiento que le produjo no poder estar con los niños cuando fue detenido y debió pasar tres meses en la cárcel sin verlos.
En lo que refiere a los procesos de constitución y ruptura de las parejas, también es posible observar expresiones de praxis afectivas que funcionan como importantes soportes que permiten recobrar el camino de los imaginarios socialmente legitimados.1
Al hablar acerca de su novia, Purly señala:
Tengo que dejar un poco la joda, un poco la joda para estar más tiempo con ella […] mirá, gorda, no me fui con los pibes a la joda, a tomar nada, por quedarme hablando con vos, para que sepas que me importás más que una joda.
Como propone Epele, el rescate por amor, como política informal orientada al cuidado y a la supervivencia en contextos de privatización de los cuidados, implica como contrapartida del proceso la exposición del carácter de soporte de los vínculos afectivos, aunque tal vez esto no conlleve necesariamente la conciencia plena de tal proceso. El romance como rescate a través de la constitución de una pareja pierde de este modo su caracter restrictivo como forma afectiva y se expresa como soporte por la intervención de otro y por el otro, incluyendo en la intimidad relaciones de afecto y emociones ligadas al cuidado y al bienestar como también situaciones de violencia y peligros para la salud y la supervivencia. Este escenario da cuenta de cómo ciertas relaciones, a pesar de los inconvenientes que puedan traer aparejadas, se constituyen en refugios afectivos cimentados en su condición de soportes. No son escasas aquellas relaciones afectivas que se encuentran atravesadas por situaciones de violencia y/o riesgo, como violencia familiar o conyugal, participación en actos delictivos, consumos de drogas y las consecuencias que estas actividades, por su carácter ilegal e ilegítimo, conllevan a pesar de ello, logran imponerse para los individuos como sostén, como refugio.2
En estas relaciones afectivas no sólo es posible observar una dualidad entre situaciones de violencias e instancias de afecto y cuidado –en el sentido de refugio antes descripto–, sino también a partir del interjuego entre ideales y normativas en función de adecuarse a los imaginarios imperantes. En este sentido, en los resultados de una investigación sobre la sociedad chilena, Kathya Araujo y Danilo Martuccelli (2012) presentan y describen tres ideales que concurren en la constitución de los imaginarios de pareja: el ideal protector, el ideal de fusión y el ideal de independencia. El ideal protector “se trata de un imaginario de pareja construido alrededor de la figura de alguien que asegura, da estabilidad y protege” (Araujo y Martuccelli, 2012: 187). El ideal de fusión es un modelo múltiple que supone la fusión de dos personas en una, y se presenta en dos vertientes ideales de amor: el amor pasional y el amor conyugal. La primera de las vertientes es la que sostiene que se trata de una relación en la que los amantes sólo se aman mientras no se pueden amar, aparece como el amor en situaciones desaconsejables y se caracteriza por el sostenimiento más allá de las adversidades. Adquiere características pasionales y supone un reemplazo de la seguridad por la entrega. En la segunda vertiente del ideal de fusión, la conyugal, nos encontramos con la formalización del amor a partir del matrimonio, donde la idea parece puesta en la posibilidad de superar juntos cualquier adversidad. Al ser la pasión uno de los elementos primigenios de las relaciones donde predomina el ideal de fusión, las rupturas y desilusiones suelen expresarse y vivenciarse más intensamente. El ideal de independencia “supone el reconocimiento de ámbitos específicos para cada miembro de la pareja” (204), que encuentra su raíz en la admisión y el reconocimiento del otro en todas sus particularidades. Los jóvenes, según nuestros resultados, reflejan las tensiones de algunos de estos aspectos presentes en los ideales mencionados, sin que ello implique una identidad integral a alguno de ellos que redunde en la adscripción a un único ideal. Sin embargo, en los relatos de los jóvenes, con referencia a su situación de pareja o noviazgo, elementos presentes en algún ideal predominan sobre otros.
Retomando la narración de Purly, estar con su novia se presenta como alternativa a la joda, que si bien por un lado puede asociarse a situaciones recreativas, por otro también se presenta como una instancia cargada de sentidos de riesgo e inseguridades que refuerza la idea de la pérdida de rumbo. El rescatarse por amor confluye con el ideal protector, donde ella –la novia de Purly– corporiza un ancla existencial que estabiliza un mundo que se experimenta material y afectivamente inseguro. Esta protectora es una cuidadora, quien rescata y permite el rescate de otros. Como señalan Araujo y Martuccelli (2012), esta protección es una respuesta posible a la multiplicación de los riesgos de vida que los individuos deben enfrentar.
El corpus de los relatos biográficos de los jóvenes nos permite dar cuenta de las tensiones entre los ideales de pareja, donde la predominancia de uno de ellos no anula la presencia de elementos de otros. Al contrario, como lo manifiestan los relatos, conviven simultáneamente en los mismos discursos que guían los patrones de pareja. Particularmente en los relatos biográficos de los jóvenes varones es posible distinguir las tensiones entre los mandatos normativos tradicionales en torno a la familia y a las responsabilidades masculinas, y las actuales lógicas identitarias que guían las formas de configurar los vínculos afectivos. Así, se presentan referencias que remiten a la familia nuclear tradicional moderna como modelo de lazo familiar deseado; la figura del buen partido sostenida en el ideal del hombre protector es un ejemplo de ello. En ese modelo ideal se construyen las figuras materna y paterna como pareja armónica, soportada por los lineamientos dictados por el imperativo romántico sostenido en el ideal de fusión, y con capacidad de generar (reproducir) a partir de valores puros en concordancia con el ideal de amor conyugal. En el caso de José Luis...

Índice

  1. Cubierta
  2. Acerca de este libro
  3. Portada
  4. Índice
  5. Prefacio, por Danilo Martuccelli
  6. Introducción, por Pablo Francisco Di Leo y Ana Clara Camarotti
  7. Parte 1. Vínculos afectivos e instituciones
  8. Parte 2. Cuerpos, sociabilidades y vulnerabilidades
  9. Parte 3 Trayectorias, proyectos y temporalidades
  10. Anexo. Perfiles de los entrevistados
  11. Bibliografía
  12. Sobre los autores
  13. Créditos