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Otra cebolla de cristal
Descripción del libro
Como en aquella vieja canción de los Beatles, Eduardo Langagne invita a mirar de nuevo a través de la cebolla de cristal instrumento privilegiado de la nostalgia y la imaginación con el fin de pasar revista a los ideales, amores y deseos, que alguna vez nutrieron los sueños de toda una generación. El autor se adentra por los meandros de la experiencia amorosa, por las perplejidades que acechan en los recodos de la vida cotidiana y por los grandes y los pequeños enigmas que plantea la condición humana.
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Información
Editorial
Ficticia EditorialAño
2013ISBN del libro electrónico
9786077693857El volcán
Es que no están acostumbrados a comer —me dice Lola, que tiene la encomienda de atender durante todo el día la caseta de nutrición en el albergue. Martinina debe tener dos años. Su padre dice que sí, que tiene dos años; así, en castellano, y sonríe mientras hace ademanes que pretenden ayudar a la comprensión cuando abre los dedos índice y medio de la mano izquierda frente a la cara de la doctora. Dos, dos años. En una silla, la madre sostiene a Martinina en sus brazos y mira fijamente al suelo.
Norma, la otra doctora, colega y amiga de Lola, dice que tiene el peso de un niño de un año, esto representa una desnutrición de segundo grado; el padre le acerca nuevamente el biberón y Martinina aprieta los labios, mueve bruscamente la cabeza y con las manos intenta retirar el alimento. Ha tomado sólo la cuarta parte. La madre no ha cambiado de posición, ni siquiera con el constante movimiento de la niña.
—Déjala, con eso ya está bien—, le indica Norma al padre.
—Tráemela a las cinco de la tarde otra vez, no se te olvide.
La madre no entiende nada de lo que escucha. Felipe Cruz es zoque, dice que su mujer no habla castellano y le traduce. La madre hasta ahora levanta la vista del piso, deja la silla y se dirige a la puerta con la cabeza gacha. Norma le pide algunos datos a Felipe Cruz. Él está acostumbrado a decir su nombre, el de sus hijos, su edad: “veinticuatro”, dice, y abre las dos manos frente a Norma, las voltea, luego muestra cuatro dedos de la mano derecha, pegando el pulgar a la palma. La hija más grande ha terminado su leche, tiene cinco años, ella presenta sólo un primer grado de desnutrición. Felipe dice que sí, que regresará a las cinco, que no se le va a olvidar, sale con la hija mayor y tras él su mujer con Martinina en brazos. Martinina dejó tres cuartas partes del biberón, Norma lo lleva al refrigerador de la parte posterior, donde hay además una estufa, una pila de agua, una licuadora, algunas ollas de aluminio, vasos de poliuretano, biberones.
Lucrecia no me acompañó al aeropuerto. Lástima. Me hubiera gustado despedirme con un beso y decirle reiteradamente que me gustará encontrarme con ella al regreso de mi viaje. Tardaré una semana, a lo sumo. Después de tres años de no verla me resultó sorprendente y maravilloso que se apareciera ayer en mi departamento. En lugar de intentar quedarme a pasar el fin de semana con ella, vine a Tuxtla al albergue, como me había comprometido con Lola.
Doy un vistazo a las fotocopias de diarios que se encuentran encima de la mesa de trabajo del área de registro.
Domingo 28 de marzo de 1982: Hace erupción el volcán Chichonal, en Chiapas. Tiembla en la Isla del Carmen a causa de la erupción. Lunes 29 de marzo: El municipio de Pichucalco es el epicentro del fenómeno. La ceniza asfixia al ganado. Martes 30 de marzo: Imposible acceso a los poblados de Guadalupe Victoria, Chapultenango, Francisco León, Ocotepec, Tecpatán y Ostuacán. Brigadas voluntarias se unen al ejército. Miércoles 31 de marzo: Se desalojan a diez mil personas que habitan en las inmediaciones. Vuelve a entrar en actividad el volcán Chichonal a las 11 de la mañana. Quedan sepultadas cien mil cabezas de ganado. Jueves 1 de abril: Los sembradíos de plátano y cacao arruinados en un ochenta por ciento. El polvo y ceniza del volcán alcanza una altura de diez mil metros. Enfermedades respiratorias y conjuntivitis se presentan por la contaminación del aire. Viernes 2 de abril: A las 11 de la mañana entra en fase violenta el volcán Chichonal. 4 de abril: el peor día. Inician labor de rescate tres mil elementos del ejército. Se dirigen al municipio de Francisco León. Jueves 30 de abril: Se reduce la actividad del volcán Chichonal.
En realidad Lola me invitó porque pensó que me agradaría ayudar un poco en la actividad médica, se necesitaban dentistas. El trabajo, me explicó, consiste prácticamente en anotar una historia clínica de cada paciente y hacer las extracciones más urgentes. Eso toma unas doce horas diarias, por la cantidad de familias que hay aquí. Solamente había dos personas atendiendo el área, pero conmigo y un médico militar, que también llegó hoy, ya somos cuatro. Lola me dice que no sabe si después se hará un seguimiento de los pacientes. Después del día de trabajo Lola y yo estamos cansados, nuestras bolsas de dormir pueden unirse mediante una cremallera, así que acepto su invitación y al abrir las bolsas para unirlas pasamos la noche juntos por primera vez. Es un espacio de unos cinco por cinco metros donde habré de pernoctar estos días. Ni ella ni yo hicimos intentos de mayor intimidad porque el espacio es colectivo y además de su amiga Norma hay otros dos médicos bajo el mismo techo. Me gusta y le gusto desde hace un tiempo, pero ayer en la noche fue la primera vez que dormimos juntos.
El volcán Chichonal “reventó” en marzo pasado. Este sitio es conocido como “La Feria”, porque habitualmente se realizan aquí las exposiciones ganaderas y las ferias estatales. Es un lugar en las afueras de Tuxtla Gutiérrez, la capital del Estado.
Las familias de damnificados están alojadas en las caballerizas de piso de cemento, sobre unos templetes de madera que deben lavar todos los días. Al frente de la caseta de nutrición hay algunos espacios permanentes para los expositores de la feria. Ahora están vacíos.
Hasta hace unos días, en cada uno se alojaba una familia; todos fueron trasladados a distintas partes del estado, algunos volvieron al refugio a los pocos días, no quieren irse, “a pesar de que les fueron proporcionadas tierras para trabajar”, comenta un empleado del gobierno estatal.
Un hombre dice que el traslado no se debe al proceso de reacomodo, dice que los ganaderos ya quieren hacer la exposición, que las familias se vayan pronto para meter el ganado; dice que los ganaderos están perdiendo dinero, él no es zoque, nació en Ocozocuautla, es empleado de salud. Nadie sabe cuántos murieron en el desastre, un joven asegura que eran trescientos veinte en su comunidad y aquí llegaron veinticuatro, los demás murieron, “había una nube que ahogaba, que quemaba”, y es que ahí, en el municipio de Francisco León primero sacaron al ganado, ellos se iban quedando, “algunos, mire, se quemaron; otros se asfixiaron, es que por cada uno de nosotros que sacaban se llevaban diez cabezas. El ganado se come, la gente no, el ganado produce más que las personas”. Los ganaderos ya quieren hacer la feria, están presionando para que se lleven a toda esta gente del espacio de la feria. Toda esta gente son principalmente indígenas zoques damnificados.
En la mesa hay más copias, tomo una copia al carbón que parece ser parte de un informe: “Día 27 de marzo: 4 a 5 de la tarde, aguacero; 5 a 6, calmado; a las 7 de la noche empezó el ruido del volcán y después subió humo negro, negro; es cuando empezó a caer el azufre y en esos momentos se llamaron unos a otros para que se juntaran en la capilla a orar. Ahí se inició el Santo Rosario y después se comenzó la Vigilia Solemne. Al terminar, a la 1 de la mañana, se calmó la caída de las piedras y en esa hora se rezó el Santo Rosario y después se hizo un acuerdo para marchar hasta Ocotepec. Ya a las 7 de la mañana se aclara bien el día. Se empezó a marchar toda la gente a Francisco León y de ahí a la colonia Naranjo; se pidió posada en la casa de la bodega del Inmecafé y también se rezó el Santo Rosario por la tarde. El día 30 por la mañana se siguió la marcha hasta Ocotepec. Allí también se rezó el Santo Rosario del diario por la mañana y por la tarde. El día 7 de abril fue trasladada toda la gente a la Feria Chiapas. Y el Santísimo quedó en Ocotepec, en manos del señor cura”. “La lista de los difuntos en nuestra rivera es de 31 hermanos adoradores muertos. Y la rivera San Juan Bosco ya no existe. También la lista de los materiales que no pudimos sacar de la iglesia. Es todo lo que informamos a su conocimiento, reunidas 215 personas de la rivera el Volcán, Municipio de Francisco León. Atentamente la Acción Católica y el presidente de la Adoración.”
En una hoja rota, que parece parte de un viejo libro, alcanzo a leer… “Un vapor humeante salía de la tierra, imitando el sonido de un gato atrapado o una serpiente atemorizada. La historia fue trasmitida de generación en generación hasta convertirse en parte de la sabiduría popular.”
Lucrecia siempre me ha gustado. Ya he pensado que no tengo buena suerte; cuando alguna muchacha me gusta casi siempre ocurre que ya tiene una pareja más o menos estable o está en el momento crucial donde uno no cabe. Así fue desde el principio con Lucrecia, que tenía a su novio desde muy chica. Su visita a mi departamento me gustó mucho, fue inesperada pero estimulante, aunque me ha quedado la duda de si debí o no esperar un mejor momento para estar con ella. ¿Pero cuál es el mejor momento? Las rupturas nos hacen a todos tomar decisiones precipitadas. En fin. Fue una tarde deliciosa. Me gusta mucho Lucrecia, pero Lola también, además de que la considero una excelente muchacha, comprometida con todo lo que realiza. Me pidió que viniera, me invitó a ayudar, pero sentí en su invitación algo más, una sensación de confianza hacia mí, una propuesta de cercanía, como si la convivencia en este campamento fuera una posibilidad de conocernos mejor, como suele decirse.
La comida se sirve dos veces al día: a las seis de la mañana y a las cinco de la tarde. Es preparada por los soldados. A la hora citada las familias comienzan a llegar; toman una charola de metal y pasan enfrente de las ollas. Los soldados sirven y después las familias ocupan las mesas dispuestas en el salón, techado y con aire acondicionado, tal vez en épocas de feria es un salón de recepciones. Al principio las familias se quedaban mirando los aparatos, ponían la mano enfrente de la salida de aire y se reían, los niños cerraban los ojos y levantaban la cara para sentir el aire.
Eleuterio consiguió trabajo en la clínica móvil del campamento. Tiene veintinueve años, dos hijos que además de zoque hablan español, y un recién nacido que nació en el campamento. “¿A cómo estamos hoy?; entonces va a hacer un mes. Nació bien, sí; esta fuerte.” Eleuterio nos traduce algunas observaciones para las madres de los niños del centro de nutrición y el área médica en general. Lee en español y de inmediato hace una explicación en zoque hacia la grabadora, da consejos. Me explica que se siente contento de poder ayudar, que los médicos lo quieren bien, que ha convencido a la gente para que se deje atender.
“Había una señora”, explica, “con magullones en las piernas por las piedras del volcán, ya estaba para parir, tenía dolores pues, de los que les dan cuando el niño está por nacer, yo le pregunté si ya y ella necia que no, que era la pierna, que era la herida del piedrazo. Entonces le dije que no debía decir mentiras, que los doctores estaban aquí para ayudarle. Pero ella quería tener el hijo sola, como se acostumbra por allá; ya después si quiso y dejó que la ayudaran los doctores, y mientras, yo hablando zoque con ella, por eso luego agarré chamba ahí y los doctores me quieren porque soy muy trabajador”.
Eleuterio lee nuevamente la hoja en español y la repite en zoque para grabar. Esta grabación se pasará posteriormente con las madres reunidas, Lola irá pasando las hojas impresas donde se explica cómo pueden mezclarse la masa y el fríjol para hacer un puré de olla para los niños, con la misma comida de los grandes. Eleuterio me hace otra seña, coloco la pausa, con una sonrisa cómplice que quiere comprobar su habilidad para el dibujo me pregunta qué es esto, señalando lo que acaba de hacer en la cartulina: un círculo irregular con puntos negros. Le digo que es una guayaba, él asiente y me da la señal para continuar la grabación. Terminamos, Eleuterio ha traducido con gusto, al final ha dado consejos a las madres “para que vengan”, me dice, “porque así todos ayudamos mejor”.
El audiovisual ha quedado listo, les aviso a las doctoras. Norma recoge la grabadora, se lleva las cartulinas, todas unidas por la parte superior con un aro hecho de listones, de manera que ante el auditorio puedan pasarse para atrás sin dificultad, una por una. Eleuterio sonríe, él tenía casa de material,...
Índice
- El candado
- Tanto tiempo
- Éramos
- Veinte años
- El cumpleaños del gato
- Alejandrina
- Alejandrina Remixed
- Presentación
- Cebolla de cristal
- Piscina
- Caminar
- Tarjeta roja
- El número nueve
- Beethoven o Vivaldi
- El abuelo recio
- El huésped
- El volcán
- Los Reyes Magos del Oriente
- Un suéter azul
- Viga
- La flor aquella
- Simpleza
- El hombre del andén
- María do Carmo